Venezuela: Otra política. Por el camino necesario

Una estrategia desde abajo



Otra Política. Por el camino necesario.
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“No serán ajustados engranajes de una rosa metálica concentrada en si misma, sino pétalos de una flor que el viento desojará sobre los oprimidos” La Piedra que era Cristo” MOS

Una “Asamblea de Militantes” –porque no puede tener más que ese nombre en estos momentos- después de revisar historias, reconocer errores, aprendizajes e inventariar el presente, nos hemos puesto de acuerdo en ordenar un conjunto de iniciativas ya en camino en función de ayudar a la reconstitución de un movimiento revolucionario de base que no sea solo una nueva sumatoria de fuerzas o un mero reencuentro entre amigos y camaradas de corrientes afines o dispuestas a continuar juntándose, si es el caso. En realidad somos solo una cosa, uno de los frutos en sus buenas y malas de la historia que nos ha tocado vivir desde antes o después de la gran rebelión del 27 de Febrero del 89, ya incluidas varias generaciones, que de hecho no es poca cosa. Pero con conciencia de un elemento que nos parece básico hoy en día: necesitamos de organización y de política. Organización en el sentido de la capacidad de hacer juntos y bajo la decisión de todos, el camino de lucha trazado; necesidad que parece obvia pero que ya no tenemos en su dimensión amplia y compleja; la organización que amerita la lucha de hoy. La captura burocrática y la partidización de tantos colectivos nos han impedido completar esta tarea quebrando por completo diversos espacios de acumulación de fuerzas que costaron décadas en hacerse.

Y política en el sentido que detectamos que más allá de las críticas y las diversidades presentes, más allá de los burocratismos, las equivocaciones, la corrupción y la traición que nos ha acompañado estos años –propias y ajenas-, de las posiciones que podamos tener ante el gobierno o la figura del comandante Chávez, lo más terrible y peligroso que vivimos es la profunda despolitización del movimiento popular. La historia (nosotros y nuestros enemigos incluidos en ella) al no permitir que irrumpa definitivamente la ruptura revolucionaria que a principios de los años dos mil se planteó, dejó bloqueada nuestra acción y nuestro pensamiento y con ello la autonomía de la lucha revolucionaria. Todo un amplio cortejo de voluntades colectivas se despolitizan, se aíslan los movimientos en resistencia y muchísimos apuestan a una “táctica de sobrevivencia”. Si esto sigue todo el sueño revolucionario se acaba. Por ello presentamos estas líneas de principio y orden de encuentro como un aporte a la construcción de “otra política”, un legado claro y sencillo que nos devuelva el sentido de un compromiso de vida a partir del pueblo en lucha que somos, ayudando a devolver a esta revolución, si aún sigue viva, razón de su insurgencia.

Carta por otra política
(No estamos creando un partido, estamos construyendo otra república)

¿Políticamente hablando desde dónde partimos?. Dicho de manera directa nos situamos por fuera del estado capitalista, de sus espacios que dicen ser representativos, de sus partidos funcionales. Somos políticamente sólo al interno de la fragua rebelde de los pueblos, ya sea como fenómeno político de lucha, como en la gesta creadora y constituyente de liberación, como desde aquella “ciencia del pueblo” que es imperativo desarrollar y recrear para garantizar el proceso libertario. Hacemos política como práctica emancipatoria gestada desde el fuero popular. Por ello decimos que nuestro poder no está en otro lado que en nuestra propia política.
No queremos este estado, ya sea en sus relaciones internas, con la sociedad, su modelo de gobierno, la perversidad moral que lo atraviesa, su absoluta ineficiencia. Vamos por la conquista de un orden que suponga un no-estado, vamos por una república autogobernante, donde sea imposible la explotación descarada que hoy se hace del esfuerzo político colectivo. Construir o reconstruir el poder-hacer, ese poder-transformar colectivo y autoafirmarse contra los poderes disciplinarios de la vida cotidiana que conculcan el porvenir, allí está una tarea central
Tal posición nos obliga remontar nuestras capacidades propias de subversión, de organización y de defensa. Subvertir supone cuestionar y cuestionarnos, enfrentar, quebrar el orden explotador impuesto, pero también significa retomar nuestra condición de creadores, comunicadores, combatientes y productores libremente asociados dentro verdaderas comunidades de solidaridad y afecto que vayan constituyendo “otra república”. Esa es la revolución y la república que soñamos.
Sabemos que a la final, si mantenemos este inmenso esfuerzo, siempre se terminaran imponiendo las contingencias revolucionarias. El problema histórico de la liberación nacional hoy se convierte en una amplia gama de espacios resistencias y confrontaciones constituyentes por la liberación territorial y productiva a nivel nacional y nuestramericano. La persistencia de los pueblos de mantenerse sobre este hilo histórico de la lucha de clases pero desde una visión emancipativa en ella, estamos seguros que garantizará el camino victorioso.
Por esto no tenemos problema en afirmar que “lo queremos todo”, no solo una partecita permitida por las leyes hechas en los recintos de legislativos del orden constituido. Los queremos todo, el todo para todos, porque en definitiva somos nosotros los fabricantes y creadores del mundo humano. Debemos por tanto poner nuestro grano de arena a ese esfuerzo monumental que supone la creación de un orden auténticamente comunista de hombres y mujeres libres e iguales, amorosos e integrados a la madre naturaleza.
Sabemos que todo esto no va a ser fácil y exige en estos momentos de una mentalidad militante que primero ayude a rescatar de la vocación de poder del pueblo, su moral y su capacidad de autodeterminación colectiva. No hay otra revolución que aquella que nos demuestra nuestra propia capacidad para liberarnos por nosotros mismos de los órdenes de opresión y explotación que se nos imponen nacional y mundialmente. Para ello es fundamental multiplicar y profundizar la autonomía de nuestro propio proceso como pueblo. Entendamos que solo el pueblo en lucha desde sus múltiples, coordinadas e independientes formas de dirección colectiva podrá garantizar la victoria que necesitamos.
Por ello insistimos que nosotros, asumiendo plenamente lo que hemos llamado una “otra política”, efectivamente hacemos la política desde el pobre en su digna rebelión. Vemos tal proceso como una práctica militante generada desde el propio seno de la batalla cotidiana por la vida, de sus ganancias y retrocesos, desde la suma de experiencias y saberes que allí se producen, haciendo ciencia de ellos, construyendo inteligencia colectiva y una nueva ética común, un otro tiempo y otro espacio de lucha que no esté apegado a los chantajes y momentos que solo sirven para la reproducción interna del propio sistema.
Hoy es imperativo pasar a la ofensiva en un momento en que se enfilan dos proyectos de dominio adscritos a todos los modelajes básicos del capitalismo: el liberal-oligárquico y el corporativo-burocrático y además militarizado, con sus respectivas síntesis, negocios comunes y acuerdos políticos. Desde el comandante Chávez para abajo que entiendan que los verdaderos fabricantes de la rebelión inevitable están abajo y no arriba. Si hay algo hermoso dentro de la revolución bolivariana es precisamente que aquí o todos nos asumimos como iguales o no hay nada, allí está su alma primaria y su condición libertaria, lo demás es puro espectáculo.
Es esta posición la que ha dado impulso a una importante rebelión antiburocrática y antitecnocrática que ya se manifiesta como hecho político dentro de muchos movimientos populares. Pero ahora tenemos que dar un paso más allá, convertir este espíritu rebelde en política, en una “otra política”, que ya no solo cuestione una situación dada sino que salga al frente de todo lo posible e imposible de la revolución social deseada por millones.
La larga transición en la cual ya estamos inmersos exige una estrategia de construcción del pueblo en lucha. No podemos seguir aceptando esa desgastada y ya negada tesis del susodicho “socialismo científico”, donde lo más triste es que lo bueno de la fiesta solo está al final de la historia, cuando “nuestros dirigentes” finalmente nos lleven al paraíso soñado. Donde el mismo estado que defiende opresores, estado capitalista al fin porque no puede ser sino eso, supuestamente nos regalará el mundo de libertad y la justicia deseado. Por ello, la construcción del “pueblo en lucha”, su existencia como “ejército de multitudes” es la única salida al lío eterno entre “dirección y masa”, imagen que ya no asumimos como premisa. Más bien consideramos que la práctica de lucha, la formación de tejidos autogobernantes hechos bajo dirección colectiva, nos debe permitir la construcción de un amplio programa revolucionario y de una “visión de república” que acataremos plenamente pero que son unos cuantos personajes mesiánicos los llamados a hacerlo. Esa construcción práctica y programática -que incluye la conquista del socialismo como propósito revolucionario- la hacemos a partir de un quehacer colectivo que se engrandece, venciendo sus mismos límites y sus enemigos. De allí la importantísima tarea de que cada colectivo y espacio social de lucha prepare propia “carta de lucha”, su propio relato para esta historia por venir, base fundamental de la producción de identidad política colectiva y del encuentro consciente con “todas nuestras luchas”. Esto nos dará como resultado la organización necesaria y posible, hecha con nuestras manos, nuestra inteligencia, nuestra sabia autogestión, nuestra memoria y experiencia concreta transformada en cuento, fiesta y candela.
Hoy por hoy, en el momento de plena decadencia de esta burocracia “socialista” y nuestra querida y vendepatria oligarquía, necesitamos promover algo que se acerque a una “actitud política equivalente”. Frente a los “hijos de puta” que han usufructuado de la producción social, nos rebelamos, nos paramos de frente a ellos de poder a poder rompiendo sumisiones. “En mi hambre mando yo”, dicen algunos en Maracaibo; que nadie por arriba nos venga a prometer entonces caminos y soluciones de salvación. El verdadero poder popular en esta etapa necesita de hombres y mujeres que exijan equivalencia de poderes, equivalencia política ante estas instituciones que sabemos opresivas e inútiles aunque le hagan culto y le lloren a cualquier símbolo revolucionario. Si no lo aceptan a gusto o disgusto, “democráticamente hablando”, pues tendremos que enfrentarnos abiertamente a ellas igual que lo hicimos con las repúblicas y bloques opresores anteriores. El poder constituyente del pueblo puede ser tan democrático y negociante como insurreccional y guerrero, eso dependerá de ellos.
Estamos efectivamente avocados a una desalienación de la conciencia, su desatrapamiento en este mundo mediatizado y abstracto, pero esto tiene que ir acompañado por un duro y creador esfuerzo en función de la liberación y sanación del cuerpo colectivo e individual desde donde nos hacemos a nosotros mismos. Esto es fundamental trazárselo como meta, sobretodo si tomamos conciencia del mal desastroso que están produciendo entre nosotros las drogas y todas las porquerías enfermas que identifican el mundo capitalista y consumista de hoy. La reproducción de este cuerpo enfermo y alienado es lo que sustenta finalmente la descomposición moral y todas las formas de paraestatismos y paramilitarismos que nos invaden, hasta el terrorismo sobre los pueblos que impone el imperio fascista globalizado. El cuerpo individual y colectivo, liberado, sano, feliz, es un reto hoy en día absolutamente político.
Desde nuestros sueños, nuestro cuerpo, nuestro lenguaje, nuestra cultura, hasta todos los espacios de la constitución material del mundo empezando por la tierra, nuestro subsuelo, los medios de producción, los espectros comunicacionales, los servicios, la salud, la educación, la construcción comunitaria, la apropiación territorial urbana y rural, son fuentes de luz y organización real. Todo espacio de controversia, en sus múltiples facetas ya sean reivindicativos, de resistencia o de franca emancipación, hay que asumirlos plenamente sin ponerle límites a los espacios y formas de lucha. Incluso el estado visto como terreno concreto de la realidad se presenta como tal, no como fin de poder ni mucho menos sino como necesidad táctica y concreta de establecer puentes con personajes cercanos que nos permitan acelerar los tiempos de liberación. Pero una cosa tiene que estar clara: nos fugamos para siempre de todo orden de dependencia material y complicidad política con los agentes de estado y obviamente privados: el pueblo en lucha se prueba en su autonomía material y espiritual.
Vamos igualmente por el rescate de la” diplomacia de los pueblos” en un momento en donde la traición hacia la solidaridad y el internacionalismo de las luchas es un hecho patente y donde se repiten por parte de todos los gobiernos progresistas de América los mismos esquemas de integración soportados en el saqueo del subsuelo, la generación de infraestructuras a beneficio de los mercaderes internacionales, imponiendo la misma visión de desarrollo que nos ha llevado a tanta miseria y tanta desvastación. Por ello es básico reconstruir una estrategia internacionalista y continentalista que pueda hablar libremente y sin ataduras. Promoviendo desde allí lo que podría ser un hermoso proyecto de integración pero desde una “otra política”, desde la producción de solidaridad, del intercambio directo, de la defensa conjunta no solo de “nosotros” como pueblos en lucha sino de la integralidad de nuestra tierra y territorio, siendo esta una verdadera tarea bolivariana y nuestramericana.
La revolución no la hacemos para solucionar nuestra situación sino para transformarla. Pero esto no puede ser una simple intención. Sin duda necesitamos de organización, construir el cuadro organizativo pertinente a “otra política”. Obviamente esto tiene que entenderse desde el punto de vista del rescate de una moral y una disciplina colectiva básicos a la hora de enfrentar los tiempos que se avecinan. La organización común en todas sus diversidades internas, es el único lugar posible del quehacer político. Nadie gana esta pelea solo, solo juntos y con espíritu orgánico y a la vez abierto y despojado de todo sectarismo, lo lograremos. Estamos en la obligación de construir un complicado “ejercito de multitudes”, un gran tejido orgánico y combatiente, donde prevalezca la democracia de la calle, el debate y la decisión colectiva; vertical cuando sea imprescindible al combate inevitable.
Finalizamos con unas palabras nómadas que parecieron filtradas por los celulares de algunos: “Todo es común…fue el grito colectivista de unos campesinos alzados contra reyes, leyes y dioses injustos…Sus enemigos, su historia fue la de un posible truncado, la de una alternativa a su tiempo que quedó encallada en la guerra y la derrota…Su principio se levanta cual ave fénix…L@s hij@s del maiz reafirmamos que lo queremos todo, para todas, para todos.
APROXIMACION ESTRATEGICA PARA OTRA POLITICA

Cinco puntos de principio

Si nos referimos a una estrategia general, entendamos por ella los picos fundamentales que han de lograrse para poder cumplir con un fin, en este caso político-revolucionario. Estamos comprometidos con un quehacer liberador hecho desde el seno de la propia rebelión de los pueblos. Grandes, pequeñas rebeliones, logradas o soñadas, se trata de todas formas de una praxis conjunta que supone una estrategia basada en metas superiores o principios de lucha simplemente que aluden a “otra política”. Sintetizando digamos que:

Partimos de una “estrategia del pueblo en lucha”, es decir, una acción política común que se produce y se piensa desde el seno de las luchas populares (obreras, campesinas, indígenas, urbanas y sociales) a partir de sus acumulados, sus propias formas de lucha y sus cometidos principales en un momento histórico concreto. Es “una estrategia de poder” y no “para la toma del poder”, entendiendo que el poder necesario para todo proceso liberación ha de nacer fundamentalmente de nuestra propia creación como pueblos y no fuera de ella; nace entonces de nuestra propia política y no de la participación o apropiación de las instituciones y estructuras de dominio. “No queremos ser gobierno queremos gobernar”, rezaba el Manifiesto Desobediente” del año 92.
Complementamos este primer postulado con el principio de una “estrategia autogobernante”, siguiendo lo que es una tendencia marcada en la mayoría de los movimientos populares, comunitarios, obreros, en la búsqueda de su autonomía y autodeterminación. Esto supone una línea de profundización revolucionaria que se concentre en la fabricación de espacios de autogobierno colectivo que rompan las estructuras tanto políticas como económicas del estado y el capital, en sus formatos estructurales como imposiciones culturales, es decir, del poder constituido en su conjunto.
Estos principios estratégicos apuntan hacia una línea de continuidad y superación a la vez de lo que fueron las luchas de liberación nacional por una “estrategia de liberación territorial”, dentro de lo que podríamos llamar metafóricamente “el proceso popular constituyente de la república autogobernante y nuestramericana”. Entendido como un complejo y largo proceso de lucha a través del cual una multiplicidad creciente de territorios y espacios sociales articulados van rompiendo a través de múltiples estrategias de lucha y en forma cada vez más profunda con el orden dominante a nivel nacional y global construyendo al mismo tiempo una nueva realidad emancipada.
Llegamos desde esta línea a la reiteración de una “estrategia continental de lucha” vista como una estrategia unidad y articulación de las luchas continentales. Es decir, un encuentro permanente y fluido de la base resistente de los pueblos desde donde se vayan acordando las acciones comunes en función del logro de los pequeños y grandes retos liberadores.
Completamos estos puntos de principio reafirmando la necesidad para el avance en estos cometidos de una “estrategia de construcción orgánica” que permita rescatar los principios de una ética militante y combatiente, de la disciplina necesaria, de la unificación política de la acción colectiva, de la unidad dentro de la gran diversidad de expresiones libertarias de lucha. Nuevamente estamos refiriéndonos a la necesidad de construir lo que hemos llamado un gran “ejército de multitudes” desde el cual podamos acelerar, garantizar y dirigir colectivamente nuestro propio proceso de liberación.
Estos postulados de principio se concretan en estos momentos en algunas líneas estratégicas de acción principales, entre ellas.

Tres líneas de construcción orgánica y acumulación de fuerzas

Un marco organizativo funcional y de articulación general que se concrete en la formación de colectivos de trabajo de: investigación, comunicación, formación, organización. Sumándole tres prioridades básicas en estos tiempos: comunicación, producción y defensa. Entendiendo que se trata que estas tareas orgánicas son en realidad acumulados que se forjan con gentes de carne y hueso, a partir de sus necesidades, la pasión que los mueve, la identidad que los agrupa y las ideas que los inspira. Los acumulados son sumas de fuerza a una misma causa. Dentro de este sistema interno de articulación se pondrían en práctica los principales proyectos transformadores en que nos comprometamos siguiendo la razón de ser de cada uno de estos ejes de organización. De hecho son estos proyectos los que terminan de darle sentido a cada uno de ellos.
Y un tercer plano que supone una línea de acumulación continental que tiene que ver con la necesidad de propiciar toda forma de encuentro que nos lleve a cohesionar las corrientes nuestramericanas que con mayor transparencia y mística de lucha han mantenido la movilización, la resistencia y los procesos revolucionarios en marcha dentro del espacio. nuestramericano.
Seis encuentros en función de la organización necesaria y posible

Situándonos en las circunstancias actuales es necesario por tanto abrir la senda del reencuentro y la reconstitución de las agendas de trabajo fundamentales, básicas construcción de esta organización necesaria y posible. A sus espacios asamblearios y militantes está convocado todo aquel que sienta que hace parte del legado rebelde que nos han dejado las corrientes históricas de lucha clasista y liberadora en nuestra tierra, pero además toma franca distancia del ejercicio oportunista y meramente sobreviviente que ha ahogado al movimiento popular dentro del charco de la burocratización, la partidización y la despolitización. Estando conscientes que esta reconstitución es “un nuevo cuento”, de una nueva historia que recoge de todos estos años al menos la inmensa experiencia que nos hemos permitido vivir, es también una forma de aportar a la gigantesca energía que necesita la verdadera revolución que deseamos.

Son encuentros que pasan por debatir y establecer estrategias de construcción orgánicas que nos permitan definitivamente empezar la larga fabricación de esa “otra república”. Nos referimos a:

Construcción y estrategia comunicacional. Por un sistema libre y militante para “otra comunicación”: Encuentro de entrompe y quiebre comunicacional para Otra Política.

Construcción y estrategia productiva. Por la creación de las comunidades autogestionarias, el control obrero y los sistemas de distribución e intercambio, sistemas de complementación y sistemas finacieros solidarios para “Otra Economía”: Encuentro por la producción libre y asociada.

Construcción y estrategia programática: Por la elaboración y de un programa de lucha sustentado en las prácticas territoriales de lucha y en la develación de la estrategia territorial del Imperio y sus lacayos: Taller nacional de geopolítica de las comunidades y cartas de lucha. Este taller es una experiencia permanente

Construcción y estrategia de defensa integral: Por la articulación de una fuerza de defensa autónoma de los pueblos en lucha: Encuentro de las candelas, del Caribe, de la selva, de la sabana y del barrio.

Construcción y estrategia orgánica común: Por una orgánica a partir de los tejidos estratégicos que estos encuentros nos han permitido empezar a crear y todo aquel que su sume su voluntad a este reto: Encuentro Constituyente de los pueblos en lucha. No un partido, sino una casa común, no una Patria sinó una Matria,

Construcción y estrategia nuestramericana. Por el fortalecimiento de una estrategia continental desde el debate y el acuerdo de resistencias populares nuestramericanas: Por una integración Latinoamericana, desde Abajo.

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