Ecuador: El gobierno quiere domesticar a la universidad

Trasplante de modelos ajenos, colonialismo académico, burocratización de la investigación, menosprecio de la universidad ecuatoriana, ignorancia de los funcionarios, doble discurso en el ámbito tecnológico



El Gobierno quiere domesticar a la Universidad

Diario Hoy
Publicado el 06/Mayo/2013 | 18:37

El Gobierno quiere domesticar a la Universidad

Arturo Villavicencio Un académico respetable y respetado hace un balance del cambio de sistema universitario que realiza el gobierno: trasplante de modelos ajenos, colonialismo académico, burocratización de la investigación, menosprecio de la universidad ecuatoriana, ignorancia de los funcionarios, doble discurso en el ámbito tecnológico…

La entrevista

Por: José Hernández

Directror Adjunto

Lojano, de 62 años, Arturo Villavicencio es un científico con amplia formación académica: es ingeniero eléctrico, graduado en Quito, doctor en Economía Energética, Universidad de Grenoble, Francia, y máster en Matemáticas Aplicadas, título obtenido en Moscú. Ha hecho posgrados y ha sido catedrático en Alemania, Francia, Bélgica… Ha sido asesor internacional en Emiratos Árabes, México, Indonesia, Argentina, Venezuela, entre otros. Dinamarca lo nominó en 1995 para hacer parte del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático; organización que por ese trabajo, en que él participó, recibió el Premio Nobel de la Paz.

En Ecuador, él presidió, con este gobierno, el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior y fue rector del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN); cargo al que renunció a los pocos meses, por errores, según dijo, en el manejo de la educación superior.

En un amplio texto, ¿Hacia dónde va el proyecto Universitario de la Revolución Ciudadana?, usted analiza unas “peligrosas tendencias” -dice- que ve en el cambio del sistema de educación superior. ¿Cuándo las detectó?

Desde que estuve en el IAEN, -eso fue pasajero-, una de mis ideas era utilizarlo como universidad de post grado del Estado. Creía que debía ser lo que llaman ahora un “tanque de pensamiento”, no del Gobierno sino del Estado, para analizar los grandes problemas hacia futuro. Comencé un trabajo de prospectiva pero se empezaron a cerrar espacios. Invité al secretario de Ciencia y Tecnología, a la gente de ahí para iniciar un debate. No fueron y me di cuenta de que no lo querían hacer.

Para mí fue una sorpresa, y para mucha gente un baño a agua fría, fue el lanzamiento del reglamento de escalafón docente investigador. Eso es un instructivo. Se quiere reglamentar todo. Se pone que un profesor tiene que dar 31 horas de investigación. ¿Por qué no 29 por qué no 30 ó 28? Un rector y un vicerrector máximo pueden dar 3 horas de clase a la semana o dedicar las 3 horas a investigación, lo que me parece hasta ridículo. Y después vienen las cosas que sí me parecieron una locura. Lo que llamo el 3X1: todo lo que es de afuera (Estados Unidos o Europa) al menos vale tres veces más de lo que hacemos aquí. Pedí que debatiéramos esto. No hubo debate. Lo organicé en el IAEN, no fue nadie del gobierno y no les gustó en absoluto. Se fueron cerrando y llenando con un grupo de amigos y consultores extranjeros.

No quiero que se me acuse, en ningún momento, de xenófobo. He hecho mi vida afuera. He trabajado en más de 30 países como consultor y soy muy abierto. Pero aquí estamos sobrepasando el límite. El presidente del Ceaaces, el presidente de Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación, el director del IAEN, la mitad de los miembros del Ceaaces son extranjeros. Tienen extranjeros en las subsecretarias en el Senescyt.

¿En qué incide esto en la concepción del proyecto cuando lo que se trata es de cambiar el sistema universitario?

Quiere decir, primero, que no tienen proyecto, no tienen ideas. Después que es un grupo de amigos. Aquí tenemos académicos que han trabajado en sus universidades: Iván Carvajal, Carlos Arcos, Lucas Pacheco, Carlos Paladines para citar unos pocos. Hay gente que debería estar participando y dando ideas y no hay absolutamente nada de eso. Se desconoce toda una trayectoria histórica de la Universidad. El informe del Conea que redacté es duro, pero reconocía que hay investigación. Incipiente, pero algo hay y tenemos que reacomodar eso.

¿Pero la presencia y la influencia de los extranjeros incide tanto como para que afirme que exuste ahora una suerte de colonialismo académico?

Pongo cinco casos de cómo se está moldeando la universidad. La misma mentalidad del presidente Correa me parece en muchas cosas a García Moreno. Él cierra la Universidad Central porque dijo que esa universidad no valía para nada y que lo que había que crear era una universidad que forme los agrimensores, los técnicos en ese tiempo, las carreras. García Morena venía de Europa donde había una revolución tecnológica en marcha y empezaba la electricidad, el electromagnetismo, la termodinámica con el vapor. Él funda la Politécnica y ¿qué es lo que hace? Trae a los Prometeos del siglo XIX que son los jesuitas.

¿Usted cree que se está repitiendo la historia?

Más o menos con esa misma mentalidad se están haciendo las cosas. La universidad tiene que estar al servicio del Plan de Desarrollo, tiene que ser una universidad productivista: la universidad de los patentes, de los inventos. Se trata de desmantelar, no sé si conscientemente, el rol de la universidad. Por eso es la idea de crear la universidad experimental y de clase mundial en Urcuquí. ¿Quiénes están dirigiendo (el proyecto)? Por la información que tenía, dos universidades norteamericanas. ¿En qué va a consistir la Universidad del Conocimiento? Ese proyecto lo están delineando en Corea del Sur. La evaluación (de las universidades) la hará una evaluadora norteamericana, deslegitimando totalmente el papel del famoso Ceaaces.

¿Pero cuando el Conea hizo el balance de las universidades, usted tenía claro que, en ese campo, el país requería dar un salto?

Totalmente, por eso fui.

¿Y hay la infraestructura en personal, conocimiento y proyectos para hacerlo? ¿El país tiene ese acervo para dar ese salto en forma autónoma?

No, necesitábamos eso pero tendría que ser mucho más ordenado, con objetivos concretos. Aquí -salvo la Flacso y la Universidad Andina- la oferta académica, en cuanto a posgrados, maestrías, maestrías técnicas- es nula, inexistente.. La Espol y la Politécnica han hecho intentos de crearlas. Pero esas maestrías requieren estudiantes de tiempo completo, becas. Para eso sí hay que traer profesores. Las universidades tienen contactos con otras universidades. Se les podría haber dado un poco más de flexibilidad o permitir que tomen ellas la iniciativa. Pero se impuso desde el Senescyt donde no conocen absolutamente nada de esto.

¿Necesitamos profesores extranjeros? Sí. ¿Necesitamos enviar becados a estudiantes? Sí, pero no en la forma tonta como lo están haciendo ahora. Eso tenía que haber sido muy coordinado con las universidades. ¿Qué es lo que queremos? En cinco años vendrá una masa de estudiantes. ¿Dónde se van a insertar?

¿Usted no encuentra ahí proyecto alguno?

No, no hay, en absoluto. He hablado con los rectores de las universidades y ni siquiera les consultan para eso. Ellos les dan las reglas.

¿Usted, que estuvo cercano al Gobierno, no vio un proyecto que corresponda a este plan?

No.

Pero usted escribe que sí hay un proyecto político. Usted dice que la idea es “convertir a la universidad ecuatoriana en instituciones productoras de profesionales y conocimientos prácticos funcionales al proyecto político del Gobierno”.

Eso lo ha dicho el presidente de la República. Lo dicen en el Plan de Desarrollo y lo están explicando en la educación superior. La creación de maestrías y de carreras tiene que constar como áreas prioritarias en el Plan del Buen Vivir. Ese es el problema: se está burocratizando la educación y la investigación. Se está controlando, disciplinando…

¿La universidad está perdiendo su naturaleza?

Totalmente. No sé si a eso quieren llegar. No sé si ese es el proyecto de la revolución ciudadana. Por eso lo planteo.

¿No cree que estaba previsto llegar a esto?

En su origen, no. No tenían una idea concreta de esta cuestión. Lo que pasa es que actúan un poco sobre la marcha. Por eso pregunto ¿hacia dónde van? Realmente fue una suerte haberme encontrado el proverbio chino que dice: “Si no cambiamos de dirección, es probable que terminemos llegando exactamente hacia donde nos dirigimos”. No se dan cuenta porque eso, por lo menos, es contrario al discurso ideológico del Gobierno. Creo que esto sí les va a hacer reflexionar un poco.

¿Qué tendrían que cambiar para que esa ruta no conduzca hacia donde está yendo?

Primero iniciar un debate serio sin sectarismos. Hay un sectarismo muy grande: o estás conmigo o estás contra mí. No hay manera de involucrar a pensadores, gente del sistema universitario. Estuve un año en los Emiratos Árabes haciendo un trabajo, viviendo allá y cuando regresé ya estaba la Ley de Educación Superior. No se recogió ningún planteamiento (en el veto presidencial). Muchas cosas que se hacen se deben a esa vehemencia de cambio que tiene el Presidente y, por otro lado, tiene gente que es totalmente ignorante. Le hablo de ignorancia en el sentido académico de falta de información. No es académica, no ha pasado por la universidad, no ha dado clases. El mismo Presidente estuvo en la Universidad Católica -de la que renegó-, estudió afuera y su experiencia académica es la de una universidad buena -la San Francisco- pero que no es la típica universidad ecuatoriana.

Entonces el Presidente no tiene experiencia, no conoce la universidad ecuatoriana por más que digan que es un gran académico. Los que la conocen son los de la Flacso, la Andina, la Central… universidades con taras, problemas y deficiencias, pero esa es la universidad que tenemos.

Usted habla de una gran desconfianza del Gobierno en la universidad ecuatoriana. ¿Por eso cree que la quiere controlar?

Controlar y domesticarla yo diría. Por eso es la idea de crear toda esta ciudad del conocimiento que no es solo la universidad experimental. Son institutos, una serie de institutos.

¿Es usted contrario a la ciudad del conocimiento?

Totalmente.

¿Por qué razones exactamente?

Porque en ninguna parte del mundo eso ha dado resultado. Corea misma acaba de crear un pueblo tecnológico de nivel mundial. No lo crearon hace treinta o cuarenta años. Lo hacen cuando tienen empresas como Samsung, LG, la Hyundai, Kia… Ya están en capacidad de eso. Lo hacen para unir esfuerzos y competir con Estados Unidos, con Silicon Valley, con la Ruta 140… Ahora sí, pero no de entrada.

¿Siente usted esa ciudad como un elefante blanco?

Lamentablemente eso va a ser. Necesitamos tecnología, pero debimos haber empezado a trabajar sector privado, industrias y algunas universidades que están haciendo las cosas. incipientemente, pero las están haciendo bien: Universidad Católica, la Particular de Loja, las Politécnicas, la San Francisco, la UDLA. Yo cito a Arthur B. que dice que hacer ciencia y tecnología no es lo mismo que hacer un plan quinquenal. Son procesos largos. Se pueden aligerar sí, con una buena política y recursos pero toma tiempo.

Nos están vendiendo la idea de que vamos a salir del extractivismo con la Ciudad del Conocimiento, porque ahí va a haber un grupo sabios que van a descubrir los tesoros ocultos de la biodiversidad nuestra y a hacer productos que vamos a exportar enseguida. ¡Por Dios! Un producto de la biomedicina, por ejemplo, demora desde que usted descubre algo hasta que pueda comercializarlo, diez o quince años. Además son ramas de lo que se llama industrias de base muy estrechas: no generan empleo. Son intensivas en capital y no tienen encadenamientos productivos con el resto de la economía.

Son islotes.

Claro islotes. Desde el punto de vista profesional, habrá profesionales privilegiados que estén trabajando en la ciudad del conocimiento. Ese será el paraíso. ¿Y el resto de profesionales e industrias que estén menos vinculadas con esa globalización? Su productividad será muy baja.

¿Es solo una improvisación querer ir hacia una universidad de calidad mundial sin respetar procesos internos que son absolutamente necesarios? ¿O está usted ante un Gobierno que entiende la modernización del país, en general, como la compra de paquetes llave en mano?

Más que procesos internos, procesos naturales, procesos lógicos. La experiencia histórica, no aquí en el Ecuador sino en todas partes, nos dice eso. Lo que me asusta es que no tengan ni idea realmente de esa cuestión. Dicen, por ejemplo, que la nanotecnología va a solucionar hasta la falta de casas. ¿Van a utilizar nanoladrillos?

Nunca se ha invertido tanto en tecnología: logística militar, centrales eléctricas, refinería del Pacífico… Hasta lo que se compra para el Ministerio de Defensa es en paquetes. Si hubieran tenido algún proyecto, en lugar de hacer el Coca Codo Sinclair, que son mil quinientos megavatios, yo hubiera hecho diez centrales de ciento cincuenta megavatios, cuyo diseño pueden hacer nuestros ingenieros. Hasta una parte de la maquinaria, no digo toda, podríamos haber hecho porque hay todo un proceso de desarrollo metalmecánico. Así se hace país, pero no contratar todo. Ahora los chinos están subcontratando.

Entonces hay un doble discurso y una contradicción muy grande: por un lado compramos la tecnología paquete en mano y, por otro lado, queremos desarrollar tecnología. ¿Con qué nos quedamos? Así no vamos a ninguna parte.