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Vivir Bien y Buen Vivir. Extracto del libro de Fernando Huanacuni Mamani

06.05.12

Vivir Bien y Buen Vivir

Del libro “Vivir Bien/Buen Vivir: Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales”, de Fernando Huanacuni Mamani, editado por Instituto Internacional de Integración (III-CAB), Bolivia, 2010.

Los términos utilizado en español para describir el suma qamaña (aymara) o sumak kawsay (quechua) son “Vivir Bien”, utilizado en Bolivia, y “Buen vivir”, utilizado en Ecuador. Pero es necesario reflejar la traducción más amplia de los términos aymaras y quechuas.
Para la cosmovisión de los pueblos indígenas originarios, lo primero está la vida en relaciones de equilibrio y armonía, por lo que “qamaña” se aplica a quien “sabe vivir”. Ahora bien, el término “suma qamaña” se traduce como “Vivir Bien”, pero éste no explica la real magnitud de su significado. Por eso es necesario recurrir a la traducción de los términos originales en ambas lenguas.

Desde la cosmovisión aymara, del “Jaya mara aru” (en lengua aymara significa “voz o palabra del inicio de los tiempos”) o “jaqi aru” (en lengua aymara significa “voz o palabra de la gente”), “suma qamaña” se traduce de la siguiente forma:

♦ Suma: plenitud, sublime, excelente, magnifico, hermoso.
♦ Qamaña: vivir, convivir, estar siendo.

Entonces la traducción de “suma qamaña” que más se aproxima es “Vida en plenitud”. Actualmente se traduce como “Vivir Bien”.

Por otro lado, la traducción del Kichwa o quechua (ruma simi) es de la siguiente manera:

♦ sumak: plenitud, sublime, excelente, magnifico, hermoso (sa), superior.
♦ Kawsay: vida, ser estando.

Por lo tanto el Suma tamaña o Sumak Kawsay es el proceso de la vida en plenitud. La vida en equilibrio natural y espiritual. La magnificencia y lo sublime se expresa en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una comunidad.

Es el camino y el horizonte de la comunidad, alcanzar el suma qamaña o sumak Kawsay, que implica primero saber y luego, saber relacionarse o convivir con todas las formas de existencia.

Cosmovisión

Todas las culturas tienen una forma propia de ver, sentir y percibir y proyectar el mundo, y al conjunto de esta formas se conoce como Cosmovisión o Visión Cósmica.

Los abuelos y abuelas de los pueblos ancestrales, hicieron florecer la cultura de la vida inspirados en la expresión del multiverso (viene del concepto de que existen “muchas verdades” y no solo una: universo), donde todo está conectado, interrelacionado, nada esta fuera, sino por el contrario, “todo es parte de…”; la armonía y equilibrio de uno y del todo es importante para la comunidad.

Es así, que en gran parte de los pueblos de la región andina de Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Chile y Argentina, y en los pueblos ancestrales (primeras naciones) de Norteamérica pervive la Cosmovisión Ancestral o Visión Cósmica Ancestral, que es una forma de comprender, de percibir el mundo y expresarse en las relaciones de vida. Existen muchas naciones y culturas en Abya Yala, cada una de ellas con sus propias identidades, pero con una esencia común: el paradigma comunitario basado en la vida en armonía y equilibrio con el entorno.

Afirman los sabios de nuestros pueblos ancestrales que recuperar la cosmovisión ancestral es volver a la identidad; un principio fundamental para saber nuestro origen y nuestro rol complementario en la vida.

Identidad

Existe una identidad cultural que emerge de una profunda relación con el entorno, con la Madre Tierra y con el lugar en el que habitamos, de donde nace una forma de vida, un idioma, las danzas, la música, la vestimenta. También existe una identidad natural, que emerge de la contemplación con la comunidad de la vida.

Es importante saber quienes somos. Como afirma el pueblo aymara, “debemos reconocernos, esclarecer nuestras raíces, recuperar nuestra identidad cultural de herencia ancestral, fortalecerla y mantenerla; ya que un pueblo sin identidad, es un pueblo sin conciencia y por tanto un pueblo explotado o que fácilmente se deja explotar”.

El retornar a nuestra identidad, no implica un retroceso, significa recuperar la memoria y la historia en el tiempo presente para proyectarnos hacia el futuro; pues seguir caminos ajenos o repetidores de los que otros siguen, lleva a una constante frustración, como ha sido hasta ahora para las comunidades ancestrales.

Sociedades como la ecuatoriana, la boliviana, peruana y en la región en general, son sociedades construidas sobre estructuras racistas y con problemas históricos de siglos; por lo cual la construcción de un Estado Plurinacional se convierte en una necesidad emergente. El racismo y todo lo que implica en la forma de vida en general, no sólo es un problema social y político circunstancial, es producto de la deuda histórica desde la colonia. Esto hace urgente la construcción de una Estado Plurinacional.

Paradigma Occidental y Paradigma Indígena Originario

Paradigma Occidental

Existen dos paradigmas que propone Occidente: uno individual extremo (individualismo) y el otro el colectivo extremo (comunismo).

El paradigma individual es el que está vigente y además de manera predominante, determina las relaciones sociales, jurídicas y de vida actual; desde hace siglos este paradigma está llevando a sociedades de todo el mundo hacia la desintegración, debido a un alto grado de desensibilización de los seres humanos. Esto ha tenido consecuencias a todos los niveles, ha ido depredando la vida en su conjunto. Para este paradigma, lo más importante es la acumulación del capital.

Para el paradigma colectivo extremo, como el comunismo y el socialismo, el bienestar del ser humano es lo más importante, sin tomar en cuenta las otras formas de existencia.

La cosmovisión individual antropocéntrica de occidente (entiéndase por ser humano de pensamiento occidental a aquel que ha adoptado una determinada forma de vida, individualista, consumista, depredadora, homogeneizadora e insensible) y no necesariamente a aquel que vive en la región occidental del planeta o que pertenece a una raza o grupo social determinado), surge de la concepción de que “el ser humano es el rey de la creación”. El mito de la creación en el que la mujer sale de la costilla del varón, genera el machismo. Además plantea que su dios y el hijo de su dios son varones, lo que afirma la hegemonía del varón sobre la mujer. La idea de que “su dios es el único y verdadero” genera la idea de que existe una sola verdad (universo). De ahí surge el proceso de homogenización. Estas concepciones “sagradas” van marcando e imprimiendo todo un proceso de interacción y relación de vida individualista y machista, meramente humanista y donde el rol de la mujer es aleatorio y secundario y se coloca al ser humano por encima de las demás formas de existencia, generando una relación jerárquica de sujeto-objeto que da la potestad al humano, de usar y abusar de todo lo que le rodea.

Por otra parte, el individualismo en su unídimensionalidad, solo concibe en su accionar dos premisas: el Si y el No, que generan a su vez por oposición una lucha de contrarios. Esta dualidad contrapuesta estructuró también el pensar y el hacer del ser humano. Profundizando en la dialéctica, veremos que da lugar a formas extremas de admitir solamente lo dual, pero en lucha, en oposición; como los extremos de individualismo en su máxima expresión y comunismo en contraposición, ambos con un pensamiento totalitarista y excluyente, de visión antropocéntrica. Producto de esta forma de concebir la vida y el mundo, estamos viviendo una crisis sin precedentes y un desencuentro en todos los niveles y aspectos de la vida.

Desarrollo y progreso

La Madre Tierra se está transformando, pero todavía gran parte de la humanidad no termina de asimilar las dimensiones y consecuencias de este tiempo. Los modelos “civilizatorios”, desarrollistas y modernistas, hegemónicos en el planeta durante los últimos siglos, están llegando, si es que no han llegado ya, a su tope y por lo tanto toca el descenso. No se trata sólo de un problema económico, social, político o cultural. Las promesas de progreso y desarrollo que en algún momento guiaron a toda la humanidad, ya mostraron sus límites y efectos devastadores, sobretodo en países “altamente desarrollados” como los europeos, en los que hoy en día, la prioridad ya no es el desarrollo, sino encontrar la forma de revertir todo el daño que se ha causado.

Al hablar de desarrollo, hablamos también de las relaciones comerciales en las cuales los pueblos indígenas originarios muchas veces se ven obligados a insertarse, hecho que va rompiendo los tradicionales sistemas de intercambio de productos.

Los pueblos amazónicos señalan que ellos tienen una dinámica propia de asimilación y de participación en los intercambios comerciales tradicionales, y es con esa visión que se acercaron a la economía de mercado, sea como mano de obra o como proveedores de materia prima. Sin embargo, la lógica del mercado a la que se incorporaron no es de reciprocidad, es de explotación extrema. Por lo tanto, se vieron atrapados por una lógica de consumo con pocas oportunidades de escapar y estaban en desventaja tecnológica. En consecuencia se depredaron los recursos naturales, su propia visa cotidiana y la de la comunidad, convirtiéndose todo en mercancía. Los recursos naturales se destinaron para la venta en gran escala; y su cotidiana es explotada como entretenimiento para los turistas “solidarios”.

En palabras de los mismos hermanos amazónicos: abrimos nuestras comunidades para actividades comerciales como el ecoturismo, cuyo resultado más drástico es el abandono de nuestras tareas diarias de continuidad para tornarnos mano de obra para el mercado de entrenamiento. Nuestra vida comunitaria fue mirada como ociosa y esa ociosidad era la causa de nuestra pobreza material. Así lo fundamental era convertirnos en el peor espacio de tiempo posible en seres productivos que de forma urgente deberían participar en el mercado, para en poco tiempo tener la posibilidad de adquirir mayores ingresos y luego hacernos ricos, saliendo lógicamente de la miseria en la que nos encontrábamos.

Participar en el mercado internacional era la gran salida, incluso para muchas comunidades que nunca habían manejado billetes y su relación con el comercio local era, hasta entonces, esporádica y basada en el sistema de trueque. Evidentemente, para atender tal existencia, se necesitaba asistencia técnica, y así fuimos invadidos por un grupo de personas que jamás habían estado con nosotros y que pasaron a “enseñarnos” de todo. Se multiplicaron los famosos “proyectos productivos comunitarios” y las “cooperativas de comercialización”.

El resultado de todo este proceso, se refleja hoy en día en una mayor dependencia de los productos manufacturados; dependencia de recursos externos para todo tipo de actividades comunitarias y, sin duda el debilitamiento de nuestro patrón sostenible. Lastimosamente, nuestros “aliados” nos miraban, pero no nos veían (extraído de la Agenda Indígena Amazónica de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenta Amazónica COICA).

La economía (de mercado) sólo ha creado “pobres”, donde antes existían comunidades plenas de seres humanos dignos – el pensar que todo tiene un valor monetario ha terminado por quitar valor a la vida -; los mercados mundiales ya no tienen donde expandirse y existe mas oferta que capacidad de consumo equivalente a la oferta, no sólo de bienes sino hasta de servicios, parece ser el único o por lo menos el mayor horizonte que contempla la humanidad. Esa competencia por tener y ser más cada día, el hacinamiento en las ciudades, la consecuente producción excesiva de basura, el deterioro de las relaciones sociales, de la familia, del propia individuo, son sólo alguno de los frutos que han cosechado quienes persiguen el “desarrollo”.

La Madre Tierra ya no puede soportar mas “procesos de industrialización” ni “revoluciones verdes” – ya no está en juego solo nuestra especie, sino que también se ha comprometido el equilibrio de todos los ecosistemas; la economíac(de mercado) solo ha creado “pobres”, donde antes existían comunidades plenas de seres humanos dignos - el pensar que todo tiene un valor monetario ha terminado por quitar valor a la vida -; los mercados mundiales ya no tienen donde expandirse y existe más oferta que capacidad de consumo. A pesar de no existir una capacidad de consumo equivalente a la oferta no sólo de bienes sino hasta de servicios (incluso los básicos), parece ser el único o por lo menos el mayor horizonte que contempla la humanidad. Esa competencia por tener y ser cada día más, el hacinamiento en las ciudades, la consecuente producción excesiva de basura, el deterioro de las relaciones, de la familia, del propio individuo, son sólo algunos de los frutos que quienes persiguen el “desarrollo” han cosechado.

El paradigma del desarrollo, consumismo que ha producido el desequilibrio de la vida, siendo que las posibles soluciones al cambio climático que se plantean, como se verá mas adelante en el presente documento, no tocan el tema de fondo, y tienden a ser en algunos casos “parches” al modelo, se pueden advertir que si no se contemplan las propuestas de los pueblos originarios en su verdadera esencia, todo lo demás se quedará en meras intenciones.

Durante los últimos años se ha venido dando un proceso de búsqueda de alternativas a esta crisis. Existe la necesidad de retornar a una vida más natural y a los valores y principios ancestrales, especialmente en los países industrializados. Pero para ellos esto se hace un poco más difícil puesto que son los que mas se afanaron en acabar con sus culturas originarias y en exterminar todos los rasgos ancestrales que pudiesen haber sobrevivido a la arremetida de la “modernidad”.

En cambio en los países llamados “de tercer mundo”, las prácticas sociales relacionadas con el mundo ancestral, las visiones y alternativas civilizatorias distintas a la “occidental”, son parte de la cotidianeidad. Al ver los resultados que el desarrollo ha logrado en países “del primer mundo”, las distintas acciones de resistencia a una globalización neoliberal, siguen sumándose en todo el mundo y mantienen aún muchos espacios ancestrales que no han podido ser desectructurados del todo.

Esto se da de manera aún más contundente en la región andina, que fue cuna de una de las civilizaciones más importantes y antiguas del planeta.

La visión de que todo vive y está conectado, el principio comunitario, la reciprocidad y muchos otros principios se han mantenido y hoy están siendo referentes en todo el mundo para encontrar un nuevo paradigma para Vivir Bien.

El mundo ha empezado a hablar del desarrollo sostenible o desarrollo sustentable. Es un concepto del que se escucha en foros mundiales, encuentros, asambleas, talleres y todo tipo de iniciativas para descubrir sobre que tipo de desarrollo se va a llevar adelante. Se habla del desarrollo armónico, de desarrollo con identidad, pero no se está tocando el tema de fondo. Incluso, al inventar el concepto de “desarrollo con identidad” y hasta confundirlo con el buen vivir, o Vivir Bien, el mundo occidental no recoge los saberes originarios ni está analizando bien la esencia y las implicaciones del desarrollo,

En la cosmovisión de los pueblos originarios, como afirma el Canciller de Bolivia, David Choquehuanca, no se habla de desarrollo, “para nosotros no existe un estado anterior o posterior, de sub-desarrollo y desarrollo, como condición para lograr una vida deseable, como ocurre en el mundo occidental. Al contrario, estamos trabajando para crear las condiciones materiales y espirituales para construir y mantener el Vivir Bien, que se define también como vida armónica en permanente construcción”

El Vivir Bien va mucho mas allá de la sola satisfacción de necesidades o el acceso a servicios y bienes, más allá del mismo bienestar basado en la acumulación de bienes. El Vivir Bien no puede ser equiparado con el desarrollo, ya que el desarrollo es inapropiado y altamente peligroso de aplicar en las sociedades indígenas, tal y como es concebido en el mundo occidental.

La introducción del desarrollo entre los pueblos indígenas, aniquila lentamente nuestra filosofía propia del Vivir Bien, pues desintegra la vida comunal y cultural de nuestras comunidades, al liquidar las bases tanto de la subsistencia como de nuestras capacidades y conocimientos para satisfacer nosotros mismo nuestras necesidades”.

Por lo tanto cuando se habla del proceso de cambio, se está hablando de un cambio de estructuras, un cambio de paradigmas, y no simples reformas o cambio de contenidos.

Paradigma comunitario indígena originario

Para no reconstituir el paradigma de acción y esencia comunitaria, se debe comprender la concepción cosmogónica comunitaria. Las naciones indígena originarias, desde el norte hasta el sur del continente de Abya Yala, tiene a su vez diversas formas de expresión cultural, pero emergen del mismo paradigma comunitario; concebimos la vida de forma comunitaria, no solamente de relación social sino de profunda relación de vida. Por ejemplo, las naciones aymara y quechua, conciben que todo viene de dos fuentes: Pachakama o Pachatata (Padre Cosmos, energía o fuerza cósmica) y Pachamama (Madre Tierra, energía o fuerza telúrica), que genera toda forma de existencia. Es claro y contundente lo que los pueblos originarios decimos: “si no reconstituimos lo sagrado en equilibrio (Chacha Warmi, Hombre Mujer), lo espiritual en nuestra cotidianeidad, definitivamente no habremos cambiado mucho, no tendremos la posibilidad de concretar ningún cambio real en la vida práctica”.

Los pueblos indígenas originarios percibimos la complementariedad, con una visión multidimensional, concebimos más premisas que solamente el SI y el NO; como por ejemplo “Inach o Inaj”, términos que en aymara hace referencia a un “punto de encuentro”, de equilibrio central e integrador. En la complementariedad comunitaria, lo individual no desaparece dentro de la comunidad, sino que emerge en su capacidad natural dentro de la comunidad. Es un estado de equilibrio entre comunidad e individualidad.

Los problemas globales necesitan soluciones globales estructurales. Requerimos de un gran cambio en la visión de la vida, la humanidad busca respuestas y los pueblos indígena originarios planteamos para esta crisis, el paradigma de la cultura de la vida, que es naturalmente comunitario.

El paradigma de la cultura de la vida emerge de la visión de que todo está unido e integrado, y que existe una interdependencia entre todo y entre todos. Este paradigma comunitario indígena originario surge como una respuesta sustentada por la expresión natural de la vida ante lo antinatural de la expresión moderna de la visión individual; entonces es una respuesta no solamente para viabilizar la resolución de problemas sociales internos, sino esencialmente para resolver problemas globales de vida.

El ser humano hoy tiene que detenerse y ver hacia atrás y también hacia el horizonte, y preguntarse acerca de cómo se siente, como está. Seguramente sentirá que hay soledad y desarmonía a su alrededor. Hay un gran vacío dentro y fuera de cada uno, y es evidente que se han desintegrado muchos aspectos de la vida: individuales, familiares y sociales. Es una desintegración colectiva que ha anulado la sensibilidad y el respeto por todo lo que nos rodea, resultando en una civilización muy infeliz y extraordinariamente violenta, que se ha convertido en una amenaza para sí misma y para todas las formas de vida.

Para reconstituir nuestra vida, necesitamos impulsar acciones en muchas dimensiones: locales, nacionales e internacionales. El emerger de una conciencia comunitaria para Vivir Bien, comprender que podemos empezar por integrarnos a todo y a todos, comprender la necesidad de acercarnos a los demás. En este proceso de entendimiento de nosotros y de los demás no hay un primer paso seguido de un segundo, sino una interacción permanente, pues una reflexión interna inmediatamente genera una repercusión externa, más aún, estas son simultáneas, así iremos dialogando y reencontrándonos.

Habiendo reflexionado y habiendo sentido esa soledad interna y externa, es necesario volver a integrarnos y ver hacia dónde estamos caminando. ¿Será hacia el vivir mejor, con la acumulación económica o hacia el éxito individual? o ¿hacia el Vivir Bien en armonía y en equilibrio? Esto transciende no solamente a los pueblos ancestrales, sino a toda la vida en su conjunto, que hoy por hoy se encuentra en estado de emergencia. Es necesario ir más allá de solamente lo racional para devolvernos esa visión multidimencional natural, juntamente con la capacidad de percibir otros aspectos importantes de la vida, más allá de lo estrictamente material, fundamentalmente aquello intangible que también determina nuestras vidas.

Los pueblos indígenas de la Amazonía, en sus reflexiones, mencionan que nos hemos alejado de nuestros principios mayores, y sobre todo cuando nos encontramos en los centros urbanos, somos presas y caemos fácilmente en las trampas del poder económico y del individualismo. Con esas amarras, nos tornamos agentes suicidas en nuestros sistemas sociales y culturales. La vergüenza de ser lo que somos genera cambios en nosotros como personas y buscamos hacer esto también a los demás. Alejados de nuestro sistema socioeconómico y cultural, en el cual no se permite que una persona trabaje para el usufructo del otro, en la actualidad hemos experimentado de tal forma la relación social, que muchos de los jóvenes con tal de ganar un sueldo, dejan la vida comunitaria para tornarse en agentes del “desarrollo”. Casi todos nosotros en la amazonía producimos para la economía de mercado y negociamos directamente con ellas a través de la venta de nuestros productos. Esto ha quebrado el sistema de reciprocidad – producción, distribución y consumo - ha alterado el uso de los recursos naturales y la forma de movilidad social y sobre todo el cambio en los patrones alimenticios.

Más allá de sólo un nuevo planteamiento, es algo que surge para restablecer la vida. Hay que empezar a emerger desde la cultura de la vida; que tiene un enfoque comunitario, para ello es necesario volver a sensibilizar al ser humano; lo cual parte de una integración, no sólo humana, sino con todas las formas de existencia.

Vivir Bien, es la vida en plenitud. Saber vivir en armonía y equilibrio; en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia.

Y ese justamente es el camino y el horizonte de la comunidad, implica primero saber vivir y luego convivir. No se puede Vivir Bien si los demás viven mal, o si se daña la Madre Naturaleza. Vivir Bien significa comprender que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto.

Los Trece Principios para Vivir Bien – Suma Qamaña

El pueblo aymara ha guardado los siguientes principios para vivir bien o vivir en plenitud:

1 Suma Manq’ aña: Saber comer

2 Suma Umaña: Saber beber

3 Suma Thokoña: Saber danzar

4 Suma Ikiña: Saber dormir

5 Suma Irnakaña: Saber trabajar

6 Suma Lupiña: Saber meditar

7 Suma Amuyaña: Saber pensar

8 Suma Munaña Munayasiña: Saber amar y ser amado

9 Suma Ist’ aña: Saber escuchar

10 Suma Aruskipaña: Saber hablar

11 Suma Samkasiña: Saber soñar

12. Suma Sarnaqaña: Saber caminar

13 Suma Churaña, suma Katukaña: Saber dar y saber recibir

1 Suma Manq’ aña: Saber comer, saber alimentarse, no es equivalente a llenar el estómago; es importante escoger alimentos sanos, cada luna nueva se ayuna; y en la transición del mara (ciclo solar) se debe ayunar cinco días (dos días antes y dos días después del Willka Ura (día del sol Solsticio de Invierno). En la cosmovisión andina todo vive y necesita alimento, es por eso que a través de las ofrendas damos alimentos también a la Madre Tierra, a las montañas, a los ríos.

La Madre Tierra nos da los alimentos que requerimos, por eso debemos comer el alimento de la época, del tiempo, y el alimento del lugar.

2 Suma Umaña: Saber beber. Antes de beber se inicia con la ch’alla, dando de beber a la Pachamama, a los achochillas, a las awichas. Beber, tomar, ch’allar completarse (chuymar montaña, chuymat apsuña, chuymat sartaña jawirjam sarantañataki) entrar al corazón, sacar del corazón y emerger del corazón para fluir y caminar como el rió.

3 Suma Thokoña: Saber danzar, entrar en relación y conexión cosmotelúrica, toda actividad debe realizarse con dimensión espiritual.

4 Suma Ikiña: Saber dormir. Se tiene que dormir dos días, es decir dormir antes de la media noche, para tener las dos energías; la de la noche y la de la mañana del día siguiente, la energía de dos días. En el hemisferio sur se tiene que dormir la cabeza al norte, los pies al sur, en el hemisferio norte la cabeza al sur y los pies al norte.

5 Suma Irnakaña: Saber trabajar. Para el indígena originario el trabajo no es sufrimiento, es alegría, debemos realizar la actividad con pasión, intensamente (Sinti pacha)

6 Suma Lupiña: Saber meditar, entrar en un proceso de introspección. El silencio equilibra y armoniza, por lo tanto el equilibrio se restablece a través del silencio de uno (Amiki) y se conecta al equilibrio y silencio del entorno, el silencio de uno, se conecta con el silencio del entorno (Ch’uju) y como consecuencia de esta interacción y complementación emerge la calma y la tranquilidad.

7 Suma Amuyaña: Saber pensar. Es la reflexión, no sólo desde lo racional sino desde el sentir; uno de los principios aymaras nos dice: jan piq armt’asa chuman thakip saranlañani (sin perder la razón caminemos la senda del corazón).

8 Suma Munaña, Munayasiña: Saber amar y ser amado, el proceso complementario warmi chacha, el respeto a todo lo que existe genera la relación armónica.

9 Suma Ist’ aña: Saber escuchar. En aymara ist’aña no sólo es escuchar con los oídos; es percibir, sentir, escuchar con todo nuestro cuerpo; si todo vive, todo habla también.

10 Suma Aruskipaña: Hablar bien. Antes de hablar hay que sentir y pensar bien, hablar bien significa hablar para construir, para alentar, para aportar, recordemos que todo lo que hablamos se escribe en los corazones de quienes lo escuchan, a veces es difícil borrar el efecto de algunas palabras; es por eso que hay que hablar bien.

11 Suma Samkasiña: Saber soñar. Partimos del principio de que todo empieza desde el sueño, por lo tanto el sueño es el inicio de la realidad. A través del sueño percibimos la vida. Soñar es proyectar la vida.

12 Suma Sarnaqaña: Saber caminar. No existe el cansancio para quien sabe caminar. Debemos estar conscientes de que uno nunca camina solo; caminamos con el viento, caminamos con la Madre Tierra, caminamos con el Padre Sol, caminamos con la Madre Luna, caminamos con los ancestros y con muchos otros seres.

13 Suma Churaña, suma Katukaña: Saber dar y saber recibir. Reconocer que la vida es la conjunción de muchos seres y muchas fuerzas. En la vida todo fluye: recibimos y damos; la interacción de las dos fuerzas genera vida. Hay que saber dar con bendición, saber dar agradeciendo por todo lo que recibimos. Agradecer es saber recibir; recibir el brillo del Padre Sol, la fuerza de la Madre Tierra, fluir como la Madre Agua y todo lo que la vida nos da.

Vivir Bien y vivir mejor

Para comprender el horizonte de suma tamaña o Vivir Bien (vida en plenitud), debemos comprender la diferencia entre Vivir Bien y el vivir mejor. Estas dos formas de vida vienen de cosmovisiones diferentes, dos caminos, dos paradigmas con horizontes distintos. Sin duda, bajo la lógica de occidente, la humanidad está sumida en el vivir mejor. Esta forma de vivir implica ganar más dinero, tener más poder, más fama…etc., que el otro. El vivir mejor significa el progreso ilimitado, el consumo inconsciente; incita a la acumulación material e induce a la competencia; una competición con los otros para ser mejor y tener cada vez más, para crear más y más condiciones para “vivir mejor”. Sin embargo, para que algunos puedan “vivir mejor” millones y millones tienen y han tenido que “vivir mal”. Es la contraposición capitalista.

En el sistema educativo actual, desde el ciclo inicial hasta la educación “superior” se enseña, se afirma y reafirma la competencia, en una carrera en la que hay que ganar aún a costa de los demás y no se contempla, ni considera la posibilidad de complementarnos. Para la sociedad actual de pensamiento y estructura occidental “competir” es la única lógica de relación.

Occidente motiva y promueve a través de su principio “ganar no es todo, es lo único”, la lógica del privilegio y del mérito y no de la necesidad real comunitaria. La existencia de un ganador implica que haya muchos perdedores y eso significa que para que uno esté feliz, muchos tienen que estar tristes.

La visión del vivir mejor, ha generado una sociedad desigual, desequilibrada, depredadora, consumista, individualista, insensibilizada, antropocéntrica y antinatura.

El “vivir mejor” supone el progreso ilimitado y nos lleva a una competición con los otros para crear más y más condiciones para “vivir mejor”. Sin embargo, para que algunos puedan “vivir mejor” millones y millones tienen y han tenido que “vivir mal”. Es la contraposición capitalista.

En la visión del Vivir Bien, la preocupación central no es acumular. El estar en permanente armonía con todo, nos invita a consumir más de lo que el ecosistema puede soportar, a evitar la producción de residuos que no podemos absorber con seguridad y nos incita a reutilizar y reciclar todo lo que hemos usado. En esta época de búsqueda de nuevos caminos para la humanidad la idea de “buen vivir” tiene mucho que enseñarnos.

El Vivir Bien no puede concebirse sin la comunidad. Justamente, irrumpe para contradecir la lógica capitalista, su individualismo inherente, la monetarización de la vida en todas sus esferas, la desnaturalización del ser humano y la visión de la naturaleza como “un recurso que puede ser explotado, una cosa sin vida, un objeto a ser utilizado”.


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