Venezuela: ¿Y después del chavismo qué?

El chavismo no fue una doctrina por mucho concepto, programas y metodologías que trabajamos, tampoco era el cometido. Mas bien esa productividad teórica hay que dejarla volar, dejar de adherirla a identidad ideológica alguna, que el sentido igualitario, solidario, constituyente, autogobernante, autorganizativo, refundatorio, moral, socializante, territorial, soberanista, ecológico, feminista, nuestramericano, bolivariano, que en algún momento absorbió el chavismo, se despliegue mucho más allá de él para reencontrarse en una nueva aurora, y nuevas síntesis políticas



¿Y después del chavismo qué?
Por: Roland Denis | Viernes, 02/10/2015 09:07 AM
Aporrea

Eduardo Galeano: “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”

Nietzsche en su texto sobre Zaratustra (”Así hablaba Zaratustra”, por cierto texto muy leído y recomendado por Chávez en sus últimos años), en él escribe:

“Yo no te dejo, el tiempo esta revuelto. De una primera a una segunda aurora me viene una nueva verdad… el creador, el cosechador, el celebrante de la fiesta, eso es lo que yo quiero asociar; es el arcoíris lo que yo quiero mostrar, y todas las escalas del superhombre… hacia mi destino yo quiero ir, yo quiero mi camino, por encima de los temblores, por encima de los charcos yo saltaré. Así mi avance será su declinación” (traducción propia).

Siempre me llamó mucho la curiosidad de ese apego final de Chávez hacia Nietzsche que aparentemente no concuerda para nada con los rastros bolivarianos y socialistas que lo vimos manejar por años. Hoy quizás fuera del chavismo puedo al menos intuir la razón. Un amigo me lo recordaba leyendo la última parte del texto del “Adiós al chavismo”: es necesario morir para poder renacer, así estamos siendo un mensaje central en Nietzsche que queda implícito en el escrito.

En efecto este país está muerto, desde la cueva de gánster burocráticos, bancarios, importadores, etc., lo han destrozado literalmente, lo han dejado retumbando en la nada productiva, nos han dejado paupérrimos, bachaqueando, limosneando la última ayuda, el pedacito misericordioso de “misión” que nos salve.”Somos lo que hacemos” –dice Galeano-, “somos lo que producimos” añadiría, para “cambiar la –fatalidad- de lo que somos”. Luego, entendamos que hoy nada o muy poco tenemos para cambiar un mundo, lo que viene en adelante será tiempos muy fuertes por decir lo menos. Pero así mismo, queremos vivir, queremos renacer, claro que sí, queremos la revolución claro que sí, claro que nos da la gana de cambiar el mundo, encontrar una nueva aurora, reencontrar el sentido de ser, pero no desde el muñequito egocéntrico e individualista que nos venden, sino como pueblo como comunidad, como esfuerzo solidario por el bien de todos, aquí desde la patria que nos parió.

Si Chávez se concentró tanto en el Zaratustra de Nietzsche, es porque necesitaba desesperadamente vivir, no dejar que lo mate la muerte que se le venía encima obviamente, pero al mismo tiempo entendía que antes tenía que matar el delirio que lo había atravesado por años, y allí es donde estaba Zaratrustra para decírselo. El delirio de ser el guía y la conciencia de un pueblo, su luz y su crítica, su propia autocrítica; el “Chávez es el pueblo”. El único que tenía el derecho para emplazar públicamente a sus mismos ministros y militares, pero cuando un cualquiera lo hacía, como este pendejo que escribe, era inmediatamente recriminado, marginado y criminalizado. El delirio que desgraciadamente fue la primera causal de que el chavismo y el país mismo mueran con él. La angustia desbordante de tener que “ser todos” que lo invadió como caudillo. Si Chávez leía a Nietszche con esa pasión era porque había entendido toda esta trampa en que él, y con él una nación entera, estaba metido. Estoy seguro que lo leyó para ayudarse a reconstruir el “espíritu libre” que lo convirtió atrás en un auténtico subversivo sin intenciones de caudillo. Pidió entonces que “todo seamos Chávez”, no solo él, pero ya era tarde.

A la final no pudo lograrlo, y no se atrevió a matar ese delirio, a destrozar el entorno de adulantes gansteriles en que él mismo se apoyaba para reafirmar su caudillismo. Murió en su tragedia, cosa muy nietzscheana. Su muerte nos invadió a todos como movimiento y como nación. Por ello, por el respeto a quien fue y el que a la final no pudo ser, porque no se atrevió a ello o no encontró el camino de morir y renacer, porque él también era un hombre y nada más de este pueblo, con todas nuestras estupideces y limitaciones, dejémoslo morir en paz. Que la memoria “chavista” de la cual tantos miles se reivindican, pueda morir tranquila para renacer ya no en el hombre que no pudo, sino en el pueblo que vuelve a volar, que vuelve a sublevarse, que trasciende por completo al caudillo, es decir, que deja de ser chavista. Dejemos atrás, guardado y en silencio, el retrato, el lindo recuerdo de alguien que los “gánster” utilizan hasta el cansancio y el irrespeto total para reproducirse en el poder. Respetemos más bien esa memoria, entendamos su tragedia, respetemos su muerte, y volvamos a la alegría, al “espíritu libre del superhombre” que nos pide el Zaratustra de Nietzsche, el libro que no pudo concluir Chávez.

Por ello, vuelvo y repito, el chavismo muere con Chávez, y así tenía que ser. Y por ello igualmente, si entendemos que el chavismo fue sustancialmente un extraordinario movimiento de masas, capaz de gritar las verdades más duras y necesarias, construir los nuevos ideales y así mismo enfrentar a cualquier precio la basura que quiso en algún momento arrebatarnos a sangre y plomo la esperanza, ese movimiento hoy en día está totalmente pisoteado y ahogado en la nada por la jerga gansteril y su manipulación mediática. Y allí donde pretende brotar de nuevo, gritar su memoria, su derecho a revivirla, exponer su rabia y su resistencia, saben ustedes los niveles de agresión y represión que le esperan “en nombre de la lealtad y el chavismo, de la revolución y su gobierno”. Restableciendo una y otra vez esa polaridad “chavistas-escuálidos” que si en algún momento tuvo todo sentido hoy en día es solo una razón de desmantelamiento de toda forma de insurgencia, es decir, la herramienta más reaccionaria con que cuenta el poder constituido; el pacto implícito y silencio entre los bloques políticos dominantes: escuálidos y chavistas .

Si es así entonces es que está muerto, y así tenemos que asumirlo. Muerto porque a la final todas las resistencias callan, dudan y hasta se avergüenzan de sí mismas al sentirse contrarias a la “identidad chavista”, su gobierno y su burocracia. Donde nadie pega el grito absolutamente imprescindible y justo frente al desastre que la jerga gansteril nos obliga hoy en día a vivir, porque no terminamos de admitir que ese chavismo fogoso, creador, heroico, está acabado, y que es necesario terminar de matarlo para restablecer la aurora, en la misma medida en que Chávez entendió que tenía que matar su propio delirio.

Muchos por lo visto denigran de todo adiós (no quiero hablar de insultos que también proliferan, gracias en todo caso porque también son parte del debate), conservando la “verdad eterna” del hombre y del chavismo que produjo. Pero permítanme decir algunas cosas. El chavismo no fue como lo quieren algunos, una especie de esencia verdadera de lo que es una auténtica revolución socialista sin socialdemócratas ni anarquistas. Por favor esa es la misma escuelita dogmática de los que en su grupito se creen depositarios de la verdad revolucionaria y desde allí juzgan el mundo entero, cosa que ya hace treinta años superamos. A lo mejor en mi caso y de tantos otros, otras, somos una cuerda de desequilibrados “anarquistas” (a mucha honra si pudiese serlo pero no me atrevo), los otros unos pobres reformistas socialdemócratas, ¿y qué?, traigan entonces a la idea, es decir, al Dios verdadero, ¿dónde está? Ese chavismo no entendió para nada ni siquiera la raíz de lo que reivindica. El chavismo no fue una doctrina por mucho concepto, programas y metodologías que trabajamos, tampoco era el cometido. Mas bien esa productividad teórica hay que dejarla volar, dejar de adherirla a identidad ideológica alguna, que el sentido igualitario, solidario, constituyente, autogobernante, autorganizativo, refundatorio, moral, socializante, territorial, soberanista, ecológico, feminista, nuestramericano, bolivariano, que en algún momento absorbió el chavismo, se despliegue mucho más allá de él para reencontrarse en una nueva aurora, y nuevas síntesis políticas. Ellas son ideas flotantes, senderos colectivos de una “razón de todos”, no doctrinarias, más bien instrumentos intelectuales de la lucha que todavía falta mucho por desarrollarlas, y que ningún “chavista” tiene derecho a meterlas en su cajetín de verdades. Son el contenido de un “espíritu libre” que apenas una pequeñita parte de nuestra población lo asume, lo practica y lo profundiza. Y la idea es que ellas sean patrimonio de muchísimos y muchísimas más, que puedan recrearse, radicalizarse en esa expansión multitudinaria del horizonte revolucionario y no de autonombradas vanguardias.

El chavismo tampoco pudo ser solo un sentimiento, ni es hoy una pureza contraria a la corrupción y la burocracia. Esa es una mentira que nos atrapó por años y que nos fue poco a poco aniquilando como movimiento aguerrido y en lucha. Por años nos hemos mentido a nosotros mismos, creyéndonos la expresión “pura” de algo que la burocracia embasuraba. Ese sentido puritano -”el verdadero chavismo popular”- de la identidad es lo más inmovilizante y despolitizante para cualquier movimiento real que pretenda transformar la realidad. Caso concreto por ejemplo, tomemos a uno de los tantos gánster que creo que nadie objetara nombrarlo como tal porque lo es sin duda de ningún tipo. Me refiero a Rangel Gómez, gobernador de Bolívar. Bien, ¿dónde está el verdadero “chavismo puro y popular” que al menos se ha atrevido a promover un movimiento en función de revocarlo del cargo y llevarlo a juicio?. Ninguno, todos los “chavistas verdaderos y puros” precisamente por ser chavistas a la hora de la verdad han arrugado o el mismo poder lo ha dividido y desmantelado, cuando no matado y encarcelado, que en eso también sobran los casos. El movimiento chavista en ese sentido o se ha convertido en una masa desmovilizada y nihilista como me decía mi hija, que se ha despotenciado por completo, sin dejar que la verdadera rebeldía, la justa y autentica lucha, pueda realizarse. Los “puros” hemos sido por años los primeros cuellos de botella de la lucha revolucionaria.

El movimiento chavista muere en ese sentido cuando pierde todo su sentido heroico, muere atrapado en un conservadurismo absoluto porque ya no cree ni en sí mismo. Cualquier miedo, por ejemplo el “terror” de que lo que haga le sirva a los “escuálidos”, lo paraliza por completo. En otras palabras, esa pureza es pura paja mental, moralista, sentimentalista, religiosa, propia de nuestros límites y miedos como pueblo, totalmente reactiva y conservadora. Eso es lo que nos convertimos “los puros”. Y cuidado si entre tanto no nos convierten en la base social represiva y fascista que necesitan los sultanes del poder a la hora que este pueblo vuelva a despertar; cuidado que eso ya está pasando.

No hay ni esencias ni purezas verdaderas, claro, quien quiera situarse allí muy bien, cada quien tiene derecho a ahorcarse del palo que prefiera. Pero al menos asuma que a estas alturas, bajo una situación que justificaría movimientos en el límite de una nueva insurrección dado el desastre que vivimos, y que el imperialismo más que ser el responsable se ríe observando cómo nos desmoronamos solos, aguantando la guerra económica y burocrática en que la jerga gansteril nos tiene encerrados, el chavismo no está sirviendo para nada. ¿Dónde están las manifestaciones por la tierra, por el salario, por la producción, por el derecho a la vida, por el derecho a la alimentación, la justicia, el ejercicio real del poder popular, que debería el chavismo vivo estar promoviendo en todo el país?. Nada o casi nada, por el contrario, el chavismo, hasta el más puro y revolucionario de todos, como movimiento de sistemática desmovilización y parálisis, en su terrible silencio, está dejando que sea la derecha en su perfecta demagogia quien se asuma “la salvadora de los pobres”.

¿Qué viene entonces después del chavismo? Primero la nada, así estamos. Completamente desprovistos de mecanismos productivos y organizativos masivos, mucho menos de defensa y comunicación. Solo un pequeño 5 por ciento de la población y cuidado si no exagero, se ha insertado directa o indirectamente dentro de las dinámicas productivas y autogobernantes de esta historia. El resto del pueblo pobre, mas esa inmensa cantidad de profesionales, técnicos, pequeños propietarios, cooperativistas, profesores núcleos de trabajadores formados, jóvenes que apenas empiezan su vida, que hace años al menos en un porcentaje significativo han debido ser los protagonistas de de una nueva vida, libre y creadora, en estos momentos están tirados al garete del desastre, sin hilos organizativos que no sean los de la sobrevivencia y refugio individual, en el mejor de los casos, y en los peores, los de la violencia y el bandolerismo que nos va cercando comunidad por comunidad.

Pero si reconocemos la crudeza de esa realidad, una realidad que nadie tiene el derecho a estar justificando con enemigos externos, guerras económicas, imperialistas escondidos, sino que es el desastre que es y punto, esa nada, como la muerte nietzscheana, se nos puede convertir en un motor extraordinario de creación colectiva. Después del chavismo o viene nuestra propia revolución o moriremos en la misma medida de la tragedia de Chávez. Sin reventar lo que tenemos que reventar, sin hacer la justicia contra esta caterna gansteril que tenemos que forzar, sin abrir el camino político y organizativo que tenemos que abrir, sin fabricar los espacios de gobierno popular que hay que articular en todo el país, y sobretodo, sin recrear la unidad del pueblo en lucha, su unidad práctica y espiritual, lo que nos vendrá es un miserable neoliberalismo, impuesto a violencia y bajo la complicidad de inmensas cantidades de pueblo, no les quepa la menor duda, gane quien gane elecciones y cargos. El Estado siempre será el pináculo más acabado de la opresión.

Formulitas precisas no tengo ninguna, y no soy nadie para ofrecerlas. A lo mejor personalmente como muchos me han atacado, yo lo que estoy es tirándome a rendir, y mañana me refugio en un club de barajas en Cumana para hablar de mujeres lindas, las picardías del comandante y un traguito en mano con los viejos amigos. “Pobre del pueblo que necesita de héroes” como decía Bertolt Brecht, y así lo asumo. Dejo esto hasta aquí, advirtiendo que este largo adiós no tiene la intención de estar convenciendo a nadie (en el fondo son reflexiones para mí mismo, como hormiguita más dentro de esta historia) ni mucho menos de formar movimientos de los que decimos adiós al chavismo, cosa que sería bastante ridícula. Esto es un acto personal, que estoy perfectamente consciente que me va a dejar más solo que nunca; necesaria soledad que como muchas es un momento necesario a nuestro crecimiento espiritual. Que lo he hecho público en sus argumentos para servir en algo al alimento de nuestra conciencia colectiva, a su problematización, a su negación y debate, también a su arrechera que siempre es buena como a su superación, y al menos un pellizco chiquitico pero doloroso dentro de la caterna gansteril. Cosa que esta lograda, eso sí me tiene muy contento; pocas veces, pero de vez en cuando las palabras por sí solas sirven, y en este caso ha sido así…¡volvemos por todos los caminos!