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Lo particular contribuye a resignificar la universalidad

22.04.12

22-04-2012

Reseña del libro “La esperanza de Chiapas” de Javier Fernández Rincón
Universalizar la lucha antineoliberal y la práctica del zapatismo

Mónica Ortiz
Rebelión

El levantamiento zapatista en enero de 1994 coincidiendo con la entreva en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte, TLCAN, no solo abanderó la voz del pueblo insatisfecho de Chiapas con los que ostentaban el poder en México, sino que situó como el eje del problema, al sistema neoliberal, universalizado con el proceso de globalización capitalista. A partir de entonces, el eco mediático de las declaraciones zapatistas cruzaron las fronteras digitales convirtiéndose en un movimiento transnacional.

Con “La esperanza de Chiapas” llega ahora una revisión crítica, de la capacidad misma de universalizar la lucha antineoliberal bajo los preceptos teóricos de los “teatros” de David Harvey y la práctica del zapatismo en Chiapas. Partiendo del análisis de la resistencia actual al sistema neoliberal, Javier Fernández revisa los planteamientos teóricos de Harvey ante los cambio en el proletariado mundial, que bajo lógicas geográficas variables, sigue viviendo la misma opresión, volviendo así permeable el análisis marxista a una lectura mucho más culturalista.

Invitando a recuperar la utopía dialéctica, el libro transita por esos “teatros”, o escalas de pensamiento y acciones plasmadas en el marxismo, como lo hiciera “el arquitecto insurgente” pensando cómo generar acción para construir un nuevo sistema.

Con todo, “La esperanza de Chiapas” es un libro que se impregna de la necesidad acuciante de accionar a partir de la reflexión, desde los espacios más personales, sabiendo que lo personal es político, emprendiendo el camino hacia lo global, la acción política y lo institucional. Al final del libro, no se hace tan importante si en el discurso zapatista se cumple lo teorizado por Harvey, porque armonizar teoría y práctica para una transformación radical del sistema neoliberal y capitalista probablemente seguirá estando en los límites de la utopía mientras las grandes teorías se sigan construyendo en las universidades del norte por hombres blancos y las prácticas, en las tierras del sur por mujeres y hombres sin acceso a lo mas básico. La teoría siempre ha sido y será mucho más fácil de universalizar, solo es necesario atender las múltiples revisiones espacio-temporales de marxismo político, pero la práctica se mueve en un terreno mucho más local y simbólico. No se trata de defender esencialismos frente a la universalidad sino se generar la capacidad de ver cómo lo particular contribuye a resignificar esa universalidad ciega en tantas ocasiones ante la necesidad de cambios sistémicos, que más allá de superar el capitalismo debe además superar el patriarcado, o de otra forma nunca será universal.

Mónica Ortiz es antropóloga


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