A los estudiantes las autoridades se asustan y los llaman delincuentes
09-02-2013
Pedro Echeverría V.
Rebelión
1. Los medios de información están asustados porque los estudiantes del Colegio de Ciencia y Humanidades (CCH) tomaron la dirección general de esa institución en la UNAM apoyo a los estudiantes de Naucalpan, dado que las autoridades no han querido solucionar sus demandas académicas. Está claro que gobierno o autoridades no escuchan ni dialogan; siempre se acusa a estudiantes, campesinos, trabajadores, porque realizan cualquier acción, pero no se dice que están cansados de exigir. El sistema capitalista exige que los jóvenes estudiantes sean obedientes, pacientes, formales, respetuosos, bien vestidos y con un lenguaje decente exento de palabras “ofensivas”; pero como a los estudiantes les vale un carajo la formalidad, las buenas maneras, su vestido y presentación, así como el maltrato de la prensa y sólo buscan la solución de sus demandas, entonces la gente de ideas viejas y las autoridades se asustan y los acusan de “delincuentes”.
2. Por otro lado hay una enorme campaña del gobierno de Enrique Peña Nieto y de Televisa para evitar el resurgimiento del movimiento estudiantil y del Yo soy 132 que tanto los ha cuestionado. ¿O se piensa acaso como los tontitos que los estudiantes sólo deben estudiar, los obreros producir riquezas, los políticos robarse el presupuesto y los empresarios acumular capital? Sin embargo los estudiantes más conscientes de la UNAM, el POLI, UAM, los colegios privados, no dejan de moverse con el fin de rescatar su dignidad; ellos saben que sólo puede haber una buena educación pública si todos cuentan con un sistema educativo abierto para todos, que la falta de comida y trabajo, donde nadie sea explotado ni oprimido y donde nadie se quede con las riquezas que el pueblo produce. Por eso los estudiantes del CCH, así como de otras escuelas e instituciones, se han comenzado a movilizar reivindicando sus derechos.
3. El CCH de la UNAM fue directamente un producto del movimiento de los jóvenes de 1968 y de la matanza de estudiantil del dos de octubre en Tlatelolco. Nació en 1971 como proyecto educativo del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-76) y del rector Pablo González Casanova, en el que Manuel Pérez Rocha fue importante. Meses antes habían nacido la “Prepas Populares de Liverpool y Tacuba” como reclamo a la falta de escuelas preparatorias, por lo menos en la Ciudad de México. Sólo había nueve preparatorias tradicionales con viejos programas y metodologías. Laboré como profesor 12 años, fui dirigente del autogobierno del plantel Oriente y también directivo sindical –junto con varios profesores cecehacheros de los cinco planteles- del sindicato de académicos (SPAUNAM). Por lo menos durante los primeros siete años el CCH fue la máxima institución académica y política por su participación masiva y solidaria.
4. A los profesores no nos controlaban las autoridades sino los estudiantes. No teníamos que firmar o checar entrada y salida porque logramos que los estudiantes tuvieran autoridad para exigir en asamblea de academia, la expulsión como profesor, por lo menos de los grupos, al que se fallaba por impuntualidad o por incapacidad para coordinarlos en las “clases”; no se perdía la plaza, sino las horas del grupo que fundamentaba su queja. No era “tiranía” de los estudiantes sino una respuesta concreta a las posiciones marxistas y libertarias que manejábamos en clases, asambleas y mítines. ¿Qué pasó con la enseñanza si los estudiantes pasaban mucho tiempo en las asambleas? Pues sencillo: se demostró que los egresados de CCH llegaban revolucionados; cuando ingresaban a Facultad demostraban mejor capacidad que los de las prepas formales y autoritarias.
5. Los estudiantes del CCH fueron, por lo menos hasta 1985 que me mantuve en él, unos 75 mil distribuidos en cuatro turnos (de 7 de la mañana a 10 de la noche) y cinco planteles. 15 mil en cada plantel era una fuerza representada en asambleas generales (estudiantes, profesores y trabajadores) permanentes que sacaban resolutivos que las autoridades –por lo menos en el plantel Oriente con autogobierno- tenían que acatar. Por lo menos desde 1973 comenzaron a registrarse “estudiantes rechazados” en lo exámenes de admisión, pero eran pocos relativamente en el contexto de los 75 mil estudiantes y mediante la lucha logramos siempre que ingresara un buen porcentaje de ellos. Pero al casarse y hacer compromisos económicos los profesores y al comenzar a imponer normas reglamentarias las autoridades, aquella conciencia de lucha cayó y los alumnos comenzaron a perder apoyos.
6. Pienso que el espíritu de aquellos primeros siete u ocho años del CCH sigue presente, pero ya se ha perdido muchísimo, sobre todo el autogobierno (que también se registró en la Facultad de Arquitectura, o por lo menos el cogobierno como se dio en la Facultad de Economía), la desaparición de dos turnos, sobre todo lo de anteponer a la lucha unitaria militancias partidarias; sin embargo allí está el Yo soy 132 que ha logrado unir muchas fuerzas estudiantiles que pueden apoyar de manera directa las batallas del CCH. Tengo confianza en que aquellas batallas resurgirán sobre todo si se recogen experiencias pasadas de movimientos históricos. Si bien del CCH y la UNAM han surgido –como en todas las escuelas- personajes que se han acomodado de manera oportunista al sistema, también muchos han seguido trabajando políticamente contra el sistema de opresión.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpress.com