La derecha chavista contra las comunidades mineras de Las Claritas

25.Ene.06    Análisis y Noticias

La patria no se vende a las trasnacionales….
Comunidades mineras de las Claritas, Estado Bolívar, suroriente del país

El Movimientode pequeños mineros de las Claritas parecía haber logrado un acuerdo con el estado que por fin pondría fin a la centenaria situación de explotación, represión y miseria de estas comunidades, movilizados logran en septiembre de 2005, sacar a la Guardia Nacional y lograr que sea sustituida por el Ejército. Además de un acuerdo con los siguientes puntos: crédito a las cooperativas, plazos para la reconversión laboral para la minería de aluvión y la eliminación de las balsas y morteros en ríos, fortalecimiento de la Misión Piar, y otros. Inmediatamente después de haber logrado estos acuerdos con el Gabinete de Gobierno en pleno, se produce el primer Congreso Minero, coordinado por el Frente Minero y la Misión Piar.

Allí se termina de dar forma a un programa revolucionario que incluye la salida de las transnacionales de la zona, la formación de un Empresa Nacional Minera, el esquema cooperativo y cogestionario con el que se trabajaría junto a la población de pequeños mineros, además de un conjunto de estrategias organizacionales, de formación, de comunicación y de desarrollo tecnológico alternativo.

El Ministerio de Industrias Básicas y Minería respalda estas resoluciones y parece que, en un proceso ejemplar, un tercio del territorio nacional parecía abrirse de nuevo a la soberanía nacional y a una racionalidad de vida.

A finales de septiembre, las unidades del ejército apostadas en la zona empiezan a reestablecer las mismas prácticas de matraqueo al pequeño minero además de la corrupción por la venta y control de la gasolina. La derecha chavista, encabezada por el gobernador comienza a declarar por el fin de la “atrasada minería artesanal” y la suspensión de la Misión Piar. Esto va acompañado de una campaña mediática, tarifada por los nuevos palangristas de la prensa, ahora con clientes nuevos dentro de la burocracia clientelar del gobierno. Ya con los indígenas del Zulia actuaron estas plumas baratas de la prensa, ahora lo hacen con los pequeños mineros de las claritas.

Las empresas trasnacionales del Oro encabezadas por la trasnacional Cristallex le cierra, en el emporio de las Cristinas la única vía de acceso a los pequeños mineros de las Claritas, con el apoyo de la GN, para provocar una situación de desorden público que le permita solicitar una mano de fuerza para reestablecer la Paz, sometiendo así a las comunidades mineras. La empresa preserva sus predios con la ayuda de la Guardia y su propia seguridad paramilitar.

Es entonces que empieza la arremetida del ejército que hasta los momentos había conservado una digna neutralidad. Los primeros contactos tienden a ser muy violentos y salen afectados niños, familias y algunos vehículos que no les faltó sentir la candela minera, entre ellos, uno militar. Empiezan las detenciones y allanamientos. Se acusa de presencia de armas, de guerrillas, hablan de una conspiración provocada por fuerzas de oposición y de un ejército paramilitar en formación dentro de la región. El terror del ejército termina imponiéndose a través de una toma completa con la presencia de un soldado cada cuatro habitantes en un pueblo de sólo 4 mil personas. La Misión Piar queda prácticamente disuelta con la persecución directa de sus miembros a los cuales no les queda otra salida que esconderse. Un tribunal de contingencia empieza a decretar los autos de detención respectivos y no precisamente contra los que han provocado todo esto, sino en contra de los que han defendido su derecho a la vida y la dignidad de todos.

Las autoridades nacionales intervienen para lograr un acuerdo, que relegitima el papel de las trasnacionales en la zona. Ninguno habló del congreso de pequeños mineros, del proyecto Imataca Sur, hecho por la pluma y la mente de la militancia popular minera, de seres con pensamiento, organización y proyecto propio; protagonistas, productores y verdaderos soberanos de esta región, menos aún de la represión. Se llegan a acuerdos mínimos, tan mínimos como que dejarían de nuevo la vía abierta a las comunidades mineras, hacia las zonas de explotación asignadas. Luego a sólo un mes de la visita el acuerdo es burlado por la complicidad del Ejército con los empresarios mineros y los mineros quedan en una situación más precaria que al inicio del conflicto de septiembre.

Los dirigentes son solicitados por rebelión y tiene que esconderse, las autoridades Ministeriales que acuerdan con los mineros son depuestas, la burocracia del gobierno local y regional se cuadra con las trasnacionales y se restablece el orden colonial en la zona del Oro del estado Bolívar. Sin embargo ahí están las comunidades, con arraigos que les indican que deben seguir luchando.