Formaciones discursivas políticas

Vamos a intentar escudriñar la arqueología de las formaciones discursivas políticas en la modernidad. Al hablar de formaciones discursivas lo hacemos comprendiéndolas como prácticas discursivas, prácticas que tienen como núcleo al haz de relaciones; incluso como producto divagante de este haz de relaciones, el enunciado, comprendido como acontecimiento de visibilidad y decibilidad



Formaciones discursivas políticas

Raúl Prada Alcoreza

Vamos a intentar escudriñar la arqueología de las formaciones discursivas políticas en la modernidad. Al hablar de formaciones discursivas lo hacemos comprendiéndolas como prácticas discursivas, prácticas que tienen como núcleo al haz de relaciones; incluso como producto divagante de este haz de relaciones, el enunciado, comprendido como acontecimiento de visibilidad y decibilidad. Hablamos del enunciado en sentido de Foucault. Entonces nos interesa no solamente los espacios colaterales, los espacios de correspondencia, los espacios complementarios de la formación discursiva, sino, sobre todo los desplazamientos que se producen en las practicas discursivas mismas; pero, también las concomitancias y tejidos, que conectan y atan a discursos aparentemente contrapuestos, que, sin embargo, forman parte de estructuras de pensamiento similares, correspondientes a la época en cuestión.

Esta tarea es importante cuando se tiene que atender a los discursos políticos, que no solamente manifiestan la pretensión de verdad, no solamente se consideran legítimos, cada uno respecto a los otros discursos, que consideran ilegítimos, sino que también se consideran, cada uno, la representación de la nación, del proletariado, de los y las subalternas, poniendo como símbolo cohesionador supremo al Estado, a la libertad, a la igualdad, a la equidad. Estamos ante discursos, los políticos, que son inmediatamente práctica no discursiva; es decir, práctica relativa al ejercicio del poder, además de ser práctica discursiva. En el discurso político se evidencia claramente la íntima relación entre el dispositivo discursivo y el dispositivo de poder; las dos características del discurso político.

Nos proponemos encontrar el substrato subyacente, para no hablar de estructura subyacente, que sostiene estructuras de pensamiento similares, a pesar de que cuando se manifiestan como discursos concretos, con formas, contenidos y expresiones características, se conciben distintas, contradictorias, hasta antagónicas. Esta manera de situarse en el campo discursivo, de distinguirse un discurso respecto a los otros, de entrar en polémica, parece ser propia de las dinámicas de las formaciones discursivas, propia de la manera dinámica de reproducir las estructuras de pensamiento similares.

Hemos seleccionado tres formaciones discursivas; la formación discursiva liberal, la formación discursiva marxista y la formación discursiva populista. Por cierto, al hablar de formación discursiva lo hacemos comprendiendo que se trata de una composición plural y en constante desplazamiento. En principio, para ayudarnos en la tarea propuesta, caracterizaremos los discursos, no las formaciones discursivas, de una manera un tanto esquemática.

Antes de continuar es indispensable definir la condición del discurso político, su vinculación con la práctica, su composición no tanto conceptual, en lo que respecta a lo que dice el discurso, sino en cuanto a su relación epistemológica, ¿a qué episteme pertenece?

El discurso político a diferencia del discurso científico no pretende la verdad de la misma manera. Las ciencias pretenden la verdad mediante el conocimiento objetivo, se expresan en descripciones minuciosas, demostrativas y explican en exposiciones teóricas rigurosas; en cambio, la práctica política pretende la verdad mediante la exigencia de lealtad, demandando la confianza en los portadores del discurso de parte del pueblo, casi la fe, como en las religiones, creencia en lo que se enuncia. Se puede decir, exagerando, con motivos de ilustración, que el discurso político no aporta al conocimiento, sino, mas bien, usa los conocimientos acumulados, seleccionándolos, mezclándolos, componiendo bricolajes, con el objeto de legitimar las acciones políticas, que responden no tanto a los discursos sino a las fuerzas desplegadas.

Comparando la política con la estética, podemos decir que, si, en el caso de la estética, se configuran casi conceptos, que tienen un valor, mas bien, singular, no universal, que responden al gusto y a las sensaciones de placer; en lo que corresponde a la política, tampoco son propiamente conceptos lo que se genera en estos ámbitos, en estos campos, de la política, sino casi conceptos o imitaciones de conceptos; en su caso usual, uso de conceptos, empero no de una manera rigurosa, ni teórica, ni filosófica, ni científica, sino, mas bien, se usan los conceptos de una manera demagógica, por así decirlo, especulativa, en el sentido no filosófico, sino en el sentido de pragmatismo político. No es pues el sentimiento de placer el que sostiene estas formas casi conceptuales de la política, como ocurre con la estética, sino la inclinación morbosa del resentimiento, del espíritu de venganza, de la conciencia culpable.

Ahora, vamos a hacer las descripciones de los discursos políticos seleccionados. Vamos a evitar recurrir a nuestras interpretaciones, a nuestra perspectiva y concepciones elaboradas, que han sido expuestas en anteriores escritos[1], sino, mas bien, buscando cierta neutralidad imposible, en una descripción llana, que recoja como los sentidos comunes asumidos por la gente sobre estos discursos. Lo hacemos así, pues esta descripción no intenta caracterizarlos, desde un principio, sino tan solo mostrarlos como si fuesen datos, ni verdaderos ni falsos, sino datos del sentido común sobre estos discursos.

Después de esta exposición descriptiva, vamos a intentar bocetos de las formaciones discursivas, tratando de entrever no solo sus polémicas, sus contrastes, contradicciones y antagonismos, lo que es explicito, sino sus concomitancias, sus complementariedades, sus paradójicos acuerdos no dichos, sino asumidos en ese compartimiento de prejuicios de la época. Por último, intentaremos también mostrar que, a pesar de sus contradicciones y antagonismos, sus diferencias explicitadas, forman parte de la misma episteme.

El discurso liberal

El discurso liberal transita por los campos filosóficos, económicos y políticos. Se trata de un discurso que coloca en su centro enunciativo y valórico a las libertades civiles; deja explícito que se opone a cualquier forma de despotismo. El garante de los derechos y libertades civiles es el Estado de derecho, concebido en el paradigma político republicano, conformado en el equilibrio de poderes. Concibe a los derechos individuales como la base jurídica, moral y política de la sociedad moderna. En el Estado de derecho los ciudadanos son iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento de un mismo marco mínimo de leyes, que resguarden las libertades y el bienestar de las personas. Se puede decir que, históricamente, el liberalismo aparece como expresión filosófica y política en el contexto de las luchas contra el absolutismo. Frente a la monarquía absoluta se oponen limitaciones jurídicas y políticas constitucionales, que se materializan institucionalmente en el Estado de derecho. Por las características de la sociedad moderna, atravesada por el mercado, los circuitos mercantiles, dinerarios, financieros, de capitales, el liberalismo, sobre todo en el siglo XX, ha convertido la libertad económica en su objetivo programático, abogando por la reducción de las regulaciones económicas públicas, también por la no intervención del Estado en la economía. Este programa del liberalismo ya se manifestó en corrientes liberales del siglo XIX, opuestas al absolutismo; el liberalismo de ese entonces abogó por el fomento de la economía de mercado, en el marco del desarrollo progresivo del capitalismo.

Haciendo una caracterización general del liberalismo, se puede decir que el perfil filosófico-político puede ser definido de la siguiente manera:

a) En relación al sujeto de la enunciación, así como también al sujeto del enunciado, este sujeto es explícitamente el individuo. Entonces, la unidad primordial de la sociedad es el individuo y la perspectiva filosófica es el individualismo.

b) El valor supremo es la libertad, entendida también como un derecho inviolable. Esta libertad tiene connotaciones y consecuencias múltiples: libertad de pensamiento, libertad de expresión, libertad de asociación, libertad de prensa; desde la perspectiva individualista de la libertad, se dice que el límite de una libertad individual termina cuando comienza la libertad de otro. El límite de la libertad individual es la libertad de otro. En estas condiciones de un cuadro atómico de libertades individuales, la libertad como principio debe constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos. ¿Colisión de libertades? ¿Libertades excluyentes, es decir, no complementarias? ¿Libertades esféricas, atómicas, circunscritas, autoreferidas?

c) El principio abstracto de igualdad entre los ciudadanos. El liberalismo concibe a los ciudadanos iguales ante la ley y ante el Estado.

d) Otro valor supremo y también principio es el derecho a la propiedad privada.

e) La institución de codificaciones jurídicas, normativas, regulativas, sobre todo constitucionales, que regulen y juzguen las conductas de los ciudadanos.

f) La libertad de cultos, creencias y religiones. Libertad ésta que establece la separación del Estado y la iglesia, constituyendo un Estado laico.

El liberalismo social consiste en la aplicación de los principios liberales en la vida política de los individuos, como, por ejemplo, la no intromisión del Estado, incluso de los colectivos en la vida privada de los ciudadanos, en sus relaciones sociales, garantizando plena libertad de expresión y religiosa, así como la libertad en los diferentes tipos de relaciones sociales consentidas y morales. Se modifican las normas, leyes y regulaciones por medio de la aprobación consultada de los ciudadanos. Se recurre a referendos, consultas públicas, sufragios. La no regulación del matrimonio por parte del Estado hace que este contrato civil, de inicio de la familia nuclear, se restrinja al concepto de un contrato privado.

El liberalismo económico es la aplicación de los principios liberales en el desarrollo material de los individuos, como, por ejemplo, la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos, impulsando la reducción de impuestos a su mínima expresión, la reducción de la regulación sobre el comercio y la producción. De acuerdo a la concepción liberal, la no intervención del Estado asegura la igualdad de condiciones de partida de todos los individuos; situación que permite un adecuado marco de competencia justa, sin restricciones ni manipulaciones de diversos portes. Esto significa neutralizar cualquier pauta de beneficencia pública, como aranceles y subsidios.

El liberalismo comprende, en su etapa desarrollada, cuando se reflexiona sobre sus alcances, la tesis del homo œconomicus. Se trata de un sujeto hipotético racional; por lo tanto, inclinado a minimizar sus costos y maximizar sus beneficios[2].

El discurso marxista

El discurso marxista correspondiente a los movimientos políticos, sociales, económicos y filosóficos, desencadenados en la modernidad, discurso que se basa en las interpretaciones de la obra de Karl Marx, A la interpretación de Federico Engels se debe la caracterización de socialismo científico, diferenciando el marxismo de las corrientes socialistas anteriores, tipificadas como del socialismo utópico. En el Manifiesto comunista se elabora como el programa teórico de los comunistas; consiste primordialmente en la expropiación de los expropiadores, en la socialización de los medios de producción, en la constitución de la propiedad social en sustitución de la propiedad privada burguesa de los medios de producción. Respondiendo al diagnóstico que se hace, se escribe:

La burguesía va concentrando cada vez más los medios de producción, la propiedad y la población del país. Reúne a la población, centraliza los medios de producción y concentra en pocas manos la propiedad.

En el mismo Manifiesto Comunista se dice:

Lo que caracteriza al comunismo, no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del sistema de propiedad burgués.

En relación a la explotación capitalista de los trabajadores, Marx dice:

El precio medio del trabajo asalariado, es el mínimo posible. Es decir, el mínimo necesario para que el obrero permanezca vivo. Todo lo que el obrero asalariado obtiene con su trabajo, es pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y reproduciéndose. Nosotros no aspiramos en modo alguno, a impedir los ingresos generados mediante el trabajo personal, destinados a adquirir los bienes necesarios para la vida.

También en el Manifiesto comunista se escribe:

Sólo aspiramos, a destruir el carácter ignominioso de la explotación burguesa, en la que el obrero sólo vive para multiplicar el capital.

En el mismo texto se dice que:

El comunismo, no priva a nadie del poder adquirir bienes y servicios.

Las transiciones del capitalismo al socialismo son concebidas diferencialmente, de acuerdo a las condiciones históricas y sociales de cada país. Marx escribe:

Por medio de medidas, que aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor, y de las que no puede prescindirse, como medio para transformar todo el régimen de producción vigente.

En relación a la historia intelectual de Marx, el sentido común asume la influencia de Feuerbach, quién abrió el camino a la teoría de la “ideología” a partir de las tesis sobre la enajenación. También se asume la influencia filosófica de la dialéctica de Hegel, considerada por el marxismo oficial antecedente filosófico del materialismo dialéctico y del materialismo histórico. Marx, en 1842, escribió la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, parte de la cual se publica como Critica de la filosofía del Estado de Hegel. Durante la década de los cuarenta del siglo XIX, la aparición de La esencia del cristianismo de Feuerbach ocasiona una remoción en el pensamiento de Marx. Marx y Engels asumieron como suya la crítica materialista de Feuerbach al sistema hegeliano, claro está, con la variante de su propia perspectiva formada. En las Tesis sobre Feuerbach, Marx, 1845, y La ideología alemana, Marx y Engels, 1846, delimitan su campo teórico no solamente respecto a la herencia hegeliana sino a la influencia feuerbachiana. ¿Cuáles son las delimitaciones, cuáles son las diferencias? Se puede decir, esquemáticamente, que para Hegel la historia aparece como el escenario de la realización dialéctica de la consciencia, de la experiencia de la conciencia, que al superar sus contradicciones, se realiza en el saber absoluto. También esquemáticamente, la historia aparece en Marx como el escenario de la lucha de clases, lucha de clases, que en el modo de producción capitalista, define la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. La realización de la historia, es decir, la superación de las contradicciones de la experiencia social, no de la experiencia de la consciencia, se da cuando la filosofía se realiza en la historia efectiva, cuando la historia se realiza en la emancipación política del proletariado, cuando las fuerzas productivas, al entrar en contradicción con las relaciones de producción, transforman las relaciones de producción, constituyendo la asociación de productores, que sustituyen al Estado.

De acuerdo a la interpretación de Lenin, tres son las fuentes del socialismo científico. La filosofía clásica alemana, el socialismo francés y la economía política británica. Concretamente, Marx y Engels se sustentaron en la filosofía alemana de Hegel, en la crítica materialista de Feuerbach, en la economía política británica de Adam Smith y de David Ricardo, en el socialismo y comunismo francés de Saint-Simon y Babeuf. La crítica filosófica, política, económica y social de Marx encuentra su realización más elaborada en El capital, en la crítica de la economía política.

Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en Contribución a la crítica de la economía política (1859):

El primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales franco-alemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas, a donde me trasladé, a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot, proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma -más o menos rápidamente- toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas “ideológicas” en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.

En lo que respecta a la crítica de la economía política, Marx continuo, en parte, la ruta abierta por Adam Smith, también la otra ruta abierta por David Ricardo. Lo que decimos se comprueba cuando se afirma que el origen de la riqueza es el trabajo y el origen de la ganancia capitalista es el plus-trabajo no retribuido a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política, Trabajo asalariado y capital de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859, Salario, precio y ganancia de 1865, su obra cumbre de la crítica de la economía política es El capital. El capital consiste en tres volúmenes; de los cuales sólo el primero, cuya primera edición es de 1867, estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer capítulo, Transformación de la mercancía en dinero, se encuentra el núcleo del análisis marxista del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la “célula” de la economía moderna, la mercancía. Comienza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor, que expresa de una manera inmanente y trascendente la dialéctica de valor de uso y de valor cambio, Marx expone la teoría del valor materialista. El valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común. La exposición de El capital continúa a través de las distintas formas de valor, desde el trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías, continuando con la determinación de una mercancía como equivalente general de todas las demás, el dinero.

Se puede decir que el método de Marx en El capital es el de la construcción del concreto de pensamiento, método que Marx llama el ascenso a lo concreto, después de haber pasado de la generalidad poblacional a la analítica de las composiciones, que distingue condiciones, fenómenos, factores y determinantes singulares. Si la mercancía es la unidad de análisis empírica, el modo de producción es el concreto como síntesis de múltiples determinaciones.

A diferencia de lo que comúnmente se dice o se oculta, mas bien, se ignora, en la redacción de El capital, hay otra influencia en el estilo literario de Marx, esta influencia corresponde a Shakespeare. Marx como lector apasionado del escritor británico, termina incorporando, tanto espontáneamente como conscientemente, figuras y metáforas shakespeareanas. La más conocida es cuando Marx caracteriza a la modernidad como cuando todo lo solido se desvanece en el aire.

Marx caracterizó al proletariado como “los individuos que venden su mano de obra y no poseen los medios de producción”; el proletariado es el encargado de crear la riqueza de una sociedad. Caracteriza a la burguesía como quienes “poseen los medios de producción” y contratan al proletariado para activar estos medios y generar los procesos de producción. La burguesía se apropia del excedente económico de toda la sociedad por medio del mecanismo de la generación de plusvalía; en otras palabras, la burguesía se apropia privadamente del trabajo social, que se efectúa de manera cooperada.

Respecto a la religión, el marxismo no solo la considera una “ideología”, como es el caso de la consideración de la economía política burguesa, sino que es como el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo. La crítica de la religión no es necesariamente una postura atea, sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvinculan de la condición biológica, proyectándose “al cielo” como intervención divina en una parusía futura.

La influencia del marxismo es notoria no solamente en las corrientes “ideológicas” y políticas, sino también en las corrientes religiosas contestatarias. Dentro de estas corrientes se puede señalar al irlandés James Connolly, también a diversos autores de la teología de la liberación, como Camilo Torres, así como Leonardo Boff.

Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al marxismo como base intelectual de sus políticas, que, incluso pueden ser radicalmente distintas y opuestas. Una de las mayores divisiones aconteció entre los llamados reformistas, también denominados socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir dentro de un sistema pluripartidista y capitalista, y los comunistas, que alegaban que la transición a una sociedad socialista requería una revolución para instaurar la dictadura del proletariado. La socialdemocracia derivó en la formación del Partido Laborista y del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos equivalentes; en tanto que el comunismo derivó en la formación secuencial de disímiles partidos comunistas. En 1918, en Rusia, un año después de la revolución, antes de la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia surgen dos partidos distintos y distanciados; primero, el Partido Social Demócrata de Rusia, después, ante el cisma causado por la primera guerra mundial y la complicidad belicistas de los partidos socialdemócratas del mundo, el Partido Social Demócrata se escinde, conformándose el Partido Comunista. Después de la caída e implosión de la Unión Soviética se han dado lugar diversos movimientos revolucionarios, acompañados, a veces, de la conformación de partidos políticos. Se cuentan con partidos socialdemócratas en el poder en muchas naciones de occidente, que, empero, hace mucho que se distanciaron de sus lazos históricos con el marxismo. En la contemporaneidad, en la inmensa geografía de las periferias, semi-periferias, incluso actuales centros, del sistema-mundo capitalista; en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, la República Popular China y Moldavia se encuentran en el poder gobiernos que se autoproclaman marxistas. Diversos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han afirmado basarse en principios marxistas.

En los contextos histórico-políticos-geográficos, el marxismo ha experimentado nuevos desplazamientos, nuevas interpretaciones, produciendo nuevas tesis, como las llamadas tesis orientales, que conciben el desarrollo desigual y combinado en las periferias del sistema-mundo capitalista. También, en la actualidad, versiones renovadas de teorías próximas al reformismo, así como al populismo, han reinterpretado la herencia marxista a su modo. Por ejemplo, Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.

De manera esquemática, se puede decir que el desplazamiento del discurso marxista comprende las siguientes estratificaciones, que pueden considerarse también corrientes teóricas:

1) La estratificación discursiva de los fundadores. Se trata del desplazamiento desde el hegelianismo de izquierda hacia la crítica de la economía política, pasando por los desplazamientos a la teoría de la enajenación.

2) La estratificación discursiva del materialismo histórico y del materialismo dialéctico. Se trata de la formalización y sistematización del marxismo como corpus teórico, también como corpus “ideológico” y político, correspondiendo a la formación de los partidos masivos, declarados marxistas.

3) La estratificación del discurso bolchevique. Correspondiente a las tesis orientales, que desarrollan la teoría del imperialismo, las tesis del desarrollo desigual y combinado, y la tesis de la revolución en las periferias, donde la cadena de la dominación imperialista es más crítica y vulnerable.

4) La estratificación del discurso del marxismo crítico, que corresponde a Antoni Gramsci, más que a Lukács y Korsch, que a pesar de sus interpretaciones eruditas y teóricas, todavía se hallan atrapados en los horizontes del discurso marxista de la etapa de la formalización y sistematización del pensamiento y el discurso marxista. La diferencia de Gramsci consiste en haber experimentado la derrota de la revolución proletaria en Europa, haber visto los límites del partido bolchevique, buscando, mas bien, una conformación de partido de características contra-hegemónicas. Para hacerlo, construye un nuevo concepto del partido, sustentándose en el marco conceptual del concepto de bloque histórico; concepto no determinista, sino de co-determinación, de articulación inmediata y simultanea de lo que antes se denominó estructura y superestructura. Por lo tanto, la diferencia gramsciana consiste en haber pasado abiertamente del determinismo económico a un análisis autónomo y dinámico de lo que llama el marxismo ortodoxo las superestructuras.

5) La estratificación crítica de la modernidad, que corresponde a la Escuela de Frankfurt, fundamentalmente a los aportes de Adorno y Horkheimer. Crítica de la modernidad que caracteriza la génesis del capitalismo no solamente sobre la base de la explotación de la fuerza de trabajo sino, también, y quizás, sobre todo, por la dominación de la naturaleza.

6) La estratificación del marxismo latinoamericano. Cuyo aporte fundamental es la teoría de la dependencia, donde construyen el concepto de sistema-mundo capitalista, diferenciando entre centros y periferias. Concepto que se articula a la tesis de que el desarrollo produce el subdesarrollo. Concepto que impacta en las investigaciones históricas del capitalismo, de los ciclos largos del capitalismo. El aporte de la teoría de la dependencia es reconocida por los historiadores del capitalismo como Fernand Braudel, Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi.

7) La estratificación decolonial. No todas las escuelas decoloniales, sino básicamente la escuela de los Estudios de la subalternidad, dan lugar a una historiografía marxista de nuevas características, fuertemente vinculadas al dialogo con las corrientes de las teorías nómadas.

8) La estratificación del posmarxismo. Básicamente las construcciones teóricas de Antonio Negri y Michael Hardt, que desde Marx más allá de Marx, texto sobre los Grundrisse, que se puede caracterizar del marxismo duro, hasta Imperio, Multitud y Commonwealth, que suponen fuertes entrelazamientos con las teorías nómadas, producen nuevas teorías que podemos llamar del biopoder y de la biopolítica.

Antes de terminar con esta descripción, vale la pena considerar la anotación que hace Marx a propósito de la teoría de la lucha de clases, teoría medular en la composición del pensamiento, la “ideología”, el discurso y la acción marxista. Marx considera de esta manera su contribución a la comprensión de las clases sociales:

Ahora, para mí, que no soy yo quien merece el mérito por el descubrimiento de la existencia de las clases en la sociedad moderna, al igual que de la lucha que se dedica a ella. Los historiadores burgueses habían puesto delante de mí, el desarrollo histórico de esta lucha de clases y, algunos economistas burgueses me describieron la anatomía económica. Lo que yo aporto es: la demostración de que la existencia de las clases sociales sólo va unida a las fases históricas a través del desarrollo de la producción, que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado y que esta misma dictadura no representa una transición hacia la abolición de todas las clases ni hacia una sociedad sin clases[3].

Un resumen muy sucinto y esquemático de la teoría de Marx, de su aporte teórico, puede sintetizarse en la tesis de que la historia es la historia de la lucha de clases; también en la interpretación y explicación de las formaciones sociales a partir del concepto de modo de producción, que las hace inteligibles. Propiamente las formaciones sociales capitalistas, en sus transiciones y en sus abigarramientos, también en el camino de su homogeneización y globalización, se hacen inteligibles a partir del concepto nuclear del modo de producción capitalista[4].

El discurso populista

Ciertamente que el termino populismo es ambivalente. Utilizado de manera proliferante y recurrente, en sus distintas variantes y tonalidades, según las adecuaciones y adaptaciones que se le dan, tanto teóricamente como pragmáticamente. Populismo, termino no considerado propiamente en el diccionario de la lengua española, que, sin embargo, considera la palabra populista, otorgándole el significado de perteneciente o relativo al pueblo, de manera idéntica a la primera acepción de popular. Ambas palabras proceden de la latina popŭlus, pueblo, indicando como ejemplo la expresión partido populista, que, en realidad, no es de uso común en castellano, aunque sí en francés, parti populiste, como tmbién en inglés, populist party. En cambio, el mismo diccionario considera la palabra popularismo, definido como tendencia o afición a lo popular en formas de vida, arte, literatura.

Históricamente, el primer movimiento político con la denominación de populista fue el narodnik, como adjetivo, naródnichestvo, como sustantivo, correspondiente a la lengua rusa del siglo XIX. El uso de los términos populismo y populista se da lugar corrientemente en los debates de los contextos políticos polémicos; términos usados comúnmente de manera despectiva. También se ha aplicado en contextos religiosos polémicos para calificar o descalificar a la teología de la liberación, así como a la teología del pueblo. La connotación recurrente es la de estigmatizar al populismo como procedimiento demagógico.

Se puede decir que el populismo adquiere ciertos rasgos característicos, como el compendio dicotómico, el anti-elitismo, sensacionales propuestas de igualación social, que declaran abiertamente que buscan favorecer a los más débiles. Se hace hincapié en el predominio de las exposiciones altisonantes, en los planteamientos expresivamente emocionales sobre los pretendidamente racionales; esto no tanto por en lo que respecta a los contenidos sino más por las formas dramáticas de expresión. La recurrencia a la convocatoria a movilización social; la síntesis conmovedora del liderazgo carismático, el caudillo; la provisionalidad económica; la elocuencia estridente del comportamiento oportunista. Algunos estudiosos del populismo, sobre todo latinoamericanos, han observado el uso a-crítico y generalizado del término populista, sobre todo cuando se aplica a corrientes políticas latinoamericanas, que tendrían estas características, obviando el estudio puntual, así como las circunstancias históricas particulares de las mismas. Se califica de populismo a la corriente “ideológica” que sostiene la reivindicación del rol del Estado como defensor de los intereses de la nación, del pueblo y de la soberanía.

El uso del término populismo evidenciando una connotación peyorativa, que es propiamente la más usual, se hace indudable en el discurso descalificador de la diatriba, cuando se emiten términos como medidas populistas, buscando desvalorizarlas por contener este atributo; medidas populistas, que se entiende que son dadas con el objeto de ganar la adherencia y la simpatía de la población, sobre todo en etapas electorales.

Es casi una costumbre que sectores socialistas, también comunistas, esgriman el término populista para definir a los gobiernos que, aun favoreciendo a los sectores populares, principalmente suburbanos, así como al proletariado, sin embargo, no buscan acabar con el sistema capitalista, sino reciclarlo.

Para completar el cuadro de situación es preciso introducir otro factor, lo que se viene en llamar una crisis en las cumbres; esto ocurre cuando emerge, ganando protagonismo en el contexto de la crisis política, un liderazgo carismático; hablamos del denominando comúnmente caudillo, el líder en cuestión. El caudillo se postula fervorosamente como alternativa, supuestamente ajeno a la clase política en el poder. Es el caudillo quien, en definitiva, explota las consecuencias de la crisis de representación; lo hace articulando las demandas insatisfechas, el resentimiento político, los aflicciones de la marginación, emanando un discurso cohesionador, llamando al rescate de la soberanía popular; soberanía desfalcada por la partidocracia oficial. La convocatoria populista convoca a la movilización contra el enemigo del pueblo; enemigo cuyo perfil concreto, si bien varía de acuerdo a la coyuntura, es generalmente la oligarquía, la plutocracia, la anti-nación. El discurso populista remite a quienes son señalados como responsables del malestar social, político y económico, que sufre el pueblo. En su versión más completa, el populismo procede entonces a una operación de sutura de la crisis de representación y de la crisis política, generalmente ocupándose más de los cambios de nombres en el discurso, de la constitución de nuevas identidades y del reordenamiento del espacio político, mediante la introducción de una escisión extra-institucional, que de cambios estructurales e institucionales estratégicos.

Desde otra perspectiva, mas bien, contrapuesta, llama la atención otro uso, diametralmente encontrado, de parte de los sectores conservadores; estos sectores han utilizado el término populista para definir a los gobiernos que representan los intereses de las clases económicamente más altas, grandes grupos económicos, tipificados como separados y contrarios a los de las clases más bajas, consideradas como una mayoría permanente. Esta tipificación extraña, hasta incongruente, señala intereses homogéneos autoevidentes, que no requieren del pluralismo político, intereses destructivos de la posibilidad del disenso político y del crecimiento económico por vías privadas. Se puede decir que este anti-populismo incongruente se liga a un anti-monopolio, posición que es más clara y entendible.

Varios movimientos sociopolíticos, durante la modernidad, han pretendido que el pueblo es el que tiene el derecho al poder; pueblo descrito exhaustivamente como compuesto por la pluralidad de clases, estratos colectivos sociales; por ejemplo, los agricultores, campesinos, los obreros, los pequeños empresarios, las clases profesionales, médicos, maestros, profesores, contables, ingenieros, empleados públicos. Esta pluralidad es la que tiene derecho directo al poder en los estados democráticos, en contra de las élites y clases dominantes. Estos movimientos populistas se han basado peculiarmente, de manera recurrente, a las utopías político-culturales de la cultura autóctona, sin necesariamente reivindicar el nacionalismo, impugnando declaradamente al imperialismo. El populismo puede estar influenciado por distintas corrientes “ideológicas”, por varios proyectos políticos, conformando un bricolaje discursivo, “ideológico” y político[5].

A propósito del populismo, en Acontecimiento político escribimos:

No estamos de acuerdo con la tesis de Martín Malia, que supone que la “ideología” marxista, en su versión bolchevique, explica el descomunal derroche de voluntad, que trasforma el ex-imperio zarista, en las condiciones experimentadas en la Unión Soviética, aboliendo la sociedad civil vulnerable y estatalizándola, creando una nueva “realidad” social. La “ideología” tomada como totalidad, como dice Malia, no puede convertirse en la “explicación” última de la revolución rusa y de su tragedia, incluso si se añaden condiciones catastróficas como las de la primera guerra mundial, sus efectos destructivos de la institucionalidad de la monarquía constitucional rusa. Pues faltaría explicar la fuerza de irradiación de la “ideología”, que no puede hacerse sino por su propia arqueología. El marxismo ruso también ha escondido una de sus matrices culturales, el populismo ruso, si se quiere la concepción política y teórica de la vía campesina, diríamos hoy, rusa. Se produce la misma represión consciente, como en el caso chino, de este substrato político-cultural, sobre todo en los bolcheviques, que son los que más van a develar esta proximidad.

El mujik, el campesino, es la alteridad de la vía occidental, de la vía capitalista, pero también de la vía marxista, sobre todo en la versión de los mencheviques. Estos temas ya habían sido planteados por Maksim Kovalevsky[6] a Marx, quién los retoma en sus cuadernos, haciendo anotaciones asombrosas. La comuna campesina, MIR, como vía alternativa hacia el comunismo, saltando el capitalismo. No son los bolcheviques los que replantean esta posibilidad abiertamente, sino el mismísimo Lenin, hermano de un populista revolucionario fusilado por la represión zarista. Aunque lo hace de una manera matizada, a partir de su interpretación del reparto negro, la reforma agraria, cuando todavía tenía apreciaciones positivas sobre la comunidad campesina rusa.

La lucha larga contra el zarismo la dan las distintas corrientes populistas; ellos son los que merman la legitimidad “ideológica” del imperio zarista. No se puede comenzar la historia de la revolución rusa sólo a partir de 1917 o, ampliando un poco más, sólo desde 1905, obviando la larga tradición de luchas de los populistas, sus teorías políticas y sus interpretaciones de esta conformación histórica-social-cultural euroasiática, de aplastante mayoría campesina. Que hayan triunfado los bolcheviques y no los populistas no es razón para obviarlos, desconociendo el substrato histórico-cultural del que forman parte. La caída de los bolcheviques, después de setenta y cuatro años, no habla precisamente de un triunfo de largo plazo. Los campesinos no desaparecieron, a pesar de los Koljoz, de la colectivización y mecanización obligada. Dieron varios dolores de cabeza, desde el comienzo, al flamante Estado Soviético, después al propio gobierno todopoderoso de Stalin. Los campesinos, la presencia abrumadora de los campesinos, no sólo expresaba la otra vía al comunismo, como creían los populistas radicales, sino que fueron la corporeidad social que contiene el substrato cultural de la alteridad a la vía occidental, en esa transición dramática del comunismo de guerra, después de la ruta contrastante de la NEP, para volver a un comunismo militarizado, que no era otra cosa que la concentración de fuerzas y voluntades para la realización de la revolución industrial militarizada, idea compartida tanto por Lenin, Trotsky y Stalin.

La matriz del populismo ruso es anarquista, con lo que quiere decir esta clasificación y conceptualización en toda su variedad y diferencias. Como notoria influencia en los populistas del periodo “Tierra y Libertad” (Zemelia y Volia) se encuentra el teórico y activista anarquista Mijail Bakunin, quien tiene fuertes discusiones con Karl Marx. Este periodo se caracteriza por la “ida al pueblo”; en principio la ida al campo, a convivir, aprender y organizar la lucha con los mujik, los campesinos; después por el recurso al terror, al comienzo como defensa y respuesta a la represión, seguidamente como propaganda y publicidad, como agitación y convocatoria al pueblo a luchar; para concluir, difícilmente y con desacuerdos, en la lucha política por los derechos y la Constitución, sin abandonar el objetivo socialista, que los había acompañado en toda su historia a los populismos rusos. En esta última etapa ya se produce el retorno de la lucha a las ciudades, convocando principalmente en las universidades. El periodo de “Voluntad del Pueblo” (Narodnaia Volia) ocupa a los populistas en desentrañar el fenómeno del capitalismo y sus consecuencias en el trastrocamiento de la formación y estructura social rusa, particularmente en el campo, donde el impacto del capitalismo era devastador. Consideran, en parte, al capitalismo ruso una promoción artificial del Estado y de la autocracia, un invento suspendido, al margen de la vitalidad del pueblo ruso, primordialmente campesino. Son muy sensibles al detectar la formación de clase de una burguesía rural, conformada por los kulaks, aunque consideraban el fenómeno de la proletarización campesina como arbitraria e innecesaria, llenando las ciudades de desocupados, que no eran completamente empleados en las fábricas. El periodo de la “Voluntad del Pueblo” corresponde a la lucha populista contra el capitalismo; sin dejar de afincar el proyecto socialista en los campesinos, como lo habían hecho los anteriores populismos.

El populismo ruso atraviesa el siglo XIX, particularmente es importante su participación y difusión durante la segunda mitad, llega al siglo XX influenciando a las nuevas versiones socialistas, incluso a las corrientes marxistas. A pesar de la celosa demarcación de los bolcheviques, principalmente de Lenin, respecto de la herencia populista, en relación a sus interpretaciones sobre el particularismo ruso, diferenciándose de su opción campesinista, los bolcheviques, en la práctica, manifestaron efectivamente portar esta herencia. Las tesis orientales que postulan la alianza obrero campesina como articulación revolucionaria en la transición al socialismo, combinando tareas democráticas y socialistas, basadas en la teoría del desarrollo desigual y combinado, hablan de ello, confirman compartir “inconscientemente” esta herencia. Mucho más cuando en la práctica se impone el comunismo de guerra, en plena guerra civil, se convoca a los campesinos pobres a combatir a los campesinos ricos. Si terminan instalando koljoz, que no tiene nada de campesino, sino es la “revolución industrial” llevada al campo, es porque la emergencia de la crisis alimentaria en las ciudades les obliga ello, adelantándose, aunque hubieran tenido en mente hacerlo en algún momento del “desarrollo de las fuerzas productivas”.

La historia efectiva no es la historia imaginada, la reconstrucción teórica o “ideológica”; la historia efectiva despliega todos sus tejidos, texturas, redes, nudos conexiones, constantemente, en distintas composiciones y combinaciones coyunturales, periódicas, epócales. La historia efectiva es material, usando esta palabra tan conocida y problemática, es molecular, se mueve en un espesor de intensidades, que comprende distintos planos, que se curvan ante la gravitación de los acontecimientos. La historia imaginada, teórica o “ideológica”, es una reducción, una interpretación reducida, usada políticamente, para legitimar las acciones en un presente. No se puede asumir como “verdad” lo que los protagonistas dicen de sí mismos, cómo se conciben, cómo narran su propia historia; esta es una apreciación ocasionada por una perspectiva, que privilegia una referencia como si fuese absoluta. Esta perspectiva no reconoce la relatividad de la perspectiva, la relatividad de la referencia; por lo tanto, no reconoce la complejidad del acontecimiento. No se trata de pedirles a los protagonistas que lo hagan, sino decir que, en un presente como el nuestro, no se puede seguir reconstruyendo historias lineales, historias teleológicas, historias a partir de la preocupación de la legitimación, sino que estamos empujados a comprender la complejidad de los acontecimientos históricos.

En este sentido, decimos que el ejército rojo chino está más cerca, de lo que cree, de los guerreros del cielo celeste, así como los bolcheviques están más próximos, de los que consideran, de los populistas rusos. Lo mismo ocurre con la historia de las otras revoluciones dadas en la modernidad, temprana, media y tardía. Las teorías no son “verdades”, en su sentido absoluto, son instrumentos provisorios para resolver problemas, no solo de interpretación y explicación, sino, sobre todo, para la acción y las prácticas. Que se haya autonomizado la teoría y se la haya convertido en la mirada privilegiada, lugar desde donde se ordenan los hechos, como si tuviese vida propia, es un fenómeno, por así decirlo “ideológico”, un fetichismo de la teoría. Esto ocurre particularmente en las teorías llamadas “revolucionarias”. Llama la atención que ocurra patentemente, fehacientemente y excesivamente, en el marxismo, que es donde se ha desarrollado la teoría de la “ideología”, aunque esta se haya circunscrito al fetichismo de la mercancía y no haya expandido su acierto a la economía política generalizada[7].

Esta anotación es importante para decir que, si bien, el término populismo es ambiguo, esto no significa que se tenga que analizar la historia efectiva, sobre todo la historia efectiva política, desde la palabra, desde la ambigüedad de la palabra, sino, mas bien, desde la irradiación de los acontecimientos. Lo sugerente de los llamados movimientos populistas, que por cierto, como hemos visto, no son homogéneos, de manera diferente, son heterogéneos, es que responden a las singularidades de las formaciones sociales concretas, con todos sus recursos, aunque articulen bricolajes de una manera más evidente que los otros discursos políticos. Se da algo parecido a la construcción de saberes específicos y concretos de realidades singulares y complejas. Que estos discursos no sean elaborados, tampoco sistematizados, que no los considere con seriedad la academia, no quiere decir que no producen saberes concretos, que son utilizados en la práctica política de una manera altamente efectiva.

Los académicos no pueden visualizar esos sucesos y eventos relativos no solo a lo que respecta a los movimientos populistas mismos, sino, sobre todo en lo que respecta a la conformación de saberes colectivos, saberes populares, incluso saberes circunstanciales de políticos populistas. Consideran que saber es solo lo que se escribe y se publica académicamente, en revistas institucionales, que aparece en libros. Esta es la razón por la que estos caballeros al no comprender la dinámica de estos movimientos terminan lanzando explicaciones tan insostenibles, insostenibilidad ocultada por los andamiajes de sus publicaciones y los escenarios de presentaciones ceremoniales. Una de estas interpretaciones dice que los populismos se explican sobre todo sus impactos emocionales y atractivos seductores de sus convocatorias que apelan a las tradiciones, por apegarse a los prejuicios populares. Algo tan abstracto y tan pobre a la vez, no puede obviamente explicar ni interpretar adecuadamente estos fenómenos sociales y políticos, que se expresan de las formas barrocas como lo hacen. Sin embargo, de lo que se trata es de descifrar estos signos barrocos para hacer inteligible los procesos de donde emergen.

La caracterización política de populismo, como se ve, no solo es ambigua y ambivalente, sino que presenta un mapa semántico variado y extenso; viene desde la caracterización de la vía campesina rusa como populismo, partidarios del pueblo, hasta la caracterización latinoamericana de populismo de los gobiernos populares, progresistas, reformistas, dados tanto en el siglo XX, así como reaparecidos, con otras tonalidades, en el siglo XXI.

Haz de relacione y formaciones discursivas

Estas descripciones de los sentidos comunes de los discursos políticos son nuestro punto de partida, si se quiere, la línea de base, mejor dicho la referencia de base, para abordar, a partir de los enunciados emitidos, comprendidos como haz de relaciones, el boceto de las formaciones discursivas.

Ya se ha tocado bastante lo que diferencia a los discurso, sobre todo teniendo en cuenta lo explicitado por los discursos mismos, que señalan abiertamente los errores de los otros discurso, sus equívocos, sus intenciones ocultas; lo que vamos hacer, ahora, es mostrar sus analogías, sus parecidos, sus complicidades y sus formas de compartir la estructura de pensamiento de la época, aunque lo hagan de una manera paradójica.

En primer lugar, los tres discursos son modernos, forman parte de las “ideologías” de la modernidad; asumen la modernidad como la civilización por excelencia, algo así como la realización de la libertad, en un caso, la realización de la historia, en otro caso, la realización de las soberanías nacionales, en el tercer caso. En segundo lugar, los tres discursos tienen al Estado como el principio y el fin de la actividad política; la política tiene sentido porque ésta se refiere al Estado, de una u otra manera. Los liberales conciben la forma del Estado de derecho como el logro supremo de la libertad. Los socialistas consideran al Estado socialista como el dispositivo o instrumento indispensable para regular el caos del mercado, para racionalizar las irracionalidades del mercado, para intervenir en la economía y ajustar sus desajustes, para igualar las desigualdades sociales, para impulsar la revolución industrial, para recuperar la soberanía frente al imperialismo. Los nacionalistas conciben el Estado-nación como la realización y emancipación de la nación postergada, subalternizada, dominada y colonizada. Si bien no tienen pretensiones universalistas, como en el caso de los liberales y socialistas, sus pretensiones locales, hasta regionales, adquieren, en compensación, pretensiones de intensidad y profundidad, al considerar la realización de las tradiciones truncadas por la conquista colonial o por la entrega de los recursos naturales a manos extranjeras o por la intervención imperialista, en las condiciones de la modernidad barroca. En tercer lugar, los tres discursos, de una u otra manera o, mas bien, a su manera, se sustentan en el iluminismo, en la ciencia instrumental, en la revolución industrial y tecnológica, para proyectar una visión histórica optimista, vinculada al progreso y desarrollo. En cuarto lugar, los tres discursos forman parte de las “ideologías” correspondientes, “ideologías” que funcionan en la apreciación ponderada de fetichismos compartidos por cada “ideología” en particular. El liberalismo supone no solo el fetichismo de la mercancía, tal como lo develó y analizó Marx, sino también el fetichismo de la ley, el fetichismo del derecho, el fetichismo del orden y el fetichismo de las instituciones; fetichismos decodificados a partir de los códigos derivados del valor supremo de la libertad. El socialismo supone el fetichismo del Estado, macro-institución convertida en Estado absoluto, sobre la pluralidad de la sociedad; sociedad inequitativa, desigual y caótica. También supone el fetichismo de la historia, la cual es interpretada desde la filosofía de la historia, la que atribuye a la historia un comportamiento teleológico. Así mismo suponen el fetichismo del partido de la clase explotada, del proletariado, el cual hace de consciencia de clase para sí; conteniendo el conocimiento avanzado de la época, la clarividencia de las contradicciones de clase y de las luchas políticas. En esta secuencia, suponen el fetichismo de la revolución, convertida en finalidad, en panacea, que resuelve todos los problemas, considerándola en figuras parecidas a las catarsis de la revelación. No logran visualizar la complejidad del acontecimiento, que conlleva, de manera inherente, en el desenvolvimiento de sus procesos, no solo contradicciones sino tejidos entrelazados, que atan a la revolución con herencias recurrentes. No seguiremos con la lista, pues es larga, tan solo anotaremos dos fetichismos más; el mito del revolucionario, el héroe, el ejemplo, el puro, casi convertido en ángel exterminador. El populismo supone el fetichismo de la nación, mas bien, mito de la nación, cuya génesis parte de un origen y avanza al fin de su realización plena, la realización de la consciencia nacional. Como dijimos, supone el fetichismo del Estado-nación, que materializa la soberanía; el Estado-nación convertido en sujeto histórico es no solo el principio y el fin de la política sino también el sujeto supremo, absoluto, que está sobre todos los otros sujetos, colectivos, grupales, individuales. El fetichismo o mito del caudillo; el gran patriarca, que encarna en su cuerpo el símbolo de la soberanía, de la nación emancipada, del Estado realizado, de las tradiciones actualizadas y combinadas con modernizaciones sui generis.

Como se puede ver, a pesar de sus diferencias decantadas, los discursos políticos comparten, en el substrato epistemológico y en el substrato cultural estructuras de pensamiento similares, prejuicios análogos, correspondientes al mito de la modernidad; así mismo, a pesar de acudir a la convocatoria de distintas culturas, sobre todo en el caso del populismo, asumen el concepto de cultura a la manera como ha sido elaborado por la historiografía, la historia, la antropología, los estudios culturales, que son disciplinas de las ciencias sociales y humanistas modernas.

Si quisiéramos dibujar estos substratos epistemológicos y culturales, que sostienen los discursos políticos, tendríamos que elucidar su perspectiva histórica, concebida a partir del paradigma evolutivo. Perspectiva histórica en conexión con la perspectiva espacial moderna, la geografía. Espacio y tiempo son entidades separadas, aunque los hechos estén situados espacialmente, en algún lugar, y transcurran en el tiempo. Esta conexión, entre la perspectiva histórica y la perspectiva espacial, que hacen al substrato epistemológico compartido, conexión entre un tiempo absoluto y un espacio absoluto, se basan en el principio de realidad conformado por la física newtoniana. Por lo tanto, se explica sus interpretaciones causalista, linealistas, mecánicas, aunque se expongan de una manera dialéctica, que, más bien, da un ritmo metafórico y la forma de síntesis a la prosaica mecánica positivista; otorga un tono poético, como en Hegel, a la lógica silogística aristotélica. También se entiende entonces, que a partir de estas interpretaciones causalistas, que parten de distintas premisas, logrando distintas conclusiones, se consideren discursos contradictorios, posiciones políticas antagónicas, enemigas. Compiten y concurren a partir de sus pretensiones de verdad; no puede haber dos verdades; estas son excluyentes.

La lucha “ideológica” de los discursos políticos concurre pues en estructuras de pensamiento similares y compartidas, en la misma episteme moderna, a la cual pertenecen y de la cual emergen; emergen también y recurren a substratos epistemológicos y culturales que comparten. La lucha “ideológica” aparece entonces como la manera o las maneras dinámicas de reproducción de las estructuras de pensamiento similares, incluso de reproducción de la misma civilización moderna, con clave heterogénea, compartida. Esto no quiere decir, de ninguna manera, que la concurrencia de las fuerzas desaparece o es ficticia, que lo que llama el marxismo la lucha de clases desaparece o es ficticia, incluso que la pluralidad de luchas singulares, que no se reducen a la clasificación de la lucha de clases, desaparecen o son ficticias; todo lo contrario, la concurrencia de las fuerzas, los campos y los espesores que cruzan las fuerzas, las luchas de clases, las luchas singulares, específicas y concretas, están ahí, desenvolviéndose, independientemente de los discursos que hablan de ellas y pretenden representarlas, incluso decir su verdad. Lo que está en cuestión es otra cosa, las limitaciones de los discursos políticos, las restricciones epistemológicas y culturales de los discursos políticos, para poder captar y expresar la complejidad de las dinámicas moleculares de las fuerzas y cuerpos concurrentes.

Los discursos políticos comparten el referente utópico o paradigmático de la democracia, como modelo considerado en el desenvolvimiento político, aunque el marxismo partidario, sobre todo el bolchevique, conciba una forma de democracia en transición como la dictadura del proletariado, aunque los populistas propongan la democracia improvisada y carismática, simbolizada en el caudillo, aunque el liberalismo reduzca la democracia a la formalidad institucional del Estado de derecho, que corresponde, más bien, a las limitaciones impuestas del poder constituido al poder constituyente. De todas maneras, la democracia es el referente indispensable de la política, referente que permite la codificación y la decodificación política.

La disputa entre los discursos políticos es sobre quien es más democrático, cuál es la democracia más auténtica; sin embargo, los discursos políticos conciben la democracia de una manera institucional, delegada y representativa, aunque varíen sus formas y metodologías de delegación y representación. No son capaces de concebir la democracia como espontaneidad multitudinaria, como asamblea, como democracia directa y participativa, sin delegaciones, sin mediaciones y representación. No son capaces de concebir la democracia como praxis creativa social.

Para ilustrar lo que decimos, presentamos como un cuadro general de los comportamientos de los discursos políticos.

Los tres discursos políticos tienen como principios y valores fundamentales, la libertad, la igualdad, la soberanía. La diferencia radica en la ecuación política que formulan sus propios discursos. En el caso del liberalismo el valor supremo es la libertad; la igualdad es un valor importante; empero, condicionado al logro de la libertad. En cambio, en el caso del socialismo; la igualdad es el valor supremo; la libertad es indispensable; empero, condicionada a la realización social de la igualdad. Para los populistas el valor supremo es la soberanía; la libertad y la igualdad, que son principios y valores importantes en la democracia, se encuentran condicionados al logro de la soberanía.—

[1] Ver de Raúl Prada Alcoreza Ontología de la Praxis, Paradojas de la rebelión, Paradojas de la revolución, Interpretaciones de las inscripciones políticas, Horizontes de la descolonización, Descolonización y transición, Acontecimiento político; Las mallas del poder. Dinámicas moleculares; La Paz 2012-2015.

[2] Ver de F. A. Hayek Liberlismo. http://www7.uc.cl/icp/revista/pdf/rev42/ar6.pdf. Bibliografía 6.1 Historia de las ideas liberales • Historia de la teoría política, George Holland Sabine, Fondo de Cultura Económica, 2000. ISBN 950- 557-097-X • Historia de la teoría política (tomos 3 a 6), Fernando Vallespín Oña (ed.), Alianza Editorial, 2002. ISBN 978-84-206-7305-9 • El liberalismo en occidente: historia en documentos (6 tomos), E.K. Bramsted y K.J. Melhuish (eds.), Unión Editorial, 1982-1984. Tomo 1 ISBN 978-84- 7209-151-1 • De Lo Político a la política. Liberalismo: El otro lí- mite de la legitimidad. Pablo M. Fernández Alarcón. E-Prints Complutense, Madrid 2005 ISBN 84-669- 1876-0 • Historia del pensamiento económico (2 tomos), M.N. Rothbard, Unión Editorial, 1999. ISBN 978-84- 7209-351-5. Texto • Liberalismo Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Liberalismo?oldid=83253674 Colaboradores: Oblongo, Moriel, Abgenis, JorgeGG, Robbot, Javier Carro, Luisdaniel, Rosarino, Dodo, Jynus, Sms, Truor, Kzhr, Elwikipedista, Tano4595, Recalcitrante, Valyag, Lnieves, Jag2k4, Xenoforme, Erri4a, Cinabrium, AlGarcia, Ecemaml, ManuP, Renabot, Richy, Corund, TxemaFinwe, Petronas, AlfonsoERomero, Airunp, JMPerez, Edub, Yrithinnd, Taichi, Emijrp, Rembiapo pohyiete (bot), Tico~eswiki, Ppfk~eswiki, Orgullobot~eswiki, RobotQuistnix, Valadrem, Alhen, Jorunn, Hazel-, Yrbot, Miguelgilmartinez~eswiki, Monomierda, Oscar ., Varano, Vitamine, BOTijo, AnnubiX, Echani, Gaijin, Flix2000~eswiki, Zaqarbal, JRGL, Santiperez, HECTOR ARTURO AZUZ SANCHEZ, Banfield, Deletereo, Randroide~eswiki, Morza, Maldoror, Cheveri, Bravo~eswiki, Nellorolleri, Chlewbot, Ketamino, Tomatejc, Jarke, Siabef, Shant, Nihilo, KINGMACON, Axxgreazz, ZEN ic, Jules80, BOTpolicia, Ál, Cuat, Daniel Córdoba Bahle, CEM-bot, Laura Fiorucci, Gonmator, Machin, Spockdg, Roblespepe, Sabolsky~eswiki, Durero, Retama, Baiji, Roberpl, Davius, Rastrojo, Antur, Jorge, Gonn, Jjafjjaf, Dorieo, Fredypariapaza, HHH, Thijs!bot, Klausmeyer, Gogo rojo, Cansado, Escarbot, Yeza, RoyFocker, Carolo, Segavi, IrwinSantos, Ángel Luis Alfaro, Botones, Isha, Vardulia, Tarantino, Chuck es dios, Rrmsjp, JAnDbot, Dalobuca, Kved, C3PQ, Amagi1899, Daniel Cordoba-Bahle, Gsrdzl, Yagamichega, TXiKiBoT, Hidoy kukyo, Juanillo81, SuperJoe, Chris-navi:, Bot-Schafter, Millars, Humberto, Netito777, Kilburn~eswiki, Xsm34, Fitmoos, Fixertool, Nioger, Idioma-bot, Pólux, Dhidalgo, Developer, Macalla, MarisaLR, Lnegro, VolkovBot, Snakeyes, Technopat, EliC, Baronnet, Queninosta, Pablo Paredes N., Raystorm, Pmontaldo, Libertad y Saber, Matdrodes, Fernando Estel, BlackBeast, Pablomfa, Muro Bot, Edmenb, Komputisto, Makalu04, Gaborob, Srbanana, SieBot, Mushii, Eea, Pahulus, Ctrl Z, Rallyfreak, Pompilio Zigrino, Modificador, Cobalttempest, Sageo, Tavi2000, Novellón, CASF, Bigsus-bot, Doble Doble V, Marcelo, Manwë, Correogsk, Garber, Furado, Greek, Cosmic ocean, BuenaGente, Aleposta, Jailinc, Mafores, Tirithel, Mutari, Prietoquilmes, Jarisleif, Javierito92, Rtewter25, HUB, Antón Francho, Fettuchini, Alberto29, Eduardosalg, Sanctus119, Leonpolanco, Pan con queso, Furti, Comunistoide, Petruss, Poco a poco, Alexbot, Darkicebot, Branco8, Açipni-Lovrij, Williamsongate, SilvonenBot, Camilo, UA31, AVBOT, Favonhayek, Elliniká, Swatnio, David0811, LucienBOT, SunriseProjector, Gochuxabaz, Javargues, Angel GN, NicolasAlejandro, MarcoAurelio, Diegusjaimes, Davidgutierrezalvarez, MelancholieBot, Jan eissfeldt, CarsracBot, Medinapd, Arjuno3, Argentumm, Fernando Noé, Andreasmperu, Luckas-bot, Smlo, Imontiel, K19~eswiki, Wikisilki, Nallimbot, Roinpa, Vic Fede, Dangelin5, Markoszarrate, Jersy2109, Redamagi, DSisyphBot, Ariss, Jgarpal, Outisnn, ArthurBot, Daniel ASA, SuperBraulio13, Xqbot, Jkbw, Dreamerbcn, Dreitmen, Franco-eisenhower, FrescoBot, Ricardogpn, AMarcial, Sfs90, Igna, Jlozanogarrote, Botarel, AstaBOTh15, Rauloparaguay, TobeBot, Halfdrag, Annie de la UIB, Baucham, AnselmiJuan, PatruBOT, AldanaN, Omingod, Hector raul sandler, Tarawa1943, HermanHn, Nachosan, Foundling, Bolt58, Wikiléptico, Eudmed, Afrasiab, EmausBot, Savh, AVIADOR, Grillitus, Libertad198, Rubpe19, Emiduronte, BernardaAlba, ChuispastonBot, MadriCR, Albertojuanse, WikitanvirBot, Pedronay, UPO649 1011 clmilneb, Cordwainer, Cvun, MerlIwBot, GMoyano, Losmascones, Ceco1023, Trd121, Meteoro24, KLBot2, TeleMania, Thehelpfulbot, Jotaemed, Travelour, Ginés90, MetroBot, SemolaSeminola, Wcat, Nhaando, Jelicool, Alex747, LopedeAguirre9, Jonadin93, Mega-buses, Hugorf8, Santga, Helmy oved, Syum90, MaKiNeoH, MexEncRC, Jctrocks, Xena salo, Addbot, Balles2601, Arielge21, Coviefi, Miguelgonzalez19, France Gall 2, Drccrcdrc, Ñiango, Salvi-np, Nestor1320, Jarould, Matiia, Akiv, Crystallizedcarbon, David Romney, Valeria132l, IAzazeLI, Estibens sanchez, Dcifuentj, Belensuky y Anónimos: 1002.

[3] Carta a J. Weydemeyer. 5 de marzo de 1852.

[4] Ver de Leszek Kolakowski Las principales corrientes del marxismo; tomos I-III; Alianza Universidad; Madrid 1983. Algunas de las obras de Karl Marx • Para una crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1843) • Manuscritos (1844) • La ideología alemana (1845, con Engels) • El Manifiesto Comunista (1848, con Engels) • El capital (1867) • La guerra civil en Francia (1871). Bibliografía • Miller, David; Coleman, Janet (1991). The Blackwell encyclopaedia of political thought (en inglés). Wiley-Blackwell. ISBN 9780631179443. |autor= y |apellidos= redundantes (ayuda) • Stefan Gandler, Marxismo crítico en México. Adolfo Sánchez Vázquez y Bolívar Echeverría. FCE, México, 2007. 16.1 Texto • Marxismo Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Marxismo?oldid=83357949 Colaboradores: Joseaperez, Sabbut, Moriel, JorgeGG, Wesisnay, Rapazu, Sanbec, Zwobot, Trujaman, Rosarino, Dodo, Sms, Luchador Anarquista, Cookie, Tostadora, Tano4595, Galio, El Moska, Yakoo, Dianai, Erri4a, Fmariluis, AlGarcia, Loco085, DamianFinol, Desatonao, Renabot, FAR, LeonardoRob0t, Napoleón333, Taragui, Carnendil, Soulreaper, Petronas, Airunp, Edub, Taichi, Rembiapo pohyiete (bot), SiMan, Magister Mathematicae, Orgullobot~eswiki, RobotQuistnix, Alhen, Chobot, Eljak, Palica, Hazel-, Yrbot, Amadís, Educhana, Oscar ., YurikBot, Icvav, Carmesí, Armin76, Gaijin, KnightRider, No sé qué nick poner, Txo, Maldoror, DamiFB, Lasneyx, Camima, Lancaster, Tomatejc, Filipo, Nihilo, Alexquendi, Russo, BOTpolicia, Daniel Córdoba Bahle, Backich99, CEM-bot, Ernalve, Guillealves, Cantero, Aitor (D), Laura Fiorucci, Keat, Dani7, Maxijozami, Eli22, Baiji, Ricardo fuego, Eamezaga, Davius, Rastrojo, Rosarinagazo, Antur, Jaime Agudo, Zerosxt, Ssegui, HHH, FrancoGG, Retval, Thijs!bot, Airwolf, RosauraSilva, Gogo rojo, Ron Oliver, P.o.l.o., Yeza, RoyFocker, Gonzalez.K, Mario modesto, PhJ, Botones, Isha, Egaida, RodriMedi1987, Dark-N, Rrmsjp, Jurgens~eswiki, JAnDbot, Jism78, Kved, DerHexer, Muro de Aguas, CommonsDelinker, TXiKiBoT, Diegopava, Humberto, Netito777, Xsm34, Rei-bot, Analfabeto, Ishu 2, Pedro Nonualco, Idioma-bot, Pólux, Dhidalgo, Zeroth, Manuel Trujillo Berges, Lnegro, Luis Eduardo B, Cinevoro, VolkovBot, Technopat, C‘est moi, Erfil, Ricewind, Belgrano, Matdrodes, BlackBeast, AlleborgoBot, Shadowxfox, Muro Bot, Edmenb, J.M.Domingo, Becquer 1980, Racso, Srbanana, Jmvgpartner, SieBot, Danielba894, Alicekeys, Jalutz, Sageo, Drinibot, Pelato, CASF, BOTarate, Luistarditi, Critica Roja, Marcelo, Mel 23, DeepQuasar, OboeCrack, Manwë, Antiloleria20, AlexGPL, Altovolta, Xqno, Kmaster, H. Fuxac, Tirithel, Tadeoska, Prietoquilmes, Jarisleif, Pablomeijomin, Tinchox, Canaan, Ziwaru, Pedro 09, Landlord, Quijav, Eduardosalg, Cirilo666, Leonpolanco, Pan con queso, Alejandrocaro35, Pablo323, Alexbot, 123lilo, Paporrubio, Rαge, Frei sein, Musa333, UA31, Andrex22, ZuAtrapatuArte, Alberto Franzoia, AVBOT, Amg11901, David0811, Javier.Utrera, LucienBOT, Sarajevo, Ialad, Diegusjaimes, Holandeserrante, DumZiBoT, MelancholieBot, Jan eissfeldt, Josecrevillente, Gregorrio farriñha, Arjuno3, Jectoons, Andreasmperu, Luckas-bot, Amirobot, MystBot, Spirit-Black-Wikipedista, Cripke, Wikisilki, Jotterbot, Vic Fede, Davidmartindel, Acciondirecta, Endiosconfio, Epozokatrib, Nixón, Alberto Franzoia26, Luis Felipe Schenone, ArthurBot, Roberto1Jordan, Wek21, Zumalabe, SuperBraulio13, Xqbot, Jkbw, Ricardogpn, Seabestien, Valeriasu, Sfs90, Igna, Gorigori, AstaBOTh15, RubiksMaster110, Panderine!, TiriBOT, Gpanter, TobeBot, Wikeiro, Halfdrag, Vubo, Olihin, Wikielwikingo, Diegohjh, Pownerus, HUBOT, PatruBOT, Ganímedes, AndyE MC, TjBot, PepitoPerez2007, PONGOPIE, Axvolution, Afrasiab, EmausBot, Dsaezbel, Savh, Grillitus, Tenan, El Ayudante, Omar sansi, Waka Waka, WikitanvirBot, Lluciapou, Badineri, Gast2011, JABO, Franco68, TeleMania, Alejandro.grosso, AvicBot, Travelour, MetroBot, Lfgg2608, Gusama Romero, Pk SanTi, Diego Donoso Daille, Luciaeses, Desk569, Libertad 17, Macaco215, Ludmila1985, Helmy oved, Dilectus, Totemkin, Legobot, Zatcookies, Maurozoppi, Mm939, Balles2601, Romimurr, Romina Coitinho, Dandyska, SELENE CASAS MARTINEZ, Tobiasssss, Luisitocdp, Zozs, Santiago Alzari, Jarould, MApAtEgA, Macaculelo12, BricK1818 y Anónimos: 607.

[5] Maksim Kovalevsky: ‘Obshchinnoe Zemlevladenie’ (Posesión comunal de la tierra). Bibliografía adicional • Enkvist, Inger (2008). Íconos latinoamericanos. 9 mitos del populismo del siglo XX. Ciudadela. ISBN 978-84-96836-45-7. Texto • Populismo Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Populismo?oldid=83091220 Colaboradores: Rosarino, Fajro, Chalisimo5, Gengiskanhg, Cinabrium, AlGarcia, Messhermit~eswiki, FAR, Napoleón333, Soulreaper, Airunp, JoseMires, Natrix, Daebello~eswiki, Magister Mathematicae, Orgullobot~eswiki, Alhen, Space0022s, Amadís, FlaBot, Varano, Indu~eswiki, Gaijin, Kazem, Banfield, Gustavo Szwedowski de Korwin, Nihilo, BOTpolicia, CEM-bot, Gejotape, Roblespepe, Davius, Pompilos, Lcmarzulli, Montgomery, Thijs!bot, Ángel Luis Alfaro, Alakasam, Ranf, Isha, JAnDbot, VanKleinen, TXiKiBoT, Sa~eswiki, Netito777, Fixertool, Frango com Nata~eswiki, Nioger, Pedro Nonualco, Idioma-bot, Pólux, Gerwoman, Zeroth, Bucephala, Nowheremandp, AlnoktaBOT, Erfil, Karentzita, Matdrodes, DJ Nietzsche, Pruxo, Tatvs, Muro Bot, Edmenb, BotMultichill, Cliointernauta, Bruno-cosme, Camr, SergioYH, Loveless, Manuel aguirre, Cobalttempest, Sageo, Manwë, Greek, Espilas, Belb, Mafores, PipepBot, Fadesga, DorganBot, Tirithel, Mutari, Jaontiveros, HUB, Baronsamedi, Desmond, Eduardosalg, Gallowolf, Botito777, Camilo, UA31, AVBOT, A ver, Louperibot, Perulero, Diegusjaimes, Arjuno3, Luckas-bot, MystBot, Redamagi, ArthurBot, SuperBraulio13, M.heda, Xqbot, Jkbw, Dreitmen, Franco-eisenhower, Ricardogpn, Igna, Botarel, JeyDominic, D‘ohBot, BOTirithel, MAfotBOT, Halfdrag, Pownerus, PatruBOT, Mcgiglibox, ArwinJ, Tarawa1943, Dark Bane, Der Künstler, Foundling, Miss Manzana, Axvolution, Edslov, Afrasiab, EmausBot, Savh, ZéroBot, Africanus, Grillitus, Jcaraballo, MadriCR, WikitanvirBot, Ozkithar Salas, Mónica Cervantes, MerlIwBot, Franco68, Valeria129606, Inesbugsbunnyines, -seb-, Grachifan, Johnbot, Harpagornis, LlamaAl, Libertad 17, Santga, JYBot, Helmy oved, Dereck Camacho, Mantarayo, HeMaCh, Comunicacionsocial, Walawala, Jdurbo, Abcilly, IOSEF348, Leoa123, Addbot, JaaviierAaron, TheElivi, Flaviafreidenberg, Jorgesiquesabe, Prolactino, MrCharro, Acsa2.0, Laura Rey Cardozo, Jarould, Javiermedinap y Anónimos: 270.

[6] Maksim Kovalevsky: ‘Obshchinnoe Zemlevladenie’ (Posesión comunal de la tierra).

[7] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-2015.