Claves y lecciones del proceso boliviano

24.Jul.06    Análisis y Noticias

Poco a poco un sector importante de la izquierda tradicional del continente se agrega a la estrategia por arriba de Chávez de reordenamiento del capitalismo mientras otros sectores se aproximan por abajo encontrándose entre comunidades, identidades locales y diversas formas de autoorganización social, reconociéndose como sujetos sociales, con asombro, como niños que agitan sus manitas emocionados ante la presencia del espejo del otro.

Antecedentes y contexto regional

El protagonismo social se ha presentado como fenómeno nuevo después de la caída del muro, ya que durante muchos años cada organización o movimiento era simplemente una polea de transmisión de las prácticas partidarias destinadas a sumar gente para alcanzar la administración del aparato del estado.

Marta Harnecker fue la encargada de diseñar el nuevo modo de abordar la relación de los partidos con los movimientos sociales y las diversas maneras de autoorganización de la sociedad civil, escribiendo sobre la unidad de la izquierda política con la izquierda social. Pero desde otro lugar, desde el bunker de Le Monde Diplomatique y de sectores izquierdistas próximos al viejo eurocomunismo, surge una línea “independiente” que trata de ser más sutil en su relación con lo social. La fórmula era sencilla, casi prosaica: en vez de ser los partidos los que se aliasen con la sociedad civil, por el contrario, debían ser las propias organizaciones las que asumieran un rol de conducción y elaboración estratégica, dirigidas por sus cabezas “naturales”, cabezas que resultaron ser para ellos, obviamente, las ONGs, sindicatos e iglesias. De esas reflexiones surge Attac, corriente por la humanización del capitalismo a la que se incorpora la nefasta Susan George ex presidenta de Greenpeace.

Ambas corrientes, la denominada neo capitalismo de estado y la de humanización del capitalismo se suman en el Forro de Porto Alegre e invierten sus esfuerzos para la victoria de Lula. Ibase, la ONG brasileña encargada de seleccionar cuales reciben y cuales no reciben los dineros de los donantes, canaliza los fondos de la Fundación Ford que representan el 60% de los gastos de dicho encuentro de Porto Alegre. Pero sectores de la izquierda petista y del MST abandonan la línea de la humanización y se separan de Lula para incorporarse al proyecto Chávez de cambios por arriba, sin sacrificar la alianza continental de gobiernos y programas regionales de desarrollo capitalista acelerado asentados en una nueva versión del estado de bienestar que apoya el ex asesor del gobierno norteamericano Joseph Stiglitz que luego fue vicepresidente del Banco Mundial y que lanzó la propuesta de “superación” del neoliberalismo que le significó ganar el premio Nóbel de economía.

Los resultados del proceso venezolano

Quedando Lula como un neoliberal, ahora son Chávez y el proceso venezolano quienes llevan la batuta del reordenamiento capitalista de nuestra región utilizándose del poderío financiero derivado del petróleo y aplicando novedosas medidas de capitalismo de estado combinadas con una fuerte expansión de infraestructura regional de realización del producto en una red funcional a las fuertes inversiones de las empresas transnacionales de los hidrocarburos. La base de la nueva alianza es ahora el neo capitalismo de estado chavista, el neoliberalismo progresista de Lula y el neo populismo de Kirchner, alianza que aspira a copar los espacios abiertos en Bolivia por la victoria electoral de Evo Morales y el MAS.

El proceso venezolano ha quedado reducido a una centralización de las decisiones y a una hábil política de alianzas y negociaciones desde arriba con sectores de izquierda tradicional, como los trotskistas e independientes que dirigen las principales organizaciones sociales corporativas, la Unión Nacional de Trabajadores UNT y el Frente Campesino Ezequiel Zamora, que aún siendo críticos del gobierno, llaman a la población a cerrar filas detrás de Chávez, lo que les hace funcionales al modelo. Se entiende que Harnecker haya decidido instalarse en ese país, ya que es suya la propuesta de unificación de los partidos con las organizaciones de la sociedad civil para su sometimiento. El proceso de autoorganización social que tuvo una de sus máximas expresiones y detonante en el Caracazo fue así abortado en parte, consiguiéndose neutralizar el creciente protagonismo social que venía desde abajo.

La eficiencia del chavismo no puede llevarnos a criticarlo como enemigo, sino más bien a reconocer nuestras deficiencias en el campo de la autoorganización social y nuestra incapacidad de generar redes de comunicación y apoyo directo entre experiencias de base. Los aparatos aprovechan los vacíos dejados en las discusiones estériles entre componentes del campo popular y tejen sus redes desde arriba usando los recursos sistémicos para ganar voluntades.

Génesis y perfil del proceso boliviano

En Bolivia hacía tiempo se veía venir un fuerte dinamismo social desde abajo, desde las bases de las organizaciones sociales y desde las localidades. No había un liderazgo centralizado, ya que unas veces era la central campesina la que convocaba a los bloqueos, otras eran los cocaleros, otras la COB, otras las comunidades locales y otras la Coordinadora del Agua de Cochabamba. Posteriormente surge el MST, que en nada se asemeja al brasileño, una mayor presencia de las comunidades originarias y el fuerte protagonismo de comunarios por localidades.

La diversidad era la característica principal hasta que en una oportunidad convocan juntos Felipe Quispe por la Confederación Campesina, Óscar Olivera por la Coordinadora del Agua y Evo Morales por los cocaleros, lo que llevó a miles a gritar de alegría: “Se unieron”, era el grito que circulaba por muchas partes, mientras la COB, dirigida por sectores de la vieja izquierda troskista se distanciaba cada vez más e insistía en la “vía insurreccional”.

Es muy interesante esa alegría respecto a la unidad, ya que refleja una comprensión de que la disputa entre vanguardias no llevaba a nada, al mismo tiempo que denota una madurez política en esos protagonistas de abajo que a todas luces supera de lejos los niveles que presentaba la organización y conciencia social en Venezuela antes de la llegada de Chávez.

Todos votan por Morales, ya que en ello se reflejaba esa conciencia de que hablamos. La diferencia con Venezuela es que no todos se subordinan al mando desde arriba y esa es actualmente la principal característica del proceso boliviano.

La asamblea constituyente surge como iniciativa de las comunidades, que aspiran a instalar allí sus representantes directos. Habría sido un extraordinario ejemplo democrático que de alguna manera traía en la memoria histórica a la Asamblea Popular que se había constituido durante el gobierno de J. J. Torres. Pero el congreso decidió otra cosa: que no habrían representantes por comunidades ni localidades, sino puramente de los partidos. En eso el sistema supo actuar con perspicacia y el MAS con astucia. Ambos salían ganando: por una parte se impedía el acceso directo de las comunidades, lo que habría sido grave para el poder, y por la otra el MAS capitalizaría para sí los intereses comunitarios, evitando que las definiciones escapen a las determinaciones del partido gobernante.

El MAS informa a los movimientos y comunidades que pueden elegir a los candidatos que irán por el partido, lo que reconstruyó parte de la confianza que se había debilitado ante esa drástica decisión del congreso. Luego en las bases sociales fueron electos esos candidatos, pero el partido sólo aceptó a los incondicionales, cerrando el paso a los independientes y colocando en su reemplazo a militantes que no habían sido escogidos en las asambleas, lo que llevó a fuertes protestas en varios lugares, acalladas por la aplanadora masista que se extendía por todo el país reclutando a los que venían de las filas de la vieja izquierda, dirigentes de ONGs, profesionales oportunistas, cooptando dirigentes sociales, ofreciendo cargos públicos, etc.

Ahora el MAS controla la mayoría de la Constituyente, pero por acuerdo del congreso las votaciones deben alcanzar las tres cuartas partes, lo que le obligará a negociar con los representantes de la oligarquía, ofrecer ventajas y aceptar concesiones.

Por otra parte la nacionalización no fue tal, pues sólo se refirió al 3% de la propiedad de las instalaciones de hidrocarburos, el gobierno se niega a aceptar la nacionalización de la línea aérea aduciendo que tiene deudas, se ha emitido un reglamento que ilegaliza las ocupaciones de tierras, en fin, varias reivindicaciones populares se han hipotecado por la necesidad de asegurar las buenas relaciones con el capital, lo que se ha reafirmado con la visita del vicepresidente boliviano a Estados Unidos tendiente a bajar la presión externa.

Pero la tensión entre la superestructura gobernante con las comunidades y localidades no se ha detenido, pues constantemente hay nuevas ocupaciones de tierras y batallas locales por expulsar alcaldes o prefectos que no satisfacen a la población. Muchas localidades de las que apoyan al MAS no le permiten interferencia en el autogobierno local ni en la dirección de las organizaciones sociales. Ante ello el partido gobernante insiste en la cooptación ofreciendo cargos y beneficios desde el aparato del estado o copando reuniones y congresos para conquistar los cargos de dirección.

Así es posible caracterizar el actual momento del proceso boliviano como una fuerte tensión donde el gobierno aspira a neutralizar la independencia de los movimientos, localidades, comunidades y sociedad civil para centrar las decisiones en los aparatos de gobierno y de ejercicio del poder central. Ello ha sido comprendido por la nueva generación de militares que ha asumido los mandos después de que varios niveles de jefatura fuesen retirados por Morales. Tractores venezolanos comienzan a llegar, así como viajes a operarse de los ojos. En fin, la operación estratégica de control desde arriba y reordenamiento de la población para su cohesión tras el estado va marchando, pero no viento en popa como quisieran.

Lecciones del proceso boliviano

Para el resto del continente va quedando clara la estrategia de esos sectores que se dicen de izquierda pero actúan como capitalistas, así como van quedando claras las tareas de resistencia, solidaridad y apoyo mutuo entre los de abajo.

Las comunidades y localidades bolivianas no quieren hipotecar sus destinos a un gobierno, sino que muchas de ellas están convencidas de que no pueden bajar la guardia ni ceder en su protagonismo. Allí se verá como se manifiesta el desarrollo de la tensión e interrelación entre gobierno y comunidades, se verá si hay avances hacia el mandar obedeciendo, pero mal haríamos de permanecer como observadores críticos nuevamente como fue hecho hacia Venezuela o Brasil. La posición geográfica de Bolivia junto a varios países y prácticas comunitarias diversas hace posible que desde abajo nos podamos plantear la tarea de una mayor relación e intercambio directo entre comunidades y experiencias.

Por eso nos vamos a reunir el 6 de septiembre en la caleta de pescadores artesanales Chanavayita de Iquique, Chile, cerca de la frontera con Bolivia, varias experiencias comunitarias de diferentes países con colectivos autogestionarios para escuchar a los compas que vendrán de las comunidades bolivianas a relatarnos como viven con sus propias manos, a la vez que les contaremos lo que se hace en otros lados. No vamos a esperar para ver si funciona el proceso, no queremos ser observadores pasivos, sino que vamos a descubrir con ellos las maneras de entregarles solidaridad y apoyo directo desde otros lugares mediante la puesta en práctica de una horizontalidad de comunicaciones e intercambios que contribuyan también a un conocimiento más permanente en otras partes de la disposición y formas concretas con que ellos desarrollan la autoorganización y la vida desde abajo. En fin, descubrir juntos las posibilidades de tejer redes transfronterizas de hermandad que trasciendan a los estado y al mercado para la cooperación y el apoyo mutuo.

Abrazos
Profesor J