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Los actuales movimientos antisistémicos podemos mantenernos juntos en un profundo diálogo al margen del Estado y su economía. Autogobierno sin necesidad de “saber” gobernar

08.01.12

Comunidades zapatistas, ejemplo de nuevas formas de gobierno

Juntos, al margen del Estado, movimientos antisistémicos
Indígenas y políticos, polos opuestos de la democracia institucional

Hermann Bellinghausen
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 2 de enero de 2012, p. 8

San Cristóbal de las Casas, Chis., 1° de enero. Los actuales movimientos antisistémicos podemos mantenernos juntos en un profundo diálogo al margen del Estado y su economía, como lo han hecho las comunidades zapatistas creando formas pedagógicas y de gobierno, señaló Javier Sicilia durante la tercera jornada del Seminario Internacional de Reflexión y Análisis que se realiza en esta ciudad.

Paulina Fernández y Gustavo Esteva, desde enfoques y con talantes muy diferentes, coincidieron con Sicilia en su valoración de la experiencia de autonomía y gobierno zapatista como un elemento de gran ejemplaridad en este momento en el que, confiaría más tarde –aunque en ausencia– Pablo González Casanova, el 99 por ciento va a ganar.

En la primera sesión se dio lectura a un breve mensaje de Marcos Roitman, enviado desde Madrid, quien además de manifestar su adhesión al seminario, reiteró su apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), arma del pensamiento crítico para alcanzar la justicia, la libertad y la democracia, al hacer posibles alternativas a los gobiernos de los mercados en el mundo.

En lo que resultó un verdadero desnudamiento crítico de la rapacidad de los políticos de todos los signos y el papel deformador de los partidos legales en la práctica democrática como mero negocio, Paulina Fernández, quien ha venido estudiando de cerca el funcionamiento real y cotidiano de los gobiernos autónomos zapatistas, contrastó con datos y ejemplos estas dos formas diversas e irreconciliables de ejercer las responsabilidades de gobierno y representación.

Relató llanamente la experiencia “del compa Jolil” y las motivaciones que lo llevaron a participar en un consejo municipal autónomo, oponiéndola a las escandalosas cifras de lo que nos cuestan los políticos y gobernantes, con sus sueldos y beneficios, sea en cargos de representación que de gobierno o estructura partidaria. Miles de millones de pesos, la descomposición y la falta de compromiso son demostración “de lo que está hecha la democracia que nos han impuesto”, en un país profundamente desigual.

En un polo opuesto está la experiencia del compa indígena a quien la investigadora ha podido acompañar y conocer a lo largo de dos años de ser consejo, como llaman las comunidades zapatistas a quienes realizan funciones de gobierno. Sin remuneración económica ni necesidad de saber gobernar, los indígenas participan por elección de sus comunidades en estructuras de deliberación y decisión colectivas cuya única razón de ser es el servicio. Fernández señaló la impudicia de muchos de los políticos que se postulan sin haber rendido cuentas de sus funciones anteriores, o con cuentas pendientes todavía. Buscan el fuero que los proteja por las trapacerías de su cargo anterior.

“Todos los compas le entran a todos los trabajos”, destacó enseguida. Realizan un gobierno diferente. A Jolil lo ha visto trabajar durante dos años en el poder, donde ha crecido como zapatista y como persona, sin corromperse. Atribuye este logro a los objetivos claros de la lucha del EZLN y las comunidades que, sin rendirse, mantienen la solidez moral de la organización zapatista.

Gustavo Esteva, ausente el Seminario por motivos de salud, al igual que el doctor Pablo González Casanova y el filósofo Luis Villoro, envió una ponencia en la que, siguiendo sus recientes reflexiones en las páginas de La Jornada, ubica el momento actual no al borde del abismo, pues ya caímos en él y no se le ve fondo.

Compartiendo con Fernández la descalificación de la llamada democracia institucional, donde las elecciones son un circo de tres pistas, mientras transcurre el monstruoso y disparatado plan de guerra de Felipe Calderón, que volvió un problema de salud pública en uno de seguridad nacional, que ha desembocado en una guerra civil sin claridad entre los bandos en pugna, Esteva se pregunta repetidamente: ¿Por qué nos dejamos llevar a este punto?

Citando al subcomandante Marcos, destaca cómo se está destruyendo así el tejido social de un país donde dominan escándalos de los demasiado ricos y los demasiado pobres. Refiriéndose a Iván Ilich como autor cardinal, en consonancia con Sicilia y Jean Robert, Esteva piensa que el antídoto contra la creencia fundamentalista en una democracia donde las elecciones sirven para definir quién estará cargo de apretar el gatillo, está en las nuevas actitudes, “alternativas a la wallmartización de mundo”. Lo que podría ser otra izquierda alimentada de las protestas mundiales, los ocupas e indignados que se escucharon ayer en este seminario.

El poeta Javier Sicilia se refirió a los nuevos pobres desde la certidumbre de que el cambio sólo vendrá si no se echa el vino nuevo en odres viejos. Comparando los movimientos zapatista y el de la Paz con Justicia y Dignidad, subrayó sus similitudes, pues nacen de la idea de que se puede transformar las condiciones impuestas por el Estado. Son, dijo, formas nuevas que preludian lo que se gesta en medio del presente desastre.


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