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Comunidades mapuche de Melipeuco rechazan propuestas oficiales de piscicultura

23.09.11

COMUNICADO PÚBLICO
Las 6 comunidades Mapuche del Territorio Llaimache de Melipeuco, reunidas en la sede Chile Arauco, participantes de la reunión informativa realizada por funcionarios de CONADI, Ministerio de Medio Ambiente y la empresa NOVATEC, con el objetivo de dar a conocer el “Proyecto Piscicultura Molejones” ingresado al Sistema de Evaluación Ambiental, manifestamos nuestro completo rechazo al proyecto, producto de las malas experiencias de comunidades de este territorio y de otros, donde las pisciculturas aún cuando cumplen con la normativa y han pasado favorablemente las evaluaciones ambientales, han deteriorado las aguas y con ello la calidad de vida de las comunidades aledañas.
Manifestamos nuestro absoluto rechazo a la instalación del Proyecto Piscicultura Molejones o cualquier otra piscicultura o proyecto productivo que interfiera en la forma de vida que tenemos y que valoramos profundamente.
Asociación Mapuche de Llaima
Comunidad Juan José Ayenao, 22 de septiembre de 2011

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Conflictos Territoriales y Racismo Ambiental en Melipeuco, Región de la Araucanía (Chile)

La comuna de Melipeuco, ubicada en la IX Región de la Araucanía-Chile, resulta un territorio de gran riqueza natural y cultural habitado ancestralmente por el pueblo mapuche. En las últimas décadas una serie de proyectos industriales se han proyectado en la zona vulnerando los derechos del pueblo mapuche a decidir sobre sus territorios, experimentando en los mismos la impositiva instalación de pisciculturas, centrales de pasada y licitaciones para la explotación de energía geotérmica.

POR MARIA JOSÉ ARAYA
• Presentación:
La comuna de Melipeuco, ubicada en la IX Región de la Araucanía-Chile, resulta un territorio de gran riqueza natural y cultural habitado ancestralmente por el pueblo mapuche. En las últimas décadas una serie de proyectos industriales se han proyectado en la zona vulnerando los derechos del pueblo mapuche a decidir sobre sus territorios, experimentando en los mismos la impositiva instalación de pisciculturas, centrales de pasada y licitaciones para la explotación de energía geotérmica. Ante este panorama se confrontan visiones antagónicas de comprender el territorio, su gestión y conservación, y se despliegan desde la ciudadanía en conjunto con las comunidades mapuche una serie de estrategias colectivas orientadas a paralizar las actividades extractivas y demandar el respeto por parte del sector público y privado hacia los derechos indígenas y ambientales. Dichos derechos, gozan de protección jurídica en el marco de un ambivalente “multiculturalismo de estado” que ha recaído en sistemáticas prácticas de racismo ambiental.
• Caracterización sociohistórica y geográfica de la comuna de Melipeuco
Situada en los faldeos precordilleranos de los Andes, en el centro-sur de Chile IX Región de la Araucanía, la comuna de Melipeuco se presenta como un valle rico en recursos naturales y morada ancestral del pueblo mapuche, constituyendo un espacio territorial adscrito al Wallmapu[1]. Según las referencias arqueológicas relativas al valle de Melipeuco[2], la identificación de sitios líticos denota en el territorio la antigua presencia de grupos de cazadores-recolectores cuyas prácticas económicas se ligaron a la recolección del “Piñón” fruto del Pehuén o Araucaria Araucana[3], árbol sagrado para el pueblo mapuche-pehuenche.
Producto de los procesos de despojo territorial experimentados por la población mapuche desde el siglo XIX, este sector precordillerano comenzó a ser habitado por familias provenientes de los valles centrales de la Novena Región y áreas colindantes a la actual ciudad de Temuco además de ser un territorio ancestral de tránsito hacia el Peulmapu. A través de las relaciones de parentesco, dichos grupos fueron organizándose en el espacio dando paso a la conformación de los llamados Lof[4] cada cual con una forma y nombre en particular. Nacen así los Lof Mapu de Palihue Pillán, Pichi Llayma, Futa Llayma, Walle rüpu, Melipewunko, Dawelhue, Arpewe, Trafkura, Malalkahuello, Cherquén, Escorial y Legnay, espacios simbolizados política, social y culturalmente.
Posteriormente, la zona igualmente experimenta los procesos históricos de penetración estatal que impulsaron la división de las tierras comunales mapuche y la apropiación fiscal de vastas extensiones productivas que fueron vendidas a latifundistas nacionales y extranjeros. Se conforman así especies de “reducciones mapuche”, confinando a la población en pequeñas comunidades que alteraron los sistemas económicos y culturales de vida tradicional incidiendo en el empobrecimiento y sedentarización del Pueblo. La colonización de las tierras indígenas implicó la conformación de una estructura social chileno campesina cuyas relaciones con el sector mapuche se organizaron en torno a la discriminación étnica.
La comuna de Melipeuco, se constituye definitivamente como unidad político-administrativa del Estado chileno el año 1981, respondiendo su fundación a un malogrado proceso de regionalización bajo los paradigmas del progreso y el desarrollo económico. Actualmente, cuenta con 5628 habitantes[5] distribuidos en una superficie de 1107 km2 siendo una zona eminentemente rural (58,8% de su población reside en localidades campestres[6]). La economía local se organiza fundamentalmente en base a la agricultura familiar de subsistencia siendo las principales actividades asociadas la ganadería (crianza de vacunos, ovinos y aves menores), el cultivo de granos (trigo, maíz y avena) y hortalizas (papas, acelga, calabaza), además de la elaboración de subproductos envasados tales como mermeladas y compotas.
La distribución territorial ha implicado que las familias mapuche, que representan al 37.13% de la población comunal[7], cohabiten en torno a un espacio común con las familias chileno campesinas. La Corporación Nacional de Desarrollo Indígena -CONADI- reconoce la existencia de 28 comunidades indígenas de procedencia mapuche en la comuna, cuyo sistema de vida constituido por las relaciones sociales, económicas y culturales se desarrolla en estrecha relación con el espacio territorial. Cabe destacar que dichas comunidades son el resultado del proceso de radicación hacia el pueblo mapuche que implicó su confinamiento en pequeñas reducciones territoriales reconocidas por el Estado chileno.
Sin embargo, la noción de territorio para el pueblo mapuche rebasa ampliamente las mezquinas concepciones institucionales. Construido en base a la propia cosmovisión, el territorio asume una profunda multidimensionalidad, desde la cual se conjuga la coexistencia de elementos naturales y sobrenaturales. La simbolización del espacio territorial se configura desde la espiritualidad y la religiosidad, siendo imposible la comprensión disociada de los elementos sociales, culturales y naturales que se interrelacionan en base a un equilibrio supraterrenal. El todo integrado, permite percibir a la naturaleza como un ente vivo, contenedor de fuerzas espirituales y protectoras, con almas que resguardan la espiritualidad y bienestar del pueblo tales como los Ngen[8]
Al respecto, la interpretación del territorio implica no solo el reconocimiento de los recursos naturales asociados sino que también involucra la producción/reproducción de una serie de prácticas, costumbres, creencias, ritos y leyendas asociadas al espacio, cual es asimilado desde una dimensión sociocultural. El patrimonio cultural del pueblo mapuche, abarca entonces todos los elementos de la naturaleza que le rodean.
Privilegiado espacio de belleza escénica, la comuna de Melipeuco goza de prístinas fuentes de agua, lagunas, una prominente cadena vulcanológica conformada por los volcanes Sierra Nevada, Llaima y Sollipulli, y un diversificado bosque nativo nutrido de especies endémicas tales como el coihue, el roble, la lenga, el raulí y el ñirre en coexistencia junto a la majestuosidad de la Araucaria, conífera que corona las alturas cordilleranas.
Ecosistema asociado a una amplia biodiversidad que brota en relación a la presencia de ríos tales como el Sahuelhue, Alpehue, Truful-Truful y Peuco, en cuyas riberas se cobijan múltiples especies animales entre las cuales destaca el “huillín” (mamífero en peligro de extinción), además de humedales y una condensada avifauna.
El gran valor ambiental asociado a la zona ha implicado la promulgación de tres importantes áreas protegidas por el SNASPE[9] que cubren alrededor del 50 % de la superficie comunal: el Parque Nacional Conguillio, la Reserva Nacional China Muerta y la Reserva Nacional Villarrica.
Este amplio patrimonio natural, forma a la vez parte de la Reserva de la Biosfera “Araucarias”[10] reconocida por la UNESCO y entre cuyos objetivos se cuentan el equilibrio sostenible entre la conservación de la diversidad biológica, el fomento del desarrollo socioeconómico y la preservación de los valores culturales del pueblo mapuche.
• Megaproyectos y conflictos territoriales
Desde la década de los noventa, es posible constatar la llegada al territorio de un nuevo actor representado por las empresas industriales, que bajo el argumento de traer “desarrollo”, “calidad de vida” y “trabajo” irrumpen en la zona con sus actividades extractivas.
Desprovistas del interés por dialogar, informar o comunicar a las comunidades mapuche acerca de sus pretensiones, dichas industrias comienzan a asentarse en el territorio bajo el beneplácito de la institucionalidad gubernamental, ansiosa de redimir vía “progreso económico” a la población indígena. Penetran así, empresas pesqueras, centrales de pasada, monocultivos de pino insigne y proyecciones para la exploración-explotación de energía geotérmica en la comuna.
Todos estos proyectos se amparan en diferentes Leyes que permiten el uso indiscriminado de los recursos naturales, cediendo al mejor postor el patrimonio mapuche- campesino. Entre éstas, cabe destacar el Código de Aguas (1981) cual fue dictado por la dictadura militar transformando el agua en una mercancía que puede ser otorgada, gratuitamente y a perpetuidad, a manos privadas a través de una “concesión de aprovechamiento”. Asimismo, la Ley General de Servicios Eléctricos (1982) y la Ley sobre Concesiones de Energía Geotérmica (2000) obligan a los habitantes de las zonas requeridas por las empresas a la facilitación de “servidumbres de paso”, cuales permiten la libre ocupación y el tránsito sobre la extensión territorial. A ello se suma una paupérrima Legislación Medioambiental.
Este rastrero panorama legislativo asociado a las políticas neoliberales de desarrollo, ha propiciado una agresiva logística industrial, que responde a los requerimientos del gran capital empresarial por subalternizar nuevos territorios a fin de engrasar su proceso de acumulación. Al respecto, se confrontan visiones antagónicas de relación con el territorio, lo cual se traduce en una lucha por el control y el uso de los espacios entre los intereses de las empresas transnacionales y las perspectivas de la buena vida -küme mongen- del pueblo mapuche, que implican el cuidado y bienestar de la naturaleza o ñuke mapu.
Ahí dónde los agentes de este “mal desarrollo” pretenden vincularse desde lógicas mercantilistas con los recursos naturales, los pueblos indígenas reivindican concepciones de bienestar ligadas a la cultura y sus formas específicas de organización, decisión y vinculación con la tierra. Inicia así, la configuración de una “geopolítica de los espacios”, en torno a la cual se juegan los intereses por el control de la biodiversidad, los recursos naturales y los conocimientos asociados.
Particularmente para la comuna de Melipeuco, este conflicto territorial se traduce en la afectación directa hacia las comunidades indígenas mapuche, que han experimentado entre otros, la contaminación de sus aguas por la acción de las pisciculturas. Entre ellas las comunidades Juan Meli, Nicolás Huenchumán 1 y 2, y Mariano Melillan han visto vulnerados directamente sus territorios que ahora colindan con empresas altamente contaminantes como Invertec y Los Fiordos, conocidas por sus recurrentes irresponsabilidades sociales (vulneración de derechos laborales) y ambientales (uso de pesticidas y falta de plantas procesadoras de agua). Entre sus efectos, es posible mencionar la muerte de una persona por hepatitis, hongos mutados en cuerpos humanos, fuertes dolores de cabeza, contaminación ambiental y acústica además de la muerte de avifauna y animales. Asimismo, la contaminación de las aguas ha deteriorado la calidad de los cultivos y ha disminuido la productividad de las tierras. Aún hoy, resultan desconocidos los posibles efectos que a mediano y largo plazo, puede generar para la población de la comuna y el patrimonio medioambiental, la crianza extensiva del salmón.
A pesar de ello, la autoridad medioambiental ha aceptado el año 2009 la instalación de una nueva piscicultura “Carén” que contaminará las aguas del río Sahuelhue cuya ladera abastece del recurso hídrico a más de diez comunidades del llamado Territorio Lifko[11].
En tanto, las “centrales de pasada” resultan, según el discurso oficial, la nueva propuesta de “energía limpia” en materia de hidroeléctricas por cuanto no existe en ellas una acumulación apreciable del agua para el funcionamiento de las turbinas. Sin embargo, se asocian a éstas la alteración de la calidad del aire y los cursos de aguas, la remoción de la vegetación, la perturbación de fauna, la erosión del suelo y vulneración de sitios del patrimonio cultural. En la comuna de Melipeuco, ya se encuentran construidas dos centrales de pasada y están aprobadas otras tres más. Todas estas requieren transportar la energía generada a través de extensos tendidos eléctricos trazados sobre los territorios indígenas, afectando sitios de relevancia patrimonial para el pueblo mapuche tales como el nguillatun, los eltun, paliwe, menoko, mallines, trayenko, entre otros.
Asimismo, alarmante resulta el acelerado crecimiento de amplias zonas destinadas al monocultivo de pino, especie endógena que las empresas forestales han introducido indiscriminadamente transformando el ecosistema, secando napas subterráneas y valiosas vertientes superficiales de agua que abastecen fundamentalmente a las comunidades del sector de Walle rüpu.
No conforme con el despliegue de procesos históricos de colonialismo interno[12], el Estado chileno a fin de abastecer la demanda energética de la industria minera en el norte del país, amplia su sistema de dominación espacial hacia las comunidades mapuche a través de la licitación[13] del área “Sollipulli”, vasta zona para la exploración y explotación de energía geotérmica[14].
Mediante la concesión a empresas transnacionales, se pretende amarrar la explotación del Volcán Sollipulli y territorios asociados, sumando un total de 48.400 hectáreas licitadas que comprenden no solo a la comuna de Melipeuco sino que también a las vecinas Curarrehue, Cunco y Pucón. Dentro del área licitada, se cuentan 16 comunidades mapuche del Territorio Lifko comprometidas. Esta nueva afrenta desplegada por el Estado, no solo implica la vulneración de sitios sagrados para el pueblo mapuche como el Volcán Sollipulli, sino que propicia el genocidio de todo un sistema de vida social, cultural, económico y ambiental asociado al territorio licitado.
El actual contexto neoliberal, plantea entonces nuevas amenazas para los territorios indígenas que entran en conflicto frente a los intereses de un nuevo actor representado por las empresas transnacionales. Sedientas por expoliar los recursos naturales, dichas industrias confrontan las visiones mapuche de vinculación con el territorio, preocupadas ancestralmente por el resguardo sustentable del medio ambiente desde una cosmovisión propia. Dichos antagonismos territoriales, configuran el nuevo mapa de la “geopolítica del territorio” en torno a la cual entran en disputa los intereses del empresariado frente a las visiones ancestrales indígenas de convivir y cohabitar los espacios naturales simbolizados culturalmente.
• Comunidades y estrategias de defensa
Frente a este panorama, la respuesta de las comunidades indígenas en Melipeuco ha sido la de plantear el rechazo a las inversiones que egoístamente pretenden traer un mentado “desarrollo” al territorio para alimentar las necesidades capitalistas foráneas, en desmedro de los derechos ancestrales del pueblo mapuche.
Al respecto, la Ley Indígena 19.253 (1993) y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo –OIT- resultan los fundamentos jurídicos desde los cuales se demanda el respeto hacia los derechos indígenas reconocidos por el gobierno de Chile.
Sin embargo, las oposiciones a dichos proyectos no solo se han enmarcado en el ámbito de las reivindicaciones indígenas, contemplando además la participación de otros actores sociales locales que han visto vulnerados sus derechos políticos y medioambientales. Entre ellos, campesinos, jóvenes, mujeres, locatarios de la comuna y agrupaciones de ecoturismo entre otros. Conjunción diversa que ha definido una orgánica territorial cuyas prácticas se han configurado desde el diálogo intercultural entre sujetos autoconvocados por la defensa del patrimonio cultural y medioambiental. Emergen así, el Consejo Comunitario de Melipeuco y la Agrupación Llaymache como organizaciones complementarias a formaciones ya existentes en la comuna tales como el Territorio Lifko y la Agrupación Santa María de Llaima. Las lógicas de funcionamiento de estas organizaciones, definieron la independencia hacia todo tipo de jerarquías institucionales tales como partidos políticos o congregaciones religiosas, privilegiando la asamblea como espacio de conversación, intercambio informativo e instancia de decisión horizontal.
Asimismo, desde dichas agrupaciones se han desplegado una serie de estrategias de difusión tendientes a comunicar los alcances de éstos megaproyectos en la comuna así como las prácticas asociadas para persuadir y amedrentar a quienes rechazan vender sus tierras, tranzar sus campos para el paso de tendidos eléctricos o ceder sus derechos de aprovechamiento sobre el recurso hídrico.
Paralelamente, se han desarrollado diversas iniciativas tendientes a propiciar la concientización ambiental y sociopolítica, intentando la sensibilización de las nuevas generaciones y la valoración del patrimonio local.
Ahora bien, otra de las estrategias a través de las cuales se ha intentado detener el avance de los megaproyectos han sido las oposiciones formales dirigidas a los organismos e instituciones facultadas para aprobar dichas inversiones y el despliegue de estrategias colectivas de acción jurídica, últimamente en el marco de las licitaciones para la explotación/exploración geotérmica.
Las estrategias de oposición formales han implicado el estudio en detalle de los proyectos comprometidos, la búsqueda de información técnica acerca de los mismos y la elaboración de informes participativos desde los cuales se ha sustentado el uso ancestral de los recursos naturales comprometidos por la población mapuche y campesina. Este material ha privilegiado el rescate de los saberes locales asociados al territorio, punto de partida para la configuración de una propia reflexión acerca del futuro de la comuna y su cuidado. La presentación de este tipo de informes a las instancias gubernamentales no ha logrado grandes frutos, sin embargo, ha resultado un mecanismo eficaz para alertar a las autoridades acerca de la presencia de actores locales que rechazan el modelo de desarrollo proyectado para la comuna.
A su vez, las estrategias colectivas desde el ámbito jurídico se han llevado a cabo según conflicto desde dos tipos de lógicas, la primera tendiente a impugnar los actos administrativos del fisco, y la segunda orientada a cuestionar el accionar de las empresas desde recursos judiciales. Todas éstas, han contado con el respaldo de comunidades mapuche, autoridades tradicionales y vecinos de la comuna.
Así, la aprobación de dos centrales de pasada en la zona (Tacura y Carilafquén-Malalcahuello) por parte de COREMA IX Región[15] fue refutada desde el colectivo social a partir de un recurso de invalidación tendiente a ordenar la legalidad de los actos de gobierno. Particularmente, este recurso buscó dar cuenta del engaño acometido por las empresas inversionistas quienes, a fin de justificar el apoyo ciudadano, presentaron al organismo gubernamental una falsa carta de aprobación a los proyectos por parte de la comunidad mapuche Juan Bautista Huichapán. De la misma forma, se presentó por parte de 8 comunidades del Territorio Lifko un recurso de orden administrativo tendiente a cuestionar el procedimiento de la institucionalidad ambiental en el marco de la aprobación de la piscicultura Carén. En este caso, se cuestionaron los procedimientos metodológicos aceptados por la autoridad medioambiental, insuficientes para determinar impactos de orden económico, social y cultural en las comunidades comprometidas por la contaminación de las aguas.
En tanto, se han presentado dos recursos de protección tendientes a cuestionar por un lado el accionar contaminante de la empresa pesquera Los Fiordos, y por otro el accionar del Ministerio de Minería a través de su llamado a licitación pública para la explotación de energía geotérmica. Si bien para el caso de Los Fiordos, el recurso presentado en su contra fue acogido por el tribunal regional e incluso se falló a favor del mismo, la empresa llevó la causa a la Corte Suprema en Santiago logrando en ésta instancia mayor revertir el fallo anterior. Ello a pesar de que incluso en ésta instancia, se reconoció el daño ambiental causado al río Peuco producto del accionar insalubre de la piscicultura, evidenciando el reconocimiento de una indiscriminada acción contaminante en territorio indígena.
Por su parte, el recurso de protección presentado por el Longko[16] José Relmucao Porma frente al Ministerio de Minería por el llamado a licitación pública sobre el territorio Sollipulli, argumentó la violación a los derechos humanos y culturales del pueblo mapuche. Sin embargo, vergonzoso resultó el informe que en su defensa esgrimió la entidad pública, cual señaló la necesidad de aplicar “en la medida de lo posible” las indicaciones del tratado 169 de la –OIT- en lo que a materia de reconocimiento a las tierras indígenas se refiere, no dando aval a las mismas.
De forma general, los cursos que han asumido dichas estrategias jurídicas han sido desfavorables aunque a partir de éstos ha quedado en evidencia la actual posición del Estado hacia los pueblos indígenas, a quienes resulta reconocer desde la retórica del “respeto a la diferencia”, mientras continúa dirigiendo hacia ellos saqueadoras políticas económicas en el marco del llamado “multiculturalismo neoliberal”[17]. Es decir, se abraza la diversidad cultural solo en el plano discursivo como estrategia funcional al proyecto neoliberal más bien preocupado de continuar la colonización industrial en los espacios indígenas.
La eventual instalación de empresas devastadoras y contaminantes del ecosistema en tierras mapuche, define mentadas prácticas de “racismo ambiental” como una nueva forma de segregación de carácter espacial. Esta nueva forma de discriminación, convierte a las comunidades mapuche en un espacio para el depósito de desperdicios de una sociedad que, paradojalmente, no les reconoce un espacio político-jurídico y cultural en su interior (Instituto de Estudios Indígenas, 2003).
Las perspectivas comunitarias para el resguardo, por el contrario, sostienen un proyecto centrado en el respeto hacia la cultura mapuche, los valores comunitarios y una visión económica sustentable vinculada a la revalorización de los activos locales y el potencial desarrollo de la actividad turística.
• Reflexiones Finales
En el marco del actual contexto neoliberal, es posible denunciar la llegada de un nuevo agente colonizador a tierras indígenas, se trata de las empresas industriales, proliferantes en aquellas zonas de gran riqueza natural y biodiversidad. Una vez más, se trata de imponer una ordenanza territorial asociada a la extracción apropiacionista de los recursos naturales y la subsecuente alteración de los sistemas de vida sociocultural, económico y ambiental. Frente a esta nueva amenaza de carácter privado e industrial, las comunidades indígenas en alianza con otros colectivos sociales plantean la oposición a los megaproyectos. Se definen así los ejes de un antagonismo territorial que implica la lucha por el control de los recursos naturales y la configuración de un nuevo mapa geopolítico del territorio.
Sin embargo, la irrupción de este nuevo actor en las comunidades indígenas genera no solo una serie de afectaciones en el territorio sino que también conduce a una desintegración de las relaciones comunitarias, propiciando la división intracomunitaria entre quienes aprueban o rechazan dichas iniciativas. Ello como resultado de un congruente trabajo destinado a dividir a las comunidades, desmovilizarlas, fomentar la confusión y rivalidad entre sus miembros propiciando un clima de violencia, sutil estrategia disuasiva del poder neoliberal. La experiencia organizativa en la comuna de Melipeuco, no ha estado exenta de dichas contradicciones y conflictos intracomunitarios. Dinámica que resulta necesario reconocer, en el contexto de generalizadas políticas de hostigamiento por parte de las empresas, que se han traducido en amedrentamientos directos hacia los comuneros para que transen sus tierras “por la razón o la fuerza”, fieles al lema patrio que adorna y enaltece en tiempos de bicentenario el escudo nacional.
A su vez, es posible identificar en el actuar del Estado chileno un prodigioso “multiculturalismo neoliberal”, como estrategia discursiva funcional al proyecto económico modernizador mientras que en la práctica se afinan los mecanismos para la expoliación de los territorios indígenas, desprotegidos por las resoluciones jurídicas de carácter nacional. Privilegiado espacio para la configuración de áreas industriales contaminantes, las comunidades indígenas se enfrentan a una nueva forma de discriminación espacial, desde la cual se prevalece a dichos territorios como los aptos para la extracción y devastación del ecosistema, encaminada forma de “racismo ambiental”. Dudar de los impactos sociales, económicos y ambientales que dichos megaproyectos generan confabula a favor de un inminente genocidio cultural.
Cuales corrientes subterráneas que recorren el territorio, la reflexión y movilización despierta en la conciencia de comunidades y sujetos comprometidos, trance procesual que nos alerta sobre la necesidad de reconstruir desde los conocimientos locales, los valores ancestrales y los fundamentos interculturales una respuesta congruente para la transformación y la configuración de un efectivo y más justo proyecto societal.
Por María José Araya.
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• Bibliografía
Caniuqueo, Sergio
2009 “Particularidades en la instauración del colonialismo chileno en GULU MAPU, 1884-1950. Subordinación, alianzas y complicidades”. En “Las disputas por la etnicidad en América Latina: movilizaciones indígenas en Chiapas y Araucanía”, Martínez C. y Estrada M. (editores), USACH-Catalonia, Santiago de Chile.
Consejo Comunitario de Melipeuco
2009 “Oposición Licitación de Concesión de Exploración Geotérmica. Sector Sollipulli”. Melipeuco, IX Región, Chile.
Hale, Charles
2004 “¿Does Multiculturalism Menace? Governance, Cultural Right and the Politics of Identity in Guatemala”, University of Texas at Austin, U.S.A.
I. Municipalidad de Melipeuco.
2006 PLADECO. Plan de Desarrollo Comunal 2006-2010. Melipeuco, IX Región, Chile.
Instituto de Estudios Indígenas
2003 “Los derechos de los pueblos indígenas en Chile”. Informe del Programa de Derechos Indígenas, Instituto de Estudios Indígenas, Universidad de la Frontera. Ed. LOM, Santiago de Chile.
Instituto Nacional de Estadísticas
2002 “Censo Nacional de Población”, Santiago de Chile.
Llaymache Agrupación
2009 “Nuestra Palabra ante las empresas industriales en el Territorio”. Melipeuco, IX Región, Chile.
Stern Ch., Navarro X., Pino J., Vega R.
2008 “Nueva Fuente de obsidiana en la Región de la Araucanía, centro sur de Chile: Quimica y contexto arqueológico de la obsidiana riolítica negra de los nevados de Sollipulli”. MAGALLANIA, Vol.36 (2): 185-193. Chile.
Territorio Lifko
2008 “Plan de Desarrollo Territorial Territorio Lifko”. Melipeuco, IX Región, Chile.
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NOTAS:
[1] Territorio ancestral del Pueblo Mapuche que se extiende entre las fronteras de Chile y Argentina.
[2] Stern, Navarro, Pino y Vega (2008)
[3] En 1976 la Araucaria fue declarada Monumento Natural por el Estado de Chile siendo prohibida su tala.
[4] Espacio territorial de reproducción comunitaria
[5] Instituto Nacional de Estadísticas (Censo, 2002)
[6] PLADECO (2006)
[7] PLADECO (2006)
[8] Espíritus protectores de la naturaleza para la cosmovisión mapuche.
[9] Sistema Nacional de Aéreas Silvestres Protegidas por el Estado de Chile
[10] El pasado 4 de Junio la UNESCO aprobó la extensión de la Reserva de la Biosfera “Araucarias” abarcando una superficie total de 1.140.00 hectáreas entre las cuales se incluye al Parque Nacional Conguillio.
[11] Territorio conformado por 16 comunidades mapuche ubicadas “aguas arriba” en referencia al pueblo de Melipeuco.
[12] El colonialismo entendido como la acción ilegitima en la cual un país subordina a otro por la fuerza, negándole el derecho a la autodeterminación. La dominación la ejerce el Estado como la sociedad civil dominante, a partir de un entramado complejo en el cual actúan diversos actores, siendo legitimada la sociedad dominada como actor valido (Caniuqueo, 2009).
[13] El 1 de Junio del 2009, el Estado chileno a través de su Ministerio de Minería, inició la licitación pública de 20 áreas cordilleranas para la concesión de exploración-explotación de energía geotérmica. Una de estas áreas licitadas es la concesión “Sollipulli”, ubicada en la Provincia de Cautín, IX Región de la Araucanía.
[14] La energía geotérmica es aquella energía que puede obtenerse mediante el aprovechamiento del calor interior en la tierra.
[15] Corporación Regional del Medioambiente, institucionalidad encargada de aplicar a nivel regional el cumplimiento de la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medioambiente, y encargada por tanto de aprobar o rechazar los proyectos industriales en la región.
[16] Autoridad tradicional del Pueblo Mapuche cuyas funciones recaen en los ámbitos político-administrativos.
[17] Hale, Charles (2004)


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