Las mujeres indígenas unen sus fuerzas

Parece como si una se llenara de gozo al estar platicando



Las mujeres indígenas unen sus fuerzas

Martes, 8 Diciembre, 2015 - 15:07

Fidelia Suchi, de 55 años, ha caminado una hora y media por la montaña para llegar a la comunidad indígena de Morrito, en el sur de Guatemala, no muy lejos de la frontera con Honduras. Vive en Conocasta, otro nucleo.

Compartimos una comida a base de tortitas de maíz con una salsa exquisita hecha de tomate y cilantro.

Uno de los objetivos más importantes que persiguen las oenegés locales, con el apoyo de Manos Unidas, es «empoderar» a la mujer indígena guatemalteca. Término técnico que no es otra cosa que fomentar su autoestima y su fuerza para ocuparse de ella misma y de su familia aun en las condiciones más negativas. Que se asocien, conversen y se expliquen sus experiencias y sus temores, que se enseñen las unas a las otras, es una parte fundamental de un proceso que las dotará de herramientas para ser autosuficientes.

«Parece como si uno se llenara de gozo al estar platicando», explica Fidelia para describir cómo se siente desde que se reúne habitualmente con otras mujeres de la comunidad. Se apresura Fidelia a emprender el camino de vuelta a su casa porque empieza a oscurecer y le queda una hora larga de camino.

A veces no es sencillo para ellas explicar a sus maridos que salen de casa para ver a otras mujeres. La sociedad guatemalteca es profundamente machista, en especial, en las comunidades rurales. Necesitan la autorización del varón y no siempre la tienen.

Las adolescentes se suman, generalmente con gusto, a las reuniones de mujeres.

A dormir con el sol

Cae la noche en la comunidad de Morrito y la única luz procede de la claridad de las estrellas y de un pequeño generador. La comunidad se acuesta pronto, cuando cae el día, y se levanta con el sol, sin más despertador que el canto de los gallos. (El Periódico)