¿Piden mucho los estudiantes chilenos?

08.Jun.06    Análisis y Noticias

El gobierno ha lanzado hoy su Consejo Asesor para la reforma de la educación, integrado por connotados personeros de las más variadas ideologías, desde la pinochetista UDI hasta sectores de izquierda.

Los estudiantes secundarios piden otras cosas, no sólo una mayor presencia en ese consejo. La conferencia de prensa que realizaron el martes por la noche tenía una tela de fondo que decía “Bachelet no queremos migajas para la educación”, es decir, no bastan las propuestas hechas hasta hoy, los estudiantes piden más.

PRIMERO
Piden ser reconocidos como actores e interlocutores fundamentales de la problemática educativa del país, por eso exigen la mitad más uno de los miembros de dicho consejo que hará las propuestas en el plazo de dos meses que serán canalizadas por los conductos institucionales del parlamento y sus respectivas comisiones.

Esta exigencia de actores e interlocutores denota la enorme madurez alcanzada por el movimiento, la autoconciencia de que son sujetos deliberantes y no están dispuestos a ser tratados como ciudadanos de segunda categoría. Menos aún si tienen la representación de un millón y medio de estudiantes que se movilizaron el lunes en todo el país, unos en las escuelas tomadas, otros en marchas multitudinarias, otros en combates callejeros contra la represión, otros en jornadas de reflexión, otros en la toma de la UNESCO, otros en sus barrios. Es falso que haya una división del movimiento. Lo que hay son distintas maneras de entender los pasos que se deben dar y las formas de lucha para conseguirlo. No son los dirigentes “radicales” los que influyen en el estudiantado, al contrario, hay una gran base de sustentación de las propuestas que se definen a mano alzada en las asambleas. El respeto a la diversidad de opiniones y la multiplicidad de formas de lucha inauguran una nueva manera de actuar en la lucha social desde abajo, donde los más variados actores subjetivos o ideológicos y las personas consideradas individualmente, sin ceder en sus propias formas de opinar y actuar, confluyen en una multitud heterogénea que no necesita definir un solo modo de actuar, donde la libertad de pensamiento y de comportamientos se expresa ampliamente, sabiendo o aprendiendo que en determinados momentos la mano alzada de la democracia directa tiene un valor increíble. En eso radica la unidad de la diversidad, el encuentro de los diferentes, que son capaces de sumar y golpear como un solo puño en los momentos que las condiciones lo requieren. Si eso se lograra también en cada barrio o localidad podríamos hablar de una expansión del ejemplo estudiantil al asambleísmo y protagonismo social de vecinos y comunidades. Y esto es un riesgo que el estado no está dispuesto a correr. Para los de arriba no debe cundir el ejemplo de los estudiantes. Piensan y actúan en la dirección de que hay que cerrar el paso a sus afanes de protagonismo. A eso se dedica la prensa intentando meter el dedo en las diferencias para ahondarlas y hablar de “divisiones”. Pero hasta ahora todos esos intentos se han estrellado contra la realidad. Sigue el movimiento. Mientras las autoridades siguen empecinándose en montar ese consejo limitado a las vacas sagradas del saber oficial.

SEGUNDO

Los estudiantes no están pidiendo la ruptura con el gobierno ni con el estado. Simplemente están actuando desde el interior de su problema, desde lo social concreto, y desde allí extienden sus alas libertarias comprimidas durante generaciones y que hoy estallan abriéndose de manera sorprendente e inesperada para los adultos, acostumbrados ya a subordinar sus problemas y reivindicaciones a los dirigentes y a la capacidad de negociar con las autoridades dentro de las estructuras limitadas de la institucionalidad vigente. Los jóvenes están pidiendo más democracia, más participación. Con su contradicción no resuelta están mostrando también la contradicción de las otras esferas de la vida, a saber, la salud, el trabajo, la vivienda, etc. es decir, las condiciones generales del tipo de sociedad en que vivimos. Todo eso está sometido a los canales establecidos y ellos piden ampliar esos canales, que se reconozca la democracia directa por sobre la democracia vertical, que se valide la opinión de las asambleas, que las voces de los de abajo sean no sólo escuchadas, sino que puedan estar presentes en la remodelación del mundo que les interesa. En el fondo están pidiendo otro mundo. Están siendo realistas, están pidiendo lo que parece imposible.

Sin ninguna duda la dinámica estudiantil está influyendo y va a influir más aún en los barrios y centros de trabajo, lo importante es extraer las lecciones que nos ayuden a todos a profundizar el debate, en especial la importancia de las asambleas o comités populares en los barrios, esto es, la generación de espacios sociales donde la temática de la educación y otras sean abordadas por los protagonistas inmediatos, que las diferentes instancias sociales, ideológicas o no, puedan confluir en los territorios y localidades para “tomarse” la democracia, para desarrollar la democracia directa barrial entre vecinos y desde allí configurar los pasos de una nueva sociedad, una sociedad que, al contrario de las viejas estrategias, no dependa de la “toma del poder” para cambiar de arriba hacia abajo, sino, por el contrario, ir cambiando desde ahora en la construcción de nuevas relaciones por abajo.

La declaración de vecinos de un barrio de Chillán, así como de otros lugares del país, apunta en esa dirección. Vale la pena leer lo que dicen los compas de Chillán en Indymedia: http://santiago.indymedia.org/news/2006/06/51160.php así como las declaraciones en torno a la creación de los Comités Populares por una Nueva Educación y Trabajo CET en los barrios.

Profesor J