Fergunson contrataca. Crónica de las movilizaciones en Estados Unidos por el asesinato de un joven negro por la policía

Relato con bastantes detalles



Ferguson contraataca: “¡Merece la pena luchar por los derechos humanos!”
AAVV · · · · ·

24/08/14

Las airadas protestas y la violencia policial han continuado noche tras noche en Ferguson, Missouri, desde el asesinato de un adolescente negro desarmado, Mike Brown, el 9 de agosto A pesar de las afirmaciones de las autoridades locales y estatales de que quieren respetar los derechos de los manifestantes, las provocaciones de la policía han aumentado las últimas dos noches. El pasado lunes la policía comenzó su andanada nocturna de gas lacrimógeno horas antes del toque de queda de medianoche.

Eric Ruder, Elizabeth Schulte, Trish Kahle y Donny Schraffenberger, corresponsales de Socialist Worker viajaron a Ferguson para informar de la resistencia de una comunidad de EE UU contra la violencia de la policía, a pesar de la represión que ha convertido su ciudad en una zona de guerra cada noche.

“Papá, ¿Han bang-bang Mike?” Esa fue la pregunta que Jay escuchó a su hija mientras observaba como la policía levantaba el cuerpo sin vida de Mike Brown del lugar donde había permanecido cinco horas.

Jay, de 20 años de edad, residente afroamericano de los Apartamentos Canfield Green donde Mike vivió y murió, sabía que no podía evitar la pregunta de su hija. Tiene tres años, dijo Jay, y es muy curiosa. “Lo vio tirado en el suelo, y eso la sorprendió,” dijo Jay. “Y me sorprendió que sabía lo que estaba viendo. Así que le contesté: Sí “. Y ella respondió: “No me gusta la policía” Le dije: “A mi tampoco “.

Eso fue el 9 de agosto - el día que Brown, un afroamericano desarmado de 18 años, fue asesinado con seis disparos por un policía blanco de Ferguson, Darren Wilson.

Una semana más tarde, Jay estaba de pie a pocos metros de un santuario levantado en medio de Canfield Drive que marca el lugar donde Mike Brown dio su último aliento. Todavía intenta hacerse a la idea de que su amigo se ha ido. “Era impensable que esto le sucediera a alguien como Mike,” dijo Jay. “Intento recuperar todos los recuerdos que compartíamos. Es todo lo que puedo hacer por el momento.”

Una semana después del asesinato de Mike Brown, no todo el mundo en Ferguson - o al menos casi todos los que forman parte de la mayoría afroamericana en Ferguson – se limita a corear la consigna “No hay justicia, no hay paz.” La están viviendo.

Cada día, a lo largo de las horas de luz, la gente se concentra: en frente de la gasolinera QuikTrip, dañada durante las protestas cuando corrió la voz de que la policía estaba respondiendo a una llamada al 911 que estaban intentando robarla cuando dispararon a Brown; frente a la estación de policía auna milla de distancia; ante la oficina del fiscal del condado de St. Louis, en Clayton.

En todas las direcciones hay masas de personas con sus brazos en alto: “¡Manos arriba, no disparen!” Los testigos presenciales del asesinato han descrito cómo Mike tenía sus manos sobre su cabeza y pedía que no le mataran mientras el oficial de policía le disparaba. En West Florissant, la calle principal que transcurre a través del corazón de Ferguson, desfila una caravana de coches, tocando la bocina continuamente, hora tras hora, con pasajeros que alzan sus manos fuera del coche: “Manos arriba, no disparen”.

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MIKE acababa de cumplir 18 años Con 6-pies-5 pulgadas, era un gigante amable y alguien que quería ser mejor. Todavía quedaban unos días antes del comienzo del curso en la Universidad de St. Louis-Vatterott.

“Mike acababa de graduarse, y pusieron fin a su vida antes de empezar”, dijo Jay. “Mejor que el policía vaya a la cárcel, y si no va, vas a ver lo que va a suceder. Cuando este en la cárcel, todo esto se detendrá. Así son las cosas: no hay justicia, no hay paz. Esa es la historia aquí. Esto que ocurre es algo que puedo contarle a mi hija cuando sea mayor: que yo participe en esto “.

Que la violencia policial haya acabado con la vida de Mike ha dejado a la comunidad hundida en la tristeza. Pero es la policía la que se encarga de convertir ese dolor en rabia - y luego la ira en furia, al provocar enfrentamientos intensos, noche tras noche. La epidemia de violencia policial en todo el país ha provocado la erupción de manifestaciones en el suburbio de St. Louis y su eco en todos los EE.UU.

En la semana transcurrida desde que Mike fue asesinado el 9 de agosto, sólo ha habido una noche en la que la policía no ocupara las calles, el jueves 14 de agosto Esa noche no hubo ningún incidente grave, según la senadora Maria Chappelle-Nadal, del estado de Missouri. “Hubo 7.000 personas aquí el primer día sin gases lacrimógenos,” explica: no hubo casos de “saqueo” o “caos” de los que les gusta a los medios de comunicación.

Pero después de ese jueves, la policía regresó y sus efectivos crecían a medida que caía el sol. A finales del sábado, 16 de agosto, paseaban con sus porras en la mano, algunos de ellos con cascos, otros con escudos antidisturbios. El gobernador de Missouri Jay Nixon acababa de anunciar que la policía haría cumplir el toque de queda en Ferguson desde la medianoche hasta las 5 am, pero no se sabía porqué lo hacían, más allá de fijar la hora para que los enfrentamientos comenzaran.

Un joven de unos 20 años, que no quiso dar su nombre, repite algo que escuchamos muchas veces de los vecinos de Ferguson: “Siempre es pacífico hasta que los policías aparecen. Lo vieron ayer: la gente cocina sus barbacoas, lo pasa bien, habla, construye comunidad. Es la policía. Ellos son los causantes de la violencia”.

Con un pañuelo azul atado alrededor de la cara - empapado en vinagre para protegerse de los gases lacrimógenos - y una capucha sobre la cabeza a pesar del calor, nos contó que volvería a salir a las calles por cuarta noche, con toque de queda o sin él. “Me enteré del toque de queda, pero no me voy”, dice. “No me pueden decir que me meta dentro y luego disparar gas lacrimógeno contra nosotros mientras estamos en nuestros jardines. Así que me voy a quedar fuera. Si quieren guerra, la tendrán”.

Comienzan a llegar más policías y a bajar de autobuses alrededor de las 6:45 pm. Algunos de los niños más pequeños huyen despavoridos, antes de que sus padres puedan calmarlos. Una mujer, al borde de las lágrimas, empieza a gritar: “¿Es mi hijo ahora?” Todas las mujeres a su alrededor repiten su queja, su voz llena de rabia y dolor.

Más tarde, esa noche, las calles se convierten de nuevo en una zona de guerra, con las nubes de gas lacrimógeno a la deriva en el aire. Un joven, al parecer un manifestante, es baleado por un agresor no identificado, dejándolo en estado crítico. La policía afirma que no es responsable.

El viernes, la policía Ferguson hace público el nombre del oficial que mató a Mike Brown. Después de haberlo ocultado “por miedo sobre la seguridad del oficial” durante casi una semana, es una concesión estudiada para aplacar a los enojados vecinos de Ferguson.

Pero los policías guardan otro as bajo la manga. También han colgado un video que supuestamente muestra a Brown robando un paquete de cigarrillos en una tienda. El sábado, los residentes de Ferguson estaban furiosos ante el evidente intento de desprestigiar a Mike y desviar la atención del policía que le disparó a sangre fría en medio de la calle. Minutos después de colgar el video, jefe de la policía de Ferguson Thomas Jackson, tuvo que admitir que el agente Darren Wilson desconocía el robo en la tienda y que Michael Brown fue detenido en esa ocasión porque estaba “bloqueando el tráfico.”

Como su abogado Anthony Gray declaró a CNN, la familia Brown está “muy angustiada por [la distribución del video] y ha provocado a la madre un estado de depresión profundo. Piensa que están tratando de matar a hijo que ya está muerto por segunda vez. Cree que es completamente injusto”.

En cuanto a María Chappelle-Nadal, puede que sea senadora del estado, pero está furiosa, y no se contiene:

“Este oficial de policía tendrá un juicio justo, a diferencia de Michael Brown. Aunque Michael hubiera cometido un robo, ello no justifica su asesinato. Tenía todo el derecho a un juicio justo. Y estos manifestantes tienen todo el derecho que les otorga la Primera Enmienda. Y eso es lo que los agentes de policía de mierda están tratando de quitarle a mi pueblo … Este es un momento histórico. Esto es Watts. Esto es Rodney King. Esto va a seguir adelante, cariño, hasta que haya justicia”.

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Le llamaban Lil Brandon porque había sido bajito, pero Brandon tiene 17 años ya, y no es bajo. Escuchó en silencio mientras Jay relataba la pregunta inquietante de su hija de 3 años de edad, y entonces empezó a hacer sus propias preguntas.

“¿Cómo pudo intentar quitarle la pistola si el policía le disparó el primer tiro desde fuera del coche?” pregunta Brandon. “Ese es mi único punto. No voy a mentir. No creo que intentase cogerle el arma. No lo creo. No conozco a nadie en el mundo que intente quitarle a un policía su arma “.

Ahora el FBI, encargado de investigar el tiroteo a nivel federal, está llamando a las puertas en el complejo de apartamentos y pidiendo a la gente que se ponga en contacto con ellos si vieron algo. Lo que provoca otra pregunta de Brandon: “¿Pero, por qué queríamos ponernos en contacto con ellos?”

Jay retoma su historia:

“No van a hacer nada más que ponerlo en todas las noticias. No va a tener ningún efecto, al igual que la situación de Trayvon Martin. Zimmerman no debería haber ido a casa, no me importa lo que diga la gente. Mató a una persona inocente que tenía un paquete de cigarrillos Skittles consigo… Mike acababa de graduarse, y acabaron con su vida antes de que comenzase. Zimmerman debería haber caído, y este policía mejor que caiga”.

Para la gente de Ferguson, el acoso policial no es algo nuevo, pero si las muestras de solidaridad de todo St. Louis y más allá. Y también la respuesta furiosa de la policía.

“No podía creer que era West Florissant”, dice Kristian Blackmon, una joven que nació y se crió en Ferguson, refiriéndose a la presencia policial en la calle principal. “Parecía Irak. No parecía una calle por la que conduzco todo el tiempo, una calle en la que voy de tiendas”.

Y continua:

“Para mis amigos varones, ser detenidos sin motivo, ser interrogados - “¿A dónde vas, ¿dónde has estado?” – ha sido algo muy frecuente. Muchos de mis amigos blancos, con los que crecí, no lo entienden - y tengo que explicarles que este es un problema que sufrimos, y que debe ser tan indignante para ellos como para nosotros.

No estoy de acuerdo con el saqueo. Sin embargo, entiendo la causa de tanta ira porque esa cuestión no se ha abordado, y se ha desbordado en esto. En última instancia, ha habido un montón de manifestantes pacíficos, y ha habido mucha solidaridad entre los negros, blancos, jóvenes, viejos, diferentes nacionalidades. Quiero que la gente sepa eso”.

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La solidaridad en las calles de Ferguson es impresionante. A cualquiera que pase tiempo delante de la QuikTrip alguien le ofrece bocadillos y agua. Lo que fue bienvenido a medida que la humedad reemplazaba la lluvia de la mañana del sábado. Al caer la tarde, cinco trabajadores de una sucursal de Ferguson Chipotle habían llegado con burritos y patatas fritas para los manifestantes por valor de más de 1.000 dólares.

Después de repartir la comida a los manifestantes hambrientos, se unieron a la marcha como un contingente más y se quedaron toda la tarde, todavía con sus uniformes de trabajo. “Esto es importante, y no quiero que haya alguna duda al respecto”, explicó un trabajador que quiso permanecer en el anonimato para protegerse de posibles represalias. “Apoyamos las protestas.” Su compañero de trabajo explicó que no eran los únicos trabajadores de comida rápida que habían llevado alimentos a QuikTrip. Otros, incluyendo los trabajadores de Pizza Hut, habían coordinado donaciones de fuera de la ciudad, así como aportaciones propias.

Los trabajadores de bajos salarios han estado ocupados en el último año y medio con el movimiento Lucha por los 15. Tiene sentido que respondan a la indignante situación de Ferguson - las mismas comunidades negras y latinas que acaban siendo la carne de cañón de la fuerza laboral de bajos salarios son también los más propensos a ser víctimas de la violencia policial.

Además del apoyo de los trabajadores locales, un contingente de Lucha por los 15 activistas de todo el Centro-Sur se manifestaron el sábado, en representación de Little Rock, Arkansas, así como de Memphis y Nashville. “Es importante que los trabajadores de comida rápida estén aquí, porque tenemos que correr la voz”, dice Dominique Williams, trabajador de un McDonalds de Little Rock. “No podemos olvidarnos de Mike. Esto no sólo sucede en Ferguson. Esto podría haber sucedido en cualquier lugar.”

Un puñado de Veteranos por la Paz de St. Louis formaba un contingente en la manifestación que comenzó a la 1 pm del sábado en el lugar donde Brown había sido asesinado. El reverendo Jesse Jackson senior el veterano activista del movimiento por los derechos civiles hizo un discurso en su estilo de preguntas y respuestas, y luego condujo a varios cientos de personas hasta Canfield Drive, más allá del QuikTrip, y luego hasta West Florissant, a una iglesia cercana para escuchar más discursos y hacer formación de acción directa. A lo largo de la ruta de la manifestación se podían recoger balas de goma negras usadas por la policía durante los conflictos de las noches anteriores.

Mientras la manifestación avanzaba, cientos se unieron hasta que creció hasta cerca de 1.000 personas, pero otros cientos permanecían en el QuikTrip, como para mantener una presencia en lo que se ha convertido en el punto central de coordinación de la red de las protestas de Ferguson.

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la propia existencia de Ferguson es un producto del racismo y la segregación. Situado a 15 minutos en coche del centro de St. Louis, Ferguson es uno de los 91 municipios, que van en tamaño desde unos pocos cientos de personas a más de 50.000, que componen el área metropolitana de St. Louis.

Hasta finales de la década de 1970, las leyes y reglamentos racistas, como las cláusulas restrictivas que limitan las zonas de viviendas donde los residentes negros podían vivir, y la colusión entre políticos y la industria inmobiliaria obligaba a los afroamericanos a permanecer dentro de los límites de la ciudad de St. Louis.

Cuando las luchas por los derechos civiles de la década de 1960 y 70 comenzaron a debilitar las barreras raciales que dificultaban vivir fuera de la ciudad, los negros de St. Louis comenzaron a trasladarse a lugares como Ferguson en busca de mejores escuelas y viviendas, al igual que los blancos antes que ellos. Los residentes blancos, a su vez, se movieron más lejos de la ciudad, muchos incluso cruzaron la frontera del estado de Illinois.

La existencia de una red de municipios legalmente separados pero interconectados ha tenido consecuencias que afectan desproporcionadamente a los residentes afroamericanos. Por un lado, la estructura de poder de Ferguson sigue siendo abrumadoramente blanca, a pesar de que la población no lo es.

En 1980, la población de Ferguson estaba compuesta de un 85 por ciento de blancos y un 14 por ciento de negros. Treinta años después, los datos demográficos casi se han invertido: los residentes blancos componen el 29 por ciento de la población, y los negros representan el 69 por ciento.

Aun así, el jefe de policía de Ferguson y el alcalde son blancos, sólo un miembro del consejo de la ciudad es negro, nadie en el consejo escolar es negro, y sólo tres de los 53 agentes de la policía de Ferguson son afroamericanos. No sorprende, por tanto, que en 2013, los negros representasen el 86 por ciento de los coches parados por la policía, el 92 por ciento de los automóviles buscados y 93 por ciento de los arrestos basados en esas búsquedas.

La realidad continua del racismo ha dejado a los municipios mayoritariamente negros del norte de St. Louis County con altos índices de pobreza. Ferguson, por ejemplo, tiene una tasa de pobreza del 22 por ciento: 10 puntos porcentuales más que el promedio del condado. Según la Institución Brookings :

“Ferguson ha experimentado cambios económicos dramáticos en los últimos años. La tasa de desempleo de la ciudad aumentó de menos del 5 por ciento en 2000 a más del 13 por ciento en 2010-12. Para aquellos residentes que tienen trabajo, los ingresos medios ajustados a la inflación se redujeron un tercio. El número de hogares que utilizan vales federales de vivienda pasó de aproximadamente 300 en 2000 a más de 800 a finales de la década.

En medio de estos cambios, la pobreza se disparó. Entre los años 2000 y 2010 a 2012, la población pobre de Ferguson se duplicó. Al final de ese período, más o menos uno de cada cuatro residentes vivían debajo de la línea federal de la pobreza ($ 23,492 anuales para una familia de cuatro en 2012), y el 44 por ciento cayeron por debajo de dos veces ese nivel”.

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Durante el sábado por la tarde, la senadora estatal Chappelle-Nadal se paseó por West Florissant, llevando una enorme cabeza recortada de la gobernadora demócrata Jay Nixon con las palabras “MIA again” blasonadas en su frente. “Yo llegué aquí el primer día”, dijo en voz alta a un transeúnte. “Ellos llegaron aquí ocho días más tarde, como George Bush cuando el Katrina.”

Mirar las preguntas a los residentes de los medios de comunicación fue instructivo. Una y otra vez, los periodistas querían saber sobre el “saqueo” y la “violencia”, sin entrar en el punto principal de por qué estaba ocurriendo lo que tenían delante suya: todos los residentes, si se lo piden, podría haberles contado la violencia policial que han experimentado rutinariamente.

Mientras que los medios de comunicación repiten los argumentarios de la policía sobre el “caos” y la “violencia”, la verdad es que la gente de Ferguson ha mostrado una gran moderación, teniendo en cuenta todos los años de maltrato que han sufrido. Como CLR James explicó en su libro Los jacobinos negros, crónica de la rebelión de los esclavos de Haití hace más de 200 años: “Cuando se escribe la historia como debe ser, es la moderación y la larga paciencia de las masas lo que asombra, no su ferocidad”.

Dawn Weaver trabaja en una guardería a sólo dos cuadras de QuikTrip. Expresó el mismo sentimiento que muchos otros residentes Ferguson:

“No me ha sorprendido en absoluto lo que ha pasado. Hay una larga historia de racismo policial por aquí. Lo que me sorprendió fue la atención nacional que se ha conseguido. Dado el racismo y la violencia de la policía, es normal, es lo que esperamos. Ahora que hay atención nacional, tenemos que tomar conciencia de esta cuestión. La policía tiene que rendir cuentas por lo que hace”.

O como otro manifestante escribió en grandes letras negras en el cartel que llevaba: “Merece la pena luchar por los derechos humanos”.

Eric Ruder, Elizabeth Schulte, Trish Kahle y Donny Schraffenberger son corresponsales del periódico Socialist Worker, de EE UU.

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García