Chile: Farmacias baratas y verduras caras

No se trata de un choque civilizatorio, sino de una civilización decadente a través de la cual se va abriendo paso gradualmente por sus grietas, fisuras y periferias, una nueva forma civilizatoria de entender y vivir la vida en común, de modo que dejemos las farmacias populares para los análisis de compraventa mercantil y curémonos y armonicémonos entre nosotros mismos y con la madre tierra.



Chile: Farmacias baratas y verduras caras

Por Jaime Yovanovic Prieto

Muchas personas se han entusiasmado por las farmacias populares, que si bien toda bajada de precios cae bien, comprar y vender productos de las empresas químico-farmacéuticas es no sólo pelotear con el mercado, sino que con la vidal la salud y la dependencia a los fármacos, funcional al modelo de salud mortífero que desnudó Iván Illich, el cura austríaco autor del importante libro “Némesis médica. La expropiación de la salud”.

Mientras las verduras y alimentos básicos suben, la química baja. Sospechoso, por decir lo menos. Aumentar la clientela electoral del municipio a base del aumento y facilidades de consumo de veneno que genera adicción, ya que si resolviera situaciones corren el riesgo de no vender más. Paliativos y mejorarles que quitan el dolor y lo que haya, pero a costa de tener que comprarlos una y otra vez, o sea, su consumo consume, siendo orientado a aumentar la clientela.

Cuantas veces he escuchado y leido severas críticas a los remedios industriales, que son tan peores como los transgénicos para la salud. Me sosprendo de ver como se extiende la conciencia de la necesidad de cambiar el uso de químicos por medios naturales. En Valparaíso hacen nata los que promueven las medicinas naturales y los tratamientos alternativos, aunque si empezamos a levantar las cortinas que tapan los hechos, encontramos detrás intereses comerciales, partidarios, de sectas, corrientes, grupos de afinidad y etc. que hoy día guardan silencio cómplice ante la ofensiva de los grupos de interés detrás de las famosas “farmacias populares”. A muchos de ellos no se les mueve un pelo y ven esas farmacias simplemente como “competencia” a la que hay que derrotar acrecentando los clientes propios, en especial mediante discursos ideológicos, apelando a la conciencia, al cosmos y a la cacha de la espada, por eso se introducen entre los grupos y dinámicas alternativas, centros “culturales” y “comunitarios” para vender su pomada de agua bendita que todo lo cura.

Todos ellos forman con el comercio y las instituciones un sólo paquete, el paquete sistémico de la salud, salvo honrosas excepciones, que en Valparaíso son harto pocas, por decirlo en coa. Las ofertas de sanación que circulan hasta en la sopa y se entremezclan con las metodologías del sistema oficial de salud, llegan a constituir una amplia gama que más que curar, cultiva y reproduce clientela, a la que le bastaría un abrazo para recuperar el equilibrio perdido, situación en la que estamos inmersos todos y cada uno de los habitantes de esta ciudad y, en general, de los territorios ocupados por el estado chileno y en la mayoría del planeta, salvo en las comunidades indígenas y las nacientes y crecientes comunidades barriales que están recuperando el equilibrio y la armonía sobre la base del común, las formas de vida de cotidianeidad compartida entre vecinos y la retomada de los vínculos interactivos con la madre tierra, dos elementos esenciales de la “farmacia” comunitaria: el equilibrio, armonía, circulación energética, cooperación y apoyo mutuo entre los que habitan una localidad o barrio y los productos naturales producidos por ellos mismos de alimentación, medicina, prevención, aliños y materias primas para elaboración de jabones, champú, etc.

No se trata de un choque civilizatorio, sino de una civilización decadente a través de la cual se va abriendo paso gradualmente por sus grietas, fisuras y periferias, una nueva forma civilizatoria de entender y vivir la vida en común, de modo que dejemos las farmacias populares para los análisis de compraventa mercantil y curémonos y armonicémonos entre nosotros mismos y con la madre tierra.

Jaime Yovanovic Prieto
unilibre@gmail.com