A 20 años del colapso
Existen dos modos de afrontar el futuro para los jóvenes en Rusia. Una, que es una visión muy individualista, y otra como país, más que como sociedad.
SERGIO ADRIÁN CASTRO BIBRIESCA
Desinformémonos
En entrevista con Desinformémonos, Ekaterina Drobysheva, licenciada en Historia y en Didáctica de la Historia con especialidad en historia de Latinoamérica por la Universidad Pedagógica estatal de Novosibirsk, en Rusia, habla del panorama al que se enfrentan los jóvenes a 20 años de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Trozos del espejo vistoso
Veinte años han pasado desde el colapso de la URSS en 1991. La época de transformación de un socialismo “real” a un sistema capitalista cambió drásticamente a la sociedad, influyendo en las normas, los valores y las orientaciones sociales.
La juventud rusa de hoy se formó en esta época del cambio, que escindió a la sociedad en muchos fragmentos, trozos de muchos colores, matices y tipos. Esta fragmentación hace muy difícil pintar una imagen adecuada. Los esfuerzos por generalizar y formar una imagen completa no son más que una reducción de miles de matices particulares, vivos y brillantes, oscuros y tenebrosos. Desgraciadamente predominan los matices oscuros y éstos forman las tendencias mayores, una de las mayores preocupaciones de los de los políticos actualmente.
No es casualidad que durante los últimos años subsista el concepto de las subculturas, que ayuda a describir la juventud contemporánea rusa. Este hecho ha provocado una ruptura entre muchos sectores jóvenes en Rusia.
Los datos que menciono surgen de investigaciones realizadas del 2006 al 2010 por la Academia del desarrollo de Suiza (SAD) y la Escuela Superior de las Ciencias Sociales y Económicas de Moscú (МВШСЭН) que realizaron entrevistas con los jóvenes de entre 15 y 29 años.
El contexto que influyó y determinó la vida de todas las generaciones de hoy fueron los cambios políticos de esa época. La historia mundial muestra que los jóvenes, por regla general, eran la parte más radical y más activa. Pero los cambios en Rusia no fueron así.
Con el entusiasmo e inspiración de la época post-Perestroika (1989 – 1993) y la época de confusión económica y política del presidente Boris Yeltsin (1991-2000), los jóvenes no formaron ninguna fuerza que dejara huellas en la historia. La nueva generación aceptó el cambio como parte del desarrollo natural y lo que representó, y aceptó también que esto era el contexto cotidiano de una lucha que se llevó a cabo por años. Unos –la mayoría– lucharon por sobreponerse a la pobreza extrema, otros lucharon por oportunidades económicas que empezaron a abrirse. Fue una lucha donde cada familia tuvo que luchar por sí misma, sin esperar el apoyo del Estado. En esta época, la sociedad se dividió en grupos y subculturas diferentes, donde cada quien vivía su realidad.
Desde el año 2000 a la fecha, la época de estabilidad económica y de la gradual formación del régimen del poder, sólo consolidaron y reforzaron la situación.
Política
Los jóvenes en su mayoría son conservadores, llevan implícito en sus genes que la vida es mejor ahora que en la época de la Unión Soviética. Existen cifras representativas de cómo los jóvenes conciben el mundo: el 52 por ciento de los jóvenes en Rusia piensan que la situación económica es mejor ahora que hace diez años, el 30 por ciento piensan que es lo mismo y apenas un ocho por ciento piensa que es peor.
No existe una presencia marcada de la izquierda en Rusia. Existe un partido político: el del gobierno (Rusia Unida), que es derechista y conservador, y sólo hay una pequeña oposición partidista, que no constituye una oposición real, pero al sistema le conviene que exista como contrapeso.
Educación
La educación sufre de una metamorfosis que en unos años tendrá efectos irremediables. El partido Rusia Unida ha implementado una reforma en la educación, lo que paulatinamente orillará a los jóvenes a dejar sus lugares en los pequeños pueblos o en la periferia, para enfrentarse a las grandes urbes. Existen muchas escuelas de calidad, pero las filiales de las grandes escuelas en los poblados pequeños o alejados están desapareciendo. Paulatinamente las escuelas comienzan a privatizarse. Antes de la caída del régimen, todo lo concerniente a la educación era gratuito y era un derecho para todos.
Las carreras más caras para estudiar son aquellas que, cuando los estudiantes se convierten en profesionistas, dejan mayores ingresos como economía y derecho, entre otras.
En el sistema educacional de la URSS, prácticamente todos sabíamos lo mismo, leíamos lo mismo, había una cosmovisión del mundo muy similar entre unos y otros -lo cual no significa que sea mejor. Sin embargo, hoy en día, la manera de educar es opcional. Cada quien elige lo que quiere, y lo que no, lo deja de lado, perdiendo una educación integral. Actualmente, sólo tres asignaturas son obligatorias, las demás se pueden tomar o no.
Pasaron casi diez años para que los jóvenes de entonces tuvieran una reacción ante su situación. La juventud entendió que en la educación se encuentra una forma de encontrar un futuro con más posibilidades. En Rusia existen dos formas de ver la vida. Los padres ven en la educación una forma de desarrollo cultural, lo cual es una herencia histórica. Para los rusos, el nivel cultural de una persona es muy importante. En cambio, los jóvenes ven la educación como una forma de generar dinero en su futuro.
En Rusia hay un gran número de jóvenes entre 27 y 29 años que concluyeron la educación superior, casi el 60 por ciento. Y sólo el seis por ciento no tiene acceso a la educación de alto nivel.
Empleo
A pesar de que la educación de calidad es accesible para casi todos, la juventud encuentra problemas al buscar su primer empleo. Muchas veces ven truncadas las aspiraciones que tenían al egresar de la universidad. El primer obstáculo es la experiencia. Salen al mundo laboral sin mucha o nula experiencia. Los empleadores aprovechan estas condiciones, ofrecen empleos en donde no se firma un contrato y esto muchas veces repercute en la búsqueda de un trabajo posterior al primero, pues no dan papeles (en muchos casos) y esa experiencia -durante la búsqueda del segundo trabajo - no existe y tienen que empezar de cero. Otro problema es el salario, que en muchos casos es bajo. En Novosibirsk, el salario ronda entre los 200 ó 400 dólares para alguien que empieza. Un salario de mil dólares mensuales es un buen salario, sin embargo, en Moscú, un salario de mil dólares al mes, constituye un salario bajo.
En el contexto contractual de los primeros empleos para los jóvenes, pocos chicos y chicas están dispuestos a buscar una alternativa. Por ejemplo, sólo el 23 por ciento no trabaja si no firma un contrato, en cambio, el 69 por ciento pueden trabajar sin contrato, sólo si el salario es bueno.
Los jóvenes no están muy inmersos en la lucha para defender sus derechos básicos. En este contexto el 43 por ciento cambiarían de trabajo, el 16 por ciento demandaría, un 12 por ciento buscaría ayuda legal, y sólo el nueve por ciento piensan en la huelga como una forma ejercer presión a los empleadores.
Los jóvenes muchas veces se ven obligados a trabajar en otros oficios que nada tienen que ver con sus estudios, crear negocios, o bien, emigran a otros lugares en Europa para trabajar. Más de la mitad de los jóvenes, casi el 59 por ciento, piensan en emigrar para trabajar.
Racismo
La caída del comunismo propició una exacerbación del nacionalismo, una búsqueda de identidad y un estatus ante el mundo que se perdió. Es un nacionalismo basado en una superioridad racial que se traduce en intolerancia en todos los sectores, sin embargo, los jóvenes son los que más manifiestan toda esta concepción del mundo.
En Rusia existe migración de destino, la mayor parte proviene de países del bloque del este, como Uzbekistán o Kazajstán. Son países pobres en donde la población se ve obligada a buscar mejores oportunidades de vida. Hay mucha intolerancia por parte de los jóvenes hacia los inmigrantes de estos países, muchos de los jóvenes, preferirían aislarlos, es decir, segregarlos racialmente.
Además, persisten viejas ideas de enemigos para el país. Más de la mitad de los jóvenes en Rusia piensan que el país tiene “enemigos de los cuales hay que cuidarse”, entre ellos encontramos a Estados Unidos, a los terroristas o a los mismos inmigrantes.
Familia
En Rusia casarse después de los 30 años puede provocar algún prejuicio social. El promedio para casarse oscila entre los 21 y 24 años. Esto implica que a una persona, mujer u hombre que supere los 30 años y sea soltero o soltera, la sociedad la vea como un sujeto extraño. Esto propicia matrimonios jóvenes, que se divorcian en un lapso muy breve después de las nupcias. Como consecuencia, existen muchas madres jóvenes solteras. Los matrimonios que duran muchos años juntos son pocos. El aspecto positivo y más rescatable es la igualdad –real- de mujeres y hombres.
Otro aspecto importante en el contexto familiar es la relación de los jóvenes con sus padres. Existe una brecha generacional importante. Se marca mucho la diferencia de la forma de ver el mundo entre los padres y los hijos. Poco menos de la mitad de la juventud en Rusia piensa que sus padres no los entienden, que piensan muy diferente con respecto a lo que ellos piensan. Otro gran porcentaje, casi 40 por ciento, piensan que ellos educarán a sus hijos de manera diferente a cómo ellos fueron educados. Esto refleja el contexto en el cual se desarrollaron unos y otros.
Expectativas
Existen dos modos de afrontar el futuro para los jóvenes en Rusia. Una, que es una visión muy individualista, y otra como país, más que como sociedad. El 60 por ciento de los jóvenes están tranquilos con respecto a su futuro, pues están confiados en ellos mismos, no esperan mucho del gobierno. Los números están supeditados a la realidad que actualmente viven los jóvenes, es decir, si viven una situación difícil, ven un futuro incierto, si tienen una realidad actual con ciertas comodidades, ven el futuro de igual forma.
Salud
En los últimos diez años el consumo de alcohol entre los jóvenes se ha incrementado 17 veces. Si bien, el alcohol tiene una repercusión social importante, con la entrada del capitalismo, entraron empresas, productos y vicios, los cuales han propiciado un consumo mayor al que había antes. Es un problema que se acentúa día tras día. Otro problema que afrontan los jóvenes se relaciona al Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Casi un millón de jóvenes padecen esta enfermedad.
Para concluir
Todas estas cifras nos muestran que la situación en Rusia es más que alarmante. Se le pide al gobierno detener las tendencias peligrosas, pero no hacen nada más que ser consecuentes y populistas. Es imposible ampararse en el sistema que está produciendo y manteniendo todas estas tendencias. Ellos son inherentes al sistema capitalista, como es inherente la fragmentación y la diferenciación de la sociedad. Y como podemos ver, entre los colores diferentes predominan los colores oscuros y tenebrosos.
Por otro lado, la imagen de la juventud rusa sería incompleta si no mencionamos la existencia de otros colores. Sí, no son muchos. Ellos tienen que adaptarse al peligro de convivir con lo oscuro y lo agresivo, sin embargo, ellos existen. Y a pesar de las tendencias mencionadas que definitivamente van a desarrollarse y cambiar la situación de manera irremediable, la existencia de otra Rusia nos da alguna esperanza y muchas ganas luchar para el futuro de esta otra Rusia que valoramos tanto.