Historia del pueblo kurdo.

Desde sus orígenes, relatados por su cosmovisión, hasta las modalidades actuales de la autonomía comunitaria y el confederalismo democrático.
Presentamos aquí las partes 1 y 2 del documento. Próximamente la 3a. y última parte



Em hemû Kawane li dijî Dehaqan
La rebelión de los oprimidos del Kurdistán (1 de 3)
Colaboración/29 agosto, 2015/
Por Bager
http://subversiones.org/archivos/117939

Newroz, o el amanecer del pueblo kurdo

Hace muchos miles de años, en las fértiles tierras mesopotámicas situadas entre los ríos Tigris y Éufrates, en las faldas de los altos montes Zagros y Tauro, vivían en cientos de aldeas regadas por toda la región, un gran número de campesinos y ganaderos. Éstos cultivaban el mismo suelo donde surgió la agricultura hace unos 10,000 años, y entre las montañas, paseaban a su ganado en busca de mejores pastos. En lo alto de uno de los picos de los montes Zagros se situaba un castillo, en donde vivía el tirano Dehaq. Dehaq era un rey-serpiente maldecido por el demonio Ehrîman. Dicho espíritu maligno hizo que crecieran de los hombros de Dehaq dos enormes serpientes negras las cuales ocasionarían que cada vez que éstas tuvieran hambre, el rey-serpiente experimentara un intenso dolor. Las serpientes debían ser alimentadas con cerebros de jóvenes niños y niñas de las aldeas aledañas al castillo, por lo que durante todo su reinado dos víctimas eran ejecutadas día con día para saciar su hambre. Así transcurrió el tiempo, algunos dicen que el reino de terror de Dehaq duró mil años durante el cual el sol se negó a salir y, por consiguiente, las fértiles tierras mesopotámicas dejaron de serlo. El paisaje se tornó frío y oscuro, y la otrora próspera población que vivía en armonía con los suelos, las plantas, los animales, los ríos y las montañas de la región cayó en desgracia.

Cima del monte Nimrod, uno de los lugares ceremoniales del pueblo kurdo. Fotografía: Heriberto Paredes

Kawa –un herrero de una de las aldeas situadas bajo el castillo– y su esposa sufrieron en carne propia la sangrienta tiranía de Dehaq, a tal punto que seis de sus siete hijos fueron devorados por el rey-serpiente. Un día llegó la orden desde el castillo que la última hija de la pareja de aldeanos debía ser sacrificada, Kawa debía llevar al tirano el cerebro de su hija al día siguiente. Sin embargo el herrero se negó a hacerlo. En lugar de entregar el cerebro de su hija, sacrificó una oveja cuyo cerebro fue devorado indistintamente por una de las serpientes. Mientras tanto, escondió a su hija en algún punto de los montes Zagros. La proeza de Kawa poco a poco fue conocida, primero por los habitantes de su aldea y después por todos los demás, por lo que todos los padres de Mesopotamia llevaron a cabo el mismo procedimiento sin que Dehaq ni sus serpientes se enteraran. Pronto los montes Zagros estaban poblados de una multitud de niños que vivían en libertad entre los picos de las montañas. Con el objetivo de regresar a su tierra natal y salvar a su gente del tirano, Kawa entrenó a todos los infantes y formó un verdadero ejército de niños hambriento de libertad.

Nombres kurdos

Cuando llegó el día apropiado, dicho ejército marchó a través de las aldeas –donde fueron recibidos como héroes– en dirección al castillo para asesinar al rey-serpiente. En caso de lograrlo Kawa encendería una enorme fogata en señal de victoria. Entre más se acercaban al castillo, más hombres y mujeres abandonaban sus labores en el campo para unírseles. Finalmente penetraron en el castillo, Kawa con su martillo mató a las dos serpientes y decapitó a Dehaq. El herrero subió a lo más alto de la montaña y encendió la enorme fogata, a su vez las aldeas aledañas prendieron sus propias fogatas, y así sucesivamente hasta que en toda Mesopotamia se hizo la luz en medio de la oscuridad: eran libres de nuevo. Al día siguiente, 21 de marzo (equinoccio de primavera), el sol calentó de nuevo los dominios del Tigris y del Éufrates, las flores volvieron a brotar, las águilas volvieron a volar, y los hombres y mujeres volvieron a danzar y a cantar. A este acontecimiento se le conoce como Newroz (Nuevo Día), y es una fiesta que se celebra desde la costa del Mediterráneo hasta las montañas del centro de Asia por diversos grupos étnicos. Uno de ellos son los kurdos, quienes afirman que son los descendientes directos de Kawa.

İstanbul, 28 de diciembre de 2014

Desde temprano los habitantes de la ciudad pudieron observar desde múltiples puntos, diferentes demostraciones que recordaban al asesinato de 34 aldeanos kurdos a manos de la fuerza aérea turca en la pequeña comunidad de Roboski (cercana a la frontera con Siria) tres años antes. En la transitada calle peatonal İstiklal, cerca de plaza Taksim, se reunieron cientos de personas para participar en un mitin que denunciaba los acontecimientos; un poco más adelante, en Gezi Parkı se leía en una de sus paredes Roboski unutma (Roboski no se olvida). Más tarde, del otro lado de la ciudad, salió una concurrida marcha con decenas de antorchas prendidas que zigzagueaba por entre los sinuosos desniveles de Kadıköy hasta alcanzar la famosa Boğa Heykeli (Estatua del Toro).
Roboski: la memoria indeleble. Fotografía: Sebastián Estremo

Roboski: la memoria indeleble. Fotografía: Sebastián Estremo

En dicha glorieta, una joven muchacha vociferaba, por medio de un altavoz, el pronunciamiento de su organización. Enumeró cada una de las grandes masacres llevadas a cabo por el Estado turco contra la población kurda desde su fundación, liderada por Mustafa Kemal Atatürk, a principios del siglo XX. Y es que hay que saber que en Turquía durante muchos años ser kurdo –o tener algo que ver con uno de ellos– era un delito castigado con firmeza por la ley. La famosa fotografía de la enfermera Yıldız Alpdoğan de 21 años, frente a un tribunal militar en Amed (Diyarbakır) que la condenó a 12 años y medio en prisión por estar casada con un guerrillero kurdo, es un gran ejemplo de ello. Cuando terminó su discurso pude entablar una breve conversación con ella, sin embargo a los pocos segundos, y sin previo aviso, salió corriendo rumbo al puerto, los miembros de su organización me jalaron con ellos colina abajo. Entre la multitud pude voltear hacia atrás y vi a cientos de policías con sus escudos, sus vehículos blindados, y sus torretas de agua, agrediendo a los manifestantes, quienes se vieron forzados a dispersarse entre las calles del barrio. Una hora después «el orden se había reestablecido».

Un poco de historia

Tras la derrota de Alemania y sus aliados en la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano, que en el siglo XVII llegó a expandirse territorialmente hasta las puertas de la ciudad de Viena, fue desmembrado principalmente por los intereses imperiales británicos y franceses. De tal manera que el territorio que alguna vez perteneció a una sola entidad administrativa se fragmentó en múltiples porciones. A principios del siglo XX la figura del Estado-nación comenzó a consolidarse en el continente europeo, mientras que en Oriente próximo apenas cobraba sentido con el nacionalismo turco de Atatürk y más tarde los nacionalismos en el mundo árabe y persa. Así pues, para 1923 apareció en el mapa la República de Turquía y, años más tarde, surgieron lo que hoy día se conoce como Siria, Irak e Irán (este último no formaba parte del Imperio Otomano). Como todo Estado (una forma de organización por definición jerárquica), sus principios se fundaron en los valores morales de la nación, cuyas bases fueron establecidas –como en todo Estado– por aquella minoría (élite) que detenta el poder político y económico del territorio en el cual se establece, con el apoyo de poderosos actores extranjeros. A lo que estos cuatro Estados aspiraban era a la creación de un Estado-nación propio que se integrara a la dinámica del sistema-mundo capitalista. ¿Y qué tienen que ver los kurdos con todo esto?

Vida cotidiana en la parte siria del territorio kurdo. Fotografía: Heriberto Paredes

Resulta que el Imperio Otomano aglutinaba un importante número de grupos étnicos diferentes, por mencionar algunos, estaban los turcos (procedentes del centro de Asia), los árabes, los armenios, los griegos, los persas, los kurdos, entre muchos otros. Si revisamos con detenimiento un mapa con toda la diversidad étnica de la región, constataremos que resultaría imposible la creación de un Estado propio para cada uno de ellos. Esto sería posible únicamente si algún grupo se enfocara en asimilar a sus vecinos, o en su defecto a exterminarlos. Y es precisamente esto lo que ocurrió con los kurdos.

Los kurdos son, en su mayoría, un pueblo semi-nómada, que vive de las actividades del campo y de la ganadería. Una de sus costumbres más arraigadas es que tienden a desplazarse a lo largo de la cuenca del Tigris y Éufrates durante el invierno con el fin de obtener mejores pastos para sus animales. Sin embargo con el establecimiento de fronteras estatales en donde no había ninguna antes, su tradición pastoril milenaria se vio truncada, lo cual afectó de forma severa su calidad de vida. Al mismo tiempo, los kurdos son el grupo minoritario dominante de los cuatro países citados anteriormente (en Turquía representan un cuarto de la población) y, pese a que habitan en la periferia de cada uno de ellos, al mismo tiempo se localizan en el corazón de la cuenca de los ríos gemelos, sobre una de las principales reservas de petróleo del mundo, de agua de la región y como punto de paso obligado para los oleoductos que transportan el petróleo de Mesopotamia al Mediterráneo y posteriormente al resto del mundo. Es pues una zona de importancia estratégica a escala mundial.

Riha (Şanlıurfa), antes Edesa, ciudad kurda situada en las cercanías de la frontera turco-siria. La rapidez del ritmo de vida contrasta con la calma que la rodea. Fotografía: Heriberto Paredes

Con el fin de consolidar desde su fundación el proyecto de Estado-nación, los cuatro países llevaron a cabo una política de asimilación, es decir todas las personas que habitaban dentro de su territorio debían hacer suya la idea de la nación turca, siria, iraquí, o iraní, según fuera el caso; y además debían de someterse a la autoridad del Estado. Cabe destacar que este fenómeno no es algo particular de esta región, sino que todos los Estados-nación del mundo se constituyen (o se han constituido) a través de esta estrategia. El Estado-nación resulta absurdo para una sociedad como la kurda, ya que su estructura social tiene como base la figura del jefe tribal, el cual en la práctica compite directamente con las instituciones, las cuales ponen en práctica las políticas del Estado. Por ello, el primer decreto en cada uno de estos países fue negar la existencia de lo kurdo; así pues los kurdos en Turquía eran «turcos de la montaña», en Siria e Irak «árabes del Yemen» y en Irán un subtipo de persas.

Las implicaciones de esto son sencillas, no se puede defender algo que no existe. Bajo esta lógica uno puede entender porqué en Turquía hablar o enseñar kurdo era un delito muy grave hasta hace poco. Además, la lejanía de los kurdos con los centros de poder y sus actividades económicas los hacía ver, a ojos de los nacionalistas, como gente subdesarrollada que representaba un obstáculo para la modernidad y la prosperidad de «la nación». De esta manera durante el último centenar de años los kurdos han sido víctimas de un sinfín de ataques y humillaciones que han costado la vida a miles de personas. Durante aquella manifestación en Kadıköy, cientos de voces recordaron las masacres en Dersim (1937-1938), Maraş (1978), Halabja (1988) y Roboski (2011), masacres que se materializan en la sangre derramada por miles de kurdos a manos de los verdugos en el poder.

Dos extraordinarios guías en territorio kurdo, sus bromas y sus historias siempre dibujaron una imagen crítica de su lucha. Fotografía: Heriberto Paredes.

El nacimiento de la resistencia kurda en Turquía

Muchas de las casas de las pequeñas aldeas y pueblos del sureste de Turquía (Bakur, como se le conoce en kurdo al norte del Kurdistán) y del norte de Siria (Rojava, o Kurdistán del oeste) están hechas de barro. El verano, en las faldas de los montes Tauro, es sumamente caliente, y en invierno, la temperatura desciende a veces hasta por debajo de los -10 °C. Por ello las casas son de barro, puesto que tienen la virtud de fungir como un regulador térmico que permite a sus habitantes hacer frente al extremoso clima de la región.

Tras un largo y emocionante viaje desde İstanbul llegamos a Mahser. Aquella noche de principios de enero nos encontrábamos abrigados del frío (¡-15°C!) en alguna de aquellas viviendas. El piso estaba tapizado por dos extensas alfombras blanquinegras que impedían que se filtrara el frío por debajo de nosotros. Largas hileras de almohadas, cojines y cobijas, acomodados de forma estratégica, servían para hacer lo propio en tres de los muros laterales pintados de rosa; el gélido viento únicamente podía penetrar a través de la última pared, en donde había una puerta, un televisor y un calentador eléctrico. Detrás de donde yo estaba sentado colgaba de la pared un cuadro artesanal en tercera dimensión que simulaba algún paisaje boscoso atravesado por un río que muy probablemente era el Éufrates. Era pues un paisaje de las montañas, situadas unos pocos kilómetros al norte de la pequeña aldea de Mahser, casi sobre la frontera de Turquía con Siria. Nuestro anfitrión nos ofreció un típico vasito de çay y un plato rebosado de baklava.

Mientras todos comíamos, él observaba de forma obsesiva sus alfombras, listo para recoger con un pequeño cepillo cualquier minúscula partícula de dulce que cayera sobre ellas. Frente a mí reposaba su huésped, un hombre mayor de unos setenta años y bigote recortado, cubierto por una gruesa cobija. Su aspecto sonriente y simpático inspiraba confianza, sin embargo sus facciones siempre analíticas y nostálgicas le daban cierto aire de misterio, después de todo él era la razón de mi visita. Nunca supe su nombre, y muy probablemente ninguna de las personas ahí presentes lo sabía, pero era un personaje muy respetado en la región, respondía al sobrenombre de Komtan. Su cabeza estaba cubierta por una kufiyya blanca con negro, mientras que el resto de su cuerpo vestía un uniforme color caqui oscuro. Komtan peleó gran parte de su juventud dentro de las filas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (o PKK por sus siglas en kurdo), un grupo guerrillero con inspiración marxista-leninista que surgió en la década de los años 70 dentro de los círculos universitarios del Bakur como respuesta a los horrores que sufrió el pueblo kurdo desde principios del siglo pasado.

La conversación se desarrollaba con tranquilidad cuando de forma abrupta se interrumpió. El televisor transmitía imágenes de una cadena kurda que mostraba una enorme congregación de personas en alguna de las plazas principales de París. Algunos de ellos llevaban largas mantas con el rostro de tres mujeres: Sakine Cansız, Fidan Doğan y Leyla Söylemez. Al igual que Komtan las tres mujeres eran miembros activos del PKK, una organización considerada como terrorista por Turquía, los Estados Unidos y la Unión Europea. Sakine Cansız nació en la región de Dersim, en el corazón de los montes Tauro, fue una de las 22 personas que participó en la reunión fundacional del PKK en 1978, poco tiempo después fue capturada y torturada en prisión por el ejército turco. Fue asesinada el 9 de enero de 2013, junto con las otras dos militantes de la organización, a manos de un agente secreto del MIT (Organización de Inteligencia Nacional de Turquía). La pantalla del televisor mostraba a cientos de personas conmemorando el segundo aniversario del asesinato político de uno de los símbolos de resistencia más representativos de los kurdos; tres víctimas más de la política nacionalista turca. Minutos después de aquella interrupción Komtan me dirigió la palabra y comenzó a explicar parte de su vida.

Al igual que Cansız, el pequeño Komtan vivió su difícil infancia en algún pueblo kurdo de entre las montañas del Bakur. Vivía en una pequeña casita con miembros de su familia, entre ellos su abuelo, que solamente sabía hablar una lengua: el kurdo kurmancî. La estructura tribal de los kurdos hace que en muchos casos el jefe tribal tenga mayor peso que la familia nuclear misma. El jefe de la tribu y las personas que lo rodean forman una especie de cúpula en el poder que decide sobre la mayor parte de las decisiones de la vida de los subordinados al grupo. Por lo mismo es un tipo de organización jerárquica que perpetúa ciertas conductas autoritarias y machistas (una excelente pieza cinematográfica que atestigua esta forma de operar es la película Sürü del famoso director Yılmaz Güney). Tras la fundación de la república de Turquía, gran parte de los jefes tribales fueron cooptados por el gobierno central con la finalidad de hacer aplicar las políticas de la nueva república kemalista. A cambio de respetar cierto grado de autonomía tribal, que permitió mantener dicha estructura, los jefes tribales debían cooperar para poner en marcha las nuevas directrices políticas que llevarían a Turquía hacia «la modernidad y el desarrollo». En otras palabras, la estructura tribal debía ayudar a convertir a los «turcos de la montaña» en «turcos modernos».

La modernidad primermundista que intenta construir el gobierno turco en la zona oeste del país contrasta con paisajes más crudos de lo que implica el capitalismo en territorio kurdo. Fotografía: Heriberto Paredes.

Resulta interesante resaltar la contradicción en este punto, puesto que la estrategia del gobierno turco consistió en apoyarse en un tipo de sistema que, al mismo tiempo que le ayudaba a llevar a cabo sus políticas de Estado, limitaba sus propios alcances, es decir su monopolio sobre todas las estructuras políticas, económicas y sociales dentro de su territorio. En términos prácticos esto se resume en que, si un jefe tribal cooptado por el gobierno turco sabía de alguna familia en donde persistiera el habla kurda (o cualquier otro tipo de práctica de «subdesarrollados»), tenía la obligación de notificarlo a las autoridades estatales quienes «tomarían cartas en el asunto». La familia de Komtan sabía de un caso, de alguna aldea cercana, en donde las fuerzas armadas turcas en efecto «tomaron cartas en el asunto». Una noche llegaron al poblado y quemaron una vivienda con sus habitantes dentro por cometer el crimen de hablar en kurdo dentro de la misma.

Parte de la familia pudo escapar de las llamas con severas quemaduras, sin embargo un hombre de la tercera edad sin movilidad en las piernas murió calcinado. La familia de Komtan sabía de la delicadeza de la situación en la que se encontraban. No obstante, jamás renunciaron a hablar kurdo en casa, por mínimo que pareciera era un modo de enfrentarse al enemigo. Sin embargo esto suponía la peor de las paranoias, ante cualquier visita, así fuera la del primo o la del mejor amigo, el abuelo era encerrado en una habitación para no correr ningún tipo de riesgos. Este modo de atacar, sigiloso pero efectivo, mermó el otrora fuerte tejido social del interior de la sociedad kurda en Turquía.

Hartos de semejantes abusos durante más de medio siglo, personas de los estratos más bajos de la sociedad, como Abdullah Öcalan y Sakine Cansız formaron la guerrilla del PKK que combatió al ejército, a las fuerzas paramilitares al servicio de la república kemalista, pero también a la estructura tribal reinante. Los kurdos se negaron a transformarse en «turcos modernos». A los pocos años de iniciada su juventud, Komtan decidió unirse a la lucha armada. El PKK se fundó como una organización jerárquica que tenía como objetivo el establecimiento de un Estado socialista en todo el Kurdistán. La tarea no fue sencilla, puesto que tras el coup d’État de 1980 encabezado por Kenan Evren, jefe del Estado Mayor, se impuso un régimen militar que obligó a los guerrilleros kurdos a atravesar la frontera sur hacia el norte de Siria.

Durante su exilio, el PKK fue capaz de ampliar los alcances de su organización más allá de las fronteras de Turquía, en especial sentó las bases de la nueva resistencia kurda que aparecería en el Rojava a principios de nuestro siglo. Los combates entre el PKK y las fuerzas armadas turcas en la década de los años 90 fueron sumamente sangrientos, lo que originó su encasillamiento dentro de los llamados grupos terroristas. En 1999 su líder y fundador, Abdullah Öcalan (conocido como Apo, tío en kurdo) fue capturado, encarcelado y permanece hasta la fecha en la isla prisión de İmralı. Pese a todo lo anterior, con el paso de los años la organización se hizo cada vez más grande y sólida y cambió su perspectiva política hacia el confederalismo democrático fundado sobre las ideas del teórico anarquista Murray Bookchin.

Mientras Komtan compartía sus experiencias, súbitamente se abrió la puerta de casa y a través de ella entró el dueño del lugar con más cobijas en los brazos, acompañado de un gélido frío que calaba hasta los huesos. Tendió una especie de cama y sugirió a Komtan, con visibles signos de cansancio, que era hora de dormir. No sin protestar, Komtan se acostó en su cama y se puso a dormir. El resto abandonamos la casa, era tiempo de las guardias nocturnas.
———————————–

Segunda Parte

Em hemû Kawane li dijî Dehaqan
La rebelión de los oprimidos del Kurdistán (2 de 3)
Colaboración/21 julio, 2016
Por Bager /
http://subversiones.org/archivos/122857

La «otra resistencia»

A mi llegada a Mahser fuimos recibidos por una decena de personas; todos hablaban en kurdo y no entendíamos una palabra. Nos llevaron a una pequeña construcción frente a la mezquita y el panteón del pueblo; era el antiguo lugar donde se velaba el cuerpo de los difuntos, pero que debido a la guerra, funcionaba como punto de reunión y de distribución de alimentos y çay. Ahí llegaban desde padres de familia quienes preocupados, buscaban a algún familiar perdido, hasta periodistas o entusiastas hombres y mujeres dispuestos a dar la vida en combate por la defensa de Kobanê y la Revolución del Rojava.

Una vieja señora nos guió hacia un pequeño cuarto cuarteado cubierto por tapetes deslavados, cojines y cobijas y nos dio un plato de unicel con la misma comida que comían desde hace meses todas las personas del pueblo. Sopa de lentejas, bulgur, pasta y un poco de pan; no nos podíamos quejar. Las personas de la habitación nos bombardearon con preguntas del tipo ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hacen aquí? Debían cerciorarse de que no éramos uno de tantos mercenarios combatientes al servicio del Estado Islámico (Daesh) que venían o iban hacia Kobanê para huir o integrarse a la guerra; todos querían hablar con nosotros.

La vieja señora me contó la historia de un alemán que cruzó la frontera y llegó a Mahser, le recordó a mí porque ambos teníamos la barba roja. Hay brigadas enteras de mercenarios de Daesh, provenientes de países pobres de Asia Central como Uzbekistán con las barbas rojas. Este alemán era un fanático religioso que hacía una peregrinación a pie desde Alemania hasta la Jerusalén, ocupada hoy día por los sionistas. ¡Menudo lugar para cruzar, en medio de la guerra! Las mismas personas que nos interrogaron no se fiaron del peculiar alemán que, por motivos religiosos, se negaba a utilizar cualquier medio de transporte que no fueran sus piernas. Esta sospechosa situación obligó a la vieja señora a permanecer despierta toda la noche con él, mientras los demás camaradas suyos intentaban corroborar su increíble historia.

Sentado a mí lado, un hombre de alrededor de cuarenta años de edad, me enseñaba fotografías con su celular táctil. Eran imágenes de guerra; sangre, mutilados, descabezados. Una de las personas ahí presentes me comentó «Hay mucha gente loca aquí». Un poco a la fuerza, seguí observando el resto de las fotografías hasta que presté atención a su dedo pulgar, aquel que deslizaba para cambiar de fotografía; no era un dedo normal. Sus manos eran enormes, su dedo pulgar no era la excepción, la particularidad era que desde la uña de su dedo crecía otro dedo pulgar más. Mientras en las fotos me enseñaba gente con cuatro o tres dedos en la mano (si es que no la habían perdido), él tenía seis. Recordé el ataque químico de Halabja.

Ya expliqué en la primera parte de este artículo a grandes rasgos el origen de la guerrilla en el Kurdistán turco sin embargo, en el norte de Irak (Başur, sur en kurdo en referencia al sur del Kurdistán) el proceso fue distinto. Los kurdos en Irak sufrieron básicamente el mismo destino que sus co-étnicos en Turquía, por lo que desde antes incluso que surgiera el PKK, el movimiento kurdo de Irak ya estaba en combate. Sin embargo, a diferencia de la guerrilla del PKK, el movimiento guerrillero kurdo de Irak surgió desde las élites tribales y no desde los estratos más bajos. Poderosos grupos como la tribu Barzani, o la Talabani lideraron la rebelión. Los primeros tomaron el control del Partido Democrático del Kurdistán (KDP) mientras que los segundos, tomaron el control de la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK); hasta la fecha ambas organizaciones son movimientos de liberación nacional con una ideología liberal. Su objetivo es establecer un Estado-nación kurdo en todo el Kurdistán y su enemigo común es el PKK. La enemistad se explica en términos políticos e ideológicos. Desde su puesta en escena tanto Öcalan como Barzani y Talabani compiten por la hegemonía de todo el movimiento de liberación kurdo, puesto que sus perspectivas ideológicas son irreconciliables. Basta recordar de dónde surge cada uno de ellos para entender el origen de clase de sus respectivos ideales.

La actividad guerrillera del KDP y del PUK, quienes siempre se han vendido al mejor postor con la finalidad de alcanzar sus objetivos, los ha llevado a establecer alianzas con todo tipo de Estados. En 1988, bajo el contexto de la guerra entre el Irak de Saddam Hussein, apoyado por los Estados Unidos, y el nuevo Irán hijo de la Revolución Islámica, las guerrillas kurdas (cuyos combatientes se les conoce como peshmerga) se aliaron con el gobierno iraní. Entre el 16 y el 19 de marzo de ese mismo año, el gobierno iraquí lanzó una serie de bombas químicas que cayeron en zonas residenciales de Halabja. Los ataques provocaron la muerte de miles de personas al instante y a la larga, por la contaminación del suelo y el agua y por tanto, altos índices de mutaciones que van desde dos pulgares hasta abominables tipos de cáncer. Millones de kurdos del norte de Irak fueron forzados a abandonar sus hogares y algunos intentaron huir hacia Turquía donde encontraron, para su desgracia, las fronteras cerradas y vigiladas permanentemente por su ejército. Pese a ello, entre los senderos ocultos que se abren entre las montañas, muchos pudieron lograr su cometido.

Años más tarde y a raíz de múltiples eventos, Jalal Talabani se convirtió en presidente de Irak hasta 2014 con el total respaldo de los Estados Unidos. Por el otro lado, Masoud Barzani es hasta hoy el presidente del Gobierno Regional del Kurdistán (KRG) sobre gran parte del territorio del Kurdistán iraquí.

Mahser

Mahser es una pequeña aldea localizada a unos cuatro kilómetros de la línea fronteriza que separa Turquía de Siria. No hay mucho que ver en ella. El pueblo cuenta con alrededor de cincuenta casas, algunas —la mayoría— hechas de barro, otras de ladrillo; una escuela, una mezquita y un pequeño panteón. Durante mi corta estancia en el lugar, únicamente pude observar algo que parecía ser una tienda de abarrotes y nada más. Como la mayor parte de las poblaciones de la región, Mahser es un pueblo fantasma habitado principalmente por gente mayor que se dedica al cultivo de diferentes productos agrícolas y a la cría de ganado. La única manera que hay para llegar desde Turquía es a través de la pequeña ciudad de Pîrsûs (Suruç en turco), situada a poco más, poco menos de siete kilómetros al norte de la línea fronteriza. Ahí uno debe conseguir un aventón que lo lleve a través de los sinuosos caminos de terracería que se abren entre las amplias extensiones de los verdes campos de cultivo y las casitas de barro.

Pareciera que en cualquier momento uno podría atravesar la frontera sin saberlo. Generalmente la gente joven no va a Mahser, ni a ninguno de los pueblos de este rincón del planeta abandonado por Dios, más bien huye de ahí para buscar fortuna en alguna ciudad del país. Este éxodo rural ha provocado que gran parte de la población kurda de Turquía, otrora eminentemente rural, viva ahora en ciudades como Amed (Diyarbakır), Riha (Şanlıurfa), Dîlok (Gaziantep), e incluso Ankara o İstanbul, entre muchas otras, al punto que una de cada cuatro personas que viven en la antigua Constantinopla son de origen étnico kurdo.

Oficialmente Mahser ni siquiera se llama Mahser, sino Çaykara (literalmente «arroyo negro»). Todos los pueblos y ciudades del Bakur tienen su nombre kurdo mediante el cual, la mayoría de la gente lo conoce y el nombre oficial es turco. Çaykara, Mürşitpınar («fuente del Mürşit»), Tavşanköy («pueblo de los conejos»), Küçükova («pequeña llanura»), y cientos otros, son nombres que pretenden legitimar mediante la imposición de una lengua sobre otra, el control estatal de Ankara sobre el Bakur. Si no hubiera sido porque en la entrada de la mezquita, en el patio de la escuela y en una señalización de la carretera estaba escrito Çaykara, jamás habría podido saber el nombre oficial del lugar. Una evidencia más de las enfermizas políticas nacionalistas mediante las cuales el Estado buscó borrar literalmente del mapa cualquier vestigio de lo kurdo. Todo cambiaría para los pueblos y ciudades cercanos a la frontera con Siria tras el comienzo de la Revolución del Rojava en 2012.

Las más de dieciocho horas de trayecto desde İstanbul hasta Pîrsûs (Suruç) fueron el inicio de la travesía. Entramos sobre la 11 Nisan Caddesi, la avenida principal que conecta la pequeña localidad de 50 000 habitantes con la ciudad de Urfa, a una hora de camino. A los pocos minutos observé un centenar de tiendas color gris, ordenadas una tras otra, sobre una larga superficie plana situada al lado del cauce de un pequeño riachuelo seco y repleto de basura. Al borde del camino se encontraba un enorme letrero blanco con las palabras “Suruç Belediyesi —Arin Mirxan— Çadır kenti” (Municipalidad de Suruç – Campo de refugiados Arîn Mîrkan). Dentro de esas pequeñas tiendas de poco más de 10 m2 vivían familias enteras de ancianos, adultos y niños provenientes de las diferentes localidades del cantón de Kobanê. Huían de la guerra.

Arîn Mîrkan nació en una pequeña aldea rural del cantón de Efrîn. Como muchas jóvenes muchachas del Kurdistán, cerca de los quince años de edad se unió a la guerrilla del PKK. Combatió y se escondió codo con codo con valientes guerrilleros y guerrilleras durante décadas. Cuando comenzó la Revolución del Rojava se unió a las YPJ (Unidades Femeninas de Protección) y participó en la defensa de la ciudad de Kobanê, donde encontró la muerte. La ofensiva de Daesh (Estado Islámico de Irak y el Levante – EIIL) sobre el Kurdistán fue desde sus inicios sumamente cruel y sanguinaria.

En marzo de 2014, los mercenarios del EIIL llegaron al monte Şengal (Sinjar), cerca de la línea fronteriza que separa Irak de Siria para realizar una de las masacres más brutales de los últimos tiempos. Şengal es una pequeña comunidad aislada poblada desde hace más de cuatro milenios por los kurdos yezidíes, cuya religión preislámica alguna vez fue la creencia más extendida entre los kurdos hasta que dieron inicio los procesos de islamización en la región. En la actualidad es practicada por muy pocas personas y su aislamiento les otorga cierto aire místico. Son conocidos entre los kurdos por su cerrazón y su modo de pensar sumamente conservador.

Para Daesh, los yezidíes son herejes de la peor calaña, una especie de subhumanos. A su llegada con armamento de primera calidad, los peshmerga huyeron de la zona, lo que dejó abandonados a su suerte a los civiles yezidíes. Pronto el área fue tomada, el destino de aquellos que no pudieron escapar fue atroz. Los hombres fueron torturados y asesinados, mientras que los niños varones fueron capturados. Algunos de entre ellos fueron ejecutados y sus órganos vendidos en el mercado negro; otros, fueron llevados a centros de adoctrinamiento, de ellos se espera que en el futuro puedan servir como hombres-bomba u otro tipo de misiones del estilo. Al fin y al cabo la vida de estos herejes no vale nada para sus captores.
Qassim (5)

Arriba a la derecha: «Desde que el conflicto [comenzó] obligan a las mamás a comerse la carne de sus hijos». Abajo a la izquierda: «Obligaron a mi mamá a comerse la carne de uno de mis hermanos y el otro está desaparecido junto con mi papá. ¡Oh Dios! ¿Cómo voy a vivir yo sola?» En el cuchillo: «Te quiero mamá». Dibujo de Sarween Khero Qassim, del acervo de kawanejojava.

Mujeres y niñas fueron violadas en el lugar. Los mercenarios tomaron a muchas de ellas como botín de guerra. Unas fueron vendidas o —literalmente— regaladas a multimillonarios de países como Irak, Arabia Saudita, Qatar, Kuwait; e incluso Francia, Alemania, Bélgica (entre muchos otros lugares del mundo) donde practican hasta hoy su nueva labor de esclavas sexuales. Una mañana de octubre, la comandante Arîn Mîrkan se vio rodeada por más de una docena de mercenarios del EIIL y a punto de ser capturada, decidió explotarse para evitarlo. En un segundo, el cuerpo de Arîn y el de catorce de sus perseguidores volaron en trozos en algún punto del este de la ciudad de Kobanê. El nombre de Arîn Mîrkan se sumó al de muchos otros combatientes que perecieron en combate en las últimas décadas y ahora representa un poderoso símbolo de libertad. En todos los campos de refugiados distribuidos por el Kurdistán se conoce su nombre y su hazaña. Jina azad wek rojê hiltê («una mujer libre se levanta como el sol»).

Las barreras lingüísticas hicieron el peligroso trayecto a Mahser aún más difícil de lo que pensaba. Sabía que existía la posibilidad de ser secuestrado —como ha ocurrido— por algún hombre al servicio del EIIL, después de todo un cautivo extranjero con pasaporte francés se paga muy bien. Pero afortunadamente, mi compañero de viaje y yo pudimos llegar sin menores contratiempos a la pequeña aldea.

Meses antes, todos los pueblos de la región tenían el aspecto de Mahser. Estaban ocupados por organizaciones políticas de la más diversa índole; periodistas, personas solidarias y futuros guerrilleros afines a la resistencia kurda en Kobanê. Por ejemplo Suphi Nejat, un licenciado en sociología por la célebre Boğaziçi Üniversitesi, y militante del MLKP (Partido marxista-leninista turco), quien dejó la comodidad de su vida estudiantil para morir en combate tras su integración a las YPG (Unidades de Protección Popular). También estaban ahí los militantes de la DAF (Devrimci Anarşist Faaliyet), la organización anarquista más estructurada de toda Turquía, quienes se hicieron presentes desde el primer hasta el último día de la ofensiva de Daesh sobre el cantón. Sin embargo, las fuerzas armadas de Turquía no tardaron en desalojar a los molestos intrusos que no les permitían realizar con comodidad su trabajo cómplice con los islamistas.
DSCN0932

Devrimci Anarşist Faaliyet / (Acción Anarquista Revolucionaria) organización anarquista radicada en Turquía. Fotografía: Bager.

Para enero, el resto de las aldeas habían sido desalojadas y Atmenek (Mürşitpınar), el pueblo donde se encuentra una puerta dorada que cumple la función de punto fronterizo oficial entre Siria y Turquía, había sido ocupada. Desde la vista panorámica de Mahser uno advertía todo el escenario de guerra; tanques del ejército turco listos para disparar formados sobre una curveada loma, un poco más adelante la famosa puerta dorada de Atmenek y si uno seguía el camino, veía tres hileras de postes de luz, tras la tercera territorio sirio. Conforme la vista avanzaba de izquierda a derecha aparecía por fin parte de la ciudad de Kobanê, desde esa distancia uno podía imaginar estirar la mano y tocar las casas, las calles, las bombas. La gente del lugar señalaba una pequeña elevación, era la colina Kaniya Kurda. Dicha colina se hizo mundialmente famosa cuando Daesh levantó su bandera negra en la parte más alta; desde ahí se puede observar toda la ciudad, por lo que en ese momento era un punto estratégico fundamental. Tanto Kaniya Kurda como la zona aledaña a Atmenek estaba bajo el control de los mercenarios, el resto fue liberado poco a poco por las YPG-YPJ. De esta manera, Mahser se encontraba rodeada por el ejército turco y el EIIL, mientras que las YPG-YPJ lo estaban al sur debido a la ocupación efectiva de Daesh sobre el cantón de Kobanê. Tanto Mahser como Kobanê eran unos enclaves. La batalla continuaba después de más de 110 días de asedio.

Como consecuencia de la brutal invasión, la población de Pîrsûs se multiplicó por dos e hizo de Mahser un punto de paso obligado para los refugiados. Durante aquellos días, la principal actividad de todos los ahí presentes era presenciar desde un terreno vacío a un costado de la mezquita, la colina sobre la cual está asentada desde el siglo pasado la ciudad de Kobanê. Algunos observaban con binoculares, otros filmaban y tomaban fotografías para medios locales e internacionales. Desde la parte más alta del pueblo, sobre una pequeña colina, el Estado turco construyó un pequeño puesto de control desde el cual se podía vigilar todo movimiento desde Pîrsûs hasta Kobanê.

Todos escuchaban atentamente el sonido parecido al del viento que anuncia una tormenta a punto de estallar de los aviones de la Coalición Internacional Contra Daesh (liderada por Estados Unidos) que arrojaban las bombas sobre la ciudad de Kobanê. Las explosiones hacían aparecer en pocos segundos enormes nubes de polvo bajo las cuales yacían los cuerpos heridos o sin vida de combatientes de ambos bandos (es un mito que haya existido una alianza formal entre el PKK y la Coalición para combatir a Daesh). El estruendo de las mismas provocaba siempre un ligero temblor que, tras cerca de cuatro meses, agrietó todas y cada una de las casas de Mahser. Sin embargo, nadie se asombraba ya después de escuchar dos o tres bombas lo cual se convirtió en algo cotidiano, algo normal. Acto seguido de las detonaciones, comenzaban por norma los intercambios de disparos. El sonido de los Kalashnikov y de las ametralladoras DShK duraba varios minutos. El público comentaba siempre con el de al lado como si se tratase de un partido de futbol. Al final del día, todos se encontraban en ese momento en el mismo lugar por la misma razón, la Revolución del Rojava.
Combatientes de las YPJ. Fotografía: CC By Free Kurdistan.

Combatientes de las YPJ. Fotografía: CC By Kurdishstruggle.
El cinturón verde

DSCN0984

Mural en el centro de Pîrsûs.

En el centro de Pîrsûs, sobre el cruce entre una calle de mediano tamaño y la avenida principal, se encuentra una estatua de una mano que sostiene por debajo una granada, la fruta es empujada hacia el cielo, algo así como un símbolo divino. Asimismo, en una de las esquinas del cruce, está pintado un mural de unos cinco metros de altura. La obra representa en casi la mitad de la pared el agua de un río, de nueva cuenta posiblemente se trata del Éufrates (o de alguno de sus afluentes) y al fondo, en una de las riberas, se extiende un campo cultivado en su totalidad por espigas de trigo. Finalmente al centro de la imagen, dos manos abren con delicadeza una granada, exponiendo a la vista del observador los granos rojos de la jugosa fruta. Tanto el trigo como la granada son cultivos que predominan en el área, no es raro encontrar en alguna esquina a algún vendedor de jugo de esta última.

Por otro lado, en cualquier película que trate sobre la región, los plantíos de trigo son siempre un personaje secundario, sino es que primario, presente en la trama. La cinta İki Dil Bir Bavul (2008) de los jóvenes directores Orhan Eskiköy y Özgür Doğan se desarrolla a lo largo de todo un año, en algún pequeño poblado similar a Mahser; cada cierto momento se nos muestra el cambio de estación por medio de las diferentes facetas del ciclo de siembra del trigo. La vida entera de todos los pueblos del área gira en torno a dicha planta. No es coincidencia que el Estado turco, por medio de la construcción de una serie de presas a lo largo del Tigris y Éufrates, se plantee transformar el Bakur en el «granero de Medio Oriente». Dicho megaproyecto lleva el nombre de Güneydoğu Anadolu Projesi (Proyecto del Sureste de Anatolia – GAP). La inundación de amplias extensiones de tierra para el llenado de las presas ha sumergido bajo el agua a cientos de pueblos de campesinos kurdos y muchos de ellos se han visto obligados a migrar a las ciudades sin nada más que lo que pueden cargar en sus espaldas. Algunos estudiosos del tema incluso afirman que el objetivo de las presas no es solo generar energía hidroeléctrica y conseguir el monopolio de la producción agrícola en el sureste del país (es decir combatir el sistema jerárquico tribal para remplazarlo con las instituciones del Estado), sino también tapar rutas entre las montañas utilizadas por los guerrilleros del PKK.

Una tarde fui invitado a comer a uno de los restaurantes que se encuentran en el centro de la ciudad. En la parte de abajo había una tienda con una variedad impresionante de armas de diferente tipo, algunas de ellas muy viejas, posiblemente útiles para cacería. Subiendo unas estrechas escaleras, llegamos a una azotea. Desde ahí se veían con claridad las cúpulas, con sus respectivos minaretes, de dos importantes mezquitas de la localidad, una de color verde olivo y la otra dorada. Sobre la azotea, había un pequeño cuarto que servía de baño y más adelante el restaurante. A través de sus ventanales eran visibles tanto la estatua como el mural. En aquel lugar se reunían muchos de los periodistas y militantes para comer algo más que la comida de los campos de refugiados. Tras una amena plática, un dürüm y una taza de salep, nos dirigimos a uno de los campos de refugiados, más precisamente al que lleva el nombre de Arîn Mîrkan, aquel que vi a mi llegada.

En una de las tiendas nos recibió una mujer de unos sesenta años de edad. Durante toda la conversación, su rostro siempre serio jamás esbozó siquiera una ligera sonrisa, apenas me volteó a ver y sin embargo, el ambiente siempre fue cortés. Estaba conmovida por nuestra visita. Aquella mujer que cubría su cabello con un pañuelo blanco inspiraba profundo respeto. No hablaba turco, solo kurdo, era una de tantas refugiadas producto del asedio a Kobanê. Con ella vivía una de sus hijas —quien preparaba en ese momento una ración de çay con una pequeña estufa eléctrica— y cuatro de sus nietos. Sus otros hijos se encontraban en el frente de batalla contra la gente de Daesh. Ella misma y su esposo habían sido guerrilleros en las últimas semanas, sin embargo, ambos tuvieron que regresar. A su esposo, a quien conocí unos días antes, le apodaban Apo nemir («tío que nunca muere») debido a las cinco heridas de guerra que padecía su cuerpo, una de ellas por cierto, le provocó la pérdida de movilidad de su brazo izquierdo, por lo que portaba de forma permanente un guante negro en su mano.

La plática fue corta pero sumamente enriquecedora. Aquella mujer relató parte de su experiencia como guerrillera, su formación teórica y militar. Nos comentó que tras la caída de Şengal y el avance de las fuerzas de Daesh sobre el Rojava, las YPG-YPJ decidieron realizar una retirada ordenada hasta las montañas, un relieve favorable para hacer frente a los poderosos tanques de los islamistas. A partir de la defensa de Kobanê la idea era posteriormente avanzar y retomar el territorio ocupado por el enemigo. Tiempo después de la toma de Şengal (pero meses antes de mi visita), guerrilleros de las YPG-YPJ vencieron a las tropas del EIIL y liberaron la zona. Un pequeño grupo de unas cincuenta personas permaneció en el lugar para dar asesoría en el manejo de armas a la población yezidí, con la finalidad de que ellos pudieran defenderse por su cuenta en un futuro próximo (los yezidíes han sobrevivido a más de 70 genocidios a lo largo de su historia). Tras algunas semanas de entrenamiento las YPG-YPJ dejaron el lugar. Otorgaron armas y conocimiento a los habitantes de Şengal. Aquellos que voluntariamente quisieran integrárseles lo hicieron; es decir, no hubo reclutamiento forzoso alguno.

Nuestra anfitriona era originaria de la ciudad de Kobanê, su abuelo fue uno los fundadores. La localidad surgió a finales del siglo XIX como un punto de paso del ferrocarril que construía en ese entonces la empresa alemana Koban Railway Company en territorio otomano. A partir de ahí, los trabajadores comenzaron a cimentar algunas casas a ambos lados de las vías y el asentamiento cobró fuerza por la presencia en la región de recursos minerales. La mayoría kurda de la zona tomó el nombre de la compañía para nombrar al asentamiento, de esta manera Koban se transformó en Kobanê y hoy día es el nombre kurdo de todo el cantón. Al igual que del otro lado de la frontera, el Estado sirio llevó una política de homogeneización lingüística dentro de todo su territorio, de tal forma que el nombre oficial que recibió el lugar fue Ayn al-Arab («ojo del árabe»). Curiosamente el origen de dicho nombre también es kurdo. Durante los primeros años del asentamiento, uno de los pozos de agua distribuidos en los alrededores de Kobanê fue bautizado de esta manera ya que era para uso exclusivo de la población árabe. Fue hasta la mítica resistencia de la ciudad que el nombre original tomó relevancia. Los diferentes regímenes sirios pusieron en marcha políticas territoriales con el objetivo de aislar económicamente a la población kurda del Rojava; deliberadamente buscaron mantenerlos en la pobreza.

Image00005

El Rojava es una región que abarca un área próxima a los 35 000 km2, similar a la de un país como Moldavia o Bélgica. Se sitúa al norte de Siria y limita al norte con Turquía (Bakur) y al este con Irak (Başur). Dicho territorio está dividido en tres cantones (de oeste a este): Efrîn, Kobanê y Cizîrê, cuyas capitales son las pequeñas ciudades de Efrîn, Kobanê y Qamislo. Con la conformación de la República Árabe Siria, el destino de los kurdos del Rojava, aunque un poco más laxo, fue similar al que sufrió este grupo étnico en Turquía e Irak. El nacionalismo árabe de dicho país llevó a los kurdos a ser considerados como ciudadanos de segunda y hasta tercera categoría; se llevaron a cabo las mismas políticas de asimilación cultural y lingüística que he ejemplificado previamente con Turquía (por ejemplo el caso de Kobanê). A lo largo de este territorio se pueden encontrar recursos naturales claves para los intereses políticos de los Estados de Oriente Próximo y el mundo. La corriente principal del Éufrates y sus bifurcaciones abastecen de agua estas áridas tierras, lo cual genera pequeños manantiales y ojos de agua distribuidos por las planicies de Harran y Al-Jazirah, de ahí el origen de nombres geográficos que contienen palabras como çay (arroyo), pınar (fuente), o ayn (ojo). De la misma manera, en el subsuelo se encuentran algunos yacimientos de oro negro codiciados por medio mundo. Incluso su ubicación geográfica es sumamente favorable como punto de paso de oleoductos que pudieran transportar el petróleo del norte de Irak al Mediterráneo. Lo anterior explica el interés de Daesh, Estados Unidos y sus aliados, Turquía y Siria por ejercer un control efectivo sobre el lugar.

La estrategia del régimen sirio desde la década de los años 1960’s fue sencilla. El gobierno central evitó a toda costa el establecimiento de industria en el lugar. Creó un cinturón verde en todo el Rojava y envió colonos árabes a los cuales les otorgaron tierras que ya eran ocupadas por los kurdos. Dicha situación creó conflicto entre árabes y kurdos, lo que favoreció aún más el fervor nacionalista en ambas partes. Siria cumplió su objetivo, hasta 2012 el Rojava permaneció como una zona marginal, patrullada de cuando en cuando por soldados al servicio del régimen.

A mediados de 2011 estalló la Guerra Civil en Siria. A grandes rasgos el objetivo de sus opositores era derrocar el régimen de la familia al-Asad que ha gobernado Siria durante décadas. Lo anterior propició la formación del Ejército Libre Sirio (ELS), un grupo armado compuesto por mercenarios procedentes de países árabes de la región, patrocinado por los Estados Unidos (y sus aliados de la OTAN). Resulta interesante ver la similitud de la forma y los colores de la bandera del ELS con la bandera utilizada por los franceses cuando Siria estuvo bajo su mandato. Así como en Libia tras Khadafi, o en Irak tras la ocupación estadounidense de 2003, el imperialismo de Estados Unidos y la Unión Europea ve deseable la implantación de un gobierno títere en Siria que favorezca los intereses de las grandes empresas transnacionales de sus países dedicadas al sector inmobiliario y a la extracción de petróleo. Por ejemplo, en 2003, tras la guerra en Irak que derrocó a Hussein, las empresas inmobiliarias turcas fueron de las principales beneficiadas.

Recursos

Poco después aparecieron en escena organizaciones islamistas como Jabhat al-Nusra (Frente al-Nusra), un brazo armado de al-Qaeda que desde 2012 combaten a las Fuerzas Armadas leales a Bashar al-Asad en el norte de país, o el ya mencionado Estado Islámico de Irak y el Levante. Esta última organización tiene su origen en la prisión militar estadounidense de Campo Bucca, en Irak. Sus primeras armas fueron otorgadas por los mismos que financiaron a los mercenarios del ELS, y su función la misma: un grupo armado paramilitar al servicio de los imperialistas. Con el paso del tiempo y los ataques de Daesh a los peshmerga de Barzani (y con ello la captura del dinero y el armamento de Mosul y el control del petróleo, las refinerías y los oleoductos de Kirkuk que representan el 75% del petróleo de Irak), la situación se salió un poco de control. Lo cual provocó el bombardeó de objetivos de Daesh en Kobanê desde finales de septiembre por parte de la Coalición (de la cual Turquía no forma parte).

Paradójicamente, las operaciones de Jabhat al-Nusra contra el gobierno central sirio facilitaron la salida de las Fuerzas Armadas Sirias del Rojava, lo cual otorgó cierta autonomía a los kurdos de Siria desde 2012. Para esas fechas, el régimen de Bashar al-Asad se tambaleaba, parecía que en cualquier momento sería derrocado. Sus tropas debían combatir en varios frentes puesto que ya no controlaban de forma efectiva más que ciertas regiones importantes cercanas al Mediterráneo. Los combates dentro de ciudades tan importantes como Aleppo, Homs, e incluso la capital Damasco se hacían cada vez más frecuentes. El abandono del Rojava por parte del gobierno central respondió a una estrategia de concentrar fuerzas en otros frentes, mientras confiaban en que las YPG-YPJ pudieran repeler tanto al ELS como a los islamistas. Pese a las décadas de guerra entre el régimen y los kurdos, durante aquel momento de crisis hubo una especie de tregua táctica entre ambos enemigos.