Sistémico o antisistémico. Algunas paradojas.

27.Ene.04    Análisis y Noticias

Trabajo en una universidad … soy sistémico.
Quiero cambiar la sociedad … soy antisistémico.
¿Es posible ser ambos a la vez?

Posiblemente desear el cambio no sea suficiente para la calificación de antisistémico.
Quizás haya que hacer cambios para serlo.

Por ejemplo, un punk, es antisitémico porque practica otra forma de vida, valores y relaciones, pero no todo el tiempo, ya que a veces va a la escuela, otras al cine o comprra ropa, o trabaja en una empresa privada o repartición pública.
¿Puede ser antisistémico quien participa activamente reforzando la propiedad, el trabajo y la circulación mercantil?

Otro ejemplo: el MST de Brasil cuenta con una estructura jerárquica, vertical, piramidal y autoritaria, donde los acampados y asentados no pueden desarrollar iniciativas que no provengan del Comité Central. ¿Puede ser antisistémica una estructura sistémica? ¿O cualquier estructura?

Esta organización brasileña lucha contra el latifundio y defiende la propiedad privada de la tierra, ambos objetivos capitalistas. Además apoyan a Lula, que aplica el programa neoliberal. Más sistémicos que Lula y el PT, difícil encontrar.
La producción de los asentamientos del MST se organiza a través de cooperativas, que deben ser debidamente registradas y abren cuentas y reciben préstamos de los bancos. Los productos van al mercado y a la exportación, reforzando no sólo los mecanismos y engranajes sistémicos, sino la ideología tal en sus componentes.

Dicen que desearían acabar con el capitalismo y pasean las fotos del Che Guevara por el país como las iglesias pasean retratos de Cristo o crucifijos. Aplican la pedagogía de Paulo Freire para concientizar, superando las viejas revoluciones culturales de Europa oriental, que pese a la utilización del poderoso aparato estatal para explicar a la gente las bondades del socialismo, no consiguieron nada por no haberlo practicado.

Las izquierdas de nuestro continente quieren ser más eficaces de lo que fue la URSS, más papistas que el Papa, esto es, avanzar al socialismo por vía del sistema que se critica. El reformismo de hoy es más acentuado que el de antes, más entreguista y más artero. En nombre de la paz y de la humanización arrojan a la basura las banderas de lucha. La derrota de la URSS parece entendida como la necesidad de hacer algo intermedio, ni tan capitalista como USA ni tan socialista como Rusia, más bien algo moderado, lo que se ha dado en llamar la humanización del capitalismo. Ello explica los rebrotes populistas del peronismo y del bolivarismo.

En el campo del capital, por ejemplo el conflicto de Israel en territorios palestinos: EEUU usa a Israel para agredir al mundo árabe en general. Lo que no se dice, más bien se esconde, es la influencia del sionismo en EEUU, que usa ese estado en su propio beneficio, en una articulación que trasciende la máscara sionista y llega a las más diversas formas y lugares de operación de capitales, sean financieros, transnacionales, en fin, que alcanza al conjunto de lo que se llama el imperio del capital, que usa los estados, los reordena, los cambia, etc. cuidando la continuidad de la propiedad y la ganancia.

Dado que existen pugnas entre esos capitales, su articulación no está exenta de la lucha de la competencia, donde uno aplasta al otro, se fusionan, otro desplaza al de más allá, y así van.

Por ejemplo, Erminio de Moraes, el poderoso empresario brasileño que hizo su fortuna con el nacionalismo militar, apoyaba medidas de Cardoso y hoy apoya muchas de Lula, según convenga, como los intercambios con India, así una mano lava a la otra: Erminio gana más y Lula se mantiene de progresista, con lo que las izquierdas se alejan de las tentaciones de hacer evoluciones, poder popular y otras cosas caóticas antisistémicas como esas. Erminio es el tipo de empresario que se puede “atraer” con políticas moderadas, pero sólo a condición de que se le asegure estabilidad, control de la población (sea con mano dura o haciéndolos marchar a todos disciplinados detrás de las banderas rojas) y ganancia, pues el sujeto no es tonto y no se va a aliar con una izquierda que quiera cambiar el sistema.

Soros, el mega empresario financiero de origen húngaro, supo aprovechar muy bien el proceso de acumulación y centralización de capital que había hecho la burocracia de Hungría en nombre de ideales que quedaron en los manuales y hoy se extiende por el mundo con tanto poderío que es invitado obligado a todo foro económico. Astutamente el hombre se ha lanzado contra Bush emitiendo declaraciones en su contra y pasando dinero al Partido Demócrata. Es todo un progresista … quiere capitalismo, pero sin tanta guerra.

Es como Erminio de Moraes. Ambos saben como ganar con los socialistas burocráticos, que se pegan a los empresarios como sanguijuelas. Todos ellos en campaña por la humanización. ¡Vaya paquete! Todos ellos sistémicos.

Sectores confundidos de la izquierda norteamericana han decidido dar su apoyo a la política de frentes populares levantada por el eje Lula-Chávez-Kirchner, o también petismo-bolivarismo-peronismo. Manteniendo los viejos cánones de la izquierda fracasada, se niegan a ver que la autoorganización y autonomía de los sapatistas, Conaie y otros, representan importantes procesos de acumulación de fuerzas por abajo. Obnuvilados por las posibilidades de utilización de los resortes sistémicos, ven la lucha social solamente como la acción más o menos progresista de algunos gobiernos, sin prestar atención a los verdaderos actores de la emancipación: los pueblos. Acostumbrados a los esquemas, orientan sus análisis a las pugnas inter capitalistas o inter estatales, descuidando la presencia del sujeto social protagonista de su destino.

Como en la época de Torrijos en Panamá, los sectores empresariales en pugna dentro de Venezuela se empujan unos a los otros por el reparto de la gallina de los huevos de oro, que en Panamá era el Canal y en Venezuela es el petróleo. La macro política llevó a la URSS, Libia y a la izquierda mundial a apoyar a Torrijos, cuyos aparatos de contrainsurgencia se dedicaron alegremente a perseguir a los revolucionarios, en especial a los que continuaron la gesta de Floyd Britton en el FER y en el MLN-29.

Hoy en USA, una cantidad de miembros y ex miembros del SWP y otros grupos deben hacer un análisis autocrítico del apoyo internacional que se le entregó a Torrijos y al PRD. A nivel popular la ira contra contra el gobierno torrijista no era importante para los analistas, que se contentaban con los discursos del general de que el canal es panameño, ocultando a la fracción burguesa que requería ese recurso para su desarrollo. Hoy Panamá está peor, y no precisamente porque USA intervino para secuestrar a Noriega, sino porque se combatió la organización popular y se desmantelaron las posibilidades de resistencia.

En Chile, los partidos de la izquierda sistémica se opusieron a la organización de base, radicando las negociaciones y maniobras en la conocida “muñeca” de Allende y las iniciativas de diálogo superestructural entre dirigentes y generales, reprimiendo a los marinos antigolpistas, a los campesinos e indígenas que ocupaban tierras y devolviendo las fábricas ocupadas por los trabajadores tras el paro patronal.

La crítica a Chávez no puede entenderse como un apoyo a las otras fracciones burguesas que disputan los favores de la población para arrastrarla a los bloques en pugna. Chávez ha empujado a Evo Morales a desarrollar una política populista nacionalista que ya había sido anunciada y aplaudida por Kirchner. No es por otro motivo que Peredo, vicepresidente del MAS boliviano, recibió pifias cuando llamó en Argentina a apoyar a Kirchner. Las consecuencias están a la vista: Evo se ha puesto en contra de la convocatoria de la COB, de la Confederación Campesina y otros sectores que han llamado a movilizarse contra Mesa.

La izquierda sistémica está haciendo un grave daño a la organización popular. Encandilados por los cantos de sirena de la humanización del capitalismo levantada por la quinta columna de Attac, abren sus brazos a los empresarios, que ven en esas alianzas el instrumento político de la estabilidad necesaria y la posibilidad de reordenar rápidamente la contrainsurgencia continental que se oponga a las dinámicas de base que vienen por todos lados.

Esas izquierdas saben que se está pagando ese costo a nivel popular, pero no les importa, con tal de acceder a cuotas de poder.

En estos días Bolivia será escenario del tira y afloja de estas dos corrientes: la burocrática y la popular. La dirección del MAS, junto a ONGs, iglesias y empresarios, buscará dilatar el inicio y ahogar el desarrollo de las movilizaciones y tratará de centrar la pugna en las “presiones” a Mesa. Por otra parte, las organizaciones sociales se preparan para bloquear los caminos y marchar a La Paz a cerrar el congreso.
Sectores troskistas y sindicalistas tradicionales, nucleados en torno a la convocatoria de la COB, piensan en la toma del poder. Los mayoritarios sectores campesinos e indígenas quechuas, aymaras y otros, junto a sectores barriales, piensan más en la consolidación de las capacidades territoriales. Los dirigentes sindicalistas, sustentados en un sector tradicional minero y en general altamente burocratizados, proponen repetir la Asamblea Popular de tiempos de J.J. Torres. Los sectores campesinos y originarios se inclinan más por la Asamblea Constituyente que refunde la república desde las organizaciones sociales. Quizás no haya mucha distancia práctica entre ambas propuestas, aunque en el enunciado la de los sindicalistas apunta a la centralización. El MAS, por el contrario, está por realizar primero las elecciones municipales de fin de año, a partir de cuyos resultados Evo pueda catapultarse a la presidencia más adelante. Después de las municipales están dispuestos a discutir la constituyente.

Cuanto de sistémico y cuanto de antisistémico hay en esas propuestas, lo decidirán las organizaciones de base, única forma de resolver la paradoja.

Profesor J