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Artífices de la conciencia (Introducción)

12.07.03

La conciencia, la comprensión de las personas y cosas que le rodean y de sí mismo, no nace con el sujeto, ya que no es un producto espontáneo, natural, sino el resultado de la interacción social. Distinto es el interior, la psiquis, el inconciente o subconciente, independientemente de las batallas ideológicas de los psicólogos que se matan entre ellos para demostrar que existe o no existe el tal, que es un mecanismo cuya existencia y funcionamiento no depende de la conciencia, sino que tiene sus propios procesos de interactuar con el medio y los demás.

Eso ya lo sabe cualquiera, en especial los propagandistas, que huyen del límite de la conciencia para penetrar de forma subliminal en los mecanismos determinantes de la conducta del sujeto y hacerle beber el veneno de la coca cola creyendo que se trata de un ‘gusto’. El sistema no se hace problema con las discusiones entre teóricos e intelectuales, simplemente toma de ellos lo que le sirve. Los psicólogos hacen nata en el pentágono y en las empresas manipuladoras de las mentes, como los medios de ‘comunicación’, firmas de marketing o entidades que ‘trabajan’ con la población.

Es bueno darle una mirada a este aspecto de nuestra vida, que no tiene nada que ver con la ‘individualidad’, pues si se trata del resultado de la interacción social, tiene que ver y es determinado (y determina a su vez) por nuestras modalidades de relacionamiento y conducta con los otros, el alter.

La resistencia contra el capital es a la vez una dinámica de reencuentro de personas que rompen con las formas tradicionales y reiterativas de ver y relacionarse con los demás y van rehaciendo lazos de solidaridad y afecto que conforman otro contexto. Veamos algunos de los choques y efectos que se producen en el plano de la conciencia al interior de este proceso. Pero antes de eso mostremos algunos ejemplos bastante conocidos de cómo actúan estas áreas de nuestra mente.

Ya ha sido muy difundido el ejemplo del grupo de estudiantes en Estados Unidos que retiró uno de los cuadros de una película en acuerdo con la administración del cine, pues se trataba de una investigación universitaria, y puso en su lugar una nota ‘consuma tal cosa’ o similar, y ya ni recuerdo si era coca cola o palomitas de maíz. El ojo humano sólo puede percibir cuadro a cuadro o foto a foto si la velocidad de la película se reduce, por eso cuando pasa a más de ciertos cuadros por segundo, el ojo no alcanza a registrar la diferencia entre una foto y la otra y así aparece una secuencia donde las figuras de la película parecen moverse, cuando en verdad es sólo que pasan rapidamente muchas fotos una diferente de la otra y produce esa sensación que no es más que una manera de trasladar el movimiento real en fotos al ritmo de nuestro ojo. Pues bien, la propaganda pasó por debajo del límite (subliminal) y no fue vista por el público asistente, o sea, el ojo no alcanzó a tomar esa imagen para transmitirla al cerebro por vía del nervio óptico y hacerla formar parte de lo conciente, sino que entró directamente sin ser ‘filtrada’. En el intermedio, las ventas del producto presentaron un aumento de cerca del 30%, lo que se repetía con exactitud matemática cada vez que la colocaban, y caía a su nivel normal cuando la retiraban en diversas sesiones. Esa experiencia fue orientada por un profesor que quería con eso mostrar a los estudiantes como era posible introducir en la psiquis ciertos ‘gustos’ o ‘necesidades’ que operarían como impulso de conducta sin haber sido organizados ni decididos por el conciente, esto es, una mente que en pleno uso de su racionalidad, filtra lo que se incorpora en sus mecanismos profundos de toma de decisiones.

El caso fue famoso y se prohibió su repetición, pero ha sido tomado y se usa profusamente en las más variadas modalidades para influir en las personas sin que éstas lo sepan, como el pene erecto camuflado en los pliegues de la piel encima de la pierna del camello de los cigarros Camel. Otro ejemplo fue en un diario donde habían dos noticias diferentes una junto a la otra, la de la izquierda tenía una gran foto con un tanque y debajo en letra pequeña hablaba de la guerra tal o cual, la de la derecha era un gran titular sobre una movilización popular en el país del periódico, de manera que la imagen visual era la lucha popular con un tanque al lado. También los diarios sistémicos repiten hoy varias veces la palabra ‘terrorista’ al mismo tiempo que los gobiernos llaman a combatir las luchas revolucionarias llamándolas de tales. Haga un experimento y revise el diario ‘El Tiempo’ de Bogotá o el diario ‘La República de Perú’ y verá como se machaca con el asunto, o la CNN o los diarios españoles que se refieren al conflicto vasco. O los diarios chilenos en relación al conflicto mapuche. Así no se trata sólo de la hilación de la noticia, sino de introducir el concepto para que haga parte del mundo interior del lector, como esos antiguos textos relativos a los ‘siniestros pasillos del Kremlin’, con lo que la persona ya estaba condicionada para tragarse la propaganda anticomunista. También es interesante la selección que hacen de fotos de Fidel y de Bush, al primero siempre lo muestran ceñudo y al segundo sonriente, proyectando una idea que no es.

Volviendo a la mente, la conciencia se va forjando en la interrelación con todo esto de lo social, mientras lo inconciente o subconciente tiene sus propios ritmos a veces contradictorios y que chocan violentamente desestructurando a las personas, muchas de las cuales se encierran en sí mismas como mecanismo de defensa de la propia psiquis y llenan los consultorios de psicólogos y psiquiatras que hacen su agosto intentando que la persona ‘se asuma’ a sí misma, cuando los muy hipócritas saben muy bien que eso no es más que el resultado de un sistema de relaciones sociales que separa a las personas y las lanza unas contra las otras. Cuando encontraron al niño aquel en la selva africana que al parecer era el hijo de una pareja de exploradores que había desaparecido, tenía entre 10 y 12 años y lo llevaron a Inglaterra para estudiarlo y ‘adaptarlo’. Ese niño tenía su mente y su psiquis paralizada o atrofiada, esto es, sin funcionamiento ninguno. No tenía ‘conciencia’, no la había adquirido pues le faltó la ‘experiencia cultural’ y murió de inadaptación. El choque fue brutal. Toda su personalidad estaba deformada y sólo reaccionaba con miedo y rechazo, ya que se le había retirado de su medio. De allí nació la historia de Tarzán, que era el rey de los monos y de la selva, pero este niño, que había sido alimentado y cuidado por los monos, mal había podido intentar ser uno más de la manada, que por suerte no lo encerró en jaulas como hacen los ‘humanos concientes’ con los monos y demás especies. También podemos traer el caso de las niña lobo, dos hermanas que habían sido amamantadas y cuidadas por una loba, que ni tan siquiera hablaban entre ellas por falta del referente, pues ya es sabido que la madre se mata enseñando a los hijos a decir sus primeras palabras, que son un aprendizaje difícil, y más aún cuando esos niños perciben nítidamente la crueldad, el egoismo y el autoritarismo que ronda la familia y alrededores.

Así el contexto social es fundamental para el desarrollo de la conciencia. La sociedad de clases separa bruscamente a las personas y las encierra desde su nacimiento en estructuras artificiales funcionales al autoritarismo y jerarquización social, comenzando por la familia, donde se introduce conciente e inconcientemente en las víctimas la noción de que hay que respetar las jerarquías y la autoridad, el orden y las reglas establecidas, así como los roles de hombre, mujer, adulto, etc. para que cada uno asuma su lugar en la estructura general sistémica. El lavado cerebral es cotidiano, pues continúa en la escuela donde las autoridades imponen una rígica disciplina cuya ruptura no sólo es necesaria, sino que constituye una delicia para los niños y jóvenes, cuyo instinto libertario escapa permanentemente. No es de extrañar que filmes como ‘Sociedad de los poetas muertos’ lleguen con tanta ternura a la juventud, o ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’, o ‘As de corazones’.

En ese contexto el relacionamiento principal es la argumentación lógica, la racionalidad y la instrumentación, por eso Weber, el teórico de la ‘técnica social’ y Habermas, el de la ‘acción comunicativa’, sean los favoritos del pensamiento sociológico burgués, dejando a Foucault y Bourdieu como optativos. La insistencia en la intersubjetividad, o sea, la relación por medio de argumentos concientes, es la garantía de la continuidad de los individuos separados, además del predominio elitista de quien ha digerido mayor cantidad de la mierda cultural que nos meten, de allí también las poderosas escuelas sociológicas del estructural funcionalismo de los sociólogos norteamericanos y de la teoría de los sistemas de Niklas Luhmann. En la psicología ocurre igual, se prefiere la instrospección individual de Freud o el behavorismo, antes que el amor de Fromm o el cuerpo a cuerpo de Reich.

De allí que los grupos o comunidades en resistencia, cuando son esporádicos, no se traducen en resultados de un nuevo contexto social que permita una expansión de la personalidad, al contrario, se quedan en la identificación conciente, digamos los lazos de identidad ideológica, es decir, nuevamente intersubjetivos, sin modificar el entorno. Diferente es cuando el grupo mantiene continuidad y la asamblea no es sólo un momento de ‘reunión’ para el intercambio de ideas, sino la permanencia en el tiempo y en el espacio que recrea el grupo social, las relaciones internas y los comportamientos, lo que nos permite ser artífices de una nueva conciencia, no aquella adquirida por libros o discursos, sino aquella forjada en el cuerpo a cuerpo y en la circulación de la afectividad.

Seguiremos con el tema para ver como se modifican algunos elementos de la interrelación y comportamiento de los sujetos individuales en la medida que se reconstruye el ser social comunitario, que por su vez desarrolla un choque violento con las estructuras dominantes por sus derechos elementales, la tierra, la alimentación y la vida.

Profesor J
Clajadep
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