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Activismo ecológico

Raúl Prada Alcoreza :: 11.05.17

Si partimos de la premisa - suponiendo o forzando que todos estamos de acuerdo con ella, aunque sea parcialmente - de que de lo que se trata conseguir es la reinserción de las sociedades humanas a los ciclos vitales y ecológicos del planeta; entonces, ya tendríamos un referente para ponderar a los activismos. La pregunta es: ¿Cuánto se ha caminado en la perspectiva de conseguir este logro?

¿Qué tenemos? Por un lado, una predisposición maquínica del sistema-mundo, que avanza con todo el peso de sus maquinarias; por otro lado, un diagnóstico científico no solo alarmante, sino catastrófico. En este caso, la descripción y la explicación científicas no convencen ni a los organismos internacionales, ni a los estados, incluso ni a las mayorías de los pueblos y sociedades.
¿Qué tienen que hacer los colectivos activistas y los pueblos movilizados para revertir esta situación?

Activismo ecológico
10.05.2017

Raúl Prada Alcoreza
http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/activismo-ecologico/

Éste es quizás el tema más importante, después de la comprensión compleja del problema, la crisis ecológica, y de la complejidad del problema mismo[1]. Pues se trata de las prácticas, de las acciones, de las actividades, sobre todo de las incidencias. ¿Cómo abordarlo? Sabiendo que ya hay una historia del activismo ambientalista y del activismo ecologista; también una discusión entre ambas y distintas perspectivas, a pesar de sus lugares de encuentro. Más saturado aún el mapa conceptual y de recorridos activistas si incorporamos la perspectiva de la ecología compleja, que plantea un descentramiento del antropocentrismo[2]; todavía preponderante no solo en el ambientalismo, sino también en el ecologismo. Indispensable incorporar a las luchas y movilizaciones anticoloniales y descolonizadoras de las naciones y pueblos indígenas, en el estado de situación de las luchas sociales en defensa de la vida y la Madre Tierra, como se simboliza y se concibe en los imaginarios y narrativas indígenas[3]. Mucho más saturado si incorporamos a movimientos de interpelación política y social, que asumen en sus movilizaciones y activismos las demandas ecológicas, por así decirlo. Por lo tanto se entiende, que estamos ante una gama variada de activismos, de colectivos, de incidencias; además del boceto de una clasificación notoria de los problemas que atienden, de las demandas concretas que plantean. Fuera de sondear sus interrelaciones, todavía suaves, reticentes a conjunciones de fuerzas.

No va a ser fácil entrar por aquí, aunque hay que hacerlo; mapas de las movilizaciones y activismos en defensa de la vida y la Madre Tierra, para resumirlo de esa manera; historias recientes de las movilizaciones, de los colectivos, y las formas de activismos; arqueologías de sus perspectivas y concepciones ambientales, ecológicas, de la Madre Tierra. Por el momento, vamos a entrar de una manera, mas bien, simple, incluso esquemática; que nos ayude a tener un referente orientador, aunque sea provisional. Sobre todo, para evaluar los activismos y sus alcances; de ninguna manera para juzgarlos, sino para avizorar el potenciamiento de los mismos.

Si partimos de la premisa - suponiendo o forzando que todos estamos de acuerdo con ella, aunque sea parcialmente - de que de lo que se trata conseguir es la reinserción de las sociedades humanas a los ciclos vitales y ecológicos del planeta; entonces, ya tendríamos un referente para ponderar a los activismos. La pregunta es: ¿Cuánto se ha caminado en la perspectiva de conseguir este logro? Si éste es el ponderador, ciertamente, quedamos aplazados.

Sin eludir la pregunta ni el ponderador, la otra pregunta es: ¿por qué se ha conseguido tan poco, a pesar de los esfuerzos de los colectivos y pueblos involucrados? ¿Porque los Estado-nación, los gobiernos, los organismos internacionales, que sustentan el sistema-mundo extractivista, conforman un sistema-mundo institucional y jurídico-político casi invencible? ¿Porque las fuerzas de los colectivos activistas y los pueblos afectados movilizados son débiles, en comparación? ¿Porque la mayoría de la población mundial o de las poblaciones nacionales está convencida y atrapada por la ideología moderna, con sus distintos matices, que lo que hay que conseguir y sostener es el “desarrollo”? ¿Por qué el sentido común ve a los y las activistas como lunáticas o quijotescos personajes, que quieren detener el “desarrollo”; lo que le parece, al sentido común, tarea imposible?

Sin discutir, todavía, las conjeturas implícitas en las preguntas, ni su consistencia; suponiendo que sea así, sobre todo, para tener un cuadro, por cierto provisional. Tenemos, en contraste, que los colectivos activistas y los pueblos movilizados saben que la destrucción de los ecosistemas es invaluable, es demoledora e irreparable; que la depredación y contaminación generalizadas, que la crisis ecológica, nos aproxima a una catástrofe planetaria incontrolable. ¿Qué tenemos? Por un lado, una predisposición maquínica del sistema-mundo, que avanza con todo el peso de sus maquinarias; por otro lado, un diagnóstico científico no solo alarmante, sino catastrófico. En este caso, la descripción y la explicación científicas no convencen ni a los organismos internacionales, ni a los estados, incluso ni a las mayorías de los pueblos y sociedades. Esta afirmación vale incluso si algunos están más o menos parcialmente convencidos de algo. ¿Este estado de situación, por cierto panorámico, significa que todo está perdido, que los dados están echados? La siguiente pregunta es: ¿Qué tienen que hacer los colectivos activistas y los pueblos movilizados para revertir esta situación?

Hemos llegado a un punto donde no hay respuestas o, por lo menos, no es fácil encontrarlas; precisamente porque no hay recetas. Sin querer adelantarnos a los mapas y a las historias recientes de estos activismos y movilizaciones de los pueblos afectados, se puede decir, que gran parte de los esfuerzos se ha dedicado a la interpelación a las mallas institucionales, sean internacionales o nacionales. Como respuesta de las organizaciones internacionales y de los estados se ha conseguido muy poco. Exagerando, por razones de ilustración, se puede concluir que ha sido una pérdida de tiempo. Parece que la interpelación más importante es a los pueblos y a las sociedades del mundo; pues son los y las únicas que pueden parar la locomotora del “desarrollo”, que marcha locamente al descarrilamiento.

Resumiendo, son las sociedades y los pueblos del mundo, al final, donde recae la responsabilidad de lo que pasa; al sostener el estado de cosas esas organizaciones internacionales pusilánimes, esos estados que no creen en el discurso catastrófico de ambientalistas, ecologistas, menos en la interpelación indígena. Por el contrario, continúan con la reproducción constante de estas mallas institucionales y dispositivos maquínicos; en el día a día de las prácticas sociales consumistas, de los habitus incorporados, de los esquemas de conductas y comportamientos subordinados.

El activismo ecológico es distinto al activismo político, pues no está en juego el modelo político o el modelo social, mucho menos la toma del poder. Lo que está en cuestión es la vida. Se trata de un activismo crucial. Es un activismo que no puede, quizás mejor dicho, que no debe, perder – para decirlo de esta manera pedestre, inmediatamente entendible -; ahora, exagerando, con el mismo objeto de ilustración y esquematismo, pues si pierde, pierde la vida. Es el activismo que está obligado a ganar.

Siguiendo el esquema, por cierto simple y provisional; en primer lugar, los colectivos activistas y los pueblos movilizados están obligados – manteniendo el término categórico – a dedicarle todas sus fuerzas, toda su energía, todo su cuerpo, a esta tarea. Es cuestión de vida o muerte, tanto en lo que respecta a la humanidad y al planeta; más en lo relativo a la humanidad, pues, como dijimos, la vida puede continuar sin el ser humano[4].

En segundo lugar, parece imprescindible generar relaciones, prácticas, estructuras, alternativas, a las hegemónicas y dominantes en el sistema-mundo capitalista; es decir, comenzar a construir los cimientos y las bases de las sociedades alternativas de otros mundos posibles. Ciertamente, estos cimientos y bases ya se encuentran, son inherentes a las sociedades alterativas, que son el substrato de las mismas sociedades institucionalizadas[5]. Ahora, de lo que se trata es que estas inherencias se desplieguen y realicen, construyendo otros mundos posibles. Sobre todo, aquéllos que formen parte integrante de los ciclos vitales y ecológicos planetarios. Por ejemplo, relaciones de producciones mancomunadas de los pueblos, que supongan eco-producciones, incluso eco-industrializaciones. Así como también relaciones de intercambio complementarias, que podemos nombrar, siguiendo la lógica, como eco-intercambios. Lo mismo podemos decir en lo que respecta a la distribución, que contempla el transporte; se trata también de eco-distribuciones y del transporte adecuado a los ecosistemas; por lo tanto, a los contextos y espesores ecológicos. Estos mundos nacientes no descuidan la eco-cultura; por lo tanto, la eco-formación integral de la ciudadanía ecológica.

Estas relaciones, estructuras, prácticas, alternativas, emergen tanto al interior del sistema-mundo, así como en los desbordes, de los flujos de fuga, que no controla, las sociedades alterativas. Es menester que otros tejidos sociales prosperen y abarquen planetariamente; además de atravesar a las mallas institucionales del sistema-mundo. Los mundos posibles no pueden restringirse solamente a la enunciación discursiva, a la utopía, pues se terminarían pareciendo a la promesa socialista; que fue postulada ideológicamente, incluso como programa; empero, terminó entrabada en transiciones largas y complicadas, que, en la práctica, terminaron absorbidas por el sistema-mundo capitalista.

En relación a lo dicho, por ejemplo, una de las tareas prácticas es impulsar las huertas en todos los hogares, en todas las viviendas, incluso colectividades; buscando no solamente la buena alimentación, la buena nutrición y la buena salud, sino salir de la dependencia del mercado de alimentos trasnacional; que deja mucho que desear, tanto desde el punto de vista de salud, de nutrición, como desde la perspectiva ecológica. En caso de las ciudades y metrópolis, quizás sea conveniente promover asociaciones que puedan efectuar la tarea de huertas colectivas.

Como el ejemplo de la anterior tarea práctica, se pueden encontrar muchas tareas prácticas, que coadyuven a la independencia de los y las ciudadanas de los mercados capitalistas, que producen necesidades artificialmente. Estas tareas prácticas no excluyen el activismo ecológico-político; mas bien, lo fortalecen, le otorgan un alcance mayor.

En tercer lugar, parece indispensable promover reuniones entre pueblos y sociedades del mundo para discutir sobre diseños de la gobernanza mundial de los pueblos. Reuniones, foros, redes, encuentros, que deliberen sobre las posibilidades, las viabilidades, las alternativas, de las formas de gobernanza mundial de los pueblos. Estas asambleas de pueblos pueden convertirse en la base de formación de consensos a escala mundial.

En cuarto lugar, no se puede descuidar, a pesar de nuestras críticas y observaciones, la interpelación a las mallas institucionales del sistema-mundo. Sobre todo, teniendo en cuenta los conflictos y problemas generados por este sistema-mundo. Al respecto, frente a una recurrente violencia para resolver los conflictos en el sistema-mundo, es menester, oponer a esta violencia sistemática de los Estado-nación, el dialogo, la deliberación y la integración entre los pueblos. En este sentido, denunciar las maniobras beligerantes de las potencias, sus estrategias de guerra, sus geopolíticas, incluso sus conspiraciones e intervenciones secretas, aunque no les demos la importancia exagerada que les otorgan las teorías de la conspiración.

En quinto lugar, promover las investigaciones que ayuden a mejorar, ampliar, nuestra comprensión, entendimiento y conocimiento de la complejidad integral y dinámica planetaria. En sexto lugar, promover también investigaciones que ayuden a reinsertar a las sociedades humanas a los ciclos vitales y ecológicos; entre ellas, las que ayuden a lograr la comunicación con los otros seres orgánicos del planeta.

En séptimo lugar, retomar el activismo de las movilizaciones, que han sido de impacto, contando con lo que se tiene y recurriendo al alcance de las convocatorias, hechas con grandes esfuerzos; empero, ahora, buscando no solamente mayor incidencia, sino movilizaciones a escala mundial.

Digamos, que esta ayuda memoria o notas improvisadas, para el activismo ecológico, en la coyuntura álgida de la crisis ecológica, ya señala otra etapa del activismo; esta vez, a escala mundial; articulando fuerzas, coordinando movilizaciones y tareas, integrando colectivos activistas y pueblos afectados; además buscando involucrar a todos los pueblos del mundo. Se trata, sobre todo, de integrar fuerzas, no de dividirlas; los debates, las discusiones, la concurrencia de perspectivas, no pueden dejar de darse; empero, deben ser desplegadas como parte de las deliberaciones, para encontrar concesos y mancomunar fuerzas.

[1] Ver Episteme compleja. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/episteme-compleja/.

[2] Ver Ecología compleja. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/ecolog__a_compleja_2.

[3] Ver Decolonialidad. También La guerra de la madre tierra. Así como La subversión indígena.

https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/decolonialidad_y_educaci__n.

https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/01/la-guerra-de-la-madre-tierra-6/.

https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/la_subversi__n.

[4] Ver Más acá y más allá de la mirada humana. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/mas-aca-y-mas-alla-de-la-mirada-humana/.

[5] Ver Imaginación e imaginario radicales. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/imaginacion-e-imaginario-radicales-en-devenir-y-dinamicas-moleculares/.


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