Razones de fondo del declive izquierdista

No nos interesa el estado ni el anti-estado, el partido ni el anti-partido, el capitalismo ni el anti-capitalismo. Sólo el pro-común



Razones de fondo del declive izquierdista

Por Jaime Yovanovic Prieto

No vamos a traer a colación las derrotas y crisis de los gobiernos progresistas e izquierdistas en Argentina, Brasil, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia, como también en Grecia y el fiasco de la izquierda en España. Ello ya es un hecho y con eso analizamos el conjunto y las interacciones causa-efecto desde la teoría de la complejidad, que no se aferra a un paradigma ni a un objetivo preconcebido a alcanzar, sino que profundiza las interconexiones.

Comencemos diciendo que mal haremos si observamos estos hechos como una carrera o disputa entre izquierda y derecha por el control del aparato del estado, desde donde supuestamente se pueden hacer mejoras, como hizo Allende o la mal llamada revolución rusa, que de hecho fue una contrarrevolución al aplastar la nomenklatura la autonomía de los soviets y subordinarlos a la centralidad estatal. Decimos supuestamente aunque muchas mejoras se hicieron de hecho, sin embargo todas ellas tuvieron un límite infranqueable, llegaron sólo hasta cierto punto, pero instalando la idea de que el socialismo país por país era el camino de la emancipación de la humanidad, lo que muchos aún hoy día enarbolan como bandera, ya que por lógica, si eso proyectos funcionaron y “fueron destruidos” por las derechas, la tarea sería hacerlo bien o mejor, y así se sigue insistiendo en que el camino es quien le gana el quien vive a quien.

Sin embargo el hecho real que queremos profundizar es que no es el aparato del estado el que puede realizar cambios más allá de esos ciertos límites, sino el proceso de acumulación capitalista que lo orienta y lo subordina.

Por ejemplo, el golpe contra Allende no lo dio la malevolencia de Pinochet ni la maldad del imperialismo norteamericano, ya que ambos fueron dirigidos por el mencionado proceso de acumulación, por la necesidad de acumulación y del mercado, ya que sin mercado no hay capital, y que lo digan los dueños de las tarjetas de las grandes tiendas, que compiten a muerte, pero hasta cierto punto, pues la colusión siempre ha existido cuando se necesita. Los militares no son más malos ni más buenos que los políticos civiles, sino que dependen de las órdenes y requerimientos del estado, que siempre estará subordinado al proceso de acumulación, y los gobiernos son sólo una parte de ese aparato. Los militares de nuestro continente Abya Yala han dado sobradas muestras de que pueden trabajar muy bien con gobiernos fascistas y gobiernos izquierdistas, en tanto ningún gobernante abandone el proceso de acumulación y la subordinación al capitalismo globalizado, el sistema-mundo definido por Wallerstein.

Con ello estamos diciendo claramente que los gobiernos izquierdistas (socialistas o progresistas) han sido y son capitalistas. El más claro de todos ha sido el de Bolivia, en que García Linera, mentor ideológico de Morales, ha sostenido en reiteradas ocasiones que la meta es desarrollar el capitalismo andino y que se debe trabajar ello al menos 40 años, o sea, la crónica de una muerte anunciada. Se trataba de una meta meramente racional, una estrategia montada sobre la lógica positivista de los hechos, uno de los daños que ha traido a la reflexión de la izquierda el estructuralismo marxista de Althusser, cuya principal vocera mundial es hoy día Marta Harnecker, la mentora ideológica del grupo chileno Surda, de donde provienen los grupos del Partido Igualdad, MPL, izquierda autónoma y buena parte de los ideólogos “independientes” de la corriente por la que llaman asamblea constituyente, o sea, meter a todo el mundo en el saco de formación de otro estado, esto es, el perro persiguiendo su cola.

Izquierdas y derechas se disputan los votos y el clentelismo de la población haciendo favores a los pobres y elevando en cierta medida el nivel de vida de las capas medias, excatamente la política de los frentes populares de pos-guerra, o sea, no han descubierto la pólvora, ya que las alianzas partidarios de aquella época del estado de bienestar protegían solamente su base clientelar: la aristocracia obrera, los técnicos, las capas medias y el funcionalismo público, es decir, un colchón de protección y barrera de contención de la enorme masa de millones de desposeidos, los despojados de todo, que no tenían acceso a nada, salvo a los palos y a los tiros.

La revolución cubana, asentada en los campesinos y barrios periféricos urbanos, cambió el panorama, que le duró poco, pues hubo de entregarse a la conducción del estatismo burocrático soviético, pero fue la clarinada para la insurgencia de los pobres en todo el continente y el surgimiento de guerrillas en todas partes que modificaron el debate político mundial, sólo que esos guerrilleros fueron viendo que sus principales dirigentes fueron asesinados por sus propios compañeros, como el Che, aislado por acuerdo de la nomenklatura, Roque Dalton, Salvador Cayetano Carpio y una larga pléyade de luchadores de corazón y no de raciocinio interesado. Otros muertos como Camilo Torres, Miguel Enríquez, Roberto Santucho, Raul Séndic, Mariguella, Turcios Lima, Lucio Cabañas y tantos otros, que tenían una clara visión de donde apretaba el zapato, su ausencia resultó en un debilitamiento de las posiciones revolucionarias, la aproximación a las líneas pro-soviéticas y finalmente en la actualidad ocupando la presidencia o altos cargos de gobiernos o instituciones internacionales. Ellos utilizaron el capitalismo, pero finalmente el capital los utilizó a todos ellos y a muchos los sigue utilizando en la actualidad.

Los pobres son aún más pobres, los ricos son mucho más ricos, las capas medias suben y bajan como yo-yo y giran como trompo, acomodándose a los ritmos del mercado y a las medidas “salvadoras” de los gobiernos. La precariedad del trabajo sigue aumentando y los gobiernos izquierdistas acrecentaron su clientela mediante las canastas de pobres en Brasil, los planes trabajar en Argentina, los médicos de la familia de los cubanos en varios países, las operaciones Milagro de Venezuela, en fin, el viejo pascuero traía regalos para todos? No. Sólo algunos. La crisis económica de la acumulación capitalista se hizo sentir en todas partes y obviamente se pierde la clientela. La economía en todos los países sigue igual o peor y en estados Unidos hay que jugar todas las cartas para atraer a la gente a la cohesión estatal, desde el fascista Trump hasta el “socialista” Sanders, ambos compreometidos con el capitalismo, uno con más palos y tiros, el otro con más aspirinas. O Stipras, el griego, que dejó a todo el mundo boquiabierto por el malabarismo electoral que le atrajo la simpatía popular y finalmente entregó la oreja al capital sin que se le moviese un pelo.

Ni maduro, ni Morales, ni Correa (que astutamente vio lo que venía a Morales y se retiró de la propuesta de re-reeleción, por ahora, aquí hay puros zorros, más zorros y menos zorros) ni otro son diferentes del griego, ya que los resultados están a la vista: las capas medias quieren más de papá-estado, por lógica, los pobres son más y más pobres, los ricos son más y más ricos, la burocracia, flor.

La izquierda en su nuevo round con la derecha, aduce causas externas de su caida: que la maldad imperialista, que los medios, que las redes sociales, que la ofensiva derechista, que los marcianos, etc. Sin embargo veamos una pequeña síntesis de las medidas capitalistas que les distanciaron de la población:

En Nicaragua el Canal chino está concitando la férrea oposición de las comunidades indígenas, campesinos, afrodescendientes, villas y ciudades pequeñas, por donde va a pasar el canal y viven del lago que será contaminado.

En Bolivia sólo el ejemplo del Territorio del Tipnis, que dio la clarinada de por donde iba el proceso de acumulación destruyendo áreas protegidas y expulsando comunidades, basta para mostrar el antagonismo del estado y la economía con la población, imaginando Morales que al estar lejos de la ciudades y sin afectar directamente a las capas medias urbanas que recibieron grandes “beneficios” clientelares podría poner la bota militar encima de las comunidades.

En Ecuador el ejemplo del yasuní y la agresión extractivista a diferentes territorios comunitarios, hicieron perder a Correa una enorme base de apoyo.

Y así, para no ser tan detallista, pues la realidad de otros países es bien conocida, digamos en síntesis que no fueron los gobiernos, sino su entrega y subordinación al capital, lo que les distanció de facto de grandes porcentajes de población y es de allí que vienen los principales factores y actores que podrán remontar los procesos y pasar por encima del apetito extractivista del capital, gobierne quien gobierno, lo que transforma en superficial la disputa por el poder.

Que se lo peleen los partidos, pues ya sabemos a donde van a parar. Hoy es la oportunidad para reorientar formas de recuperación desde abajo y soluciones desde abajo, desde las comunidades y desde las periferias urbanas, ya no más desde los pobres o capas medias, sino desde la gente, desde los vecinos, desde las familias, a los que hacen pelear izquierda, centro, derecha y extremos, electoralistas y abstencionistas, pero cuando están arriba se deben subordinar a las reglas del juego.

Ni electoralistas ni abstencionistas. Los necesitamos a todos en el barrio, descubriendo con los vecinos como cambiar las formas de vida y construir otro modo de vivir.

Los zapatistas siguen construyendo sus municipios autónomos, su educación, su subsistencia, su salud, aunque ya desde otros estados mexicanos están aprendiendo la lección y muchos hacen lo mismo o parecido, al punto que ya no hay estado mexicano que no tenga al menos un municipio autónomo. La expansión viene por abajo y hacia los lados, no más hacia arriba, pues allá arriba está el veneno de la subordinación.

Los kurdos con su confederalismo democrático están siendo un ejemplo (y por eso un peligro) en diferentes otras regiones del oriente medio.

Los amazigh en África lo mismo, por ejmplo en Libia están preparando su autonomía, lo que aún es la propuesta de los amazigh de Argelia y de los amazigh-tuaregs de Mali, que levantaron la República Independiente de Azawan, pero luego pasaron a no reivindicar un estado, sino las formas de autonomía desde abajo.

Los Nasa de Colombia multiplican sus formas de autonomía comunitaria, que avanzan por diferentes regiones del país y todos saben que ese es el “peligro” que llevó a trabajar juntos a las Farc con el gobierno en negociaciones por una “paz” por arriba.

Los ashuar, que eran los temidos jíbaros reducidores de cabezas, en las selvas de Ecuador y de Perú, han reafirmado su autonomía y declararon que no dejarán entrar las empresas extractivistas en sus extensos territorios amazónicos.

En el Wallmapu crece la tendencia de rescate de lo ancestral y las formas de organización de la vida comunitaria y respeto a las autoridades tradicionales, aunque algunos dirigidos por grupos huincas insisten en hacer acciones efectistas con la vieja concepción de la guerrilla, o sea, se han quedado pegados en los años gloriosos de los 60, que ya se fueron y no volverán, ahora las dinámicas del cambio son otras: desde los corazones y las formas de vida compartida. O sea, la ideología y la política ya no nos sirven, ya que ambas apagan los sentimientos, vibraciones, circulación de energías y afectos para ir cambiando nuestro modo de vivir y posteriormente veremos lo que se hace hacia adelante en común, en tanto ellos nos prometen un “futuro” mejor si sacrificamos el presente. No gracias, queremos vivir, por eso no nos interesa el estado ni el anti-estado, el partido ni el anti-partido, el capitalismo ni el anti-capitalismo. Sólo el pro-común.

Jaime Yovanovic Prieto
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