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La verdadera capacidad de resistencia ha de venir de movimientos contrasistema y contraculturales como los zapatistas

15.04.11

Es el capitalismo un sistema sin control?
Joel Sangronis Padrón

El poder es infligir sufrimiento y humillaciones.
El poder es destruir es espíritu humano en pedazos
Que se juntan después bajo nuevas formas que se escoge.
Empiece Usted a ver que clase de mundo estamos creando?
Un mundo de temor, miedo, traición, tormento. Un mundo
De aplastadores y aplastados, un mundo que a medida que se afine
Se volverá cada vez más despiadado. El progreso de nuestro mundo será
El progreso hacia sufrimientos. Nuestra civilización está fundada sobre el odio;
No habrá otras emociones que el temor, la rabia, el triunfo y la humillación.
Destruiremos el resto.
O´Brien. Miembro de la dirección del partido gobernante en 1984 de George Orwell

Tendremos un gobierno mundial. Guste esto o no. La única cuestión será a de saber si éste será constituido por conquista o por consentimiento.
Paul Warburg. Financista miembro de C.F.R.

A pesar de sus constantes y estridentes acusaciones libremercadistas en contra de la planificación económica, las élites del capitalismo mundial han demostrado hasta la saciedad que saben planificar muy bien y que dirigen con mano de hierro el destino de sus gobiernos, empresas e intereses.

Se ha convertido en un lugar común, dentro y fuera de los círculos intelectuales de izquierda, hacer aparecer al sistema capitalista como una nave fuera de control y a los poderosos grupos ubicados en las cabinas de mando como una especie de club de estúpidos y avarientos maníacos obsesionados con exprimir hasta el último centavo que circula en esa nave próxima a hundirse. Creo que la realidad es mucho más lúgubre y atemorizante que esto.

El sistema capitalista ha sido controlado y dirigido en los últimos 200 años por un minúsculo y cerrado grupo oligárquico a nivel mundial: Rockefeller, Vanderbilt, Harriman, Rothschild, Carnegie, Mellon, Morgan, Warburg, Arnault, Windsor, Thyssen, Walton, Blomberg, Agnelli, Davinson, Pillsbury. Estos grupos han promovido matrimonios entre sus descendientes como forma de concentrar y mantener el poder. Los intereses de estos grupos oligárquicos no sólo han sobrevivido a guerras y crisis económicas mundiales sino que las han aprovechado (algunos dicen que las han promovido) para fortalecerse.

La actual crisis del sistema capitalista tiene características especiales; posee como una de sus principales variables el rápido agotamiento del material del que ha dependido el modelo productivista-crecentista-consumista que, hasta hoy, lo ha caracterizado, esto es, el petróleo. La crisis a la que se enfrenta nuestro actual modelo civilizatorio es la crisis del modelo de alto consumo energético producido por la explotación y quema de combustibles fósiles. Es por ello que en los últimos años hemos visto (y aun veremos) guerras de tipo colonial (Irak, Libia, Sudán) por controlar los últimos reductos de yacimientos de hidrocarburos en el mundo.

El verdadero pánico en los mercados financieros mundiales lo ha desatado las muy silenciadas noticias sobre la disminución de las reservas mundiales de petróleo y la certeza de que hace ya más de una década se traspasó el cenit mundial de la producción petrolera, esto es, el momento en que la cantidad de reservas probadas y probables alcanzaron su punto máximo (peack oil) y comenzaron a disminuir. Cuanto menos petróleo haya en el mundo menos crecimiento económico habrá y menores serán las posibilidades de que el capital especulativo (el 90% del dinero que circula diariamente en el mundo) se transforme en riqueza real o física.

Como una estrategia de desinformación estas elites del capitalismo mundial han esparcido por el mundo (a través de sus todopoderosas cadenas de información) la idea de que la crisis los ha sorprendido, paralizado y sobrepasado; que frente a lo que se asoma como el fin del modelo civilizatorio basado en el hiperconsumo de combustibles fósiles la oligarquía mundial se encuentra a la deriva y sin proyectos estratégicos orientados a mantener y acrecentar su poder y hegemonía en el mundo. Creo que esta visión peca de ingenua, simplista y ahistórica.

Para adentrarnos en el análisis de lo que podría ser un plan de dominio planetario en una sociedad post-hidrocarburos hay que comenzar por recordar que en los centros de estudio y pensamiento (think thanks) del capitalismo mundial nunca se ha dejado de estudiar a Marx; incluso en los triunfalistas años 90 de plena hegemonía neoliberal y fin de la historia, las tesis del sabio de Tréveris eran de obligatorio estudio en dichos centros. Ahora bien, sabiendo esto, uno debe preguntarse:

¿Podrían los ideólogos, economistas y geoestrategas del capitalismo mundial ignorar el carácter cíclico y estructural de las crisis del sistema, por lo demás tan bien explicadas por Marx en sus escritos?

¿Sus analistas financieros podían ignorar las pavorosas consecuencias para la economía mundial que la desenfrenada emisión de dinero inorgánico por parte de la Reserva Federal de los EEUU iba a causar?

¿Podían acaso ignorar el inexorable estallido de la burbuja financiera-especulativa que esta emisión de dinero inorgánico iba a producir?

¿Algún estudioso de la ciencia económica medianamente bien informado podía dejar de prever la crisis de la zona euro producida por meter en el mismo carril monetario de alta velocidad de las economías francesa y alemana a países como Irlanda, Grecia, Portugal o las naciones de Europa del este?

¿Ignoran estas élites el acelerado agotamiento mundial de recursos naturales y la exponencial explosión demográfica de los países pobres del sur del mundo?

¿Acaso no fue el Club de Roma (Centro de pensamiento de estas élites) quien encargó al Instituto Tecnológico de Massachusetts y a los Meadows en una época tan temprana como la década de 1970 el pionero estudio sobre los límites del crecimiento en nuestro modelo social?

¡Acaso sus grandes corporaciones petroleras y sus organismos de energía internacionales ignoran que el cenit mundial del petróleo se sobrepasó hace ya más de una década?

Obviamente que las respuestas a todas estas interrogantes es un rotundo no!!, entonces:

¡Habría que creer que las actuales crisis en sus vertientes energética, financiera, ecológica y alimentaria ha tomado a la oligarquía mundial desprevenida y por sorpresa? Yo no puedo ni siquiera manejar como hipótesis una respuesta afirmativa.

Creo que estas élites y sus analistas si visualizaron con claridad y precisión los actuales (y venideros) escenarios de crisis, y han preparado sus respuestas a los mismos. Estas élites son neomalthusianas. Creen firmemente en que la supervivencia de la civilización, y quizás hasta de la propia especie humana, pasa por una drástica reducción de su número en la tierra. Darwinianamente se ven a sí mismos como el grupo más apto, el mejor adaptado y fuerte, el más evolucionado en la lucha por la preeminencia y dominio de la sociedad humana, por lo que no tienen ningún tipo de objeción de conciencia para eliminar a quienes consideran inferiores. Les desvela y preocupa el aumento de la “gente de color” a lo largo y ancho del mundo. Ven a los chinos como sus verdaderos y más formidables enemigos para las próximas décadas, por ello, la tesis del choque de civilizaciones de Huntington está más dirigida contra el mundo confusiano chino que contra el mundo árabe-musulmán.

Sólo necesitan a una parte de la actual población mundial para utilizarla como mano de obra y servicio de sus necesidades. Estiman que los recursos de la tierra no son suficientes para permitir que todos sus habitantes tengan libre acceso a ellos, por lo que este acceso debe ser limitado y restringido.

Para estas élites el control de la natalidad de las masas empobrecidas del sur del mundo tiene carácter estratégico y de seguridad mundial. Estudian planes de acción y estrategias que permitan la rápida y progresiva eliminación de lo que ellos consideran población sobrante; para ello, es válido el desarrollo de guerras, desastres climáticos (sistema Haarp), hambrunas, desarrollo en sus laboratorios de ingeniería genética de nuevas formas virales que produzcan epidemias (sida, ébola, gripe aviar, gripe porcina, nuevas cepas de enfermedades de transmisión sexual que generen esterilidad), introducción de elementos esterilizantes en alimentos y fármacos.

La industria cultural de estas élites ha jugado un importante papel preparando a la humanidad para aceptar las tesis que esta oligarquía mundial ha diseñado: las películas catastrofistas de trasfondo ético-ambiental han ido haciendo un nicho en la psiquis colectiva de la población mundial con el mensaje de que los causantes de todos los males de la tierra somos los humanos, “todos los humanos”, “toda” la especie humana, sin distinción, sin culpables directos,, por lo tanto, controlar, limitar o reducir el número de individuos de nuestra especie es bueno, es ecológicamente necesario.

Estas élites suscriben totalmente la tesis de que para mantener el actual ritmo de consumo y desecho harían falta varios planetas tierra, lo que es obviamente imposible, por lo que, como tampoco están dispuestos a compartir o reducir su riqueza y poder, ni a prescindir del sistema que les garantiza estos, su solución lógica es reducir, de una forma u otra, un porcentaje importante de la actual población mundial: los menos aptos, los más atrasados, los prescindibles; la misma lógica de los nazis en el tercer reich.

Para esta oligarquía cualquier proyecto político que intente o proclame incluir política, económica y socialmente a las masas, o que declare querer distribuir equitativa e igualitariamente los limitados recursos del planeta actúa en forma irresponsable e irracional, es una amenaza a la supervivencia de la sociedad humana y de la vida misma sobre el planeta, en consecuencia, hay que combatirlo con todas las armas disponibles.

Esta plutocracia mundial tiene la capacidad militar, tecnológica, científica y financiera para imponer al resto del mundo un nuevo modelo de organización social y económico con ellos, o sus operadores políticos (ONU, FMI, G8, OMC, AMI, OTAN) a la cabeza. A su vez las élites de los países emergentes al parecer han entendido y aceptado como válida, o por lo menos temporalmente inevitable, esta situación y es por ello que hemos visto en la última guerra de saqueo colonial en contra de Libia, a países como China y Rusia abstenerse de ejercer su derecho al veto en contra de ella.

Sin menospreciar el papel que contra esta conspiración oligárquica mundial pueden desempeñar los estados nacionales gobernados por movimientos populares o revolucionarios como son los casos de Cuba, Venezuela o Bolivia, creo que la verdadera capacidad de resistencia en contra de estos planes ha de venir de movimientos contrasistema y contraculturales como los zapatistas en el sur de México, el movimiento de los sin tierra en el Brasil, los grupos musulmanes de resistencia en el mundo árabe, el movimiento decrecentista y los movimientos indígenas en el área andina.

Pelear contra esta oligarquía desde las tradicionales estructuras del estado burgués es otorgarle todas las ventajas y jugar con su lógica y reglas de juego, y así, creo que es imposible, no se diga vencer, incluso sobrevivir.

Los escenarios de países y sociedades convulsas, con estallidos sociales y guerras civiles forman parte de los planes de esta oligarquía mundial. La ingobernabilidad en algunos países (México, Irak, Sudán, Costa de Marfil, Libia) permitirá la secesión y control de ricos territorios por parte de estos centros de poder mundiales permitirá a su vez la destrucción de redes sociales que podrían permitir una resistencia organizada en contra de los saqueos.

El fortalecimiento del cuerpo social de nuestros pueblos, el asumir y profundizar la lucha por superar al capitalismo como cultura cotidiana, con su bárbara y esterilizante lógica cosificadora y mercantil es, a la vez, reto y esperanza para toda la humanidad.

- Joel Sangronis Padrón es profesor de la Universidad Nacional Experimental Rafael Maria Baralt (UNERMB), Venezuela. Joelsanp02@yahoo.com

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