Entrevista a los dirigentes rebeldes de los estudiantes universitarios chilenos


Los llamados “ultras” de la Confech: “La radicalidad consiste en generar alianzas que apunten a derribar este modelo”

Señalados por el Gobierno y los principales medios de comunicación como los principales culpables del fin del diálogo entre los estudiantes y el Ejecutivo, Guillermo Petersen –Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción-, José Ancalao –Federación de Estudiantes Mapuche-, Gastón Urrutia –Federación de Estudiantes de la Universidad del Bío Bío- y Felipe Valdebenito –Federación de Estudiantes de la Universidad de la Frontera- son alguno de los ya reconocidos miembros de la llamada “ultra” de la Confech. Hoy, hablan con El Ciudadano de los errores, expectativas y el futuro del movimiento estudiantil que ha remecido a Chile.

Ya parecen agotados de explicar una y otra vez las razones tras la clasificación de “ultras” que se les ha impuesto. Al mando de sus respectivas federaciones del sur del país, entregan un discurso firme, crítico de los partidos y del propio movimiento que les ha tocado liderar.

Hasta ahora, se han planteado como una alternativa a la izquierda partidista, ganando cada día a más estudiantes cansados del historial y modus operandi de los partidos políticos chilenos. Si bien aún no configuran una opción política fuera de las salas de clases, trabajan en revivir el tejido social muerto al alero de los pactos y la negociación cupular tras el fin de la dictadura.

-Hace un tiempo aparecieron caracterizados uno a uno en un reportaje de La Tercera. Ahí se hablaba de sus autores favoritos, de la música que escuchan y hasta del sueldo y ocupación de sus padres. ¿Alguna vez se les consultó aquellos datos?

-Guillermo Petersen (GP), Felipe Valdebenito (FV), Gastón Urrutia (GU): No.

-GP: Nada. A excepción de mis gustos musicales, toda la información que sale de mí es falsa. De hecho, pusieron que mi padre era faenador, cuando es faenero. No deben ni tener idea de lo que es ser faenero.

-GU: Todos dentro de la Confech saben que no tenemos nada que ver con esa caricatura que ellos muestran. Es burdo. Nos quieren clasificar como un sector que apela a lo meramente reivindicativo, sugiriendo que nosotros tenemos necesidades y más allá de lo que proyectemos, queremos conseguir cosas.

-A ustedes se les atribuyó específicamente la responsabilidad tras el quiebre de la mesa de diálogo con el Gobierno. ¿Tuvieron influencia decisiva en retirarse de la mesa compartida con Bulnes?

-GP: Todos los sectores tenemos algo de responsabilidad en este quiebre. Nosotros exigimos garantías para ponernos a dialogar y nos sentamos a la mesa sin que esas garantías fueran dadas. El Gobierno se dio cuenta ‘al tiro’ que nosotros comenzamos con los pantalones abajo, entonces asumió el control y la conducción del espacio de diálogo.

-GU: Mediáticamente estábamos recibiendo presiones por todos lados. Quisimos demostrar que teníamos voluntad de diálogo. El Gobierno buscó este quiebre, demostrando una postura tosca, tratando de mal argumentar sus propuestas. Nosotros tuvimos que ceder porque la mesa era insostenible.

-FV: También creo que el error parte porque fuimos incapaces de ponernos firmes con esas garantías. Todos sabíamos eso que no estaban sobre la mesa y, a pesar de todo, nos sentamos a dialogar.

-En vista de lo ocurrido ¿Existe alguna posibilidad de volverse a sentar en una mesa de diálogo con Bulnes?

-GP: En mi universidad hemos comentado que en ningún caso volveríamos a una mesa de diálogo con el Ejecutivo. Primero, no hay cómo validar que ésta sea fructífera. Segundo, ya sabemos claramente que el Gobierno no tiene voluntad de avanzar en la solución del conflicto. El Gobierno tiene a todos asustados con el tema de las becas, divididos internamente, sabe que llamamos a estos paros productivos y no pudimos hacerlo por toda la desfragmentación del poder popular; entonces ¿Por qué deberían plantear de nuevo ir a una mesa?

-FV: Yo me pregunto ¿Con qué argumentos vamos a validar una nueva mesa de diálogo ante las bases? No tenemos razones, ni las garantías, ni la voluntad para sentarnos con ellos.

-¿Qué opinan de la opción de negociar con los parlamentarios en el Congreso Nacional?

-GP: Los partidos políticos tradicionales buscan en todo momento la salida al conflicto a través de la institucionalidad. Hoy en el Parlamento la izquierda no tradicional no tiene ningún pito que tocar. Entran a jugar otros actores, en los que no estamos incluidos ni las dirigencias, ni las bases del movimiento estudiantil.

-GU: Hoy no está la confianza para poner en manos del parlamento nuestro conflicto. Todos tenemos miedo a que pase lo del 2006, cuando se diluye el movimiento en una mesa de diálogo.

-FV: Los sectores del Partido Comunista y la Concertación plantearon desde el comienzo que debía ser en el parlamento donde resolviéramos nuestro conflicto, pero nosotros queremos evadir esa posibilidad. Por eso hemos insistido tantas veces con el Ejecutivo.

-Hoy son muchos quienes comienzan a desesperarse ante la falta de logros concretos respecto a las demandas del movimiento. ¿Hay alguna propuesta concreta para solucionar este conflicto en el corto plazo?

-GP: La salida al conflicto depende de que se muestre voluntad en el cambio de la forma de entender la educación. Creemos que el conflicto debe acabar, pero el movimiento debe seguir. Nosotros aún no hemos sido capaces de proyectar las demandas, ni de explicar qué conllevan. Le dijimos al pueblo que la demanda es educación gratuita, pero en un sistema capitalista. Además, la gratuidad a secas es totalmente funcional al modelo. Sin embargo, hasta ahora no se puede desconocer el avance cualitativo: Cómo creció la organización, cómo se fortalecieron las discusiones. El Gobierno, por su parte, aún debe recuperar la confianza del empresariado nacional e internacional. Por ahora es incapaz de decirles “yo soy tu carta para seguir gobernando el país”.

-GU: Hoy, para el Gobierno, darle un triunfo al movimiento estudiantil es darle un triunfo al pueblo en su conjunto y permitir que el día de mañana se movilicen otros sectores de la sociedad, por la salud o la vivienda, por ejemplo. Eso es una de las cosas que les complica tanto.

LA PRESIÓN Y LA VIOLENCIA CALLEJERA

-¿Qué opinan de quienes señalan que para que la presión aumente es necesario una radicalización de la protesta callejera?

-GP: Creo que el descontento en las calles es una presión mediática que responde netamente al descontento. La otra vez mostraban en la tele a un niño de 14 años al que pillaron haciendo una molo (bomba molotov) en la calle, vieron que el niño estaba preso y la mamá lo había abandonado: Entonces, el periodista preguntaba: ¿Qué esperamos de este niño? Y yo respondo, yo espero algo muy claro de ese niño y es precisamente que salga a hacer eso. Lo comprendo, aunque puedo o no compartirlo. Se entiende, pero creo que no es la verdadera radicalidad. Eso será cuando nosotros seamos capaces de hacer convocatorias sociales y sindicales y estos paralicen por nosotros.

-FV: Para el Gobierno, la radicalidad consiste sólo en barricadas y molotovs. Para nosotros, en generar verdaderas alianzas que apunten a derribar verdaderamente este modelo.

-GP: La idea es que realmente este sea un movimiento social. Todos nos hemos llenado la boca con que este es un movimiento amplio y yo diría que eso es una mentira con la que nosotros hemos engañado un poco al pueblo. Movimiento social no significa que mi mamá salga a la calle, sino empoderamiento de los distintos sectores.

-Algunos dirigentes han señalado que el movimiento es de naturaleza pacífica y que los encapuchados no pertenecen a este movimiento. ¿Creen que es válido afirmarlo?

-GU: A nosotros nos ponen en tela de juicio al preguntarnos si los avalamos y más allá de condenarlos, queremos entender por qué pasa. El que llevemos cinco meses movilizados y que no se haya avanzado en las demandas genera mucha frustración y nosotros lo entendemos.

-GP: Hay gente que impone la violencia y otra que reacciona. El pueblo nunca ha empezado la violencia. Violencia para mí es quien te quita todos tus servicios básicos, el que controla las AFP’s y negocia con la salud, te quita la educación y la vivienda. Yo jamás voy a criminalizar a un encapuchado. Si hemos sido capaces de dar soluciones políticas tan grandilocuentes, cuestionando el modelo y criticando la democracia, también deberíamos ser capaces de dar una explicación un poco más acabada en torno a la violencia y no salir con estos espasmos de criminalización que no entienden la realidad en la que vivimos. Ahora, hay que entender que ¿Cómo no va a ser catalogado como violencia el que yo tenga un almacén en mi casa y pague lo mismo que un ‘hueón’ que maneja Collahuasi o Minera La Escondida? Que llamen violento al que tire la piedra es burdo.

-FV: Nosotros no podríamos decir que ellos no pertenecen a nuestro movimiento. Muchos de ellos son también estudiantes.

LAS DEMANDAS OLVIDADAS: RENACIONALIZACIÓN DEL COBRE, ACCESO A LA EDUCACIÓN Y EDUCACIÓN INTERCULTURAL

-Uno de los debates más interesantes de este movimiento surgió al proponer la renacionalización del cobre ¿Por qué esta demanda desaparece para estos días?

-FV: No creo que haya desaparecido. En ese momento buscamos instalar esa demanda. El hecho de que en este movimiento algunos sectores productivos estén haciendo huelgas políticas, ya no sólo reivindicativas, es un avance muy grande que se construyó a través de ese discurso.

-GP: Yo creo que la demanda la bajaron. Recuerdo perfectamente una entrevista al presidente de un partido en La Tercera diciendo que se comunicaron con él para decirle que esa no era una demanda de la educación y que la sacaran. Segundo, poner una demanda como la renacionalización del cobre busca proyección política. Es una demanda compleja y ¿quién la baja? Claramente los sectores empresariales estadounidenses. Que un grupito de estudiantes de 18 a 25 años amenazara con quitarles sus riquezas, en un país estratégico en el cono sur de mantenimiento del sistema capitalista, era inaceptable. Hubo fuerzas políticas tanto de la derecha como de ‘izquierda’ que se organizaron para bajar esta demanda.

-¿Y qué pasó con la discusión sobre el acceso a la Educación? Hay quienes piensan que la gratuidad, sin reformas importantes en el acceso, sólo va a mantener la segregación universitaria, más si consideramos que los estudiantes de más bajos recursos no están hoy en las universidades públicas.

-FV: El acceso es la herramienta que toca directamente el modelo educacional, por ahora, a través de ella, se sigue sustentando el sistema.

-GP: Hemos sido incapaces de proyectar cuál es el objetivo real. Además que el acceso lo vemos como la PSU o propedéuticos que en realidad sigue potenciando lo mismo, es decir, optamos por cómo me cago a mi compañero en el liceo en vez de ante una prueba.

-GU: El Gobierno dice que ellos no van a permitir que los más pobres financien a los más ricos cuando siempre ha sido así. En términos objetivos esos estudiantes más ricos son el 5% de los estudiantes que hoy están en la universidad. Sin embargo, claramente los mecanismos de acceso han contribuido a generar un sistema totalmente segregado.

-José, desde tu ingreso a la Confech has participado activamente de las conversaciones con el Ejecutivo. ¿Esto ha ayudado a posicionar la demanda de los estudiantes mapuche?

-José Ancalao (JA): Vemos que hemos avanzado bastante, nuestra entrada a la Confech ya es un reconocimiento a la diversidad de pueblos en nuestro país. Nosotros queríamos explicar y argumentar cómo se puede, por ejemplo, construir un currículum de educación intercultural en las universidades. Hay una realidad nacional que ha estado siendo negada por más de 100 años en este país. Los pueblos indígenas parecen bonitos mientras están ahí para mirarlos. Con el ritmo de esta educación, los mapuche, en 30 años vamos a desaparecer. Va a desaparecer nuestro idioma y cultura en la educación. Aunque el Ministro responda de forma tan ordinaria al tema de la educación intercultural, hay un avance porque ya se está reconociendo dentro del Ministerio, que hoy no tiene siquiera una división para pueblos originarios.

PROYECCIÓN DEL MOVIMIENTO Y VUELTA A CLASES

-Algunas universidades han comenzado a bajar sus tomas y paralizaciones ante la presión de los rectores y el mismo estudiantado por comenzar el segundo semestre. ¿Esta es una amenaza para el movimiento?

-GU: Nosotros asumíamos que la toma pretendía darnos los tiempos necesarios para organizarnos y coordinarnos, generando masividad. Ahora, se está repensando la forma de movilización, porque se está perdiendo esa masividad y hay un desgaste.

-FV: Hay varios factores de por qué necesitamos repensar nuevas formas de movilización. Tenemos un Gobierno al que no le importan las marchas, al que no le importó que mataran a un estudiante, que perdiéramos las becas y menos matar las universidades del Estado. En cinco meses, al Gobierno no le importó nada, entonces hay que replegarse para repensar cómo volver a levantarse.

-GP: No estábamos acostumbrados a un proceso de movilización que durara más de un mes y medio. Menos los partidos tradicionales que levantan paros para agarrar un poquito, luego se bajan y alzan la bandera del triunfo y celebran la institucionalidad. Yo creo que desgaste no hay, hay cansancio después de cinco meses en toma. Te das cuenta que en las manos no tienes nada, pero porque estás peleando con la derecha política y económica. Al pasar tanto tiempo las tomas y los paros se vuelven un fin: Mantengo la toma para no demostrar que perdí. Hoy día tenemos que demostrarle a la gente que hemos avanzado en la constitución de organización y discusión política, más allá del activismo porque sí.

-Ante la importancia que ha tomado la figura de Camila Vallejo y Giorgio Jackson en el movimiento estudiantil: ¿Consideran que su eventual recambio pueda dañar la estabilidad del movimiento?

-FV: Como dijo un ex presidente de la Fech (Federación de Estudiantes de Chile) de los 70’, todo movimiento siempre tiene que ir generando recambio. Ahora, sabemos que es peligroso que ese recambio caiga en manos de sectores que no están sintonizados con este movimiento, como podría ser el gremialismo, en el caso de la Universidad Católica –durante la entrevista aún se realizan las elecciones-, porque ellos podrían infiltrarse en nuestras discusiones de la Confech.

-GP: Yo creo que va a perjudicar mediáticamente un mes o dos, pero a las bases nos va a fortalecer saber que somos capaces de mantener el movimiento, demostrarle a la gente que el movimiento no eran ni esos dos o los 36 que estamos en la Confech. Ahora, hay que tener claro que la Fech siempre va a tener la vocería protagónica en estos movimientos, el problema no es quién sube, sino que nosotros somos incapaces de posicionar alguien más ahí.

-Ustedes se han planteado como una alternativa a la izquierda tradicional, pero estas opciones políticas no suelen salir del mundo universitario. ¿Qué pasa cuando los ciudadanos necesitan buscar una alternativa política real fuera de la sala de clases?

-GP: Hay que recordar que vivimos una dictadura que descompuso al poder popular y luego una democracia liderada por una Concertación que pactó con el Gobierno Militar. Nos tocó el período más ingrato: reconstituir un tejido social organizado. No hay que dejarse llevar al pensar que la revolución parte por estos procesos universitarios, yo creo que hay que trabajar por la construcción de una alternativa. Ningún colectivo hoy es la salida del pueblo, sino que somos una arista más. Nuestro trabajo hoy es la constitución de organización social, poblacional y estudiantil.

-¿Como un partido político, por ejemplo?

-GU: Más que como partido, a nosotros nos interesa entrar directamente en pugna con la institucionalidad.

-GP: Por ahora, hemos sentado las bases de algo que esperamos poder proyectar algún día como un referente importante.

Por Vanessa Vargas Rojas

El Ciudadano