Reflexión de las mujeres wayúu

29.Mar.07    Análisis y Noticias

UNA MEMORIA DE LA SISTEMÁTICA ARREMETIDA PARAMILITAR CONTRA COMUNIDADES DEL PUEBLO WAYÚU DE LA MEDIA GUAJIRA

Poco a poco comienza a conocerse la verdadera dimensión de la tragedia soportada por el pueblo Wayúu a causa de las acciones criminales que han venido realizando, desde principios de la década de los noventa del siglo pasado y hasta la fecha, grupos paramilitares y de autodefensas de diverso origen y composición.

Desde ejércitos privados al servicio de poderes mafiosos de toda condición, pasando por una compleja red de gatilleros y sicarios que le dan forma a estructuras paramilitares, siguiendo con grupos de autodefensas conformados por poderosos locales y regionales para defender sus intereses y negocios particulares, continuando incluso con operaciones encubiertas encaminadas a brindar apoyo a la expansión del paramilitarismo realizadas por instancias de la fuerza pública, hasta las llamadas “bandas criminales emergentes”, como si los grupos armados precedentes no lo fueran, todos ellos, directa o indirectamente, de manera velada o abierta, han arremetido contra varias comunidades del pueblo Wayúu.

Más allá de la masacre de la Alta Guajira acaecida el 18 de abril de 2004, la cual fue ampliamente difundida tanto a nivel doméstico como internacional, en su momento se conoció bien poco sobre otros hechos criminales perpetrados por los paramilitares contra comunidades del pueblo Wayúu en otros lugares de La Guajira.

Hay que destacar que fueron más bien excepcionales los casos que salieron a la luz pública, relacionados con la violenta arremetida que, entre 2002 y 2006, desplegaron los paramilitares contra comunidades enteras del pueblo Wayúu en la Media Guajira, sobre todo en aquellas localizadas sobre las vías a Carraipía y a La Majayura en jurisdicción de Maicao. No está demás advertir que muchos de estos casos se sucedieron cuando se suponía había un “cese de hostilidades” de lo paramilitares por estar adelantando un “proceso de negociación” con el Gobierno Nacional.

En este lapso y como parte de su estrategia de dominio territorial encaminada a hacerse al monopolio de los circuitos económicos, tanto legales como ilegales, más rentables y lucrativos, los paramilitares realizaron un número no determinado de masacres en diversas rancherías a la vez que ponían en marcha un dispositivo para asesinar selectivamente a los Wayúu que de alguna manera consideraban un obstáculo a sus pretensiones de expansión o para asesinar indiscriminadamente con el fin de doblegar, por vías del terror y el miedo, la voluntad de la población. Estas masacres y asesinatos selectivos e indiscriminados ocasionaron a su vez varios éxodos de grupos familiares enteros quienes para salvar sus vidas se vieron forzados a huir a Venezuela o hacia otros lugares de La Guajira.

De algunos testimonios recogidos recientemente entre los familiares de las víctimas y entre sobrevivientes de las criminales acciones paramilitares, se ponen de presente tres situaciones que se precisa tener en cuenta a la hora de dimensionar el impacto del la violencia paramilitar en comunidades del pueblo Wayúu de la Media Guajira.

En primer lugar varios testimonios dan cuenta de la ocurrencia de algunas masacres sobre las cuales no se tenían referencias de ninguna clase. En segundo lugar, los testimonios mencionan que se presentaron desplazamientos masivos que nunca fueron reportados ante las instancias concernientes, entre otras razones por el desconocimiento que teníamos los Wayúu sobre la existencia de instituciones públicas y no gubernamentales dedicadas a este tema. En tercer lugar de los testimonios se deduce que no fueron pocos los casos en que los Wayúu asesinados por los paramilitares fueron recogidos rápidamente por sus familiares maternos y, antes de emprender el éxodo, enterrados inmediatamente, no sólo sin que se efectuaran oficialmente los levantamientos de los cadáveres, por lo que no hay registros de estos asesinatos, sino lo que es mucho más grave, sin que se pudieran enterrar de conformidad con la ritualidad propia a nuestros usos, costumbres y tradiciones culturales.

Son muchos los factores que han contribuido para que esta tragedia de inconmensurables proporciones se mantuviera sumida en la invisibilidad y en el silencio.

A la tendencia de los Wayúu de no reportar las muertes de nuestra gente en razón a la existencia de una serie de parámetros culturales que rigen la relación con los muertos y sus respectivos espíritus de las que quedan excluidos los alijunas, y de no informar sobre los desplazamientos forzados, dado que la amplia movilidad y el desplazamiento han sido características históricas de la apropiación territorial de nuestro pueblo, hay que mencionar otros factores que son más del ámbito externo.

El principal de estos factores tiene que ver con la existencia, siendo más evidentes en unos períodos que en otros, de relaciones estrechas y de colaboración entre las estructuras paramilitares y sectores de la fuerza pública y de los organismos de seguridad del Estado presentes localmente. Esta connivencia, a veces abierta y a veces soterrada, entre unos y otros es coincidente en varios testimonios recogidos entre familiares de víctimas y de sobrevivientes que manifiestan que las denuncias elevadas en algunas instancias públicas contra los paramilitares, derivaban en retaliaciones y respuestas inmediatas de estos grupos, lo que ponía de manifiesto el grado de infiltración que habían conseguido. Sobre el particular es preciso mencionar que algunos testimonios refieren explícitamente acciones conjuntas desarrolladas por paramilitares y sectores de la fuerza pública.

Otro factor tiene que ver con la persistencia, a la fecha, de estructuras paramilitares en varios lugares del territorio Wayúu. Al respecto puede decirse que más que desmovilización lo que se presentó en la Media Guajira y otras áreas del territorio Wayúu fue la transformación de varias de estas estructuras paramilitares en una bien montada red de gatilleros y sicarios al servicio de hombres fuertes que fueron los que administrando la violencia y la coerción asumieron el control de los circuitos económicos más significativos de la región.

Estos grupos paramilitares postdesmovilización, continúan operando en diferentes lugares de La Guajira. La más reciente víctima de estos grupos fue una mujer Wayúu del Sur de La Guajira, quien, al parecer, por negarse a pagar la extorsión a que venía siendo sometida por paramilitares, fue brutalmente degollada.

El miedo latente derivado de lo anterior, es otro de los factores que nos obligaba a los Wayúu a mantener en el silencio muchos de los crímenes perpetrados por los paramilitares. Si bien el temor se ha venido venciendo, este subsiste sobre todo en las comunidades más afectadas por la violencia.

Un factor adicional que hay que tomar como referencia es la falta de acompañamiento por parte de organizaciones de derechos humanos y de organismos de ayuda humanitaria a las víctimas, a los familiares de las víctimas y a los sobrevivientes Wayúu de los crímenes del paramilitarismo. La ausencia en territorio Wayúu de la Media Guajira de estas organizaciones y organismos se explica, en gran medida, en que debido al silencio que cubrió los crímenes del paramilitarismo, se llegó a considerar que lo que estaba sucediendo con el pueblo Wayúu no revestía la gravedad suficiente como para convocar su presencia en la región. Sintomático de esta situación es la inexistencia en toda La Guajira de organizaciones sociales que adelanten un trabajo en materia de derechos humanos y derecho internacional humanitario. Precisamente el unanimismo conseguido por la violencia paramilitar acalló e impidió el desarrollo de este tipo de organizaciones.

De otro lado, cabe destacar que en este escenario de violencia y de dolor las mujeres del pueblo Wayúu resultamos particularmente afectadas. De manera directa recibimos los impactos de la violencia paramilitar como quiera que varias de nosotras terminaron asesinadas, algunas después de haber sido torturadas y violadas. Si bien los testimonios que hemos recogido ciertamente no son muy detallados en mencionar casos de mujeres Wayúu violadas por los paramilitares, los silencios de las mujeres Wayúu ante una pregunta abierta y directa sobre este tema, son indicativos de que eventualmente casos se debieron haber presentado. Sea como sea, los testimonios mencionan algunos casos de nuestras mujeres que fueron maltratadas y golpeadas por los paramilitares y otros en que fueron heridas a bala en incursiones de estos grupos criminales.

De la fortaleza de algunas de nuestras mujeres para desafiar el terror paramilitar y, según el mandato de la Sukuaipa Wayúu, aplicar justicia, se escenificaron variados e innumerables casos que están por escribirse.

El testimonio brindado por un familiar de la víctima narra el caso de una joven y bella Wayúu de Maicao quien perdió a su esposo en una incursión paramilitar realizada en su ranchería. Una vez ocurrido el asesinato esta Wayúu valiente se dio a la tarea de rastrear los pasos dejados por los paramilitares que intervinieron hasta identificar plenamente al jefe que comandó al grupo en las acciones. Luego, con infinita paciencia, puso en marcha un plan para acercarse al jefe paramilitar. Este, desconociendo por completo quien era ella, terminó seducido bajo sus encantos. Coincidiendo en una fiesta, mientras los dos bailaban, ella sutilmente lo desarmó para con esa misma arma dispararle con furia hasta causarle la muerte. Para nosotros los Wayúu este no fue un acto de venganza sino un acto heroico de honor y de justicia. Desafortunadamente, meses después, esta valerosa Wayúu caía asesinada en una de las varias masacres cometidas por los paramilitares en la vía a La Majayura. La venganza vino por cuenta de los paramilitares quienes antes de asesinarla con sevicia la violaron y la torturaron largamente.

Sin querer restarle importancia al simbolismo negativo que entraña para nosotros la muerte de una mujer a causa del conflicto armado, principalmente cuando se sabe que en las guerras interétnicas nosotras las mujeres, al igual que los niños, somos intocables y debemos quedar al margen de las hostilidades, son dos los escenarios donde hemos jugado un papel destacado: en el de la economía familiar y en el de las denuncias.

Ante el asesinato de esposos, padres o hijos mayores, las mujeres Wayúu hemos tenido que asumir la responsabilidad principal de la economía doméstica en muchas de las familias victimizadas de la violencia, teniendo que desarrollar actividades que tradicionalmente son consideradas masculinas.

Hemos sido las mujeres las que, quebrando el miedo en que los paramilitares habían sumido a varias comunidades del pueblo Wayúu, comenzamos a desamordazar el silencio y a organizarnos para denunciar las atrocidades y crímenes soportados por el pueblo Wayúu en algunas zonas de nuestro territorio.

No solo somos, hoy por hoy, las mujeres Wayúu las que con mayor decisión demandamos verdad, justicia y reparación, sino las que desde mediados 2004, en pleno apogeo de la arremetida paramilitar, comenzamos a llamar la atención nacional e internacional sobre la tragedia que estaba sucediendo con comunidades del pueblo Wayúu de la Media Guajira y otros lugares del departamento, sin que desafortunadamente recibiéramos el apoyo debido.

Prioritariamente dos temas venimos planteando actualmente las mujeres Wayúu que estamos organizándonos para dar a conocer ampliamente lo que sucedió y está sucediendo con el pueblo Wayúu en relación con el conflicto armado.

En primer lugar la necesidad de escribir la memoria del conflicto en territorio Wayúu para que se sepa lo que sucedió y para reivindicar el recuerdo de nuestras víctimas; ello como camino para que se conozca la verdad.

En segundo lugar, ha sido tal el daño causado por el paramilitarismo a las comunidades del pueblo Wayúu de la Media Guajira que además de las reparaciones individuales a que haya lugar para resarcir a las familias de las víctimas y a los sobrevivientes, es imprescindible pensar en una reparación colectiva para estas comunidades.

Frente al tema de la reparación estamos convencidas que esta debe ser una responsabilidad del Estado, ya que fue debido a su acción u omisión como el paramilitarismo se expandió y se infiltró en la institucionalidad pública. Así mismo sostenemos que en la reparación deben involucrarse a todas las víctimas Wayúu del conflicto armado y no exclusivamente a las del paramilitarismo, especialmente cuando hay reportes de familiares de víctimas que manifiestan que estas fueron ejecutadas sumariamente por la fuerza pública.

Como reflexión final, es importante conocer que quienes tenemos la misión de reivindicar a nuestros muertos, no descansaremos hasta que ellos puedan emprender tranquilamente su viaje a Jepirra, ellos están con nosotras orientando este proceso y son ellos mismos quienes nos dan la fuerza y dirigen nuestros pasos.

Cabildo Wayúu Nóüna de Campamento
Sütsüin Jiyeyu Wayúu – Fuerza de Mujeres Wayúu
Maicao, (La Guajira), 24 de marzo de 2007