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Chile: Nos matan por todos lados. Es hora de la autodefensa

09.12.10

Chile: Nos matan por todos lados. Es hora de la autodefensa.

No es casual que ante la ausencia de hechos llamativos como la mujer barbuda del circo o los 33 mineros sepultados, se origine un incendio en una de los peores lugares del territorio chileno, la cárcel de San Migual, comuna donde tradicionalmente había un fuerte apoyo a las propuestas de cambio social. Más de 80 muertos entre las llamas, un verdadero holocausto, un genocidio que quedará grabado en la mente y corazón de los familiares angustiados que debieron ser manipulados y reprimidos por el gobierno para evitar la justa protesta popular, llamándolos uno a uno separándolos de la multitud que asistía a las llamas de la moderna Inquisición, para que su reacción de dolor e impotencia fuese expresada en privado ante la atenta mirada de los robocops listos para moler al sujeto a golpes si se le ocurre gritar su sufrimiento.

El Transantiago fue impuesto de tal modo que la población inicialmente se rebeló con fuertes protestas y manifestaciones en múltiples lugares y esquinas de Santiago, pero el sistema no retrocedió un ápice, que se acostumbren, que se adapten a las nuevas condiciones del transporte, que fue justamente lo que sucedió, ya que al activista le interesa más el efectismo y el impacto de la coyuntura donde pueda cosechar simpatías para su propuesta crítica del sistema, que asegurar una dinámica de oposición que sea creciente y asegure resultados positivos por medio de cambios progresivos hechos con sus propias manos. Lo mismo ha sucedido con este incendio. Le metieron fuego a los parias, a los miserables, cuyas familias viven según ellos en lo más bajo y pobre de la capital del país. Un experimento siniestro para adentrarse golpeando en los cuerpos de la población desguarnecida y justificar las medidas institucionales del llamado “orden social”, con bomberos apagando fuego, detectives buscando pruebas, gendarmes declarando cualquiera cosa, policías conteniendo a la población indignada, autoridades lavándose las manos, periodistas preparando el sensacionalismo, de la sociedad del espectáculo pasamos a la sociedad del genocidio.

Estamos inermes, estamos todos presos, listos para que nos lancen yesca y nos quemen la vida. Es hora de la autodefensa.

Cuando se habla de autodefensa, algunos imaginan que se trata de llenarse de armas para enfrentar y derrotar al estado, como el discurso de aquellos que luchan por la toma del poder, sin embargo nada más lejos de la realidad.

Hablar de autodefensa se refiere a un sujeto que se defiende de la agresión y en este caso es el sujeto en formación del proceso de ruptura de los individualismos, encierros en las casas y competencia de unos contra otros, proceso tendiente a la aproximación entre las personas y al desarrollo de formas cotidianas de vida comunitaria, es decir, compartida en el ámbito productivo, salud, educación, alimentación, gastos comunes, recreación, etc, de forma tal que los niños ya no tengan como “modelo” el referente de familias prisioneras en las casas rodeadas de muros y rejas, sino el entramado y la retroalimentación de las miradas, los cuerpos y las acciones entre los vecinos, como un gran hormiguero o panal de abejas.

Eso significa el despliegue paulatino de formas de cuidado de la salud entre los propios vecinos, no sólo enlistando a curanderas, machis, yerbateros, santigüeros, componedores de huesos, practicantes, estudiantes de medicina, enfermeras y aún médicos que residan allí y se dispongan a destinar algunas horas de su tiempo para la acción de reciprocidad de ofrecer sus servicios a cambio de otros servicios o productos que el resto de la población puede destinar para ellos, sino también visitando y catastrando a los enfermos en cama, embarazadas, enfermos crónicos, ancianos, recién nacidos, discapacitados y otros, para verificar como están, lo que necesitan y al mismo tiempo hacerles sentir el abrazo y la compañía del resto del vecindario, la comunidad, que se va transformando en tal en la misma medida que los rumbos individualistas de las existencias separadas se van reorientando hacia los más variados aspectos de la vida compartida.

Lo mismo sucede en muchas regiones y periferias de ciudades en todo el continente y aún en el planeta, tratándose ya de una tendencia creciente que difícilmente el estado, partidos, iglesias y demás instituciones logran controlar, dirigir o contener, pues se manifiesta de diferentes modos, tales como huertas barriales, energía alternativa, escuelitas comunitarias, actividades recreativas, autoconstrucción, bibliotecas populares, centros culturales, medios de comunicación alternativa, rescate de tradiciones culturales, estudios de memoria histórica e identidad local, comités autónomos de salud, comprando juntos, comedores populares y ollas comunes, producción de alimentos y servicios en conjunto de forma autogestionaria, ferias del trueque y muchas otras modalidades de interacción y empoderamiento de los cuerpos en común junto al uso compartido del lugar, tierras, espacio y territorio de todos.

En la medida que todas y cada una de esas tan variadas y disímiles actividades se van articulando para una alimentar a la otra, por ejemplo el intercambio y acciones conjuntas entre las dinámicas pedagógicas de la escuelita autónoma con las actividades productivas, de riego y cuidados de la huerta barrial, utilizando también para ello la divulgación y el enlace entre un vecino y otro o varios vecinos y otros mediante la radio de ellos, educando sobre salud comunitaria, higiene, yerbas, nutrición, huerta, radio, energía alternativa, y todo eso nutriendo y apoyando la fábrica de ladrillos levantada con tierra arcillosa del lugar con la cual se realizan mingas de autoconstrucción con las propias manos de todos, reuniéndose a mediodía a descansar, cocinar y comer juntos, en fin, cuando se expande el entramado de las actividades comunes cada una proveyendo a las otras de insumos y recibiendo nutrientes de ellas, estamos en la presencia no de otra manera de organización social, sino que es algo mucho más profundo, tratándose de otra forma de vivir, ya no se rasca cada uno con sus propias uñas, aún a costa de los demás, sino que justamente al contrario, la cantidad de manos unidas resuelven situaciones imposibles de solucionar compitiendo separados unos contra los otros.

Así, como la madre da a luz al hijo que acoge en sus brazos y protege de cualquiera agresión externa, el vecindario se empodera de sus cuerpos unidos y expande sus ansias de vivir cada vez mejor, aprendiendo de si mismos, de su propia escuela de vida, que hay mucho, tanto y tan rico por delante, comiendo el fruto compartido de la tierra, del afecto, de la horizontalidad, el respeto, arrojando al tacho de la basura las viejas formas de subordinarse y depender del estado y del mercado para la subsistencia, de hacer filas, de empujarse o apuñalarse unos a los otros, en fin, viendo crecer a los hijos de manera agresiva, esquizofrénica, traumática, desequilibrada y violenta. Esa nueva vida compartida es generadora de autoconciencia, produce nuevas visiones de mundo, otra subjetividad correspondiente con ese otro sujeto común que va germinando y desarrollándose, aprendiendo de su propio crecimiento.

Vaya usted a tocar o afectar esa forma de vida. No puede, no lo dejarán los propios vecinos, por eso la única fórmula encontrada en Brasil para evitar el crecimiento de la autonomía comunitaria en las favelas, fue estimular y alimentar el narcotráfico, lo que permite la acción permanente y sostenida de los aparatos represivos del estado contra la población, como gendarmes de una prisión, mediante controles a diario, allanamientos, detenciones, golpes, juicios, torturas y más. Ellos están a la espera de que empuñemos armas para dejar caer napalm o bombas sobre los barrios, para eso se preparan en sus juegos de guerra, pues no existen los enemigos externos, no hay quien quiera atacarnos, ya que los únicos agresivos hoy día son los Estados Unidos y la Otan, que invaden los países que se les ocurre, pero nuestro gobierno es muy amiguito de ellos y no van a venir, en especial si están concientes de que las tropas y armas de aquí están para mantener prisionera a la población en los barrios rodeados de las huestes uniformadas. Primero Pinochet dividió los municipios santiaguinos para hacer más manejables las comunas, luego la Concertación instaló el Transantiago, que aisla un barrio de otro obligando a hacer trasbordos que antes eran impensables. Hoy día Piñera aparece con su plan anti delincuencia que aumenta fuertemente la represión y permitirá acrecentar la acción del soplonaje en los barrios y legitimar la intervención de grupos y organizaciones mediante la infiltración de agentes encubiertos. Ello no está destinado a combatir el narcotráfico, sino que se origina a partir de ese pretexto y se utiliza para penetrar y lanzar a unas contra las otras a las organizaciones sociales estimulando las peleas internas para que sean los partidos y las iglesias las encargadas de competir por ver quien recluta más gente detrás de sus filas, también ofreciendo dineros municipales y ministeriales para evitar el desarrollo de la conciencia autogestionaria y así poder continuar la reproducción de la dependencia de las platas “de arriba”, del cielo, de la autoridad, del poder.

De eso hay que defenderse, que es mucho mas peligroso, sutil y efectivo que un montón de pacos arrojando lacrimógenas o repartiendo palos en la micro verde. He ahí donde comienza la autodefensa, por la organización autónoma de dinámicas y actividades que permitan desarrollar el gusto de estar juntos y la identidad comunitaria. Esas formas dinámicas de interacción barrial no son destructivas, o sea, no se destinan al choque contra las instituciones, no son violentas y, para ser más claros, son pacíficas. Están destinadas a desplegar la cultura de la vida y no de la muerte, de la paz y no de la guerra, aunque el sistema haya desatado la guerra contra las poblaciones.

En segundo lugar, junto e interactuando con todas las dinámicas barriales, es indispensable desarrollar formas de economía alternativa, pues no sacamos nada con practicar algunas actividades autónomas que son borradas de un plumazo cuando acabamos la actividad “liberadora” y regresamos a seguir reproduciendo el mercado y sus efectos pedagógicos sobre nosotros y los niños: vamos a vender nuestra fuerza de trabajo, dulces o CDs en las calles y a esperar que nos pasen el dinero con el cual iremos a la tienda a adquirir el alimento, que el niño no sabe que viene de la tierra y lo han llenado de transgénicos, sino que observa que viene del super. Somos los maestros sistémicos de las nuevas generaciones idiotizadas, por más que les hagamos una o dos sesiones semanales de “educación popular”. Es fundamental que los niños aprendan a producir su alimento en las huertas barriales o a producir energía eléctrica mediante una bicicleta generadora que podemos aprender a fabricar a bajo costo. De ese modo aseguramos autonomía y producción de subjetividad propia, no más la dependencia de las reglas de otro, externo y “superior”.

En tercer lugar es fundamental que esas experiencias se comuniquen con otras similares de otros barrios y con comunidades o productores asociados del campo, en especial si son comunidades que tiene tradiciones culturales e identitarias con la tierra, para desarrollar la práctica del trueque que libere de la dependencia ideológica y material del dinero. Sin independencia de las formas de vida, no hay nada que defender, sino solamente caer en las convocatorias de aquellos que nos llaman a sumar fuerzas detrás de ellos para la toma del poder, donde justamente ellos mismos serán los líderes y las nuevas autoridades que nos van a imponer su nueva dictadura.

En cuarto lugar es necesario desarrollar los servicios autónomos, como educación, salud, recreación, autoconstrucción, deportes, comunicaciones, consumo comunitario, como ollas comunes y comedores barriales, derivados de la incorporación paulatina de vecinos y vecinas a esas tareas en forma voluntaria para poco a poco expresarlas mediante la reciprocidad del trueque.

Con ello ya es posible pasar a la fase del autogobierno local, es decir, que las diferentes dinámicas se encuentren en un espacio construido por ellos para coordinar y articular las más variadas actividades públicas, económicas, sanitarias y etcétera, en especial los modos de retroalimentación de unas con las otras, resolución de problemas, mediación de conflictos y demás que sea necesario.

De allí que desde las primeras fases de organización autónoma es necesario mantener un sistema propio de “relaciones” con las instituciones y el estado en general, comenzando con el área jurídica, lo que lleva a la formación de un comité jurídico barrial, que atienda casos represivos, trámites, saneamiento de propiedades, utilización de espacios públicos y demás, constituido por representantes de organizaciones barriales con participación de juristas y estudiantes de derecho que pueden introducir en las universidades estas preocupaciones. Una de las primeras tareas de este comité es atender a los presos del barrio, igual como el comité de salud atiende y apoya a los enfermos, este comité jurídico atiende y apoya a los vecinos e hijos de vecinos que se encuentran en prisión, independientemente del tema que se les acuse, pues si estamos en proceso germinal de construcción de otros modos de vida que deben servir de escuela moral, no es posible que otro sistema moral derivado de la propiedad y el poder se imponga sin resistencia de la misma población, en este caso mediante la acción pacífica del comité jurídico, que puede ir haciendo listas de los detenidos, sus necesidades e irlos a visitar en masa institucionalizando la fiesta externa con música y ruidos que sean escuchados por los presos para sentir la hermandad del conjunto de sus vecinos, que no les reprochan ni tienen nada que perdonarles, ya que ninguno es culpable sino sólo de ser un paria creado por este sistema egoista de competencia y poder. Que sepan los presos que serán los primeros en ser acogidos por algún emprendimiento productivo autogestionario barrial, que se preparen y aprovechen su estadía allá dentro, lejos de su hábitat, para regresar a producir no sólo productos, sino nuevas relaciones sociales y morales.

Hacer también listas de aquellos que han sido víctimas de violencia policial y denunciarla en nombre de todo el barrio, publicar nombres y apellidos de los represores, lo que lleva a que este comité jurídico no tenga líderes, nombres ni rostros, pues van a ser presionados para que abandonen la tarea, por lo que debe ser asumida por las organizaciones del barrio rotando los participantes de modo tal que tengan que diluir en varios lugares la búsqueda de objetivos a amedrentar. Así también el debate, la información y la preparación no es sólo para unos cuantos, sino que se despliega al interior de diferentes movimientos y agrupaciones de vecinos.

También el desarrollo de la acción comunitaria autónoma permitira a las asambleas vecinales dirigir las instituciones locales, barriales y municipales, tales como juntas de vecinos, centros de estudiantes y sindicatos, que dejan de depender de las decisiones de sus dirigentes o de los partidos que se disputan la conducción, los que pasan a subordinarse a la asamblea vecinal, con lo cual también puede entrarse a las concejalías y alcaldías, poniendo los recursos, capacidades e infraestructura municipal al servicio de las decisiones asamblearias de los vecinos.

A eso llamamos autodefensa pacífica, en que en la medida del desarrollo de capacidades de autogobierno de la comunidad, se pasa a dirigir, controlar y administrar desde allí, desde abajo, desde las asambleas de democracia directa, a las instituciones instaladas por el estado para el control y la represión local.

Sin embargo la principal medida de autodefensa, insistimos, es la multiplicación de las prácticas autónomas y comunitarias para ir avanzando al autogobierno en los más diversos barrios de las ciudades y el establecimiento de redes de economía directa entre ellos. Comunidades barriales, muchas comunidades y relaciones horizontales entre ellas, he ahí la clave.

Esos temas y otros relacionados, serán profundizados en talleres y experiencias prácticas durante el TraVol, Trabajo Voluntario Campamento de Verano 2011, que organiza la Universidad Libre, espacio de autoeducación no vinculado a ninguna institución ni reconocido por el estado. Solicite detalles en unlibre@gmail.com

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Coordinador ULibre
http://www.ulibre.org
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