Artículos de: 15 Febrero 2017

Comunicado zapatista: Los muros arriba, las grietas abajo (y a la izquierda)

Para nosotras, nosotros, pueblos originarios zapatistas, la tormenta, la guerra, lleva siglos. Llegó a nuestras tierras con la patraña de la civilización y la religión dominantes. En ese entonces, la espada y la cruz desangraron a nuestra gente.
Con el paso del tiempo, la espada se modernizó y la cruz fue destronada por la religión del capital, pero se siguió demandando nuestra sangre como ofrenda al nuevo dios: el dinero.
Resistimos, siempre resistimos. Nuestras rebeldías fueron suplantadas en la disputa entre unos contra otros por el Poder. Unos y otros, arriba siempre, nos demandaron luchar y morir para servirlos, nos exigieron obediencia y sometimiento bajo la mentira de liberarnos. Como aquellos a quienes decían y dicen combatir, vinieron y vienen a mandar. Hubo así supuestas independencias y falsas revoluciones, las pasadas y las por venir. Los de arriba se turnaron y se turnan, desde entonces, para mal gobernar o para aspirar a hacerlo. Y en calendarios pasados y presentes, su propuesta sigue siendo la misma: que nosotras, nosotros, pongamos la sangre; mientras ellos dirigen o simulan dirigir.


Del cambio de época al fin de ciclo: Los gobiernos progresistas de la región pactaron con el gran capital

La más importante de los analistas argentinos sostiene que:
“No estoy segura de que podamos dialogar amigablemente con aquellos sectores que adhirieron tan acríticamente al progresismo en la década pasada, pero sin embargo es necesario. La dificultad está en que esas heridas están abiertas. Esto que ocurrió en Argentina también ocurrió en toda la región.
“Evo cree que no puede ser remplazado por nadie. Lo que ha hecho además es expropiar esa energía social fabulosa que había en Bolivia diseminada en diferentes expresiones sociales y que ahora sólo parece estar concentrada en su persona. Eso es lo que hicieron los progresismos también y en algún punto es imperdonable: expropiaron la energía social, que quedó concentrada en esos liderazgos tan fuertemente personalizados”.
“El populismo es fetichización del Estado en la persona del presidente. Esta idea de que las conquistas sólo se pueden preservar si se conserva el liderazgo personalista es una idea muy negativa en América Latina. Implica una gran desconfianza en las dinámicas colectivas de acción, que es lo que debemos recuperar. Los movimientos están muy fragmentados por el momento, pero son la base para pensar una nueva alternativa.