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Chile: La resurrección de los pueblos indígenas

Clajadep :: 15.04.13

A pesar de los presagios que anunciaron la desaparición de los pueblos indígenas, estos no sólo mantienen su número, sino que aumentan considerablemente su población

La resurrección de los pueblos indígenas

Es paradójico que, tras 30 años de preguntas de pertenencia cultural en los censos, todavía no tengamos una respuesta clara al respecto. Un solo tema se ha resuelto: a pesar de los presagios que anunciaron la desaparición de los pueblos indígenas, estos no sólo mantienen su número sino que aumentan su población.

La Tercera
15/04/2013 - 04:00

EL CENSO de 2002 reveló al 4,6% de la población como indígena, un genocidio estadístico que contrastaba con el 10,3% que arrojó el Censo de 1992. Hoy, nuevamente nos sorprendemos con las cifras del Censo 2012, que apuntan a una resurrección de los pueblos originarios en Chile: 1.842.607 personas (11,1%) se declaran pertenecientes a un pueblo indígena.

Múltiples factores del entorno social inciden en los resultados expuestos. Un primer factor, el universo considerado: en 1992 los mayores de 14 años, el 2002 toda la población, y el 2012, los mayores de cinco años.

También es relevante la pregunta realizada. Sintomático de la poca claridad que el Estado chileno ha tenido con respecto a los pueblos indígenas es que, en los tres censos, se han realizado tres preguntas distintas. En 1992 y 2002, en el encabezado se leía “Si Ud. es chileno…”, aspecto que se cambió en 2012. La categoría de pertenencia ha variado: en 1992 fue Culturas; en 2002, Etnias, y el 2012, Pueblos. Y ha cambiado la referencia a qué pueblo se pertenece. En 1992 se dieron sólo tres opciones. El 2002 son señalados los ocho pueblos reconocidos legalmente en Chile a esa fecha. El 2012 se suman los diaguitas y se cambia el etnónimo alacalufe por kawéskar y atacameño por lican antay.

Además, se ha transformado el contexto sociopolítico. En 1992 se vivía una verdadera emergencia étnica. En el V Centenario, los pueblos indígenas fueron visibilizados como nunca antes. Para 2002, el reclamo mapuche estaba ya activo, poniendo en evidencia el conflicto. Y a nivel mundial, el ataque del 9/11/2001 instaló el temor y el rechazo por la diferencia. Para 2012, las demandas ciudadanas validaron las indígenas, el convenio 169 de la OIT estaba en vigencia, los efectos de las políticas de reconocimiento eran evidentes en muchos ámbitos del país y existía mayor conciencia de los efectos positivos de la pertenencia cultural.

Cabe destacar, primero, que este 11,11% difícilmente podrá ser cuestionado y reconoce que las cifras de 1992 no eran tan exageradas. Segundo, las políticas de acción afirmativa pueden tener cierta efectividad, como en el caso diaguita, en que, tras su reconocimiento oficial en 2006, 45.314 personas se declararon pertenecientes a ese pueblo, empero previamente se les consideraba una categoría arqueológica y desaparecida. También resalta el aumento considerable del pueblo aimara, el cual más que duplica su población. Por último, es preocupante que alrededor del 90% del total que declara ser indígena no hable su lengua originaria.

Quizás el que haya desaparecido la referencia a ser chileno y el que se haya utilizado la categoría legal de Pueblo en vez del academicismo Etnia sean motivos suficientes para avanzar hacia un reconocimiento que oriente las políticas públicas de una manera más firme y decidida. Cómo se realizan los censos es fundamental para el reconocimiento de los pueblos indígenas y base para la formulación de políticas públicas.

Es paradójico que, tras 30 años de preguntas de pertenencia cultural, todavía no tengamos una respuesta clara al respecto. Un solo tema se ha resuelto: a pesar de los presagios que anunciaron la desaparición de los pueblos indígenas, estos no sólo mantienen su número, sino que aumentan considerablemente su población.


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