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Chile: Politización o “politización” del movimiento estudiantil

20.07.11

Chile: Politización o “politización” del movimiento estudiantil

Esta propuesta levantada por la Confech el fin de semana contiene varias aristas que deben ser analizadas con sus respectivas proyecciones:

El movimiento ya estaba politizado, interna y externamente, por lo que esta vez se trata de otra cosa. No se trata ya de politizar, sino de darle determinada forma a la politización. ¿Cuál es la politización alcanzada y cuáles son esas formas posibles?

Hay que señalar que lo alcanzado hasta ahora se trata de una forma ambivalente de politización que combina dos elementos, uno de cuño estatista y otro de corte crítico a los partidos. Es evidente que la corriente estatista y burocrática de las izquierdas presentes en la Confech hasta ahora ha conseguido el arte de birlibirloque de colocar sus propuestas a sabiendas del rechazo fuerte a los partidos que viene desde las bases estudiantiles. Han logrado travestir la indignación y las posibilidades del movimiento desde abajo en una ensalada rusa a la chilena: toda la dinamica estudiantil apunta a un acuerdo con el estado, llamado pomposamente de “acuerdo social” para hacer concesiones a los sectores más duros de esa izquierda, que aún siendo críticos, comparten con el reformismo estatista dos importantes coincidencias, la primera dice con la formación de partidos, cosa que algunos no pueden ventilar abiertamente, ya que las bases han mostrado una fuerte y abierta aversión a los aparatos partidarios, y la otra es el estatismo como solución a los problemas estratégicos.

De esa manera en las reuniones de la Confech no está en juego la autonomía estudiantil, sino como burlarla, ya que la práctica totalidad de sus componentes están casi empatados, alrededor de la mitad (quizás un poco más) pertenecen a la alianza PC-Concertación, encabezados por los presidentes de la Fech y de la Feuc, una comunista y un demócrata cristiano, la otra mitad es una combinación de grupos rebeldes, algunos de raigambre estalinista y otros de raíz guevarista, así como otros cuyos principios durante los últimos años han sido el autonomismo como autonomía subordinada a la estructura izquierdista del proto partido al más puro estilo Marta Harnecker de subordinación de la “izquierda social” a la izquierda politica, como los grupos Praxis, Izquierda Autónoma, Autonomistas, Arrebol, Fenapo e Igualdad, a los cuales se suman manteniendo su propio perfil los colectivos troskistas entre las bases y entre medio de todos ellos y los autónomos se mueven los plataformistas de la Organización Comunista Libertaria con su frente del FEL, que han sabido capitalizar, en dura disputa con los colectivos anarquistas, el sentimiento autónomo de algunos de los que han aprendido a rechazar a las organizaciones partidarias, pero que al poco tiempo perciben que se trata de una organización tan partidaria como los partidos que critica y tan poco autónoma como las actividades sociales que emprende absolutamente dirigidas ideologicamente.

Los anarquistas en sus diversas expresiones y algunos colectivos de origen lautarista, a los cuales se han ido aproximando en la práctica (no en el discurso ni en las alianzas) algunos grupos de orientación guevarista o aún de sentimiento mirista, muy preocupados por la organización barrial más que de grupos estudiantiles, se mueven solamente entre las bases desplegando la más dura crítica a las estructuras partidarias y al estatismo en general, por lo que son un elemento contribuyente al desarrollo del debate y del espíritu crítico a las burocracias partidarias y han auxiliado a la expansión y fortalecimiento del ámbito autónomo, que se ha ido perfilando de manera muy potente consiguiendo en ocasiones dirigir y movilizar asambleas, como la alianza de estudiantes de arquitectura de las Universidades de Valparaíso y Católica del puerto, que se ha transformado en una especie de mini eje de creatividad y autonomía desde los propios cuerpos, un tanto raro, pero muy atractivo, entre la maraña de consignas de los más variados grupos, colectivos, partidos, sectas, clanes y demás formas de “asociación”.

Ese fenómeno se ha ido expandiendo en las más variadas carreras en casi todas las universidades del país. Es muy alentador ver como desde facultades antes sumamente despolitizadas frente a los problemas contingentes y coyunturas, tales como de artes, química, ingeniería y otras, viene sorprendentemente desde allí un ejemplo de participación, creatividad y entusiasmo que antes estaba apagado por el circo partidario de debates y disputas estériles de los grupos ansiosos de reclutar nuevos militantes allí para incorporarlos a sus máquinas.

La posibilidad que ha otorgado la movilización estudiantil, las ocupaciones de centros de estudio, y en muchos lugares la ausencia de los persistentes y cansadores colectivos partidarios o aún la valiente voz de la autonomía que en muchos lugares han mandado a callar a los loros y cacatúas y también a bajar los carteles y banderas de los partidos, uf! ha permitido un despliegue inusitado de hormigas laboriosas, imaginativas, innovadoras y creadoras por todas partes. Esa gente, antes apabullada por las aplanadoras de los oradores y máquinas orgánicas, hoy día desarrolla iniciativas inauditas y multifacéticas, ya que ahora no son más soldados que deben esperar la orden desde arriba para hacer, crear o construir.

Sin embargo no es a esa politización que se refieren los dirigentes de la Confech, una politización autónoma e independiente, ya que es contraria a los intereses de los partidos que representan, aunque se digan representantes de los estudiantes.

Tenemos entonces entre los estudiantes una masa dirigida por los partidos y grupos que dicen que “no son” y una multitud de jóvenes y jóvenas dispuestos a colocar de su cosecha, ganas e imaginación para proyectarse hacia adelante junto a sus nuevos colegas de estudios que han dejado de serlo para pasar a ser colegas de “hacer”, del despliegue de la potencia.

John Holloway, teórico marxista irlandés que estudió la experiencia zapatista y escribió su famoso libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, sostiene que el concepto de “poder” es factible de ser desglosado en dos acepciones: el poder-hacer, o sea, la potencia, la capacidad de empoderamiento, y el poder-sobre, aquel que se instala sobre el poder-hacer, lo subordina y determina lo que puede y debe “hacer”.

La existencia del poder-sobre acaba con la autonomía e instala la heteronomía, es decir, producción de reglas por fuera del sujeto, desde otro. Negri desarrolla el concepto de multitud autoconstituyente, es decir no la población estructurada en los modos del capitalismo: propietarios, clases, partidos, instituciones, etc. y que pueden ser “llevados” por los buenos o por los malos hacia fines determinados por la racionalidad instrumental para una acumulación “negativa” o una acumulación “positiva”, siendo ambos procesos destructivos de la naturaleza y, por tanto, de las comunidades y del ser humano -el suicidio colectivo o eutanasia de la especie- sino simplemente personas, seres humanos, el homo politicus en plenitud, que se autoorganiza en su potencia y la proyecta “haciendo”, “creando”, “produciendo”, “transformando”, la despliega asumiéndose como sujeto empoderado junto a otros, lo que introduce la innovación de la recuperación del carácter gregario-comunitario del ser, que había sido separado y puesto en contradicción por la propiedad, el patriarcado y el poder.

Eso está sucediendo con los estudiantes chilenos. Hay un proceso muy fuerte de autoconciencia de la potencia propia, es decir, de las capacidades de “hacer”, que se van desplegando cara a cara con la libertad, es decir, rompiendo cánones, reglas y estructuras, pero aún sin producir otras, lo que lleva a los partidos, grupos, colectivos, clanes, tribus, clubes, iglesias y demás a una carrera desenfrenada para intentar contener esa oleada que asume ritmos, formas y colores propios, para colocarles la camisa de fuerza de su paradigma, ya que por esas cosas de la vida, cada uno de los decenas y decenas de colectivos dice ser el poseedor de la verdad y del camino de la salvación de la patria, lo que sólo redunda en divisiones, fricciones y discusiones interminables entre ellos.

Sin embargo muchos han conseguido soltar amarras y cuestionan abiertamente a los partidos confeccionando enormes carteles que dicen claramente “avanzar sin partidos”, pero lo interesante es que se ha modificado el contexto y el sentido de los recintos de estudio, que de ser cárceles y centros de domesticación y disciplinamiento, ya que nada tienen que ver con las ideas románticas de la pequeña burguesía de que se trata de centros de estudio para aprender, superarse, elevar el status social y conseguir título para el empleo, lo que podría ser considerado para su discusión si al menos el 20% de los que inician la pirámide educativa llegaran a su final, sin embargo esa cifra no alcanza el 10% de los niños de seis años, pues el 80% de ellos entra en la educación básica y alrededor del 50% la concluye, entrando sólo una parte a la media y terminando una fracción aún menor, para ingresar a la universidad muchos menos y terminar unos pocos, para alcanzar título la mitad y de esos sólo conseguir empleo relacionado con la profesión menos del 50%, por lo que difícilmente podemos decir que son centros de estudio, a lo más tal vez podemos compararlo con el reality show donde se van eliminando uno a uno para quedar finalmente un gran vencedor, dada la enorme cantidad de ex estudiantes que van quedando por el camino, por lo que si no se toma eso en cuanta, estaríamos apenas defendiendo el interés de ese 10%, o sea, apoyando y justificando el sistema, por más que logremos gratuidad para esos pocos.

El problema ya no pasa por los resultados en disputa de las movilizaciones, discusiones y negociados, sino por un sujeto estudiantil que se ha ido modificando y prácticamente desea tomar el mundo en sus manos, abriendo su mente y sus perspectivas de modos insospechados, abriendo alas y volando más alto que el cóndor atravesando gigantescas cordilleras y descubriendo que el horizonte se mueve más allá a cada paso que va dando, parafraseando a Galeano, y así puede verificar, independientemente que lo haya dicho el poeta, que no hay camino, sino sólo caminantes, que nada está trazado, que nada está hecho, que todo está por hacer, que no somos piezas de tablero chino que sólo encajamos en ciertos agujeros ni piezas de rompecabezas destinadas a ocupar siempre el mismo lugar para asegurar el diseño preconcebido. No somos el sueño de una pitonisa ni el deseo realizado, sino que somos el deseo permanentemente insatisfecho que se crece cada vez más y ya no se conforma con ver materializadas las premoniciones, sino que sorpresivamente nos encontramos con los otros, de quienes nos habíamos separado hace miles de años “gracias” a la sociedad del poder que destruyó la comunidad y vamos aprendiendo a aprender de esto que es nuevo, pero que es ancestral y está grabado en los genes y en el instinto, por lo que su despliegue implica la libertad del ser, el fin de los cerrojos y la colocación del pie suavemente en el cesped de la madre tierra siempre dispuesta a acogernos y siempre dispuesta a soltar erupciones volcánicas, nieve, tsunamis y terremotos cuando se atenta contra el equilibrio.

Ya no existe el espacio-cárcel de los centros de estudio, ahora es posible contar hasta 10 y abrir los ojos para salir corriendo a perseguir nuestros propios fantasmas construidos a golpe de émbolos sistémicos que nos machacaban constantemente y no nos dejaban vernos en el espejo de los otros, sino mostrándonos sólo nuestro ombligo para adorarlo como dioses nórdicos, al menos si hubiese sido para descubrir allí nuestra raíz de la especie.

Tampoco son el espacio grave y serio de reuniones y análisis políticos, que es lo que quiere la mayoría de los dirigentes de la Confech, que se discuta sólo de política, pero la política tal y como la entienden ellos, dentro de las fórmulas químico-matemáticas pre instaladas de la formalidad institucional, es decir, vamos a ser gobierno y nacionalizar el cobre, el reduccionismo más trágico, la canción del venceremos de los vencidos que intentan levantar cabeza sometiendo al movimiento a sus viejos sueños podridos para alcanzar el poder sobre la base del entusiasmo de otros que deben abandonar su creatividad y aplicarla solamente para dedicarse de cabeza a encontrar la cuadratura del círculo, es decir no salir de la cola que persigue el perro dando vueltas interminables.

La política de la mayoría de la Confech, donde consiguen los burócratas aliarse con sectores estalinistas, partidistas y estatistas, representa el interés de la alianza del Partido Comunista con la Concertación, ya que vienen las elecciones municipales y se trata de crecer en el voto izquierdista para influir en las negociaciones a puertas cerradas con los partidos concertacionistas, cosa que alcanzan a distinguir muchos estudiantes que por eso mismo se van distanciando aún más de los partidos.

El PC está jugando a dos bandas, por una parte en negociaciones con la democracia cristiana y otros partidos del bloque neoliberal y por la otra con sectores a su izquierda con quienes mantiene un discurso más radical, ya que su fuerza para conversar y hacer pactos con los partidos concertacionistas no radica en su programa ni en la “capacidad” de sus jefes, sino en su posibilidad de arrastrar a otros sectores de izquierda e independientes a movilizaciones y votaciones, disminuir la abstención y auxiliar a la cosmética “progresista” que requere el neoliberalismo.

Por ello la “politización del movimiento” apunta a mover las piezas en esa dirección, para lo cual se aduce el llamado acuerdo social, al que están confluyendo diferentes sectores, pero si analizamos un poco más a fondo, notamos que muchos de ellos son las mismas piezas del PC pintadas con un rojo matizado, por ejemplo la postura “rebelde” de Cuevas, presidente de los trabajadores del cobre, del que se lee la entrevista que le hizo hace unos pocos días atrás El Ciudadano y se descubre que no hay nada distinto a lo que plantea el PC. Todos dicen que Cuevas es crítico, sin embargo bien que se mantiene en las filas y ha ido de candidato del PC, por lo que debe interpretarse que está representando un papel para acercarse y atraer a sectores críticos de los grupos de izquierda, de los cuales se percibe que los más ansiosos de cuotas de poder son los primeros en justificar esas espúreas políticas de alianzas. Diferentes federaciones se separaron de la CUT hasta realizarse un congreso refundacional, obviamente para dar “cabida” a toda esa izquierda crítica que pulula por ahí. Casualmente esos críticos también son del PC y al radicalizar el discurso consiguen que sectores frentistas y aún descolgados del MIR o de las corrientes herederas de la Surda, corran a sus brazos y se llenen de besos asumiendo los discursos y argumentos que disparan los burócratas vestidos de seda, recordando el dicho que la mona aunque se vista de seda, mona se queda.

Esa es la siniestra intención de los camaradas dentro de la Confech con el auxilio de varias corrientes que coinciden en el reparto de los puestos estatales en lo que aún llaman de “socialismo” cuando “tomen el poder”, por eso la vocación de poder es lo que les une, aunque por los métodos más institucionales o menos institucionales, se diferencian, pero eso no es más que una argucia para conseguir espacios sociales, seguidores, militantes y votos con los cuales negociar.

Por eso el “acuerdo social”, bolsa de gatos estatistas donde se encuentran el Colegio de Profesores, dirigido por el PC, los trabajadores del cobre, dirigidos por el PC, la federación de pobladores, dirigida por la alianza entre los ex surdos seguidores de la estrategtia Harnecker de subordinación del movimiento social a los partidos y sectores salidos del PC y clones de ese partido, es decir, mini estalinistas. Y a ese acuerdo entre toros, donde no hay cornadas y todos comen de la misma mano, quiere la mayoría de la Confech llevar al movimiento estudiantil que se mueve en oleajes libertarios y autónomos desarrollando iniciativas de todo tipo que expresan el empoderamiento que hablamos más arriba.

De esa manera el “programa” estudiantil no pasa de la mitad del programa del Podemos, el “bloque” de izquierda burocrática que ha limitado las posibilidades de cambio social a la recuperación del cobre y algunas medidas alcanzadas por el gobierno de Allende, que ahora aparece suicidado, es decir, unas veces lo matan y otras veces se mata él según las conveniencias políticas de coyuntura.

De esa manera la “gran” politización estudiantil es la formación de un bloque subordinado al PC y sus socios neoliberales, el famoso “acuerdo social” que levanta las consignas viejas de la nacionalizacion del cobre. Tanta lucha e iniciativas para ese reduccionismo. Es hora que los grupos que han llegado a la Confech se decidan a volcarse junto a sus bases y a los colectivos o experiencias autónomas para desarrollar otra política, que en vez de acarrear agua al molino concertacionista, acumule esa agua para construir otras formas de sociedad, asambleas, relaciones con vecinos, actividades de barrios, otra educación, etc. o sea, desplegarse desde abajo y hacia los lados horizontalmente, consolidando espacios y dinámicas alternativas que permitan atraer y envolver vecinos de los barrios, aunque no sea “el” programa del pueblo. Diluir las multitudinarias marchas en cientos de micro asambleas, reuniones y convocatorias en los barrios. No dejarle el terreno social a las instituciones, sino ir hacia allá, no sólo sumarse a sindicatos y asociaciones dirigidas por burócratas que han sabido organizar su ganado propio con el cual se “suman” a otros cada uno con su murga detrás. No es posible un acuerdo “social” en el bloque de los burócratas. Nada tiene que ver con lo “social” la reunión secreta entre dirigentes donde se reparten los espacios, los oradores, las figuras que aparecen en la prensa, etc. Lo ·”social” es la gente, los vecinos, las vecinas, los jóvenes del barrio. Se trata de “lo social” concreto, palpable, actuante y protagonista, no lo “social-masa”.

Así una política de protagonismo y autonomía que se expande horizontalmente como redes que se extienden desde las facultades y escuelas hacia los barrios circundantes, esa si que es una politización, hacer política, tomar el cambio con las manos, como que fuera arcilla y hacer de la vida una artesanía y obra de arte llena de belleza, como hicieron los estudiantes de la UNAM y hoy día las redes de resistencias y municipios autónomos en México, como hacen los Indignados españoles y griegos, que desde las plazas principales de decenas de ciudades se han extendido hacia los barrios.

Hay una tendencia que se corresponde con la época y por eso determnadas actividades o convocatorias que antes encontraban oidos sordos, hoy están a la orden del día. Los esfuerzos que se hagan para ir a los barrios y realizar actividades abiertas en conjunto con las experiencias autónomas que alli existen, tienen sentido y sólo caben esperar buenos resultados, pues la gente está ansiosa de encontrar maneras de colocar sus granos de arena sin que sean aprovechados y ninguneados por los partidos.

Solicite la información sobre las actividades y talleres de la Nueva Escuela Comunitaria y Ecológica, así como de la Universidad Libre, en unlibre@gmail.com

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com


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