Crónicas desde los cerros (2)

25.Ago.04    Análisis y Noticias

En enero de 1971, con un grupo de pobladores sin casa del cerro Achupallas, ocupamos un sitio baldío de unos 80 metros cuadrados para instalar ahí la sede del comité que haría la toma masiva dentro de un mes. Habíamos pasado casa por casa haciendo una encuesta de la cantidad de grupos familiares que habían en una vivienda y luego los convocamos al comité, que quedaba al borde del camino principal del cerro. En casi todas las casas había más de una familia: un hijo casado, un hermano con esposa e hijos, una hija madre soltera y así, los allegados.

Achupallas es un cerro largo de Viña del Mar que, junto al Playa Ancha de Valparaíso, constituyen los límites geográficos naturales norte y sur de la bahía donde se encuentran juntas ambas ciudades haciendo un solo núcleo urbano y suburbano de más de 600 mil personas, distribuidas casi en partes iguales en cada una, de las cuales del 90% al 95% vive en los cerros. Entre Achupallas y el mar hay un cerro más bajo llamado Santa Inés, a cuyo pié estaba el regimiento Coraceros que hoy, por el repliegue de los militares fuera de la vista del público, ya no sigue allí, siendo reemplazado por varias elevadas torres de noble estilo copiado del inglés. Vaya a saber uno quien vendió a quien esos terrenos. Mercurio, el protector de los comerciantes bendijo el tejemaneje desde el Olimpo.

Al lado de esos bloques, atravesando la Avenida Alessandri por donde suben buses a Santa Inés, Gómez Carreño, Santa Julia, Achupallas y Reñaca Alto, así como hacia las ciudades costeras hasta Horcón, se instaló un mall a todo trapo, digamos con derroche de lujo y detalles con una hermosa pasarela que atraviesa la avenida 15 Norte y hace introducirse al ganado consumidor por la boca de otro edificio glotón lleno de plástico y otros repulsivos materiales de agresión visual y ambiental.

15 Norte es el límite norte (obvio) del plan de Viña del Mar, reducto turístico del capital atendido y cuidado a latigazos por la masa esclavizada de la parte superior de los cerros. Hace un corto tiempo atrás, recién acabado el verano, algunas centenas de desempleados y sus familiares, habitantes de las partes altas de los cerros, que limpiaban las playas y no recibieron sus pagos, se instalaron frente a la intendencia regional de Valparaíso con un bellísimo concierto de pitos y batucada en una protesta de varios días que debe haber puesto aún más colorado a Guastavino (Guatevino le llaman algunos con sorna, al parecer no sin motivos), el intendente regional, adalid del empresariado, ex militante y líder local del Partido Comunista, que en su época se agarraba (algunas veces con el que escribe estas letras) con la gente de los cerros que no quería ir detrás del gobierno popular como ovejas tontas, sino construir el poder popular desde la base social de manera autónoma con relación a las instituciones oficiales, cuestión a que siempre este señor le tuvo un pánico un tanto histérico, como todo burócrata que se precie.

Detrás de Achupallas está Reñaca Alto, otro cerro que mira a la playa ídem, que era la flor y nata de la elite de la elite, donde se instalaron vertiginosas discotecas (discoteques, perdón) que hacían las delicias de los lolos de Providencia y del oeste argentino. Ahí a las autoridades chilenas se les acababa la guerra por los canales del sur, que se retoma según convenga, para recibir con sonrisas de oreja a oreja a los vecinos que vienen a dejar billetes en el casino y en Reñaca, aunque a los pobres les cierran el paso, sea claramente, sea envolviéndolos en tanto trámite y barreras que acaban por rendirse por cansancio, lo que demuestra que la salida al mar no es un problema de patrias o fronteras, sino de ricos y pobres.

Así Achupallas y Reñaca Alto quedan como una meseta elevada llena de quebradas y pequeños cerros entre el camino costero y la ruta hacia el interior. Esa meseta (por llamarla de alguna manera, sepa Moya como le dicen a eso) llega hasta Concón Alto por el lado de la costa y hasta Quilpué (si no sigue aún más allá) yendo al interior y la población de los respectivos cerros se ha ido extendiendo ocupando tierras hasta casi constituir un solo conglomerado urbano (o mejor, suburbano), aunque quedan muchas áreas para nuevas ocupaciones. Por esos lados está lleno de tomas de 30 o 40 familias hasta grupos mayores de varios cientos y la municipalidad, en vez de instalar cañerías de agua, ya que dicen que los millones de dólares que entran por el turismo deben emplearse en otras cosas (sic), envía camiones cisterna que entregan una cuota limitada a cada uno. Los pobladores instalan al lado de los caminos (bueno, es un decir) sus baldes y diversos tipos de recipientes donde se arroja el preciado líquido con displicencia propia de seres que han alcanzado el status de agentes del estado, aunque también viven en los cerros y no se meten con los vecinos (faltaría más). Por eso no es posible realizar cultivos autogestionarios en esos lugares, pero igual estamos estudiando como hacerlo. La imaginación al poder. Los mandamases del municipio no quieren los cultivos de autosuficiencia en los cerros, ya que hay que regar los preciosos jardines para los turistas y cuidar el nombre, pues Viña es llamada por ese motivo la Ciudad Jardín. El agua que consume el reloj de flores, símbolo de la ciudad, bastaría para desarrollar cultivos que darían alimentos a muchas familias de la parte alta de los cerros, pero habría el riesgo de que no necesiten comprar en el mercado y eso sería debilitar los fundamentos de la ideología. No. Demasiado peligroso. Mejor pasarles sólo para unos baldes. No vaya a ser que comiencen a bajar otra vez esos cerreros cerriles.

Dicho sea de paso, cerrero es sinónimo de peliento, marginal, vulgar, tosco, inculto, pero en este caso son cerriles, es decir, indómitos. Quizás una de las alegorías más representativas pueda ser que los cerros son las alturas donde están los de abajo, o sea, los de abajo están en un plano superior, y desde allí otean el llano, el plan, como el Cóndor, que se deja caer sobre los alimentos para agarrarlos con dientes y uñas y llevarlos consigo para la prole.

En el extremo este de Achupallas, hacia el interior, alejándose de la costa, junto al camino a Quilpue, está el cerro Miraflores, que también se extiende hacia atrás en dirección de la meseta cerril, fusionándose allí Achupallas, Miraflores, Reñaca Alto y Quilpue Alto. Siguiendo hacia el este, después de Miraflores está el estero Marga Marga, luego del cual continúa la secuencia con los cerros Chorrillos y Forestal que siguen una línea hacia el sur para tocar los cerros que rodean la Quinta Vergara, donde miles de espectadores del festival de la canción ayudan a vender la pomada turística, siguiendo los cerros Agua Santa y Recreo, el que se toca con Esperanza, donde empieza Valparaíso según los manuales y las regla institucionales, viniendo a continuación Los Placeres, Barón, etc. hasta llegar a Playa Ancha.

En realidad no hay diferencia entre los habitantes de los cerros de ambas ciudades, existiendo una identidad telúrico-social de difícil reproducción en otros lugares. Cuando llegaron los ingleses a la bahía, junto con la aduana y edificios administrativos, palacetes, etc, instalaron una copia de un edificio de Londres, que se llama la torre del reloj Turri, al pié de los cerros Concepción y Alegre, donde los invasores levantaron las lujosas mansiones y casas que hoy llaman pomposamente patrimonio cultural de la humanidad. Allí vivía gente noble, de alta alcurnia, sangre azul, prosapia y pedigrí, pero muy luego los pobres se fueron colgando por todos lados aproximándose más de la cuenta, obligando a marcharse ofendidos a los señores a colonizar lo que era Viña del Mar, asentando sus reales en el cerro Castillo, situado entre la secuencia de cerros y el mar, también en Agua Santa y lugares inmediatos.

Muy luego los amos tuvieron que arrancar de Viña a Reñaca, pues la invasión de los pobres no permitía el debido descanso. Luego salieron también de allí. Hoy no le dicen a nadie donde tienen sus refugios de verano, vaya a saber usted por qué, quizás le temen a Bin Laden, y tal vez por eso han sido los ejercicios de práctica militar realizados el día de hoy en el puerto con el argumento de prepararse para la amenaza terrorista…

Seguimos.

Salud. Con chupilca y chapalele.

Profesor J