Sicologia y poder
La psiquiatria normalmente sugiere que no haya interferencia del profesional hacia el paciente, permitiendo así procesos autonomos de equilibrio interno. Sin embargo la sicologia pareciera tener como James Bond, licencia para matar.
Veamos un caso concreto sucedido en un consultorio de la Region Metropolitana. La mujer llego por problemas del estomago, colon irritable y similares, siendo con acierto o no derivada posteriormente al sicologo. Alli la sicologa percibe que esta frente a una persona bastante independiente, con idea firmes y claras respecto de su critica al sistema y con un comportamiento personal algo raro: la mujer asistida era una persona sumamente generosa que parecia echarse encima los problemas de los demás, en especial familiares y amigos, algunos de los cuales a veces se aprovechaban de ella dejandola con dolor y tambien ira que muy luego se iba para volver a las andadas confiando en alguna otra persona, que por su vez volvia a sacar provecho de la relacion sin importarle si heria o no.
La formacion de la sicologa le impedia ver que estaba ante un ejemplo a seguir y decidio que estaba ante un caso que merecia atencion especial para retirar de ella esa rara generosidad y que se dedicase mas a ella misma. Preguntaba siempre que hacia por ella, por su persona, criticaba su atencion hacia los demás, que evidentemente atraia nuevos problemas debido al circulo vicioso de la sociedad de personas separadas y egoistas moldeadas por el poder y por gente como esa profesional de la manipulacion.
Me la encontre, no a la sicologa, sino a la llamada paciente, que me relata que lleva dos anos tratandose con esa doctora y cada vez la hace sentir mas vulnerable. Cuenta que ella le dice que debe tener un objetivo en la vida, como algo a que aferrarse, un destino, a lo que pregunto si acaso no podemos ser como las flores, simplemente viviendo el amor y el sol, sin necesitar “objetivos” que nos digan desde el futuro que somos inutiles y frustrados por no “alcanzarlos”.
Trazar “objetivos” en la vida es un proceso cultural y valorico, donde las piezas van encajando según hayan sido dibujadas por el sistema y nos proponemos el cielo de los cristianos, es decir, algo inexistente que puede venir si somos buenas ovejas tontas y disciplinadas en las verdes praderas del poder. Como esta mujer no tenia una utopia para colocar en un altar y adorar, la profesional decidio que habia que “instalarle” una zanahoria, como la que se cuelga de un palito delante de la nariz del burro para dar vueltas y vueltas tratando de alcanzarla sin darse cuenta de que a cada paso esa zanahoria camina con el siempre mas adelante. Y así la pobre paciente sale de alli cada vez mas compungida sintiendose podrida por no preocuparse mas de si misma y por no tener “metas” definidas en la vida. Los argumentos de la “profesional” son irredarguibles y la mujer queda anonadada, pues la “doctora” ha ido a la universidad y no hace ascos de ostentar su luz por encima de la “oscuridad” de la otra senora de la población, nacida y criada en un barrio popular que se habia caracterizado por su combatividad antes y durante la dictadura militar.
Por otra parte, la vecina se arreglaba cada vez que iba a ver a su torturadora, como los evangelicos se ponen corbata para ir a escuchar al suyo. La “doctora” le decia que no sacaba nada con arreglarse ni ponerse joyas, que a ella no se la enganaba, que no podia mentirle, que sabia como era ella en el fondo. Podemos imaginar como la hacia sentirse fragilizada y desnuda, sin intimidad. Una vez abierta la herida y la paciente a punto de llorar o con las lagrimas hasta los tobillos, en esos momentos la inquisidora que atiza la fogata medieval introduce el veneno cruel de la negacion de la autoestima minima que le va quedando a la mujer para obligarla a encontrar y aferrase a cualquiera cosa que le permita ser “normal” y cerrar su corazon para sumarse al desfile de los zombis insensibles y egoistas que constituyen la llamada “sociedad”.
Como la vecina que me relataba su historia es una mujer hermosa, le digo que la profesional no debe ser nada de fea, ya que una mujer de esas características siendo relativamente bonita, va a odiar a las que sean mas atractivas. Me mira algo sorprendida de mi “perspicacia” y ratifica mi “observacion”. La sicologa según mi vecina es una mujer bonita y producida, lo que demuestra que tiene “objetivos” en la vida: aplastar a los demás, sentir constantemente que es superior y mejor, así como preguntar eternamente al espejo “espejito, espejito, dime quien tiene el rostro mas bonito”, mientras echa veneno a la manzana de su profesion.
Debe haber sido buena para el volibol en la escuela y haber crecido con el sentimiento de las victorias donde se ganaba a otros que eran pisoteados. O era mala para el volibol y crecio con la herida de frustracion mas profunda que la llevo, como a todos, a seguir buscando su “objetivo” hasta hallar su zanahoria: hundir el cuchillo de sus frustraciones en la herida abierta de sus victimas en la fila de ovejas disciplinadas del consultorio, lugar donde puede ejercitar su micro poder y de paso cumplir la necesidad sistemica de reclutar y orientar miles de profesionales en las mismas condiciones para retirar en masa a la gente del amor, la comunicación, el afecto, los demás, el compartir, la generosidad, para “convencerlos” (hijos de puta, manipuladores implacables), de que ellos son lo primero y se dejen de joder la cachimba con eso de preocuparse por los otros, que descubran sus objetivos personales y se agarren la cola dando vuelta tras vuelta como el perro que persigue su rabo.
Soy pacifista, pero en esos momentos senti unos fuertes deseos de romperle la quijada de un solo punetazo a la universitaria esa que intenta destruir un alma buena que se ha escapado del rebano, es por eso que los consultorios tienen un cartel que dice que cualquiera agresion a un funcionario sera sancionada según la Ley tanto y tanto etcetera. Todos esos burocratas se merecen un buen garrotazo, pero me consuelo al tener la certeza de que esa vecina se ha distanciado del rebano y no piensa modificar su comportamiento, mas aun, acaba de abrir su casa para alojar a tres personas que no tenian donde quedarse. Cuando se lo cuente a la sicologa, aquella se va a tirar de los pelos como la Glen Close en los 101 dalmatas.
Lo importante es que siga riendo como una flor.
Y usted, ha pensando en el tema?
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Abrazos
Jaime Yovanovic
profesor_j@yahoo.com