(Actualizado con nuevos productos)
Cuando no tiene producción, usted va a comprar y adquiere cebollas y porotos, así como otros productos, para la alimentación del cuerpo. Otras personas hacen lo mismo por separado, como sus vecinos y compañeros de trabajo o estudio. Parece un gran hormiguero de sujetos distantes. Miles se cruzan indiferentes cada día y compran el poroto y la cebolla en el almacén, la feria o el supermercado, pero lo hacen de uno en uno en el cuello de botella del comercio, reproduciendo el personalismo y el individualismo necesario para la continuidad sistémica, eso resulta en una formación sicológica en los niños y niñas, que crecen entendiendo que la vida es obtener dinero para ir al almacén a comprar los alimentos. Así nuestras actividades de educación popular no alcanzan a revertir la pedagogía del mundo mercantil que nos rodea en firme red. Es una constante y potente formación valórica. Podemos juntarnos y hacer una actividad de autogestión o vender artículos de soya o hacer una vaca, pero tarde o temprano volvemos al comercio a comprar la cebolla y el poroto.
Por otra parte, además de reproducir el uso del dinero, legitimar el comercio y apoyar el consumismo, estamos caminando constantemente, en un va y viene permanente, por sobre el tinglado montado para el desarrollo mercantil que realiza los productos de la gran industria, de la extracción minera, de la mega producción de electricidad, del consumo y envenamiento del agua, en fin, de la destrucción de la naturaleza.
De allí que la lucha contra las represas, los transgénicos, la ausencia de derechos y el trabajo precario, no pueden encararse solamente por vías superestructurales, es decir, influir en el congreso, el gobierno o el municipio para que cambien una ley o suspendan un proyecto. Allá arriba prima el interés de los lobby, el empresariado que hace circular buen dinero en las altas esferas. Acá abajo estamos apenas pudiendo consumir cebollas y porotos.
Hay que envolver el cuerpo en la cotidianeidad para detener el abuso, empezando por las cosas simples, ya que hoy día las marchas solamente están llevando agua al molino de la Concertación, que ha encargado al Partido Comunista de movilizar por aquí y por allá con el pretexto de Piñera, lo que este partido hace solamente envolviendo a otros grupos, los que sin percibir el engaño van a lograr el apoyo al mismo gobierno anterior que reprimió a los mapuche y criminalizó la protesta aplicando la ley antiterrorista de Pinochet, o sea, nadie sabe para quien trabaja.
Significa eso que hay que quedarse quieto y apoyar a Piñera?
Los dos gobiernos son lo mismo, digan lo que digan, por lo que no es prudente apoyar ni a uno ni al otro, ya que las alternativas de cambio no están ahí. Entre ellos no hay un menos malo. Tampoco significa quedarse quietos. Ya que la experiencia de las asambleas españolas, con todos sus aspectos diferentes de los nuestros, mostraron que no basta la asamblea central, sino que fueron a los barrios y están haciendo convocatorias allí, pero no sólo para asambleas donde puedan lucirse los oradores agitadores de siempre, sino desarrollando la proyección de construir huertas, energía alternativa, comprando juntos y otras medidas de organización barrial sobre asuntos cotidianos, hasta salud y educación, que permitan solucionar problemas y resolver necesidades aquí y ahora, tratando de dejar de lado los mecanismo tradicionales de comercio, salud, etc. que sólo favorecen la reproducción sistémica, por lo tanto seguirán siendo atentatorios contra los intereses de las mayorías.
Si aquí no hay esa asamblea que salga a los barrios, no podemos quedarnos esperando que algo estimule y sacuda a la gente, ya que puede no ocurrir en mucho tiempo, por más que convoquemos a paralizar y salir a las calles, pues ya está visto que la gente sale y luego se va a casa, por lo que resulta mejor hacerlo en el barrio, trabajadores y centros de estudio. En el Campus Gómez Millas de la U de Chile, grupos de estudiantes van a empezar a discutir la posibilidad de constituir un Comprando Juntos en el Campus. En diversos barrios ya se está comenzando a implementar la idea. Hay algunas redes de economía alternativa que promueven productos orgánicos, pero eso tiene un valor que va más allá de las posibilidades del común de la población.
Usted puede con su cuerpo y algunos minutos de su tiempo, conversar con vecinos y empezar a adquirir juntos para bajar costos y acostumbrar el cuerpo a compartir entre ellos, inicialmente con la cebolla y el poroto, que son productos infaltables en todos los hogares, en especial ahora que está empezando el invierno. Luego pueden poco a poco ampliar hacia otros productos.
La cebolla grande en la feria y lugares baratos llega a 100 pesos la unidad o aún más, con suerte encuentra a 80, pero cuando llega a casa y la parte, va descubriendo que hay que tirar alguna fracción a la basura o al reciclaje, si lo tiene. Eso es lógico, pues tiene la explicación de que el productor sube la carga al camión, que llega al depósito en la Vega u otro lugar y de allí a la tienda o a la feria. Es un circuito dañino. El productor debe vender muy barato y no tiene gran estímulo, ya que el precio final de cien pesos resulta del agregado que incorpora cada eslabón de la cadena.
Nosotros estimulamos al productor pagando 50 pesos el kilo, que se entrega directamente al consumidor que viene a buscarlo en su vehículo o en bus y la transferencia se hace directo mano a mano, sin intermediario alguno. Por eso no conviene venir a comprar una o dos cebollas, no sale a cuenta, pero más de 30 o 40 cebollas grandes compensa, pues 10 o 20 vecinos pueden adquirir 5 cada uno, o más vecinos y así. Contando la movilización de 3 mil pesos ida y vuelta, un saco de 100 sale a 8.000 pesos, lo que conviene notablemente, pues además de ser cebollas grandes, vienen saliendo de la tierra y puede escogerlas. Ustedes pueden abrir un pequeño fondo para próximos viajes y al regresar hacer una pequeña actividad entre vecinos muy ligera, para confraternizar y entregar el producto. Así, la gente no sale de sus casas a comprar, sino que la cebolla llega al barrio una vez por semana o cada dos semanas, depende de ustedes. Lo que se consigue en el intercambio de miradas, sonrisas y diálogos entre vecinos es algo impagable.
El poroto puede encontrar el kilo entre 1.300 y 1.500 pesos y pasa por el mismo procedimiento de circulación antes de llegar a sus manos, solo que usted va a comprar poroto del año pasado, lo que le será más trabajoso para cocinar.
El productor que nosotros hemos conversado para el poroto, entrega el kilo en 1.200 pesos a condición de que lo vengan a buscar y sean varios kilos, no 5 a 10, por ejemplo, sino ojala de 40 para arriba, lo que necesitará un vehículo o dos personas en bus. Supongamos que llevan 30 kilos en 36 mil pesos, más 6 mil si vienen dos personas, total 42 mil pesos. Lo que resulta muy bueno en comparación, ya que serán 1.400 pesos cada kilo de poroto nuevo, cosechado en abril, lo que no encuentra ni por 2 mil pesos en Santiago.
Tenga en cuenta que si en el mismo viaje pueden llevarse menos porotos y menos cebollas, al final saldrá más a cuenta y será conveniente para las familias.
Sin embargo la diferencia de ahorro no va ser tanta por unidad o por kilo, por lo que se insiste en que se amplíe el radio de participantes para que salga a cuenta, haciendo énfasis en los aspectos ventajosos:
Producto fresco
No tiene que ir a comprarlo
Está sano, pues no ha metido la mano el transportista, el cargador, la Vega, el comerciante o el feriante.
Asegurado que se trata de tierra buena y agua limpia para su cultivo
Si a ello agrega que poco a poco pueden incorporar otros productos, dentro de poco tiempo el ahorro podrá ser más sustancial. Lo importante es comenzar. Verá como la gente progresivamente le encuentra el sentido y sin grandes debates empieza a darse cuenta que se va desprendiendo de la dependencia al mercado tradicional y disponiéndose para otras propuestas alternativas, como el trueque, la energía alternativa, la salud comunitaria y otras modalidades que permiten aproximar los cuerpos acostumbrando el acto de compartir lo cotidiano.
Nuevos productos:
Queso fresco de vaca. $1.300 el medio kilo.
Mermelada de alcayota. $1.200 el medio kilo.
Aceitunas chicas. $1.100 el kilo.
Solicite la cartilla del Comprando Juntos para hacerlo mejor. Hable con vecinos y amigos, informe en redecosocial@gmail.com cuántos kilos y unidades desea.
¿Será ésta una manera de contribuir al cambio desde abajo?
Atte.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Coordinador Red Ecosocial