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Poder, poder constituyente, cambio desde abajo

28.05.12

Poder, poder constituyente, cambio desde abajo

Por el Profesor J

Florestán Fernández fue un notable sociólogo y activista político brasileño, fallecido en la década del 90, maestro de investigadores, profesores, intelectuales y dirigentes políticos en ese país durante varias décadas, incluyendo la dictadura y la democracia arreglada. Representó a la izquierda en la fundación del PT, en tanto Lula representaba el sindicalismo industrial metalúrgico justamente en la época de negociaciones para el tránsito profundo y fecundo del fordismo al taylorismo. En el ala izquierda de ese partido quedaron varias corrientes guevaristas y troskistas, las que reconocían en Fernández una autoridad teórica indiscutible, en el centro algunos ex PC y sectores moderados, en tanto el ala derecha quedaba formada por los sindicalistas integristas de Lula, sectores socialdemócratas y aún algunos que mezclaban formas de pensamiento racionalista iluminista con algunas dosis de marxismo, autodenominados posteriormente “seguidores de Jurgen Habermas” y su teoría de la acción comunicativa. La mirada y la lucidez política de Florestán ayudaron de forma clave al izquierdismo inicial del PT, sus propuestas, acciones, etc. sin embargo, su fallecimiento fue el fin de ese partido como referente de izquierda y la irrupción de los sectores más retrógrados, justamente aquellos que venían de las guerrillas con algunos provenientes del troskismo y se habían plegado al lulismo, en un viraje similar o peor que algunos tupamaros que hoy día están en el gobierno uruguayo (la actual presidenta de Brasil viene de las corrientes guerrilleras). Es interesante destacar que el principal asesor de Lula en el gobierno, del PT como partido y encargado de asuntos internacionales, estuvo en Chile y formó parte de la dirección del MIR durante su exilio. Sus lazos con el sector divisionista del MIR dirigido por Nelson Gutiérrez eran muy sólidos y para nada sorprendentes.

Esta pincelada sobre Florestán Fernández y su contexto orgánico y político sirven para fundamentar el valor que otorgo a sus reflexiones sobre el poder, que iré desplegando en este artículo, así como sus pugnas contra el oportunismo y el reformismo dentro del PT, con el triste adicional de que varios ex guerrilleros se pusieron junto a Lula en su contra, pero queda la alegría de que nunca alcanzaron ni alcanzarán la estatura del viejo izquierdista zorro y preclaro, lúcido para pensar, imaginar y escribir, así como para dirigir reuniones y mostrar que por ese camino se iba en dirección del pantano (con todo mi respeto y cariño por los pantanos). No escondí en Brasil mi admiración por ese viejo combatiente, que llegó a ser llamado de intelectual marxista número uno de ese país, y asistí a seminarios y debates en torno a sus propuestas e ideas, así como fui testigo de las discusiones y actividades políticas donde estos conceptos de poder, potencia constituyente, etc. estaban a la orden del día y sus interpretaciones se desdoblaban en uno y otro sentido, hasta llegar a lo que tenemos hoy en ese país, lo que será tema de otro artículo, por dos motivos, el primero es que varios intelectuales y combatientes brasileños estuvieron exiliados en Chile y aprendieron o no aprendieron de la experiencia del gobierno popular para luego volver ocupando puestos destacados, aún la presidencia, como Fernando Enrique Cardoso. Ellos hicieron como las abejas, trajeron experiencias de Brasil, las pusieron en las flores chilenas (es considerable la cantidad y calidad de brasileños que militaron en el MIR, algunos para después virarse y otros para continuar en su país con dignidad levantando propuestas y experiencias emancipatorias que escapan al oportunismo de otros que militaron con ella en Chile) y luego llevaron en sus cuerpos y mentes la experiencia vivida en estos lares a las flores brasileñas. Me tocó encontrarme con unos y otros. Era misterioso ver como los que se sentían en un pedestal intelectual no se interesaban por el trabajo teórico de Florestán, creo que por las discrepancias evidentes de una acción política oportunista y de otra dedicada al cambio. La otra razón del artículo sobre el poder en Brasil es por la situación que se vive allí, por ejemplo, Florestán apoyó inicialmente al MST y sus cuadros dirigentes se apoyaron en él, sin embargo hubo de salir arrancando al breve tiempo por el predominio de la corriente oportunista de la iglesia católica que había formado cuadros durante años muy rebeldes ellos, pero muy dedicados a la tarea estratégica de la iglesia de evitar rupturas sistémicas que lleven a una comunidad libre productora de su propia subjetividad y espiritualidad. Frei Beto se dedicó a constituir la Central de Movimientos Populares, que incluía al MST, lanzando rayos y centellas contra las organizaciones autónomas o en vías de serlo desde el plano germinal, él mismo se dedicó a evitar que el tema del poder pudiera ser desarrollado distante de la centralidad estatal. Leonardo Boff hubo de distanciarse de ese cura vendido a Lula, buen puente de la jerarquía eclesiástica con las izquierdas formales y no tan formales del continente. Boff siempre creyó más en la comunidad en la diversidad, aunque siempre está metiendo a dios como un señor sentado en un trono. Las pugnas políticas e ideológicas al respecto fueron muy prolíficas en todos los sentidos, por lo que valdrá la pena abordarlas y sistematizarlas en un artículo posterior que quedo debiendo.

A esta altura podrán imaginar que la ausencia de Florestán permitió el desarrollo de la corriente oportunista que luego llevó al PT al gobierno mediante sus políticas de alianzas con la burguesía nacional y su enraizamiento al capital internacional, lo que tiene felices a los militares. Veamos pues como trabajaba Florestán el tema del poder:

Para este autor el poder se divide en tres formas concretas, el poder social, el poder político y el poder público. Para él no hay “poder económico”, ya que según Marx la relación social de producción es eso: una relación, no un poder. Si bien es una relación donde circula y se expresa el poder, no es el poder en si. La relación de propiedad, de monopolio de algunos y de exclusión de otros genera el poder social de los propietarios sobre los no propietarios, ya que mediante la propiedad determinan quien tiene y quien no tiene acceso a los medios de producción, por lo tanto quien se alimenta y quien no mediante la vinculación salarial que otorga dinero para adquirir en el mercado lo necesario para la subsistencia y el mantenimiento de la mercancía fuerza de trabajo.

El poder político es el poder social de los propietarios ejercido hacia el conjunto de la sociedad y los asuntos públicos, que normalmente se ejerce constituyendo una fuerza armada y sistemas normativos obligatorios llamados “leyes”. El poder público es el poder político de los propietarios ejercido mediante instrumentos y aparatos llamados de administración pública, normalmente ejercido por representantes de los propietarios, aunque hoy en Chile sean los propietarios que entraron directamente a hacerse cargo de los asuntos públicos, pero los representantes normalmente se organizan para “ganarse” la representación, son los partidos, que no tienen poder político, sino que se les ha transferido para la administración.

La historia lo ha mostrado claramente desde la esclavitud patriarcal, donde un patriarca intentaba recuperar al esclavo fugado que había sido capturado por otro propietario, que no lo devuelve porque ya se había escapado. De ahí la necesidad de reunirse y ponerse “de acuerdo” en reglas mínimas, nacen los primeros consejos de patriarcas desde la dispersión y confrontación inter-patriarcal que había quedado después de la destrucción de la comunidad, donde no habían propietarios. En ese consejo se elabora la norma que obliga a devolver al esclavo fugado, es la conjugación de intereses, nace la primera clase en la humanidad, la clase de los propietarios patriarcales esclavistas y la producción consiguiente de la subjetividad correspondiente: la conciencia de clase. Mediante el consejo el poder social de cada patriarca y del conjunto de patriarcas se expresa en poder político, la dominación de una clase por otra. He ahí el nacimiento de la política y de su órgano normativo, la ley: “todo esclavo fugado debe ser devuelto a su anterior propietario”. También el órgano del monopolio de la fuerza armada. Es interesante constatar que las primeras acciones de orden público son efectuadas directamente por esos propietarios en ejercicio directo de su poder político, como su intervención en lo que posteriormente fue el ágora griega, que en la evolución hacia el poder público va formando la polis y los propietarios contratan oradores y filósofos para que los representen en la naciente forma de gobierno que dirige el nuevo instrumento estado. Así la democracia va dejando paso a la partidocracia. Los que se hincharon los bolsillos y el pecunio fueron las agrupaciones o colectivos destinados a “representar”, como la famosa escuela de los sofistas, que defendían cualquier argumento y una vez ganaban una causa y otras veces la contraria, podían argumentar de forma convincente sobre un tema a favor o en contra, depende de quien y cuanto les pagaba. Así nacieron los partidos, que fueron aniquilados por el colonato romano, antecedente del feudo que llevó al primer gran sisma religioso occidental, cayendo la religión (ideología) de los patriarcas y profetas para surgir la llamada comunidad cristiana que se pega como garrapata a los llamados bárbaros que atacaron por enésima vez del norte a Roma y la encontraron ya corroída por el nuevo modo de producción que requería del “reparto” de las tierras y regresaron a instalar la novedad por todos los confines europeos con la peste católica encima, que además se apoderó de casi la mitad de las tierras feudales. Se han roto los consejos y los consensos, ahora cada uno instala su propio poder social y político encima de los siervos, con el cura católico al lado que le coloca la corona, no al siervo, sino al señor feudal. La corona de espinas queda para la servidumbre de la gleba. Sea como Cristo. Y usted señor, sea un buen cristiano, comparta la tierra y el pan y el vino que produce, lo que se tradujo en la continuidad de la producción del colonato romano. De allí a la Inquisición hay un solo paso.

Dejemos hasta aquí los aportes y conclusiones que se desprenden de Florestán y aprovechemos las reflexiones de Negri, Virno y Lazzarato (los llamados subjetivistas italianos, que rescatan el papel del sujeto transformador):

Los no propietarios de medios de producción no tienen poder social, sino potencia, es decir, capacidad o potencial para ejercerlo en lo que se ha dado en llamar empoderamiento. El poder social de los oprimidos no es contemplado por los partidos y agrupamientos ideológicos que aspiran a dirigir el poder público y sólo proponen la formación de órganos de poder político, llamados comúnmente de poder popular, doble poder, poder dual o poder paralelo, que servirá de base para disputar el poder central o para una nueva constituyente que rearme el estado. Sin embargo sin el desarrollo de la potencia y la autoconstitución de un poder social, el poder político de los oprimidos seguirá dependiendo de los iluminados, muy poco dispuestos a transar su rol de vanguardia y de administradores del poder público, por lo que la construcción alternativa de ese poder social debe expresarse por si mismo como tal y asumir directamente los asuntos públicos sin establecer un dominio o poder político. ¿Qué sería entonces el poder social o el desarrollo de la potencia? Ni más ni menos que prescindir de los propietarios para la subsistencia mediante la Otra Economía de localidades e intercambios directos entre localidades. La construcción de la Otra Economía es la liberación del poder social burgués, por tanto del poder político de la clase dominante, aunque no todavía del poder público, pero es condición para ello. Sin capacidades propias de las comunidades habría que recurrir a los representantes, órganos de poder popular, disputa del aparato público central y así en adelante. Pero la conquista de estados por parte de las capas oprimidas no ha resultado en la liberación mundial y ese camino se ha tornado bastante dudoso a estas alturas, por lo que parece prudente destinar los esfuerzos primeramente en el plano local sin centros de dirección que vayan moviendo los hilos desde arriba como un titeretero, de ahí la importancia de las reflexiones de los subjetivistas italianos en torno al sujeto. El sujeto local tiene historia, memoria, identidad, cultura, en fin una cantidad enorme de elementos en común donde los perfiles ideológicos solamente consiguen arraigos temporales, para luego decaer ante la ofensiva sistémica, la circulación del narcotráfico, la precariedad laboral, etc. Hay que trabajar entonces en lo común.

Virno trae a colación el tema en su libro “El verbo hecho carne”, donde rescata a Simondon, poco conocido filósofo francés, diciendo que la individualidad de cada sujeto tiene un proceso que llama de “individualización”, o sea, se construye como individuo, sin embargo ese proceso se hace en medio de lo que llama “transindividualidad”, que es lo común, que trasciende y atraviesa las individualidades, o sea, el sujeto individual no se construye por fuera de lo común. Es muy importante ese proceso de construcción, pues no depende de lecturas o ideas externas, es un proceso de experiencia propia que escapa a la concientización y aparece como resultado de la mayor o menos interacción con la transindividualidad de lo común. Más aún, ese común puede ser cultural (como el sentimiento comunitario y la cosmovisión mapuche, que viene de miles de años de ser y estar juntos, es una construcción de la experiencia) o instintivo-genético, o sea, estar grabado también en los genes, lo que resulta en una notable contribución a la ciencia social, ya que no provenimos de Adán y Eva ni de los extraterrestres, sino de la horda, de la comunidad, del ser y estar juntos durante millones de años, en tanto el individualismo derivado de la propiedad, la competencia y la machacante propaganda hedonista del mercado, viene sólo desde hace unos 8-10 mil años, o más, si tiene otros antecedentes, pero que no alcanzan a modificar nuestra formación genética derivada de la horda, por lo que el niño, cuando sale del vientre materno todo el mundo es de él y a la vez él es del mundo, su instinto lo lleva a buscar la compañía y compartir, pero luego va aprendiendo en esta escuela de la vida que debe ser excluyente, distante, egoísta y competitivo, lo que provoca un choque sicosomático traumatizante, en lo que Guattari denomina la sociedad esquizofrénica. Bastando entonces modificar algunos aspectos del entorno inmediato para que pueda desarrollarse de forma más natural y comunitaria. Así, las modificaciones relacionales que se consigan en el barrio reforzarán el elemento común de la formación de la personalidad, lo que no hubo nunca en el aún llamado “socialismo”, que insistió en una formación valórica sin modificaciones sustanciales del entorno inmediato. De ahí la importancia del concepto de socialismo cotidiano del Che.

La otra economía y los comités autónomos de salud, la construcción de huertas y actividades compartidas entre familias y vecinos, así como muchas otras dinámicas de estar juntos, no sólo resuelven problemas y permiten mejorar las condiciones de sobrevivencia, sino que se transforman en la escuela de la vida.

De esa manera el empoderamiento local no sólo constituye el poder social, sino el entorno de la reproducción cultural, lo que resulta en un fortalecimiento del sentimiento identitario de comunidad. Cambiando las relaciones de producción en lo inmediato permite desprenderse de los lazos materiales e ideológicos del estado y del mercado, lo que motoriza aún más el desarrollo de la potencia, del sujeto y la producción de otra subjetividad, otra conciencia, una autoconciencia del ser y estar en el mundo de forma compartida, que se arraiga mucho más que los discursos y textos, pues viene de adentro, del instinto, que florece rescatando, dando forma y acrecentando lo común. Es increíble la posibilidad del entorno de influir en la formación del hombre nuevo y la mujer nueva. Esos serán los combatientes más decididos contra las ofensivas sistémicas, sean dirigidas por Piñera, por Bachelet o por Evo Morales.

La experiencia zapatista muestra que es posible, aunque la prensa y los medios de izquierda o progresistas se han lanzado todos a silenciarlos, pues así parece que si no son noticia, entonces no están haciendo nada, sin embargo allá en México, los municipios autónomos, expresión nítida de poder social y político, se han multiplicado en otros estados mexicanos aún por poblaciones que no adscriben al zapatismo, lo que llevó al poder público a modificar el país instaurando el estado de guerra y asesinato permanente en el siniestro plan de circulación del narcotráfico en el norte en pleno acuerdo con Estados Unidos, que necesita fortalecer su frontera. De esa experiencia extrajo Holloway nuevas reflexiones sobre el poder:

Holloway, en su genial obra “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, divide el poder en dos, sin anteponerlo a la caracterización de Florestán Fernandez, señalando que existe el poder-hacer y el poder-sobre. El poder-hacer vendría siendo la potencia, forma parte de la autonomía del ser comunitario, pero está restringido y direccionalizado por el poder-sobre, que viene siendo la imposición, la dominación, la opresión. Más claro echarle agua. El tema surge con los conceptos de poder popular y contrapoder, siendo el poder popular como forma de poder, la imposición, pues aspira al poder central, en tanto el contrapoder es la forma del poder social expresado en forma política de administración de los asuntos públicos en dirección al no poder, es decir a la sociedad sin clases, esto es, el comunismo, sin transitar por el poder estatal.

Esto lo han entendido así los indignados españoles que se han ido articulando horizontalmente en las llamadas Cooperativas Integrales que se han extendido en diferentes regiones de Catalunya y están comenzando también en Madrid y en Euzkadi. No se trata sólo de cooperativas de producción o consumo, que forman parte, sino también de construcción, educación, salud y otras áreas de la vida cotidiana y pública.

Así el poder social construido desde abajo no es constituyente en el sentido tradicional de hacer una nueva constitución, sino autoconstituyente, en el sentido de construir en el día a día lo que puede llamarse una nueva institucionalidad y en la medida que se haga en otros lados, no sólo como fuerza social, sino como prácticas de asentamiento comunitario local, y que se vayan entrecruzando, podrán dar forma a un no estado, manteniendo un mini aparato central de funcionarios revocables por las asambleas. Volviendo atrás las hojas de la historia, vemos en la pugna del soviet supremo y la autonomía de los soviets una seria trasgresión a la postura de Marx respecto de la comuna de París de que “la comuna cumple las funciones del estado” (Marx: “la guerra civil en Francia”, capículo 3).

De allí que en nuestra comuna de Tiltil hemos optado por el camino de construcción de otros modos de vivir, más compartido, de desarrollo local sobre la base de la producción autogestionaria que asegure lo que llamamos un ingreso familiar sin depender de si hay “trabajo” o no hay, es decir, un proceso de desprendimiento del poder social de los propietarios, así como el desarrollo de la salud comunitaria con la profusión de plantas medicinales para ir sustituyendo los fármacos químicos industriales o de la homeopatía y de espacios de auto-educación asentados en la producción local y muchas otras medidas que estamos trabajando en diferentes villas de la comuna, con lo que estamos en condiciones de acceder a la dirección del municipio desde las asambleas, con candidatos vecinos y programa elaborado por la población, para subordinar el poder público local al poder social en desarrollo. ¿Podremos hacerlo? Si no ganamos el municipio habremos ganado en la campaña una multiplicación de las formas de autoorganización en torno a esas diferentes tareas, por lo que no habrá derrota política. Y si ganamos, tendremos mil obstáculos por superar para evitar la acción institucional y empresarial para ponerle camisa de fuerza a esa evidente expansión de las formas de vida comunitaria, la autonomía y el poder social. Por un lado o por el otro ganaremos, pues nos mueve la certeza de estar construyendo un camino para la emancipación: demostrar que el poder social de los de abajo puede expresarse políticamente y transformar en innecesarias las instancias oficiales.

Necesitamos sacar el periódico COMUNIDAD y la imprenta pide un costo que no estamos en condiciones de solventar. ¿Puede usted echarnos una mano con la cantidad que sea, sólo para el primer número?

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
Pre candidato independiente a la alcaldía de Tiltil
munindep@yahoo.cl


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