África: El pueblo-nación originario amazigh brota y re-germina en diferentes países

Los Tamikrest levantan su voz cual grito desesperado hacia los cuatro puntos cardinales de la Tierra. “Lo que estamos librando es una revolución pacífica a través de la música, para mostrarle al mundo que solo tomamos las armas cuando las demandas de nuestra noble causa son ignoradas”.



“Libramos una revolución pacífica a través de la música”

La banda tuareg Tamikrest lleva su causa fuera de las fronteras africanas. Su nuevo álbum es un llamamiento a la comunidad internacional para reconocer los derechos de su pueblo

26 ABR 2017

“Durante su periodo de auge, Malí desarrolló y llevó a cabo un modelo de integración política en la que pueblos tan diferentes entre sí como los tuareg, los wolof, los malinké y los bámbara, los songhai, los fula y los tukulor, los diallonke, etc., reconocían a un soberano único”, cuenta el historiador Joseph Ki-Zerbo, en Historia del África Negra. Sin embargo, en el último siglo, los tuaregs han desatado cuatro rebeliones en el norte del Malí actual. La última, surgida en 2012, aún no ha podido implementar los acuerdos de paz de 2015, recientemente frustrados por considerarse insuficientemente inclusivos.

La ciudad norteña de Kidal, uno de los focos de estas revueltas, sigue siendo un feudo para los separatistas del norte. “Se trata de la primera cuna de la rebelión contra el Mali no-inclusivo, pero también donde nosotros dimos nuestros primeros pasos y de donde sacamos nuestra inspiración. Kidal lo es todo para nosotros”, asegura Ousmane Ag Mossa, líder del grupo musical Tamikrest.

La banda maliense, que acaba de editar su cuarto y último disco, titulado Kidal (Glitterhouse Records, 2017), asegura que con este álbum buscan “arrojar luz” sobre lo que ha sucedido en Kidal y pretenden forzar que la comunidad internacional “reaccione”, para garantizar el acuerdo que se firmó con el Estado de Malí hace dos años.

Las regiones de Kidal, Gao y Tombuctú suman el 66% del territorio maliense, pero albergan a solo un 9% de la población, y registran las tasas de desarrollo más bajas del país. En un contexto de duras condiciones de vida, las consecuencias del conflicto han sido devastadoras para su población. “En nuestras canciones tratamos de cantar el dolor y el sufrimiento que viven nuestros pueblos en este vasto desierto donde antes habitaban un silencio y una paz que ya no existen”, advierte con ásperas palabras el cantante y guitarrista tuareg.

A punto de pisar la península ibérica para una gira que los llevará por Huesca, Valencia y Barcelona, los miembros Tamikrest aspiran a llevar su causa fuera de las fronteras africanas, y se muestran críticos con un proceso de descolonización que, según ellos, dejó heridas abiertas que seguirán supurando mientras no se atiendan con urgencia.

“Creo que la autodeterminación de los pueblos es un paso crucial en un mundo fundamentado en los derechos humanos y la democracia”

“Creo que la autodeterminación de los pueblos es un paso crucial en un mundo fundamentado en los derechos humanos y la democracia. En nuestro caso, siempre nos hemos rebelado contra el sistema de gobierno de Mali y la fuerza con la que todos los líderes han intentado oprimirnos”, dice el cantante erigiéndose en portavoz de los tuareg. “Después de todas las revueltas que hemos librado, hemos hecho esfuerzos para sentarnos en una mesa de negociaciones y conseguir un lugar político, un estatus especial que aceptara nuestros principios, valores e identidad en un Estado al que no le importa nuestro pueblo”, explica Ag Mossa. Y subraya con contundencia: “No es que no queramos ser parte de Malí, es que Malí no hace nada para que nos sintamos parte de él. Nuestras revueltas son una llamada al respeto de los derechos a nuestra lengua, nuestra tierra y nuestra cultura”.

En la época medieval, los tuareg dominaron las rutas comerciales y las caravanas transaharianas. La ciudad de Tombuctú, fundada por una familia de este pueblo en el siglo XII, se convirtió en un respetado centro intelectual reconocido en todo el mundo árabe. Pero con la llegada de los franceses, a finales del siglo XIX, el esplendor tuareg cayó en desgracia, sus líderes fueron asesinados y sus confederaciones tradicionales se disolvieron. Tras las independencias, el pueblo tuareg, hoy formado por unos 2 millones de personas, fue dividido en diferentes Estados, comoMalí, Argelia, Níger, Burkina Faso o Nigeria. Según claman, en ninguno de ellos se ha respetado completamente su sistema pastoralista, su forma de vida nómada o seminomada, ni sus tradiciones.

“El capitalismo y el liberalismo son doctrinas y modelos que colocan lo material por encima de los valores y principios de la humanidad. Esto, visto por los ojos de los nómadas tuareg, es un ataque a la dignidad de los pueblos indígenas. Por eso llevamos medio siglo de resistencia al sistema capitalista, que priva a pueblos como el nuestro de su libre determinación”, alega Ousmane Ag Mossa, mostrando su rechazo a la privatización de las tierras que durante siglos les permitieron practicar la trashumancia o moverse en periodos de sequía severa como los que azotan recursivamente al Sahel.

“Enriquecemos nuestra música con gran diversidad de sonidos, para que sea más accesible a todos, manteniendo el aspecto natural de nuestro estilo: el assouf”

Así como el tuareg nigerino Bombino decía que las guitarras y las voces tuareg son a menudo consideradas como armas revolucionarias, los Tamikrest levantan su voz cual grito desesperado hacia los cuatro puntos cardinales de la Tierra. “Lo que estamos librando es una revolución pacífica a través de la música, para mostrarle al mundo que solo tomamos las armas cuando las demandas de nuestra noble causa son ignoradas”, justifica.

Mientras el conflicto ha convertido Mali en un polvorín, el sonido de Kidal está impregnado de blues y rock tuareg, y se sirve de instrumentos tradicionales como el ngoni magrebí, la mandolina cabila, el dobro o el cajón para transmitir su mensaje. “Enriquecemos nuestra música por impregnación de una gran diversidad de sonidos, para que sea más accesible a todos, manteniendo el aspecto natural de nuestro estilo: el assouf”, explica Ousmane desgranando los once cortes de su nuevo álbum. Un trabajo que, según él, refleja muy bien la filosofía de la cultura tuareg y la música tamashek, que sin dejar de ser fiel a su tradición porosa, bebe sin contradicciones de las guitarras de Mark Knofler o Eric Clapton.

Tamikrest combaten así la mala reputación de un pueblo relacionado con continuos brotes de violencia separatista. El vocalista defiende que pretenden abrir su cosmogonía a las demás culturas. “Los tuareg estamos abiertos a la naturaleza y tenemos una de las culturas más bellas y ricas al mundo. Los defensores de esta identidad estamos aprendiendo a mezclarnos con otras culturas, mientras que exportamos nuestros conocimientos como una contribución al enriquecimiento de las culturas del mundo”, argumenta.

Wiriko es una magacín especializado en artes y culturas africanas que pretende explicar el África contemporánea a través de su creatividad y de la voz de sus artistas. Está formado por investigadores del campo africanista, activistas culturales y periodistas especializados en el Sur del Sáhara dispuestos a romper con la imagen estereotipada que se tiene del continente.