Chile: Análisis de coyuntura. Abril 2010

21.Abr.10    Análisis y Noticias

Chile: Análisis de coyuntura.
Abril 2010

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com
http://clajadep.lahaine.org

El modelo chileno desde Pinochet y Cia. (Si, puede leerse esa abreviatura de las dos formas), ha sido aplaudido por moros y cristianos. Estados Unidos muy feliz y China muy feliz. Los europeos muy felices y los australianos más aún.

¿Qué ha sido lo que ha entusiasmado a esos países tan disímiles?

Las grandes empresas y el capital financiero han encontrado en los territorios controlados por el estado chileno un lugar donde extraer grandes ganancias gracias a las garantías que ofrece el aparato estatal que pretende ser el único y exclusivo administrador de lo público, o sea, lo que se supone que pertenece a todos.

¿Y cuáles son esas garantías?

Por una parte una legislación que permite que esos capitales, de inversión y de especulación, circulen como Pedro por su casa sin cortapisas, con bajos impuestos y con grandes facilidades. Se trata de una legislación abierta, que ni los europeos ni los norteamericanos tienen, debido al proteccionismo que han instalado en sus respectivos cotos de caza, justamente para asegurar la estabilidad mínima de capitales locales que ayuden a financiar el aparato administrativo estatal.

El empresariado chileno y sus administradores políticos se han asegurado que una parte de las riquezas que circulan por estos territorios en otras manos, quede para alimentar el estado, como el cobre, el manido sueldo de Chile, de donde salen millones de dólares que van a afirmar las arcas del aparato y la constante actualización del poderío militar, que no sólo invierte en armas y tecnología, sino también en sueldos y prebendas a miles de funcionarios que cumplen funciones de inteligencia, contrainteligencia y contrainsurgencia hacia el interior del país. Muchos aún continuan creyendo que la seguridad del estado funciona como antes y se preocupan de ver a sujetos de negro, cuando esa etapa ya ha sido superada hace mucho y la principal arma de confrontación y control de la rebeldía es la infiltración, es decir, poner gente cerca de los mecanismos de decisiones de las organizaciones y partidos, tales como iglesias, sindicatos, parlamentarios, jueces, abogados, partidos y organizaciones rebeldes, para estar al tanto de las acciones que hacen o pueden hacer y dejar caminar las que no ofrecen peligro o que ayudan a la imagen de la llamada lucha contra la delincuencia. Las instancias abiertas son estimuladas y las más cerradas son empujadas constantemente a la confrontación interna, al choque de ideas y al fraccionamiento, con el propósito de evitar el desarrollo de una actitud rebelde en la población.

Es claro para los capitales que arrasan con la naturaleza, las comunidades, la salud de la gente y mantienen la precariedad del trabajo, que la seguridad chilena funciona a las mil maravillas. La izquierda está más debilitada que nunca, no ha podido estructurar focos de poder popular ni dirigir sindicatos u organizaciones sociales de manera de levantar alternativas distintas que no pasen del simple testimonio de presencia aislada. Las luchas reivindicativas se han quedado estancadas en eso, manifestaciones o acciones efectistas y propagandísticas de vez en cuando sin mediar procesos de acumulación permanente de dinámicas agrupadoras y convocantes, siendo rápidamente aisladas del resto de la población para luego ser enviadas a su casa a la espera de la próxima “lucha” definida por los dirigentes, quienes invierten grandes esfuerzos en reuniones, análisis, encuentros, alianzas, tácticas, estrategias y demás, para arribar a resultados ínfimos.

Seguir levantando las dinámicas reivindicativas hacia un estado y una economía que empujan hacia el lado contrario es estrellarse constantemente contra una muralla que pareciera inexpugnable. Distinto era en épocas pasadas de niveles inferiores de desarrollo del capital y de sus procesos específicos de acumulación de ganancias, como era el estado de bienestar, el wellfare state del keynesianismo, que requirió una fuerte intervención estatal junto a una capa elitista de sectores sociales que se beneficiaban directamente de los procesos negociadores, donde era posible luchar por un 30 o 40% de aumentos para recibir un 12 o 15% solamente. Esas negociaciones anteriormente eran acompañadas por fuertes movilizaciones y la acción parlamentaria que usaba dichas dinámicas para entablar negociaciones y disputas en el interior del aparato legislativo diciendo representar a las reivindicaciones sociales, normalmente con el mismo o los mismos partidos parlamentarios presentes en la dirección de sindicatos y otras agrupaciones sociales. Ello sucedía a fines del gobierno de Frei padre solamente para sectores muy organizados y políticamente dirigidos por organizaciones que tenían presencia en el legislativo, como los partidos comunista y socialista, surgiendo el MIR que consiguió canalizar la lucha de sectores marginados, como en las masivas ocupaciones de tierras urbanas y rurales para el acceso a la vivienda y a la reforma agraria de sectores no contemplado en las negociaciones anteriores, o en sectores industriales de menor calado cuya fuerza se alcanzó sobre la base del agrupamiento local en torno a los cordones industriales.

Sin embargo eso solamente fue posible debido a la característica del estado de bienestar, de ofrecer soluciones desde un estado que las tenía y las ofrecía. El gobierno militar y los gobiernos siguientes desarrollaron una política pública diferente: tendría beneficios quien tuviera dinero, o sea, vinculación subordinada o no, al libre mercado, que pueda endeudarse o que abra una cuenta en un banco. El aparato estatal redujo enormemente su capacidad de otorgar soluciones específicas trasfiriéndolas a la capacidad de recoger soluciones monetarias en el mercado, destinando una pequeña parte de los fondos del cobre y de impuestos hacia lo que se llamó fondos concursables que se inició primeramente mediante ciertas concesiones o medidas de Corfo, donde se implementó inicialmente el nuevo modelo de repartir migajas a sectores que se “lo ganaban”. Esta institución estatal, a la que se integran cuadros económicos y administradores provenientes fundamentalmente del viejo partido nacional de Onofre Jarpa, modifica su estructura interna y se ramifica hacia diferentes direcciones fragmentando programas e inversiones destinados a quienes puedieran competir en eficiencia y calidad. Luego esa nueva propuesta es llevada a los demás sectores de la administración, tales como cultura, salud, vivienda, educación y otras, cada una con sus características e imagen diferente. Esa política económica que acompañó al proceso de quiebre de empresas para que se levantaran las más eficientes, digamos, proceso de reconversión de la infraestructura y de la mano de obra, se acompañó con un nuevo modelado de la municipalización, dividiéndose los municipios santiaguinos y otorgándose nuevas funciones a las alcaldías. Al mismo tiempo se acababa con la reforma agraria y se reforzaba la capacidad exportadora de determinados sectores agrícolas y agroindustriales.

Sin embargo la resistencia contra la dictadura concitaba cada vez más la atención e incorporación de diferentes sectores a la acción directa desde abajo. El proceso de reconversión encontró su primera piedra en el zapato en el pueblo marginado que atraía sectores universitarios y de capas medias en una dinámica creciente. Ello no alcanzó a ser medido por ejemplo por el MIR, que empezó a fraccionarse entre aquellos que ponían toda la carne en el asador y aquellos que veían que junto a las dinámicas de resistencia podía ampliarse una actividad de construcción de nuevas formas organizativas de vida comunitaria, como fueron las colonias urbanas, ollas comunes, autogestión y otras. Lo mismo sucedió con el Lautaro y Frente Patriótico. Esa resistencia no alcanzó a asumir nuevas formas de empoderamiento territorial y fue quebrada por las negociaciones por arriba que asegurarían la continuidad del modelo con la llamada vuelta a la democracia, donde el factor político, ideológico y movilizativo fue orientado hacia las instituciones, lo que aceleró el quiebre y aislamiento de los destacamentos de la resistencia.

La falsa dicotomía entre reforma y revolución, entre lucha directa o armada y lucha institucional, dividió los esfuerzos y las orgánicas, debilitándose la corriente de autoorganización y construcción de nuevas formas de vida desde las cuales proyectarse hacia adelante desde abajo. Ello explica en gran parte la crisis posterior de las izquierdas y su constante debilitamiento junto a la incapacidad de interpretar las nuevas condiciones, que no eran resultado de elaboraciones políticas de los gobiernos, sino de las nuevas realidades económicas del capital. La población va poco a poco tomando distancia de ambas propuestas y se produce el llamado proceso de baja de conciencia, ya que no asumían ni uno ni otro modelo vaciando las dinámicas electorales, negándose a sumarse a los grupos rebeldes y rechazando la acción de los partidos, los que van cayendo por ello en un acentuado voluntarismo, una insistencia de proyectos y programas que no calaban ni calan en la gente, que ya probó todos los modelos posibles y ha verificado que sólo llevan a la vuelta de las crisis y represión.

Sin embargo ya no es el miedo a la represión lo que inmoviliza al pueblo, sino la inutilidad de los esfuerzos, con una izquierda burocrática que ha hecho de la vieja ética un trapo sucio, un Partido Socialista dedicado a favorecer a sus asociados instalados en fundaciones y empresas hacia donde eran desviados los fondos concursables mediante el simple expediente de los señores feudales que controlan sectores partidarios, colocaban a sus integrantes en puestos de gobierno y avisaban a sus paniaguados la empresa o institución a donde debía ir el fondo respectivo, alimentando así a sus huestes con la teta estatal. Un Partido Comunista aliándose al gobierno de la Concertación eligiendo tres diputados con votos socialistas, demócrata cristianos, PPD y radicales. Así cualquiera termina con la “exclusión”.

Por otra parte los grupos rebeldes y anarquistas dedican más esfuerzo a la acción directa y los preparativos para la “guerra” que a la autoorganización social, y cuando ésta se hace, es bajo el más férreo control de las orgánicas, lo que les aisla aún más, ya que la gente verifica que se trata de un proyecto preconcebido y tienen que optar entre una vida militante llena de secrificios o seguir la corriente de la paz social del sistema. El hedonismo, individualismo y competencia exacerbados estimulados desde todas partes, el mercado, el estado y aún los propios partidos, ayudan aún más a mantener distancias de aquellos que convocan a una vida sacrificada “por la causa” y que no alcanzan a percibir que caen en el más acentuado voluntarismo consiguiendo solamente atraer a algunos estudiantes universitarios que en segundo o tercer año ya han renunciado a seguir en “la lucha”.

El terremoto vino como anillo al dedo a la alianza empresarial-militar que ha asumido el gobierno gracias a las deficiencias de la Concertación, que ya había llegado al nivel de bajeza que hacía posible decir que es lo mismo que gobierne Piñera o Bachelet. Si la estructura del capital requiere una amplia capa de marginalidad que impida las negociaciones como antes por la amenaza de miles que pueden ocupar el puesto, esa capa ahora se ha ensanchado de manera abismal. Si antes se hablaba de “excluidos”, esa categoría ha aumentado enormemente. Si antes se hablaba de marginalidad, ahora ese sector se ha acrecentado de golpe. Más difícil va a ser negociar con las instituciones, que si bien estaban antes en manos de ladrones y corruptos, hoy día han sido retirados para asumir el empresariado directamente la administración de sus intereses. No hay cambio ninguno. La prueba es el secretario de la OEA, que tanto le da cuidar sus palabras en relación a Cuba y Venezuela que atacar a esos países abiertamente.

La política internacional entre estados es un asunto estre estados, por muy politizados que lleguen a estar los debates. Otra cosa es la gente.

Evo Morales y su partido el MAS caen estrepitosamente en la elección municipal y departamental del 4 de abril, perdiendo el apoyo institucional de muchas comunidades que se vieron burladas con la selección de candidatos del partido dejando fuera a los candidatos nominados por las organizaciones sociales y comunitarias. Lo mismo es posible verificar en las municipales venezolanas donde la derecha asume importantes alcaldías. O sea, la política estatal en el continente tiene sus altos y bajos, sus vaivenes, quedando probado que el simple trabajo partidario y de control de los aparatos no basta para asegurar avances.

Pero eso no parece influir en los análisis que se hacen sobre la situación chilena. Los partidos y grupos de afinidad más próximos al campo popular han tomado el terremoto como terreno de la solidaridad, abandonando tajantemente la necesaria práctica de la reciprocidad. La solidaridad es un concepto humanista individualista que reafirma la diferencia entre quien tiene y quien no tiene, uno solo es el actor y el otro es un receptor pasivo que reproduce su status de pasividad al recibir la donación o el apoyo.

Mal haríamos si tomamos la nueva situación como un terreno abonado para insuflar la protesta y la reivindicación hacia un estado que ya sabe claramente cual es su estrategia y no la va a modificar con las exclamaciones o movilizaciones de los damnificados. Entidades internacionales han definido a Chile como el principal país para oportunidades de negocio en el continente. Obviamente, si lo que hay para invertir y sacar beneficios se ha aumentado, ahora con la careta moral de la solidaridad. Las empresas inmobiliarias, constructoras y del cemento han sido limpiadas, no son culpables por las pesimas construcciones que se vinieron abajo o han debido ser abandonadas, Eso ha quedado cubierto por la propaganda sistemática contra los llamados saqueadores, que envolvieron personas pacíficas y honestas de todos los sectores que sacaban ordenadamente artículos diversos de los almacenes y supermercados para enfrentar la nueva realidad de haber visto perder todas sus pertenencias, incluso el techo donde vivían, o aún pueblos enteros, cuestión que se tergiversa por un niño que llegó a ser estrella o por uno que se salvó casi milagrosamente, tapando el sol con un dedo de los cientos de miles de aquellos que han venido a engrosar las filas de la marginalidad para alegría de los poderosos, que así tienen sólo miserables para cuidar y hacer show como la triste actividad realizada en la televisión por Don Francisco donde los empresarios más potentes como los Luksic aparecieron donando millones y millones para esos pobrecitos y miserables damnificados. Ese manto de lamento permite camuflar muy bien la nueva realidad a que estamos abocados. El sentimiento cochino que busca impregnarse es aprovechado también por federaciones de estudiantes y aún las universidades y para qué hablar de las iglesias, que ven su agosto para mostrarse como preocupados por los cuerpos y almas de esos nuevos marginados.

Esos marginados no van a poder contar con el nivel de vida, alimentos, salud y demás que constituían su entorno, y por eso justamente decimos que vienen a engrosar la extensa capa de marginalidad y parece un tanto oportunista colgarse de la lastimera solidaridad institucional y televisiva para hacer proselitismo político.

Tal vez sea el momento de que esa gente pueda mirar hacia otro lado, hacia las posibilidades de rearmar sus vidas de otras maneras, ya no dependientes del estado y del mercado -donde tendrán que pasar años de inútiles esfuerzos que no conducirán a nada-, sino desarrollando formas de autogestión alimentaria, autoconstrucción con recursos naturales que provee el medio circundante, energía alternativa, redes de intercambio económico entre ellos de forma horizontal, agrupaciones de comprando juntos, en fin, formas de sobrevivencia en que no se descarte aceptar las ayudas de todo tipo, vengan de donde vengan, pero que no se queden pegados en la pasividad de la espera y no sólo ocupen sus energías en protestar contra las demoras, sino que constituyan mingas de vecinos para la reconstrucción de lo que han perdido y para la construcción de una nueva vida.

Esos sectores damnificados pueden comprar a bajo costo o intercambiar mediante trueque productos del mar a las caletas de pescadores que puedan reoganizarse poco a poco, productos agrícolas y artesanales a las comunidades mapuche o agrupaciones campesinas, productos elaborados a comunidades barriales urbanas que por su vez pueden adquirir de ellos los productos que puedan ir elaborando sobre la base de los frutos de huertas o áreas cultivadas, animales y emprendimientos productivos autogestionarios. El tema es que no existe mucha cultura de la autogestión productiva masiva, ya que muchos grupos ideológicos entienden por eso la forma de ellos sostenerse y la forma de un principio teórico a predicar. Habrá que aumentar los talleres prácticos de creación de huertas comunitarias, elaboración de biogás mediante la basura orgánica, confección de dínamos simples generadores de electricidad por medio de la fuerza mecánica producida por caídas de agua, la acción del viento y otras formas que la iniciativa puede hacer si se estimula de tal manera que se vayan legitimando y masificando.

Algunos colectivos y grupos han comenzado a hacerlo, ya se percibe una pequeña divulgación de como hacer hornos de barro, ollas brujas y otra soluciones que sólo formaban parte del universo ecologista. El tema es llevarlo a la práctica también en los barrios de las ciudades, hacerlo entre dos o tres personas para que otros vean la utilidad, la simplicidad y el bajo costo, animándose a su vez para hacerlo también.

Varias corrientes están incorporando elementos como la autonomía y la comunidad para emitir sus mensajes y análisis, algunos como herramienta para quebrar el rechazo de la población a los partidos, otros como forma concreta de operar, sin embargo, para que ello adquiera consistencia, es necesario incorporar la nueva economía como factor esencial, no bastando con constituir nuevos partidos y agrupaciones que luego llevarán a la gente a las elecciones municipales, pues con ello no se asegura una base de sustentación creativa y deliberante que vaya definiendo mediante la puesta en práctica con sus propios cuerpos las nuevas medidas administrativas que pueden hacer los municipios. Es necesario que las nuevas corrientes autónomas, comunitarias o aún partidarias que se plantean el control de juntas de vecinos y aún municipios, lo hagan sobre la base de realizaciones que envuelvan a la población en dinámicas constructivas propias para elevar su protagonismo democrático y económico desde abajo, de tal modo que la municipalidad sea un factor coadyuvante al desarrollo que se plantea la experiencia constructiva y no el factor que va a resolver los problemas, pues las promesas tienen poca aceptación. No basta decir “haremos”, sino que hay que mostrar lo que se está haciendo. Y ese estar haciendo no es del candidato sino de la misma gente que despliega su iniciativa y encuentra que el municipio estará al servicio de esas necesidades, las apoyará y defenderá. Ello evitará que la pasividad siga reinando en la forma de espectativa o esperanza de que la institucionalidad será la solución adecuada.

Sin una nueva economía funcionando no habrá conciencia de lo que se puede hacer, quedando la comprensión solamente acotada al discurso convincente y argumentativo de las posibilidades de futuro, con lo que seremos solamente uno más del mercado de las opciones y propuestas. Al mismo tiempo hay que levantar formas de una nueva salud, constituyendo comités de salud por barrio y localidad que agrupen a los especialistas, sanadores, yerbateros, machis, medicina holística, oriental, yoga, masajes, reiki, enfermeras, estudiantes de salud y otros, con el objetivo de elevar las condiciones de higiene, alimentación, salud corporal y mental de la población, evitando así que papá estado sea el salvador de los cuerpos nutriendo en la gente la espectativa de los consultorios y demás donde distribuyen a granel los medicamentos químicos que produce la industria farmacéutica y venden las cadenas comerciales.

Todo indica que si el empresariado dedica sus esfuerzos a ensanchar y controlar a los sectores marginados, están dadas las condiciones para que esos sectores organicen su vida partiendo de ellos mismos y la acción compartida diariamente con los vecinos.

La alianza y trabajo conjunto entre la Red Ecológica de Chile y la Universidad Libre, junto a otras agrupaciones y localidades, se encuentra desarrollando una parcela demostrativa donde es posible observar y practicar estos elementos anotados. Entre en contacto para asistir a las actividades. También puede participar en los talleres prácticos de la Universidad Libre en Santiago con una sesión semanal de Salud Comunitaria, Ingeniería de la Producción Autogestiva y Energía Alternativa, Nueva Educación desde el Barrio, Arquitectura y Construcción del Hábitat Comunitario, Redes de Economía Alternativa, Huerta, Avícola, Procesamiento de Alimentos, Fabricación de Cerveza Casera, Medios de Comunicación Barrial, El Otro Derecho y el Consultorio Barrial, Antropología, Filosofía y Sociología de la Comunidad Barrial Autónoma. Los talleres tienen un costo de 2 mil pesos, ya han comenzado con la parte introductoria y no hay ningún problema en incorporarse comunicándose al mail unlibre@gmail.com culminando el fin de semana del 26 y 27 de junio con un carnaval en el barrio, exposiciones por disciplina y una gran feria del trueque gran.

Participe. Hay un espacio para usted, sus ideas, sus propuestas y sus ganas de hacer.

Abrazos
Jaime Yovanovic (Profesor J)