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Gadaffi contra Al Qaeda. Qué hará la OTAN? O los enroques de la CIA

30.08.11

30-08-2011

Cómo llegó Al-Qaida a gobernar en Trípoli

Pepe Escobar
Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Se llama Abdelhakim Belhaj. Puede que algunos hayan oído hablar de él en Medio Oriente, pero pocos en Occidente y en el resto del mundo habrán tenido la ocasión.

Es hora de ponerse al día. Porque la historia de cómo un hombre muy valioso para al-Qaida se ha convertido en el máximo comandante militar libio en Trípoli, todavía desgarrada por la guerra, seguramente hará añicos –una vez más– esa selva de espejos que es la “guerra contra el terror”, y al mismo tiempo comprometerá profundamente la propaganda, cuidadosamente construida, de la intervención “humanitaria” de la OTAN en Libia.

La fortaleza de Muamar Gadafi de Bab-al-Aziziyah fue esencialmente invadida y conquistada la semana pasada por los hombres de Belhaj –quienes estaban a la vanguardia de una milicia de bereberes de las montañas al sudoeste de Trípoli-. La milicia es la llamada Brigada Trípoli, entrenada en secreto durante dos meses por Fuerzas Especiales de EE.UU. Resultó ser la milicia más efectiva de los rebeldes en seis meses de guerra tribal/civil. El martes pasado Belhaj ya mostraba un regocijo maligno por la victoria en la batalla, diciendo que las fuerzas de Gadafi escaparon “como ratas” (nótese que es la misma metáfora utilizada por el propio Gadafi para describir a los rebeldes).

Abdelhakim Belhaj, alias Abu Abdallah al-Sadek, es un yihadista libio. Nacido en mayo de 1966, afinó sus habilidades en la yihad antisoviética en Afganistán.

Es el fundador del Grupo de Combate Islámico Libio (LIFG por sus siglas en inglés) y su emir de facto –con Khaled Chrif y Sami Saadi como sus reemplazos-. Después de que los talibanes llegaron al poder en Kabul en 1996, el LIFG mantuvo dos campos de entrenamiento en Afganistán; uno de ellos a 30 kilómetros de Kabul –dirigido por Abu Yahya– limitado estrictamente a yihadistas vinculados a al-Qaida.

Después del 11-S, Belhaj fue a Pakistán y también a Irak, donde se hizo amigo ni más ni menos que del ultra peligroso Abu Musab al-Zarqaui, todo esto antes de que al-Qaida en Irak declarara su fidelidad a Osama bin Laden y a Ayman al-Zawahiri y potenciara sus horripilantes tácticas.

En Iraq, sucedió que los libios eran el mayor contingente suní yihadista extranjero, solo después de los saudíes. Además, los yihadistas libios siempre han sido superestrellas en los máximos niveles de al-Qaida “histórico”, desde Abu Faraj al-Libi (comandante militar hasta su arresto en 2005, y que ahora sufre lentamente como uno de los 16 detenidos de alto valor en el centro de detención estadounidense en Guantánamo) a Abu al-Laith al-Libi (otro comandante militar, muerto en Pakistán a principios de 2008).

El momento de un ‘entrega extraordinaria’

El LIFG había estado en los monitores de la CIA desde el 11-S. En 2003, Belhaj fue finalmente arrestado en Malasia, y luego transferido, al estilo de una ‘entrega extraordinaria’ a una prisión secreta en Bangkok, y torturado a su debido tiempo.

En 2004, los estadounidenses decidieron enviarlo como obsequio a la inteligencia libia –hasta que fue liberado por el régimen de Gadafi en marzo de 2010, junto con otros 211 “terroristas”, en un acto de relaciones públicas publicitado con gran fanfarria.

El orquestador no fue otro que Saif Islam al-Gadafi , la ‘cara modernizadora/ London School of Economics’ del régimen. Los dirigentes del LIFG -Belhaj y sus asistentes Chrif y Saadi– hicieron antes de ser finalmente liberados una confesión de 417 páginas llamada “estudios correctivos” en la que declararon por terminada (e ilegal) la yihad contra Gadafi.

Un relato fascinante de todo el proceso se puede ver en un informe titulado “Combatiendo el terrorismo en Libia mediante el diálogo y la reintegración” [1] Nótese que los autores, “expertos” en terrorismo basados en Singapur que fueron agasajados por el régimen, expresan su “profundo aprecio a Saif al-Islam Gadafi y a la Fundación Gadafi de Caridad y Desarrollo Internacional por posibilitar esta visita”.

Crucialmente, todavía en 2007, el entonces número dos de al-Qaida, Zawahiri, anunció oficialmente la fusión entre el LIFG y al-Qaida del Magreb Islámico (AQIM). Por lo tanto, a todos los efectos, LIFG/AQIM han sido desde entonces, uno y lo mismo, y Belhaj fue/es su emir.

En 2007, LIFG llamó a una yihad contra Gadafi, pero también contra EE.UU. y una serie de “infieles” occidentales.

Lleguemos rápidamente a febrero pasado cuando, como hombre libre, Belhaj decidió volver al modo yihadista y alinear sus fuerzas con el levantamiento amañado en Cirenaica.

Toda agencia de inteligencia en EE.UU. y el mundo árabe conocen su origen. Ya ha asegurado en Libia que él y su milicia solo aceptarán la Sharía.

No hay nada “pro democracia” en el asunto, bajo ningún concepto. Y, sin embargo, no se podía excluir de la guerra de la OTAN a un hombre tan valisoso solo porque no le gustan mucho los “infieles”.

El asesinato a finales de julio del comandante militar rebelde Abdel Fattah Younis –por los propios rebeldes– parece apuntar a Belhaj o por lo menos a gente muy próxima a su persona.

Es esencial saber que Younis –antes de desertar del régimen– había estado a cargo de las fuerzas especiales de Libia que combatieron ferozmente al LIFG en Cirenaica de 1990 a 1995.

El Consejo Nacional de Transición (CNT) según uno de sus miembros, Ali Tarhouni, ha estado propagando que Younis fue eliminado por una sospechosa brigada conocida como Obaida ibn Jarrah (uno de los compañeros del Profeta Muhammad). Sin embargo ahora la brigada parece haberse disuelto sin dejar rastro.

Cállate o te corto la cabeza

No es precisamente por accidente, pero todos los máximos comandantes militares rebeldes son del LIFG, de Belhaj en Trípoli a un cierto Ismael as-Salabi en Bengasi y un cierto Abdelhakim al-Assadi en Derna, para no mencionar a un activo clave, Ali Salabi, ubicado en el centro del CNT. Fue Salabi quien negoció con Saif al-Islam Gadafi el “fin” de la yihad del LIFG, asegurando así el brillante futuro de esos “combatientes por la libertad” vueltos a nacer.

No hace falta una bola de cristal para imaginar las consecuencias de que LIFG/AQIM –después de conquistar el poder militar y de estar entre los “vencedores” de la guerra– no estén ni remotamente interesados en renunciar al control solo para complacer los caprichos de la OTAN.

Mientras tanto, en medio de la niebla de la guerra, no está claro si Gadafi planifica atrapar a la brigada Trípoli en la guerra urbana u obligar a la masa de las milicias rebeldes a que penetren en las inmensas áreas tribales de la tribu Warfallah.

La esposa de Gadafi pertenece a la Warfallah, la mayor tribu de Libia, con hasta 1 millón de personas y 54 sub-tribus. En Bruselas se dice confidencialmente que la OTAN espera que Gadafi combatirá durante meses si no años; de ahí la recompensa por su cabeza al estilo de George W. Bush y el desesperado retorno al Plan A de la OTAN, que siempre fue su eliminación.

Libia puede estar enfrentando el espectro de una Hidra guerrillera de dos cabezas; las fuerzas de Gadafi contra un débil gobierno central del CNT y de soldados de la OTAN en el terreno; y la nebulosa LIFG/AQIM en una yihad contra la OTAN (si los excluyen del poder).

Gadafi podrá ser una reliquia dictatorial del pasado, pero no se monopoliza el poder durante cuatro décadas para nada, y sin que tus servicios de inteligencia sepan una cosa o dos.

Desde el principio, Gadafi dijo que se trataba de una operación con respaldo extranjero y de al-Qaida; tenía razón (aunque se le olvidó decir que se trataba sobre todo de la guerra del neo-napoleónico presidente francés Nicolas Sarkozy, pero ésa es otra historia).

También dijo que era el preludio de una una ocupación extranjera cuyo objetivo era privatizar y apoderarse de los recursos naturales de Libia. Puede ser que –otra vez– tenga razón.

Los “expertos” de Singapur que elogiaron la decisión del régimen de Gadafi de liberar a los yihadistas del LIFG la calificaron de “una estrategia necesaria para mitigar la amenaza planteada a Libia”.

Ahora, LIFG/AQIM están finalmente abocados a poner en práctica sus opciones como una “fuerza política indígena”.

Diez años después del 11-S, cuesta no imaginar una cierta calavera descompuesta al fondo del Mar Arábigo que ríe burlonamente hasta el fin de los tiempos.

Nota

1. En inglés. Haga clic aquí.

Pepe Escobar es autor de “ Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War ” (Nimble Books, 2007) y “ Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge ”. Su último libro es “ Obama does Globalistan ” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com .

(Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.)

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MH30Ak01.html

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30-08-2011

Los rebeldes libios, entre Al Qaeda y la CIA

Enrico Piovesana
PeaceReporter

Traducción del italiano para Rebelión por S. Seguí

¿Están realmente respaldados los insurgentes por Estados Unidos y la OTAN? Si es así, ¿cómo se puede conciliar la presencia entre ellos de grupos fundamentalistas islámicos ligados a Al Qaeda, con un mando militar asignado estrechamente a un disidente histórico libio?

A finales de marzo pasado, durante una audiencia en el Senado estadounidense, el almirante James Stavridis, comandante de las fuerzas de Estados Unidos en Europa a la cabeza de la sede europea de las fuerzas de la OTAN (SHAPE), dijo que había “huellas” (traces) de la presencia de Al Qaeda entre los insurgentes anti-Gadafi, aunque, en su opinión, no eran significativas.

Las huellas partirían del mensaje vídeo de 13 de marzo, en el que el libio Abu Yahya al Libi, un importante líder de Al Qaeda, instaba a sus compatriotas a continuar e intensificar la lucha contra Gadafi: “Los libios han soportado sufrimientos de todo tipo durante más de cuarenta años a manos de Gadafi, que los ha utilizado para poner a prueba sus rancias ideas, sus excentricidades y sus políticas de locos.”

Las huellas continuaban con las noticias publicadas el 22 de marzo por el diario italiano Il Sole-24 Ore sobre la presencia de Al Qaeda en el frente de Adjabiya de veteranos libios regresados de Iraq y Afganistán. En primer lugar, Abdul-Hakim al-Hasidi, capturado por las fuerzas de EE.UU. en Afganistán en 2002 y ahora al mando de los rebeldes de Derna, quien declaró que los miembros de Al Qaeda son “patriotas y buenos musulmanes”.

‘’No hay duda de que la rama libia de Al Qaeda, el Grupo Combatiente Islámico de Libia (LIFG, por sus siglas en inglés), forma parte de las fuerzas opuestas a Gadafi. Lo que no sabemos es qué peso tiene'’, manifestó (…) a la prensa india Bruce Riedel, ex analista de la CIA experto en terrorismo, durante años asesor militar de la Casa Blanca y miembro destacado del Consejo de Relaciones Exteriores y The Brookings Institution, de EE.UU.

El LIFG fue creado en 1995 por muyahidin libios veteranos de la guerra contra los soviéticos en Afganistán, con el objetivo de derrocar el régimen de Gadafi, contra el cual realizaron un atentado fallido, en Sirte en marzo de 1996, con el apoyo logístico y financiero (100.000 libras) de la inteligencia británica MI6. De resultas de ello, Gadafi pidió, por primera vez en el mundo, una orden internacional de detención de Osama bin Laden, pero Londres y Washington bloquearon el procedimiento.

A la cabeza de la rama libia de Al Qaeda (desde 2001 en la lista negra del terrorismo internacional islámico) se hallaban Anas al Libi, que huyó de Libia y obtuvo asilo político en Gran Bretaña (donde vivió hasta 2000, y al que luego se perdió la pista), y Mohammed Benhammedi, que hasta 2006 (luego también desaparecido) apoyó las actividades del LIFG con el producto del tráfico de drogas dirigido por el narcotraficante británico Curtis Warren.

El otro símbolo histórico de la oposición al régimen libio, de nuevo de actualidad en estos días, es el Frente Nacional de Salvación de Libia (NFSL, por sus siglas en inglés), movimiento laico fundado en los años 80 por disidentes exiliados en Estados Unidos y apoyado abiertamente por la CIA . También el NFSL intentó matar a Gadafi en abril de 1984, con una auténtica acción militar contra el cuartel general del coronel en Bab al Aziziya (ochenta personas murieron, entre libios, cubanos y alemanes del este).

El representante más conocido del NFSL es Khalifa Belqasim Haft, ex coronel del ejército que huyó de Libia en 1988 después de la derrota de Libia en la guerra de Chad. Desde entonces ha vivido en Fairfax, Virginia (a 10 km de la sede de la CIA), donde durante años dirigió las actividades del brazo armado del NFSL, el Ejército de Liberación de Libia. Ahora, ha reaparecido en Bengasi para tomar el mando militar de los rebeldes, hecho público formalmente el 24 de marzo.

Bien mirado, la coexistencia de hombres de Al Qaeda y de los servicios de inteligencia anglo-estadounidenses en las filas de los rebeldes libios es una contradicción sólo aparente. Afganistán docet.

Fuente: http://it.peacereporter.net/articolo/27745/Ribelli+libici%2C+tra+Al Qaeda+e+Cia


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