La guerra permanente. Aproximaciones a las estructuras y ciclo largo de la guerra en Colombia

Excelente análisis de la teoría, historia y práctica de la guerra en general, en nuestro continente Abya Yala y en Colombia en particular, desde la teoría de la complejidad



Aproximaciones a las estructuras y ciclo largo de la guerra en Colombia
La guerra permanente

Raúl Prada Alcoreza

Dedicado a Lepoldo Múnera, profesor crítico de la Universidad Nacional de Colombia, intelectual libertario; a Carolina Jiménez, docente comprometida de la misma universidad, combatiente por la paz.

A modo de introducción

Este ensayo comienza una secuencia que busca conformar un bloque de reflexiones, basadas en descripciones, algo así como el Acontecimiento Brasil y el Acontecimiento México, que ya escribimos y publicamos. Esta secuencia de ensayos correspondería, entonces, al Acontecimiento Colombia. Cada acontecimiento histórico-político-social-cultural es singular. En el caso de Colombia su singularidad se teje a partir del acontecimiento de la guerra larga. En este ensayo intentamos proponer una interpretación prospectiva, que ayude en la comprensión del tejido espacio-tiempo-territorial-social colombiano desde la perspectiva del pensamiento complejo.

Consideraciones conceptuales

No parece ser la guerra un fin en sí mismos, tampoco un principio; algo así como si estuviéramos condenados a una matriz inicial. La guerra parece ser, mas bien, un instrumento o una maquina armada con instrumentos. ¿Esto la convierte en un conjunto de instrumentos de la política, por así decirlo? En un escrito anterior dijimos que no se puede sostener ninguna de las hipótesis o tesis contrastantes; la de que la guerra es la continuación de la política; la de que la política es continuación de la guerra[1]. Dijimos que ambas se dan juntas, entrelazadas e integradas. No se deja de hacer política en la guerra, no se deja de hacer la guerra en la política. Como se puede ver tampoco se puede convertir a la política en un fin ni en un principio. Más parece ser un medio, aunque también un ambiente, si consideramos su raíz, polis. Pero, en todo caso, aunque no estemos de acuerdo con esto de fin y de principio, que responde al imaginario histórico y linealista, también al imaginario pragmático; ¿de qué serían instrumentos o medios, la guerra y la política? ¿Del Estado? Dejemos el tema de las guerras en sociedades sin Estado; si se las puede llamar guerras o no, también el tema de si hay sociedades sin Estado. Quedémonos en esta hipótesis, sin discutirla todavía, de que el Estado tiene fines, se planea fines, entonces recurre a la guerra y a la política para lograrlos. ¿Cuáles serían los fines del Estado?

¿La dominación? ¿El control? ¿La conquista? ¿El territorio, los recursos, los bienes, las riquezas, las poblaciones? ¿La expansión? ¿La victoria en una competencia, por los mercados, por las tecnologías, por el excedente? Por ahí se mueven las tesis de las teorías del Estado, de la guerra y de la política. Empero, esto es como proponer la tesis de una guerra permanente. La guerra sería como una condición permanente, pues hay que mantener la dominación, el control, la expansión; preservar los territorios, los recursos, los bienes, las riquezas, defender o mantener las poblaciones, no perder la victoria. ¿No es esto desgastante a la larga?

La guerra sería desgastante y costosa para el Estado y para la sociedad que sostiene a ese Estado. ¿Tiene sentido algo como la guerra permanente? Visto de esta forma no parece tenerlo. Sin embargo, los estados atrapados en geopolíticas parecen apostar por este sinsentido, creyendo encontrar en la guerra su sentido. ¿Por qué lo hacen?

Antes de intentar responder esta pregunta, debemos también aclarar que no solamente los estados recurren a la guerra, sino también las sociedades o parte de las sociedades, cuando consideran que hacen la guerra contra el opresor. Aunque sean menos los casos evidentes o patentes; también aquí se tiene algo parecido a una guerra permanente, cuando la guerra se prolonga contra el Estado. ¿No ocurre lo mismo que le ocurre al Estado: una guerra permanente desgasta? Hay sociedades donde no parece ocurrir esto; se encuentran décadas guerreando contra el Estado. ¿Se desgastan o se fortalecen? ¿Por qué no pueden terminar la guerra? ¿Acaso en el anterior caso, el de la guerra permanente del Estado, y en el caso posterior, el de la guerra permanente de la sociedad contra el Estado, no se convierte la guerra en un fin en sí mismo?

Es tan larga la guerra, que aparecería como un antecedente del mismo Estado; no solamente como fin, sino como una manera de ser Estado. Lo mismo, aparecería como una manera de ser sociedad. La guerra no solo como el acontecimiento que hace inteligible a la sociedad, sino la guerra como lo que hace a la sociedad misma, la constituye[2].

No parece factible recurrir a la teoría de la conspiración para explicar este fenómeno de la guerra permanente. Hay algo en el Estado que hace lo hace recurrir a la guerra permanentemente, hay algo en esa sociedad singular que la hace recurrir a la guerra permanentemente. Hay también algo en la guerra que consolida al Estado, hay algo en la guerra que cohesiona a la sociedad.

Este algo parece tener que ver con que el Estado se apropia de la heurística y hermenéutica de la guerra, que es como un habitus de los nómadas, por así decirlo; mejor dicho una techné nómada. Gilles Deleuze y Félix Guattari decían una máquina de guerra nómada[3]. Al estatalizarse la guerra se transforma, se militariza, se institucionaliza; incluso se fija, se vuelve sedentaria. Se puede también atribuirle un carácter jerárquico de mandos, de distinciones entre oficiales y soldados. Ya no se trata de la iniciación ni del prestigio del cazador, sino del servicio obligatorio, del deber, de la profesionalización de los oficiales, de la ceremonia institucional de las órdenes y las obediencias. Ya no se trata del saber territorial de los nómadas, sino de la geopolítica, una pretensión de ciencia del espacio, con el objeto de su dominación.

El Estado moderno, el Estado-nación, han capturado, por así decirlo, la máquina de guerra nómada, después que el Estado despótico lo ha hecho. Ciertamente, la guerra ya no es la misma, que cuando los nómadas; la guerra que era para las sociedades nómadas parte de su movimiento, de su desplazamiento, continuo, también intermitente, incluso, se puede decir cíclico. Movimiento y desplazamiento que inventa el espacio con sus recorridos, que hace que la sociedad forme parte de los espaciamientos, de los ciclos territoriales, de los circuitos geográficos. Que respecto a las ciudades de donde emerge el Estado, las ocupa de manera sorpresiva; de repente aparecen, llegan, acampan; al principio son unos grupos dispersos; después se suman más; para luego ser multitudes, que se apoderan de la ciudad. La guerra es un juego, una artesanía y arte lúdico para los nómadas. En cambio, cuando el Estado aprende las técnicas de la guerra de los nómadas, convierte a la guerra en una formalidad; deja de ser un juego para convertirse en un conjunto de dispositivos institucionalizados, con el objeto de las dominaciones. Si los nómadas destruían a veces las ciudades o las fortalezas del Estado, aunque no siempre ocurría esto, pues las ciudades para las sociedades nómadas, son lugares de intersección, lugares donde se hace intercambio y se consiguen bienes. No tenían por qué destruirlas, salvo tomarlas provisionalmente, dado el caso. En cambio, el Estado, planifica la destrucción sistemática, pues para el Estado su ocupación es de conquista.

Entonces, la guerra tiene un sentido diferente para las sociedades nómadas que para el Estado. El Estado requiere de la guerra institucionalizada para vencer a los nómadas, que forman parte de sus preocupaciones paranoicas. El Estado se siente rodeado, sitiado, acechado, por los nómadas. Tiene que vencerlos, si es posible destruirlos, hacerlos desaparecer de la faz de la tierra; son su pesadilla. El Estado requiere de la guerra para conquistar, expandirse, someter a otros estados o destruirlos. Requiere de la guerra para someter a su propia sociedad institucionalizada, para mantenerla subordinada.

Las sociedades que entran en guerra con el Estado, se llame guerra civil, insurrección, guerrilla, teniendo cada una de estas formas su propia singularidad, en parte retornan a la guerra nómada y en parte retoman la forma de la guerra institucionalizada. En la medida que ocurre lo primero, se convierte la guerra en una guerra no solamente contra-estatal, sino de contra-poder, generando alternativas al Estado, a partir de las prácticas alterativas nómadas. En la medida que ocurre lo segundo, la guerra institucionalizada contiene al Estado como realización, entraña un proto-Estado. En este sentido, la guerra no sale del círculo vicioso del poder. Si vencen los sublevados, en este caso, instauran un Estado y repiten la historia anterior, de otra manera, con otros personajes, con otros discursos, quizás con otras características.

Se entiende entonces, que la guerra se vuelve permanente para el Estado, en tanto y en cuanto el Estado está en permanente guerra contra las sociedades nómadas, contra la sociedad alterativa; no solamente contra otros estados. Se entiende que la guerra se vuelve permanente para la sociedad que entra en guerra con el Estado; empero, apunta a un nuevo Estado, privilegia este aspecto de la guerra. Se trata de la misma guerra permanente, solo que no siendo todavía Estado. Si fuera diferente, si la guerra de la sociedad contra el Estado, privilegiara la alteridad contenida en la sociedad, los nomadismos contenidos en la sociedad, si optará por la guerra nómada, la guerra volvería a ser constitutiva de la sociedad nómada. La guerra volvería a formar parte de los continuos movimientos y desplazamientos, de las constantes invenciones, composiciones, asociaciones y combinaciones, que teje la sociedad alterativa. La guerra volvería a ser el juego lúdico de la sociedad en constante devenir.

Ahora trataremos de proponer hipótesis interpretativas de la larga guerra colombiana, que no se la puede entender como guerra prolongada, pues es más larga que la guerra prolongada; se trata de un ciclo de larga duración, que comprende sus estructuras de larga duración. Antes, haremos un repaso descriptivo del cronograma de esta guerra larga.

Descripción de la guerra larga

Se dice que el Estado-nación de Colombia fue muy inestable entre 1839 y 1885, lapso cuando se dieron lugar a unas secuencias de guerras civiles, inscribiendo su huella perdurable. Estas guerras civiles respaldaron cambios constitucionales, cambios de régimen, incluso cambios de nombres. Un golpe político militar llevó al poder a José María Melo, en 1854; gobierno de facto que duró solo algunos meses. Derrocado Melo, se promovió el reajuste del ejército; lo que parecía ser la condición necesaria para instaurar el federalismo establecido en 1858. Sin embargo, esta situación no duró mucho; al poco tiempo estalló la quinta guerra civil, con una rebelión en el estado de Cauca. Desde entonces se hizo patente la inestabilidad, hasta 1876, en todo el periodo de legalidad de la Constitución de Rionegro; Constitución que otorgaba autonomía a los estados, así como permitía la organización de ejércitos regionales, que hacían de contrapeso al gobierno central. En este panorama regional, estallaron cerca de cuarenta guerras civiles regionales, solo una nacional. Los liberales radicales, insatisfechos ante este equilibrio inestable entre regiones y gobierno central, se levantaron en armas, intentando derrocar al presidente Rafael Núñez, en 1884, empero, el levantamiento fracasó.

La llamada Guerra de los Mil Días da comienzo al siglo XX. La crisis estatal se agrava con la pérdida de Panamá; separación instigada por las potencias imperialistas, que necesitaban el canal para ahorrar recorridos y tiempo, además de costos, en los viajes del Atlántico al Pacífico. En una coyuntura aciaga el presidente Rafael Reyes se ve presionado a renunciar (1904-1909). De todas maneras, en 1930, culmina la hegemonía conservadora despuntada en 1886. Un liberal ganó las elecciones presidenciales, poniendo fin a casi medio siglo de gobiernos conservadores. La presidencia de Olaya Herrera (1930-1934) comenzó el periodo denominado de la República Liberal; los liberales se sucedieron en el poder durante un poco más de una década y media; desde 1930 hasta 1946.

Después vino el dramático periodo denominado de “La Violencia”; se trata de los doce años, que se extienden de 1946 a 1958. Hablamos de guerra civil prolongada entre liberales y conservadores; se dice que esta guerra arrojó más de 300 mil muertos. Como consecuencia de esta guerra civil, se ocasionó el desplazamiento de miles de campesinos, trasladándose a las ciudades, desalojando el campo, buscando refugio. Esto cambió la composición demográfica, la población dejó de ser rural, transformándose en urbana. En 1946 el 42% de la población de Colombia ya vivía en la ciudad; siguiendo esta tendencia, en 1959 la proporción urbana alcanzó al 53%; en el año 2005 la población urbana constituía ya el 74,3%.

En las regiones y zonas desalojadas y despobladas las tierras fueron compradas a bajo precio por la burguesía industrial. Hablamos de regiones como el Valle del Cauca, la sabana de Bogotá, Tolima y Meta. Las haciendas establecidas se dedicaron a la producción agraria capitalista. Los campesinos migrantes se transformaron en el proletariado agrario.

Los conservadores retomaron el poder; sin embargo, en otras condiciones que antaño; no lograron las mayorías en el Congreso. Además no fue nada tranquilo su periodo de gobierno. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, desencadenó la revuelta y la insurrección popular, conocida como el Bogotazo. Volvió el fantasma, el espectro y el cuerpo martirizado de la guerra civil; la misma que se dilató hasta 1960. Los conservadores permanecieron en la presidencia hasta 1953; momento en el cual se dio un golpe de Estado, haciéndose cargo del gobierno de facto el General Gustavo Rojas Pinilla.

El gobierno de Rojas Pinilla hizo propuestas de paz para terminar con la guerra civil; un grueso de las guerrillas entregaron sus armas; sin embargo, al poco tiempo varios de los guerrilleros que lo hicieron fueron asesinados. Ante estas circunstancias, liberales y conservadores se pusieron de acuerdo, poniendo fin a la dictadura de Rojas Pinilla. Se conformó una Junta Militar provisional; en ese panorama político se organiza el Frente Nacional, buscando garantizar el retorno a la democracia electoral, acordando la alternancia en la presidencia entre liberales y conservadores.

Se puede decir que el acuerdo entre liberales y conservadores, la conformación del Frente Nacional puso fin a la guerra civil de estas dos corrientes políticas, una guerra civil que atravesó el país durante un siglo. Culminaron las guerrillas liberales. Sin embargo, se estaba lejos de acabar con el conflicto armado, cuyas raíces se encuentran en la lucha de clases, en la dominación y la exclusión social, en la explotación y subordinación social, también racial. Emergieron de este contexto y de sus espesores sociales otros proyectos guerrilleros. En 1964 nacen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el 7 de enero de 1965 el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en julio de 1967 el Ejército Popular de Liberación (EPL), en 1984 el movimiento indigenista Quintín Lame (MAQL) y el 19 de abril de 1970 el M-19.

Se puede catalogar como historia reciente la temporalidad comprendida desde 1960 hasta nuestros días, que nombramos como presente. En el presente estamos ante los llamados Diálogos de Paz, que se llevan a cabo en la Habana, entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y las FARC; así como entre el gobierno colombiano y el ELN, en Ecuador. Cada cuatro años entre 1982 y 2002, los llamados Diálogos de Paz, las negociaciones involucradas, han variado de acuerdo al perfil del gobierno y los criterios asumidos. Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos fueron los presidentes sucesivos desde el 2002 hasta el presente, siendo el último el presidente vigente de la república de Colombia. En este periodo se han desvinculado cerca de 54,000 guerrilleros y paramilitares. En contraste, las Fuerzas Armadas regulares se han venido fortaleciendo continuamente. También, en el periodo, se ha implementado el conocido Plan Colombia, plan diseñado entre el gobierno colombiano y el gobierno de los Estados Unidos de Norte América. Uno de los puntos de este plan tiene que ver con la disminución progresiva de cultivos ilícitos, principalmente de la hoja de coca. El incremento de las prácticas para erradicar los cultivos ilícitos, han ocasionado el descenso de Colombia al tercer lugar de producción mundial de cocaína, dejando de ser el principal productor; sitio que ocupó por décadas. Sin embargo, con la desmovilización de las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que son los paramilitares, a mediados de 2006, las denominadas bandas criminales (BACRIM) se han hecho cargo de las actividades realizadas por los paramilitares.

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos promueve, desde 2012, en los Diálogos de Paz, un proceso de paz con la guerrilla de las FARC-EP en La Habana, Cuba, buscando encontrar una salida política al conflicto armado. Por otro lado y paralelamente, viene efectuando otro proceso de paz con la guerrilla del ELN en Ecuador. Ambos procesos son dificultosos y delicados; han dibujado un recorrido difícil y sinuoso. De todas maneras, parecen avanzar. Sin embargo, la gran ausente en estos Diálogos de Paz es la misma sociedad colombiana, la gran afectada por la larga guerra[4].

Se puede decir que el conflicto armado en Colombia corresponde a una guerra asimétrica de baja intensidad[5]. Las fuerzas involucradas en el enfrentamiento son el ejército regular de Colombia, los ejércitos irregulares de las guerrillas, los destacamentos paramilitares y los brazos armados del narcotráfico. El conflicto armado ha pasado por varias etapas de agravación de la conflagración múltiple, por así decirlo[6]. A pesar de haber adquirido características singulares, un perfil y estructuras singulares, el conflicto armado, en la historia reciente, el mismo tiene sus nacimientos en los espesores de la matriz histórica-política del periodo de “La Violencia”. Guerra civil entre liberales y conservadores, que tiene, a su vez, sus emergencias, en la entonces llamada la Nueva Granada, que, posteriormente se independizó de la Corona española[7]. Es cuando se inicia una querella sobre la forma de Estado[8].

La pregunta que vamos a hacernos es: ¿Cuál es la complejidad del conflicto armado? Responder esta pregunta requiere no solo de aproximaciones a la experiencia social y a la memoria social colombiana, sino de la perspectiva del pensamiento complejo. Por de pronto, partiendo de algunos hilos del tejido espacio-temporal-social-cultural-político, de algunas miradas rutilantes, que hacen como iluminaciones de linterna, intentaremos proponer hipótesis interpretativas prospectivas.

Hipótesis 1:

Como en todo el continente de Abya Yala, los nacientes Estado-nación, lo hacían, es decir nacer, primero en el marco jurídico-político liberal; como si fuera la palabra de la ley la que diera vida a las flamantes repúblicas. Sabemos que no es así, que es al revés, si se puede hablar así, por lo menos para ilustrar, que es la materialidad histórico-política, que son las condiciones de posibilidad históricas-sociales-políticas-culturales las que posibilitan la edificación de la república. Al nacer en la ilusión jurídica, las flamantes republicas, ingresaron inmediatamente en una crisis estatal, de carácter institucional. Estaba la Constitución; sin embargo, la misma se aposentaba sobre un vacío institucional. En este contexto y coyuntura de Estado endeble, estallan los conflictos entre las fuerzas concurrentes y en competencia por el dominio político. Se puede decir que las fuerzas conservadoras eran como las fuerzas realistas, que basaban su derecho a gobernar sobre la base de la materialidad de sus propiedades latifundistas; en tanto que las fuerzas liberales basaban su derecho a gobernar en la Constitución liberal. Estas últimas eran, mas bien, fuerzas encargadas de cumplir las tareas pendientes, sobre todo de realizar la Constitución.

Los liberales han tenido un perfil, una composición, una convocatoria, mas bien, popular. Esto se explica porque su liberalismo apuntaba a la defensa de los derechos consagrados en la Constitución, beneficiando con esto a las mayorías. En tanto que los conservadores, mantuvieron una convocatoria, mas bien, elitista; sostenida en el poder, en el peso del dinero y de la riqueza, en la jerarquía de las familias. Aunque, lo que decimos tiene que ser matizado o regionalizado, pues también estamos ante la presencia de fuerzas centrífugas, que convertían a las regiones en países, hasta estados regionales, separados y en competencia; con sus propias jurisdicciones.

Se puede adivinar las ventajas comparativas, en términos de monopolio de violencias regionales, de las que gozaban los conservadores, pues ejercían un poder jerárquico, de abolengo, familiar, de intimidación, copando el ejército con la oficialidad ligada. También incorporaban a parte de los subordinados por coacción a las filas de sus ejércitos. Sin embargo, estas ventajas comparativas, heredadas, no pueden durar mucho tiempo, ante el fortalecimiento en crecimiento de la convocatoria liberal, mas bien espontánea, con adherentes y simpatizantes voluntarios, inclusive masivos, contando con la inclinación popular. Esta larga guerra civil entre liberales y conservadores no tuvo, en términos claros, un ganador; por eso, se explica el acuerdo al que llegan para gobernar mediante alternancia.

Si se puede decir, con toda la relatividad del caso, que el conflicto político, en torno a la forma de Estado, que alimentó la guerra civil, se resolvió, en los términos perentorios; esto no quiere decir, de ninguna manera, que los otros conflictos, sobre todo sociales, se resolvieron. No tardaran, estos conflictos, en prender de nuevo la mecha de la guerra. El conflicto social, que alimenta el decurso de la guerra larga, no ha llegado a ninguna resolución, hasta ahora. En los Diálogos de Paz se intenta encontrar acuerdos y mecanismos que coadyuven a esto. Sin embargo, parece más difícil encontrarlos, comparando con el conflicto político entre liberales y conservadores. La problemática social requiere tratamientos distintos a los procedimientos y negociaciones habidas entre liberales y conservadores. No está fácil llegar a acuerdos mientras persistan las problemáticas sociales. Si se quiere realmente llegar a resoluciones, aunque sea en forma de procesos, es menester abordar ampliamente estas problemáticas sociales. Si se las soslaya se está encaminando los Diálogos de Paz por un camino muy angosto, donde no cabe la complejidad de los tópicos y temáticas sociales; creyendo que se puede avanzar solo tratando el tema político. Es esta una equivocación. Aunque se llegue a feliz término en lo que respecta a la problemática política, que incluye la problemática militar, dejando pendiente las problemáticas sociales, no tardara de prenderse nuevamente la mecha de la guerra, en una sociedad que lleva la lucha de clases a la intensidad de la lucha armada. Mucho más aún cuando las clases dominantes pretenden dar en concesiones los territorios ocupados por las FARC a empresas trasnacionales extractivitas, buscando desalojar a las poblaciones que los habitan.

Descripciones de coyunturas dramáticas

El conflicto armado exteriorizó una vertiginosa escalada durante la década de 1980. La presencia de la guerrilla en varias regiones del país[9], los asesinatos selectivos de miembros civiles de la izquierda a manos de los grupos paramilitares, la aparición de tramos del narcotráfico, que chocan con la guerrilla, en el propagación de sus actividades delictivas, el secuestro extorsivo de familiares de capos del narcotráfico por parte de la guerrilla, todo esto coadyuvó a la escalada en el incremento y la intensificación del conflicto.

No hay que olvidar que es también durante la misma década, cuando Colombia experimentó transformaciones económicas; la transición de país cafetero a país minero y cocalero, contando con la participación económica de nuevos sectores de la agroindustria, así como de la economía extractivista, de la minería del carbón, el petróleo y el oro. Quedaría coja esta breve descripción si no se anota que se añade a esta descripción económica el suroriente del país, donde se expandió rápidamente la economía política de la cocaína.

Entre 1988 y 2003 es el lapso de mayor acentuación de la violencia[10]. Es en la segunda mitad de la década de 1990, cuando se presenta la mayor perversión del conflicto; se generalizan la toma armada de poblaciones, las desapariciones forzadas, las masacres indiscriminadas de civiles, el desplazamiento forzado masivo y los secuestros colectivos de civiles, militares y políticos[11]. La cima de esta intensificación beligerante aparece durante el lapso comprendido entre la presidencia de Andrés Pastrana y el gobierno de Álvaro Uribe; es cuando convergen explosivamente la movilización punitiva estatal, las acciones de las guerrillas, las violencias descarnadas de grupos de narcotraficantes y paramilitares.

Analistas creen que a partir de la desmovilización de los grupos paramilitares, entre 2003 y 2006, añadiendo un notorio decaimiento de la guerrilla, se da lugar un descenso de la intensidad del conflicto armado[12]. Sin embargo, a pesar de estas apariencias, las organizaciones paramilitares no cesaron su actividad amenazante y de terror; continuaron sus labores destructivas en su condición de carteles de droga, equipada con gran arsenal militar; estos paramilitares, ahora, son llamados BACRIM. La guerrilla preservó su capacidad de combate y ocupación territorial en determinadas regiones[13].

Conmensurando la huella de la guerra larga, un estudio, realizado en el 2013, cifró en 220,000 las muertes causadas por el conflicto desde 1958[14]. Esta cifra queda chica, cuando se abarca al resto de personas que han sufrido otros crímenes de guerra; la cantidad sobrepasa los 6 millones de víctimas estimadas. Hablamos de las personas que fueron desaparecidas, amenazadas, secuestradas, víctimas de algún acto de terrorismo, personas afectadas por el asesinato de un ser querido, víctimas de minas antipersonal, tortura, reclutamiento forzado de menores de edad y violencia sexual[15].

Hipótesis 2:

Para comprender estas sucintas descripciones es menester salir del discurso jurídico-político, de sus artículos, de sus enunciados, de sus principios legales, de sus representaciones. Es necesario situarse en los espesores de los juegos de fuerzas, que atraviesan cuerpos, e inscriben en ellos la intensidad de sus descargas. Es indispensable entender que estamos ante estados de situaciones que no pueden circunscribirse al concepto de Estado, incluso al mismo concepto de conflicto, así como al concepto de guerra institucionalizada. Estamos ante la elocuencia desenfrenada de fuerzas que usan toda la violencia posible para lograr sus objetivos. En pleno sentido de la palabra, no hay exactamente gobierno, sino administración de la guerra; las instituciones del Estado son dispositivos y engranajes de la guerra, destinados a ganar la guerra. En el mismo sentido, el ejército de liberación, las fuerzas de liberación, supuestamente al servicio de la lucha de clases, se convierten en dispositivos absorbidos a la vorágine de la guerra, descargando también toda la violencia posible para ganar la guerra. Y estamos ante destacamentos armados de las economías políticas del chantaje, de los tráficos, de la economía política de la cocaína. Estos destacamentos no pretenden ser otra cosa, estar al servicio del orden o de la liberación, como ocurre con el Estado o la guerrilla, sino de manera descarnada son lo que son, destacamentos armados para apoyar los recorridos de los tráficos y proteger a los carteles.

En esta cruda realidad, no se puede buscar su comprensión y su inteligibilidad, en las representaciones estatales, tampoco en las representaciones “revolucionarias”, mucho menos en donde no hay representaciones, sino, mas bien, un imaginario perverso de la riqueza y de la violencia, asumida como el paraíso de los violentos. Esta cruda realidad solo puede ser descifrada por la deconstrucción de los discursos, que encubren las apariencias, por la deconstrucción de las pretensiones institucionales, que se sustentan en principios categóricos, en el deber ser, así como en las promesas de los derechos. En la diseminación de las estructuras institucionales, estructuras de poder, que son las materialidades donde se edifican las violencias descomunales.

Estamos ante un Estado-nación que se comporta, efectivamente, como una máquina de guerra institucionalizada. Máquina de guerra de un capitalismo dependiente, extractivista, aditamentado con las formas del capitalismo especulativo, financiero, coactivo de las economías políticas del chantaje. Una máquina de guerra, articulada a las máquinas de guerra del imperio, que se ocupan del control policial mundial, del cuidado de los circuitos financieros especulativos, los circuitos de las materias primas, los circuitos de las mercancías, los circuitos de los capitales golondrinas, los circuitos de los tráficos. Si hay una economía nacional, hay que situarla como parte de esta singularidad compleja, que expresa el sistema-mundo capitalista en una localización desmesurada, por la violencia, agobiante por las coacciones contra la población, destructiva por la larga guerra dilatada en el espacio de los desacuerdos y las desigualdades, perversa por la administración rentista y el negocio creciente de la guerra.

Estamos ante una guerra, donde parece borrarse los perfiles contrastados, antagónicos, en lucha. Pues los perfiles tienen a parecerse, en la medida que ignoran a la sociedad sufriente, a las poblaciones afectadas, coaccionándolas, obligándolas a apoyos forzados. Esta ausencia de democracia, mucho más si se trata de democracia participativa, este descarte taxativos de consensos para la acción, esta imposición de verdades discursivas, desgastadas en el transcurso de las desafiantes singularidades complejas de los tejidos sociales, termina convirtiendo a unos y otros, en enemigos cómplices del poder, de la reproducción del poder, del circulo vicioso del poder, que solo puede marchar, capturando las fuerzas vitales de la vida.— NOTAS

[1] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. También Antiproducción. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/acontecimiento-politico-/. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/antiproduccion/. También en Amazon: https://kdp.amazon.com/bookshelf.

[2] Ver de Raúl Prada Alcoreza La guerra al interior de la periferia. También La “ideología” de la autocomplacencia. Dinámicas moleculares; La Paz 2015. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/guerra-al-interior-de-la-periferia/. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-ideologia-de-la-autocomplacencia-lecciones-de-la-guerra-del-chaco/.

[3] Ver de Gilles Deleuze y Félix Guattari Mil mesetas. Pre-Textos. Valencia.

[4] Texto: Colombia Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Colombia?oldid=87122754 Colaboradores: AstroNomo, Youssefsan, Llull~eswiki, PACO, Lord Sy, Randyc, Joseaperez, 4lex, Fibonacci, Sabbut, Moriel, Frutoseco, Jumaca, Sauron, T6435bm, JorgeGG, HeKeIsDa, ManuelGR, Hhofuentes, Bokpasa, Ruiz, Jsv, Angus, Romanm, Rumpelstiltskin, Sanbec, Zwobot, Dionisio, Yaazkal, Jibbon7, Robertocfc, Bigsus, 1297, Kusaja, Al-Andalus, LeoXV, Rosarino, Dodo, Ejmeza, Ascánder, Davidge, Sms, Alquimista de Viento, Alstradiaan, Rsg, Tostadora, Odalcet, SDGonBen~eswiki, B1mbo, Tano4595, Barcex, Galio, El Moska, Yakoo, PeiT, Dianai, Erri4a, Xatufan, Gazu, Korocotta~eswiki, Joao Xavier, Julianortega, Magerman, Almitra, Ikks, Ruyczard, Cinabrium, Julleras, Fmariluis, Darz Mol, Loco085, Vizcarra~eswiki, Noh1979, Huhsunqu, Balderai, Ecemaml, Casta2k, Kordas, Desatonao, Airtonjpb, Elsenyor, Renabot, FAR, Los Expertos de Todo, Digigalos, Taragui, Ictlogist, Alexan, Chlewey, Boticario, Simon Le Bon, Petronas, Pencho15, Hispa, Airunp, JMPerez, Edub, Yrithinnd, Taichi, Tequendamia, Emijrp, Rembiapo pohyiete (bot), Pipodv, Silvestre, Albeiror24, Alejandromorales, Magister Mathematicae, Susyboom81, Aadrover, Sietek, Phranciscusmagnus, Ppfk~eswiki, Orgullobot~eswiki, RobotQuistnix, Francosrodriguez, Platonides, Alhen, Mschlindwein, Chobot, Rakela, FenixPahedi, Arthecrow, Yrbot, Amadís, Baifito, Seanver, Augusto maguina, Carlos yo, BOTSuperzerocool, Oscar ., FlaBot, Germanfr, Varano, Vitamine, BOTijo, .Sergio, Kroyf, Jorgealberto, YurikBot, Orrego, Mortadelo2005, Jorpcolombia, AGT PIV, Jyon, Beto29, Diotime, Steinbach, KnightRider, The Photographer, Carlosrealm, YoaR, Dweigel, No sé qué Nick poner, C-3POrao, Juansebastian1987, FedericoMP, Txo, Cforeroo, Eskimbot, Jcmenal~eswiki, Bushhopper, JuanseG, Juancgp2004, Dove, Colombiacuriosa, Jaques Sabon, George McFinnigan, José., Cesarjoya, Maldoror, Cheveri, JMAPGGGonzalo, Chlewbot, Ljhenao, Ju985~eswiki, Lancaster, Tomatejc, Jarke, Filipo, Javifreud, Folkvanger, Martinwilke1980, Nihilo, Paintman, Axxgreazz, Jeanpal01, Jorgechp, Ubiquitous, Futbolero, Locutus Borg, Hansen, BOTpolicia, AndresEscovar, Qwertyytrewqqwerty, Enrikes, Gizmo II, CEM-bot, Gejotape, Wiki orange, Laura Fiorucci, Guerrillerord, Jazambra~eswiki, Dansar~eswiki, Fenix 2007, BOTella, Sabanero, JMCC1, Camilo9015, Torquemado, Salvador alc, Efegé, Durero, Xexito, Alfredo Molina, Dbot, Retama, Fidelmoquegua, Baiji, Jey90, Ugur Basak Bot~eswiki, Juanlo1, Ricardo Bello, Ed veg, Lf londonop, Roberpl, Erick91, JoRgE-1987, Davius, Rastrojo, Litigarcolombi@, Rosarinagazo, Antur, Felipnator, Link27, Pensador1971, SajoR, Mcetina, Jjafjjaf, Gafotas, Martínhache, Miotroyo, Luminordis, Montgomery, FrancoGG, Südlich, Thijs!bot, Juan Manuel Grijalvo, MILO, Alvaro qc, Kapia, Ricardoramirezj, Metamario, Juansemar, Túrelio, Roberto Fiadone, Scabredon, Escarbot, KaL, Yeza, Juligar, RoyFocker, Verodelahoz~eswiki, Sapiensjpa, ProgramadorCCCP, E-nauta, Botones, Isha, Egaida, Bernard, Wikix, Jdvillalobos, Borland, Diaqparamigos, Saraac, Dvega78, Góngora, Jurgens~eswiki, Osiris fancy, Weser~eswiki, Chien, Marceki111, Rcajamarca, Ethunder, Lazv, Pepelopex, VanKleinen, Jjgaonam, Kved, Drlatino, Davidcolombia96, Integral triple, Agencia prensa rural, Rotabori, Ventimiglia, Juanchocarrancho, Camigo90, Mansoncc, Rafa3040, Ciro Pabón, FRZ~eswiki, XIRONFISTx, Nueva era, SITOMON, El señor de las letras, Xavigivax, Gsrdzl, Yagamichega, CommonsDelinker, TXiKiBoT, Daniel177, AstroMen, Sankabana,

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Enciclopedia Libre: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Colombia.

[5] Arturo Wallace (24 de julio de 2013). BBC, ed. «Colombia le pone números a su conflicto armado». Consultado el 4 de enero de 2014. «…la prensa internacional acostumbra utilizar el año del nacimiento de las FARC (1964) como fecha de inicio del conflicto colombiano, mientras que el informe del CNHM recoge datos a partir de 1958, el último año de “La Violencia”.»

[6] Recuento histórico del conflicto en Verdad Abierta (primera parte).

[7] Bibliografía: Giraldo, Juan Fernando (2005). «Colombia in Armed Conflict?: 1946-1985». Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Pontificia Universidad Javeriana (Papel Político) 18. p. 43-78. [PDF file].

[8] Miguel Peco Yeste, Luis Peral (2006). Instituto de Estudios Internacionales y Europeos “Francisco de Vitoria”, ed. «El conflicto de Colombia» (PDF). Consultado el 4 de enero de 2014.

[9] Artículo en Semana de 1987. Artículo en Semana de 1988.

[10] Revista Semana: La dinámica del conflicto colombiano, 1988-2003.

[11] Artículo en la revista Semana. Panorama general del desplazamiento causado por el conflicto armado.

[12] Artículo en VerdadAbierta.com. Artículo sobre el debilitamiento de las FARC.

[13] Artículo sobre el conflicto en el Cauca.

[14] El conflicto armado en Colombia deja 220.000 muertos desde 1958.

[15] http://www.semana.com/nacion/articulo/victimas-del-conflicto-armado-en-colombia/376494-3.