Inmigrantes vuelven a las calles de Chicago, Arizona y Washington

30.Ago.06    Análisis y Noticias

29 de Agosto de 2006

WASHINGTON

Los inmigrantes volverán a salir a las calles de varias ciudades de Estados Unidos a partir del próximo viernes, cuatro meses después de las multitudinarias marchas del 1 de mayo, para exigir al Congreso una reforma migratoria integral antes de las elecciones de noviembre.

“Una gran mayoría de norteamericanos cree que nuestro sistema de inmigración no está funcionando y desea que el Congreso encuentre una solución real”, dijo este martes Jaime Contreras, presidente de NCIC, una de las organizaciones que convocó las marchas junto a la Alianza Somos América (WAAA).

Las diferentes manifestaciones coincidirán con la vuelta al Capitolio la próxima semana de los congresistas estadounidenses tras el receso de agosto, dos meses antes de las elecciones de mitad de mandato que renovarán el 7 de noviembre la Cámara de Representantes y la tercera parte del Senado.

La primera manifestación se celebrará en Chicago el viernes con una marcha hasta la residencia del republicano Dennis Hastert, presidente de la Cámara de Representantes, que aprobó en diciembre pasado una reforma que sólo incluía medidas represivas para frenar la inmigración ilegal.

El lunes 4 de septiembre, Día del Trabajo en Estados Unidos, los partidarios de la regularización de los cerca de 12 millones de indocumentados que viven en el país, desfilarán por las calles de Phoenix (Arizona, suroeste).

Los organizadores llamaron a una “megamarcha” nacional el jueves 7 de septiembre en Washington cerca del Congreso, donde una conferencia trata de armonizar la versión de la cámara baja con la del Senado, que abriría el paso a la regularización de la mayoría de los indocumentados.

Las marchas concluirán el sábado 9 de septiembre en Los Angeles, donde se produjeron las mayores concentraciones de manifestantes esta primavera (boreal), con medio millón de personas desfilando por sus calles el pasado 1 de mayo.

Esta primavera, las manifestaciones de inmigrantes tuvieron un éxito desigual. El 1 de mayo, más de un millón de personas marcharon por todo el país, menos de un mes después de que casi 200.000 personas se concentraran el 10 de abril frente al Congreso en Washington.

En cambio, el pasado 17 de mayo, menos de 1.000 personas participaron en una “megamarcha” en la capital, dando la impresión de que el movimiento lanzado en marzo se estaba agotando.

El proyecto de reforma migratoria, prometido por el presidente George W. Bush hace más de dos años, se encuentra empantanado en el Congreso, debido a las dificultades para conciliar versiones tan diferentes como la aprobada por la Cámara de Representantes y el Senado.

La posibilidad de aprobar la ley antes de las elecciones quedó seriamente comprometida después de que el liderazgo republicano decidiera organizar una serie de audiencias sobre la inmigración por todo el país este verano, antes de iniciar el proceso de armonizar las dos versiones.

En rueda de prensa, el senador demócrata Ted Kennedy, que propuso con su colega republicano John McCain el proyecto aprobado por la Cámara Alta, volvió a insistir en la necesidad de aprobar “una reforma migratoria integral para hacer frente a los problemas” de la inmigración ilegal.

El gobierno de Bush también insistió en que los congresistas den el visto bueno a una ley que permitiría la implementación de un programa de trabajadores temporales para los inmigrantes dispuestos a cumplir tareas descartadas por los estadounidenses, como señaló Bush.

Los miembros del gobierno llamaron, no obstante, a los legisladores a actuar antes de fin de año, mientras las organizaciones que convocaron las marchas piden que la ley sea aprobada antes del 7 de noviembre.