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Ser anticapitalista

11.07.03

Si el planeta es dominado por el capital, nada más lógico que sus habitantes, los terrestres, sean anticapitalistas, como en la época de los esclavos (no muy lejana), donde hacían prisioneros, los sometían y los esquilmaban como ovejas, faltándoles sólo decir beeeh! Pero igual los griegos los llamaban animales parlantes y muchos señores los llamaban de corderos. Al menor descuido de los patrones, estos esclavos, que no eran tan corderos, emprendían las de Villadiego promoviendo fugas en masa, por lo que era obvio que no simpatizaban mucho con el esclavismo que digamos.

Eso obligaba a los amos a reforzar la guardia, pero las mujeres también participaban de la rebeldía y había que cortarles una parte a los propios guardias para que la cosa no se levantase de tal forma que amenazara el poder. Pero como la onda era la huida … ¡patitas, para qué te quiero! era la consigna general y el grito de batalla. Era arremangarse la túnica y poner piés en polvorosa.

Hoy no es tan fácil, la mujer del patrón no se deja poner cinto de castidad, es lo que llaman liberación femenina, y sale con su jaguar a levantar algún guapo mozo que no le haga ascos a un par de morlacos aunque la dama esté necesitando una visita urgente a Pitanguy. Por eso hoy las damas del poder se dividen en tres categorías: las que aparecen en las fotos de las revistas, las que el marido esconde en la cocina con el pretexto de que es el lugar de la mujer mientras él se da la gran vida con las primeras, y las que hacen fila en los salones de cirujía estética.

Las primeras, digamos las bonitonas, son usadas como santos de iglesia, o sea, para adoración y enajenación de los corderos que compran revistas por miles y sueñan con ir al cielo algún día, o sea, tener en sus garras a alguna como ésas. Las segundas llenan las iglesias, lugares a donde nadie va para conquistar alguna víctima, pues ya están conquistadas por el dios padre o por el padre que las confiesa.

O sea, antes los esclavos escapaban y las mujeres, ni cortas ni perezosas, quemaban suela junto a ellos, hoy día ellos mismos se quedan en casa y se tragan las banalidades que comercia el sistema, digamos que ya no se utiliza a los guardias para evitar las fugas, que para eso están los gendarmes en las cárceles abarrotadas, ahora la guardia sólo va a repartir porradas y lacrimógenas (o de las otras que hacen defecar, por lo que las máscaras antigases son doblemente necesarias) a los estudiantes y a los pobres. Antes había el horizonte de la libertad que llamaba una y otra vez, hoy la personalidad de los dominados es modelada para adaptarse y ‘disfrutar’ con la porquería que le ponen como horizonte substitutivo. Ellos hacen su propia guardia, en lo que algún teórico llamaría la sociedad de control, donde los prisioneros se cuidan a sí mismos.

No importa que sea de izquierda, lo que interesa es que se diga a sí mismo cada día que debe respetar las reglas del juego y que las fugas no sean más allá de la casa de remolienda o la playa. Las ciudades deben ser el cruzamiento de millones en fila disciplinada mirando fijo al frente o las finas ropas de alguno que se cruza todo empingorotado, o el trasero de una que se parece con el de las revistas, o las tremendas tetas de aquella otra, o sea, nadie se cruza con un ser humano, sino con un buen traje que esconde la humanidad de la cual parece que tenemos vergüenza, o con un pedazo de carne para avivar el apetito que nos direcciona apenas a poseer los cuerpos, sin importar que dentro de ellos viva y sobreviva una persona llena de sueños y sensibilidades.

Si usted detiene uno de esos zombis que circulan al ritmo del horario de la máquina y le pregunta a donde va y qué va a hacer, o lo agarra de las solapas, lo zamarrea y lo arroja al piso para que despierte, los guardias vendrán y lo van a zamarrear y arrojar al piso a usted, lo llevarán a la comisaría y le darán palos para domesticarlo, o lo meterán a la casa de recuperación, el manicomio o la cárcel, donde aprenderá que las cosas deben hacerse bien. O también le mostrarán los adelantos de la ciencia moderna, en especial la electricidad, para que aprenda a vivir en la ‘civilización’ y vea la ‘luz’.

Si llega a la cárcel, le mandarán un cura y unos asistentes sociales, además de los sapos que andan detectando inadaptados para hacerles tratamiento ad hoc. En Estados Unidos ya comenzaron a controlar por vía cibernética a los transeuntes que cometen el pecado de venir del exterior a traer malos ejemplos.

Para evitar todo eso, es decir, los rigores de la represión, los izquierdistas nos dicen que hay que esperar las próximas elecciones y allí todo va a cambiar, sin percibir los muy gasnápiros que con eso sólo engrasan la máquina para que triture mejor.

La máquina sólo se enfrenta a patadas. Eso de la estucia y la moderación para infiltrase en el sistema, no es más que un argumento para usufructuar por parte de los que ya están dentro y ayudan a darle cara democrática al régimen. Las estructuras no son democráticas para nada, son los izquierdistas que se pasan la vida tratando inutilmente de conseguirlo y con eso nos hacen creer que es posible. Vean el caso de Lula y me darán la razón.

O sea, para no darle tanta vuelta al asunto, y vaya si tiene vueltas, los antiguos esclavos lo hacían mejor, simplemente mandaban el sistema al carajo y establecían otro desde el cual golpeaban. Ser anticapitalista hoy es establecer otro sistema y desde allí arrojarse sobre la dominación y acabarla ya de una vez. Esa es tarea para hoy, y no para mañana.

Una forma de vivir donde el contacto permanente de los cuerpos rompe los esquemas establecidos por la propiedad de ellos. La socialización de los cuerpos, las solidaridades y los afectos, el fin de las diferencias entre hombres y mujeres, o sea, ninguno de los dos, el agrupamiento comunitario autónomo que se proyecta como nuevo sujeto con su propia subjetividad, el rescate de lo que parecía imposible, la realización de los sueños, los deseos y las necesidades. El fin de la propiedad, del patriarca y las jerarquías. No necesitamos constituir un nuevo ejército disciplinado para acabar con el viejo, pues volvemos a lo mismo, sino abrir las alas de la imaginación y de la libertad ahora, hoy, en este momento. El antagonismo no puede ser entre dominantes y dominados, ni entre los dominantes y un grupo selecto de vanguardia, sino entre los dominantes y aquellos que están rompiendo sus propias limitaciones y comenzando a vivir lo nuevo, el socialismo cotidiano. El dominado desde que levanta la vista y el grito de la libertad, comienza a construirla, para eso es importante aquello de los agrupamientos, los colectivos, las asambleas, así no son los dominados los que luchan, sino los que están realizando la libertad, es la nueva sociedad la que se opone a la vieja, nuevas relaciones, donde el comunismo y la anarquía se fusionan, donde todo es común y no hay gobierno, y desde esa comunidad, junto con otras y otras, arrojarse fieramente contra las estructuras, a derribar todas las murallas que impiden la libre expansión de la vida y las sensaciones. No hay coexistencia posible. El sistema que nos oprime debe ser arrasado.

La lucha por la libertad sólo es posible ser realizada por aquellos que aprendan a vivirla, que ha dejado de ser un sueño y una utopía, que es un hecho, que se toma con las manos entrelazadas de muchos y se vive y se muere por ello.

Profesor J
Clajadep
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