Mientras el Estado turco insiste en la violencia armada, el pueblo kurdo se empeña en existir a través de su participación política.
EKIN KURTIC
desinformémonos.org
Turquía. “Un mundo mejor es posible” es una afirmación llena de esperanza… y esperanza es justamente lo que más necesitamos actualmente en Turquía.
Más de 144 miembros del Partido Paz y Democracia (BDP)[1], han sido detenidos bajo la acusación de ser parte de la Confederación Democrática del Kurdistán (KCK), considerada por el gobierno turco como una organización “terrorista”. Hasta ahora, cuatro mil 36 personas han sido sometidas a procesos penales con el mismo argumento, de las cuales mil 529 se encuentran en prisión en espera de ser juzgadas. Cabe destacar que entre los detenidos se encuentran 13 alcaldes, seis diputados y miles de miembros y seguidores (cientos de ellos jóvenes y niños) de un partido político cuyo objetivo es resolver la cuestión kurda a través del diálogo y no de la guerra.
¿Se puede hablar de paz en un momento como éste? Luego de diez años de criminalización de la lengua, la cultura y la identidad kurda, los caminos de la lucha política son cada vez más estrechos, y la posibilidad de lograr la paz está desapareciendo. Y es que ahí donde terminan las palabras empieza la guerra: el Estado turco insiste en la violencia armada y la opresión en lugar del diálogo, mientras las y los kurdos, se empeñan en existir como pueblo a través de su activa participación política.
En Turquía, la guerra entre el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) y el Estado turco, se ha prolongado por 30 años, cobrando la vida de más de 40 mil personas. En este contexto, muchos de los jóvenes kurdos luchan por la libertad en las montañas como parte de la guerrilla; otros, obligados a formar parte del ejército turco como parte del servicio militar, son llevados también a la guerra. Están también presentes aquellos jóvenes que forman parte de la lucha política en las ciudades y los pueblos, muchos de ellos estudiosos de la cuestión kurda desde una perspectiva académica, que viven expuestos igualmente a la represión.
De la violencia de Estado tampoco escapan los niños, basta recordar que, a manera de “castigo ejemplar”, se han impuesto penas de 70 años de prisión a algunos pequeños por arrojar piedras a la policía. Sin embargo, nosotros seguimos teniendo la certeza de que, a pesar de todo, ¡un mundo mejor es posible!
[1] Se trata de un partido que se puede definir como pro-kurdo; sin embargo, junto a su interés por la cuestión kurda, intenta ser un portavoz de otras minorías.