El ruido ése que se había no era para entender nada, sino que era ruido para no entender nada (el Sup)
Algunas historias para salir del ruido y escucharnos
23 abril, 2013
José Ángel Quintero Weir
“En ese tiempo mucho ruido había, por todos lados se escuchaban voces y gritos. Mucho ruido y nada se entendía. Y es que el ruido ése que se había no era para entender nada, sino que era ruido para no entender nada.(…) Entonces los dioses se buscaron un silencio para orientarse otra vez (…) Y entonces cada dios comenzó a buscarse un silencio para encontrarse (…) y como ya no había por dónde buscar un silencio pues empezaron a buscarse dentro de ellos mismos y empezaron a mirarse adentro y ahí buscaron un silencio y ahí lo encontraron y ahí se encontraron y ahí encontraron otra vez su camino los más grandes dioses, los que nacieron al mundo, los primeros”.
Sub Comandante Marcos – Relatos del Viejo Antonio.
I.- Donde debemos explicar la diferencia entre grito de rebeldía y grito cómplice del silencio.
Antes de relatarles algunas muy reales historias que especialmente dirigiré a todos aquellos hermanos que, heridos han sentido sus corazones por el “dardo” de mis palabras, dirigidas no precisamente a ellos, pero que en medio del ruido de los gritos de los que en verdad, por lo que muy certeramente Walter Mignolo ha denominado cambio de época y no época de cambio, sienten amenazado su dominio y permanencia (siempre efímera) en el poder, en el contexto de la colonialidad del poder, siento el deber de diferenciar nuestros gritos. Dicho de otra manera, mi grito de fraude en contra del supuesto gobierno de “izquierda” nada tiene que ver con el grito de fraude de la oposición electoral de la llamada derecha “escuálida” en Venezuela, quien allí ubique mi grito jamás se me ocurrirá culparle, pero es evidente que, o, yo no supe hablar, o el herido nada sabe de mí o nada me conoce (a lo que, ciertamente, en modo alguno está obligado), pero también es posible que nada quiera saber sobre la posibilidad y alcance de la fortaleza de su propio grito, lo que no es otra cosa que la expresión de la naturalización de la colonialidad del saber y del poder en su propio espíritu. Dicho de otra manera, trataré de hablar directamente al espíritu del corazón de los heridos, no para que me sigan, sino para algo más simple y, por ello, terrible: para que en medio de los gritos de la realidad, busquen el silencio que les ayude encontrar el camino de las comunidades que es, en definitiva, el que desde hace casi una década hemos venido proponiendo, no como “vanguardia” sino como retaguardia, como el último de la fila.
En este sentido debo, en primer lugar, aclarar que mi grito de digna rabia resultó de la lectura de un artículo escrito por el intelectual Atilio Borón en el que éste, muy “intelectualmente” se refería a nuestra terrible circunstancia política actual en la que, una “supuesta” revolución amenazada por una “derecha burguesa” que, apátrida, se hace apoyar por un imperialismo norteamericano para nuestra dominación y esclavización imperial.
Ciertamente, este es uno de esos discursos estructurado de acuerdo a una receta viejamente conocida y cuyo propósito no es, precisamente, dar claridad a un pueblo sometido a una colonialidad que sobrepasa al colonialismo europeo, pues, se sustenta en la supuesta incapacidad intelectual del pueblo y, por tanto, su “natural” sometimiento a consignas o a ejercicios simples de su inteligencia que, sabemos, es mucho más capaz de entender su realidad que la del intelectual de marras.
En fin, mis palabras, lo confieso, fueron lanzas de mi lengua dirigidas a poner fin al menosprecio de “intelectuales” de este tipo que, acostumbrados a entenderse siempre fuera del movimiento real de los pueblos, sólo adquieren la “legitimidad” que los Estados-gobiernos les propician, pero que jamás les proveen a los verdaderos sufrientes: los pueblos y comunidades de las que hablan con una altivez que sólo sus nobiliarios títulos académicos les prodigan. Dicho de otra manera, es este el tiempo en que esos intelectuales fuera de los movimientos pero “muy respetados” desde la colonialidad del poder de los Estados-gobiernos, hoy por hoy, a la nueva dirigencia de los pueblos les resultan no sólo insoportables sino realmente repulsivos, pues, sentimos en nuestras costillas su desagradable deseo de vivir de nuestras carnes sin compromiso alguno con nuestro espíritu y nuestra re-existencia por la que, diariamente, morimos y, por encima de nuestra condición de “minoría” estamos dispuestos a morir. Quiero decir, Borón escribe para el Estado-gobierno, y, lo hace, usando nuestro cuerpo y nuestra sangre como si nuestro cuerpo y nuestra sangre fuera la misma del Estado-gobierno y, tal perspectiva, no sólo es la expresión de nuestro desconocimiento sino la expresión de nuestra entrega a cambio de la sobrevivencia del Estado-gobierno a cambio de nuestro desconocimiento y nuestra muerte.
Tal es, pues, el contexto de mi grito rebelde que nada tiene que ver con los gritos del gobierno y la oposición por ver quien ha faltado más a su palabra en el juego electoral. En fin, confieso que he gritado. Confieso que le he gritado mi rebeldía nada menos que a Atilio Borón (uno de los principales sustentos ideológicos del desmadre de nuestros pueblos en Venezuela). Pero por encima de cualquier pelaje intelectual, me debo a la verdad de las comunidades que, nunca fue expresada como verdad absoluta sino como nuestra verdad que jamás hemos intentado imponerle a los blancos europeos, ni siquiera cuando ellos eran minoría frente a nosotros.
Como vemos, se trata de gritos muy otros: el grito de los establecidos en el Estado-gobierno y los que buscan suplantarlos, quienes, junto a sus sequitos políticos e intelectuales buscan con sus confusos estertores eternizarse o reocupar un poder al que, los primeros arribaron a la cola de quien se creyó eterno, y, los segundos, perdieron luego de 40 años de ensordecernos con su grito y nos lanzaron al vacío de la inexistencia. Pero, frente al grito de estos dos supuestos bandos (de “izquierda” y “derecha”), y que como diferentes se nos muestran pero que, sabemos, surgen “del mismo tronco genealógico”, estamos obligados a lanzar desde el fondo de nuestro corazón y en función del corazón de nuestras comunidades, pueblos y naciones, nuestro rebelde grito que surge de la urgencia de nuestra sobrevivencia, resistencia y, en fin, nuestra re-existencia como comunidades, pueblos y naciones autónomas, libres y auto-determinadas de acuerdo a la razón de nuestras filosofías y territorialidades.
II. Cuatro historias y una sola verdad.
Ningún pueblo indígena en el continente, en general, y en la cuenca del Lago de Maracaibo, en particular, ha pretendido jamás invocar su verdad como absoluta y, mucho menos, tratar de imponerla a la fuerza a los otros. De hecho, tal es la explicación por la que pequeños grupos de europeos pudieron someter a grandes poblaciones de pueblos y naciones indígenas en el proceso de conquista colonial desde el siglo XVI hasta el presente. Digo esto, porque de eso, al igual que en otros tiempos a otros mejores que yo, de lo mismo se les ha acusado. Sólo los occidentales pretenden su verdad como verdad universal.
En la actualidad, se nos acusa de “fundamentalistas” que creemos sostener la “verdad”, pero a cambio recibimos políticas dirigidas a liquidar nuestros espacios y territorios en función de “verdades universales” sustentadas, ya sea en los ideales del liberalismo económico del capitalismo, o de principios del marxismo-leninismo-trotkismo-pensamiento mao tse tung o vaya usted a saber cualquier otro adjetivo aledaño con el que los sujetos a la colonialidad del poder y del saber, durante los últimos 50 años han buscado siempre someter nuestro propio pensamiento y nuestra propia lucha.
Es en este sentido que palabras como: ciencia, conocimiento, saber, verdad, ética, moral, política, entre otras, adquieren dimensiones significativas muy distintas en las diferentes culturas. Vale decir, la idea de acción política y ética tiene radicales diferencias en su conceptuación entre un pueblo indígena y la cultura criolla occidentalizada en Venezuela y América Latina toda. Así, hacer política para la sociedad criolla occidentalizada ha llegado a derivar a la significación de: capacidad de pragmatismo-oportunismo que pasa por alto cualquier escrúpulo ético-moral del político, hecho por el cual, puede, más que ser deslegitimado por el colectivo social, convertirlo en “verdadero dirigente”, “líder”, “caudillo”, “patriota”, en fin, “un verdadero vergatario”. En cambio, para cualquier indígena que se presente como personero de su comunidad, pueblo o nación, no le es posible una acción política alejada del sentido ético-moral porque es, precisamente, esta relación entre ética comunitaria y acción política, con la que a la comunidad le es posible legitimarle como verdadero personero de su pueblo o nación.
Decir esto nos parece fundamental para que, las breves historias que narraremos no sean entendidas como episodios anecdóticos sino como lo que en verdad representan: la confrontación entre la idea de verdad-ética y acción política desde la visión de las culturas y pueblos indígenas y la visión acerca de la misma idea sustentada por los criollos occidentalizados se autodefinan éstos como “de izquierda” o “de derecha”.
2.1. Primera historia: Donde contaremos lo que en verdad vale un barril de petróleo.
Si hay un pueblo indígena en Venezuela que sabe el significado de la imposición de una sola “verdad universal” y sus terribles consecuencias, ese es el pueblo añú. Para muchos, hoy intelectuales de “izquierda”, pintoresco pueblo que por sus casas enclavadas en el agua le dio el nombre a este país llamado “Venezuela”, por la despectiva remembranza que el colonizador europeo (Américo Vespucci), tuvo de la relación de su imagen con la Venecia mediterránea, sólo que más pobre e inmunda, pues, sus pobladores “andaban casi desnudos, apenas cubriendo sus partes pudendas con pequeños guayucos o taparrabos”.
Sin embargo, para los añú, en una primera instancia, los extranjeros sólo significaron eso: extraños que, al igual que nosotros, emergieron del mar en embarcaciones flotantes sobre las aguas. Por eso, la primera designación que de los blancos europeos los añú conceptuaron fue la de: ayouna (ellos, los allegados, los que emergieron, o también: ellos, los que emergen). En función de ello y, siguiendo con la costumbre de mantener la armonía del mundo y la sociedad, los añú, a través de su principal personero: Paraoute, dada la visión de iguales en la diferencia con la que conceptuaron a los blancos europeos, realizó el acto de establecimiento del principio de la alianza entre iguales para lo que, el personero debía desprenderse de su tesoro más preciado: su hijo primogénito: Nigale.
Así, Paraoute entregó al conquistador Alonso Pacheco a su hijo Nigale como señal de alianza: “Te doy mi tesoro más preciado para que nuestra alianza asimismo sea apreciada”. Tal acción política de Paraoute era correspondiente al sentido ético de la comunidad que establece, por principio, la búsqueda de la armonía de la sociedad, entre los hombres, como expresión de la armonía cósmica. No quiero hacer muy larga esta historia; por eso, la sintetizaré diciendo que Nigale se crió con los hijos del conquistador, no porque el europeo hubiera entendido que se trataba de una alianza, sino porque en verdad siempre entendió que se trataba de la condición salvaje del otro y el sometimiento a su supuesta superioridad humana, política y cultural.
Una vez los conquistadores determinaron que, a diferencia de México, Perú o Colombia, la región del lago de Maracaibo no tenía otra riqueza que el arte añú para la producción de sal, fue precisamente ese el bien expropiado y por el que les esclavizaron. Entonces, Nigale, viva expresión de la alianza entre los iguales diferentes, dirigió la primera rebelión anticolonial indígena en este país. Sin embargo, la rebelión fue derrotada. Nigale fue ejecutado públicamente y la administración de la sal quedó definitivamente en manos de los europeos.
Posteriormente, a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, revienta ante el mundo lo que ya los añu tenían, tal cual la sal en su momento, como elemento esencial de sus vidas para el mantenimiento de sus embarcaciones para la pesca: mmeenekarü (el petróleo). Desde entonces, paulatinamente, el lago dejó de ser de los añú, pues, dejó de ser para la pesca en una economía de subsistencia y se convirtió en tesoro para el movimiento del engranaje de la economía mundial.
Poco a poco sus aguas, sus corrientes, sus especies, y, sobre todo, el control de sus 75 mil kilómetros cuadrados de dimensión quedaron en manos del Estado y de las transnacionales petroleras que, entre otras cosas, impedían el ejercicio de la pesca en espacios cercanos a los pozos y establecieron un radio de seguridad que, aún hoy, la “revolución bolivariana del socialismo del siglo XXI” estrictamente mantiene.
Por esa vía, los añú fueron despojados de su territorio y liquidados en su economía autónoma. Eso sí, el Estado venezolano ha logrado mantener ingresos que hacen posible hoy, sostener eso que llaman las “misiones”, políticas sociales de “ayuda a los más pobres” por las que, esos mismos pobres de origen criollo y, aún indígenas, hoy orientados por la industria petrolera estatal acusan a los añú como enemigos, antipatriotas que con su “ilícito” comercio de gasolina arruinan al país.
El fin del cuento es que los añú mueren de hambre, pues, como añu: pescadores por excelencia, no pueden ya vivir. Un barril de petróleo puede ser canjeado a Nicaragua o a Guatemala por frijoles o café, puede sostener la seguridad energética de Cuba, puede llegar a costar 120 dólares el barril y todos dirán que se ha tratado de la gran habilidad del líder de la revolución bolivariana del socialismo del siglo XXI pero, yo digo y sostengo, que tal prosperidad sólo ha sido posible a costa de la vida del pueblo añú, hoy criminalizado como pueblo de contrabandistas, permanentemente vigilado y perseguido en su hambre, por el Ejército y la Guardia Nacional Bolivariana como garantes de la “revolución”.
2.2. Segunda Historia: El narcotráfico de la revolución bien vale la vida de un barí.
El llamado “Cartel de los Soles” (militares de alto rango vinculados al narcotráfico) no lo estoy inventando yo, ello es denuncia pública de gente mucho más vinculada al chavismo como es el caso de un General de Cuatro Estrellas otorgadas por el mismísimo Chávez nombrándolo como Generalísimo, me refiero al Dr. Eladio Aponte Aponte: gran servidor “revolucionario” pero que, vaya usted a saber la verdadera razón, cayó en desgracia y, el vagabundo, ni corto ni perezoso se convirtió de inmediato en testigo protegido de la DEA y ha cantado más que el pajarito que habló y “bendijo” a Nicolás Maduro.
Quiero decir, el tráfico de drogas en la Sierra de Perijá no lo inventaron los barí ni los yukpa, lo ejercen criollos occidentales que forman parte de carteles estrictamente narcotraficantes, pero también de fuerzas irregulares de “izquierda” (guerrilla) o de “derecha” (autodefensas colombianas), y, ahora debemos sumarles el denunciado como “Cartel de los Soles”, generales de la Fuerza Armada Bolivariana que, según tales denuncias, han contado hasta con un Ministro de Defensa, actualmente Gobernador de un estado andino de Venezuela.
No sabemos ni podemos aseverar si todo esto es “verdad absoluta”, pues, tal como los CDI que un grupo de jóvenes supuestamente guiados por la protesta de los miles de “burgueses” que hablan de “fraude electoral” en contra de la “revolución bolivariana”, terminó en dos jóvenes que huían de la Guardia Nacional y que terminaron acogiéndose en un CDI (Centro de Diagnóstico Médico en donde sólo laboran médicos cubanos en Venezuela), y que fueron entregados por éstos mismos a las autoridades de la “revolución” para que actualmente sean juzgados por pretender “quemar” al centro hospitalario y “secuestrar” a los médicos cubanos, y, por lo que han sido catalogados como “terribles terroristas”. Como vemos, es difícil aseverar qué o cuál es la “verdad”. Por lo mismo, jamás intentaríamos imponerle a un criollo occidentalizado “nuestra verdad”. Pero lo que sí podemos decir y, nos jugamos la vida en ello, es que en tales circunstancias un barí siempre dice verdad, nunca mentirá, y, es esta nuestra segunda breve historia.
La Comunidad barí de Bogshi está enclavada en la región de río de Oro-Catatumbo en la Sierra de Perijá. Tal región fronteriza es espacio donde transitan con enorme libertad fuerzas irregulares de la guerrilla y el narcotráfico proveniente de Colombia. La movilización de las comunidades en esa zona es preminentemente fluvial y es muy difícil para cualquier navegante no trasladar a todo aquel que se lo pida, pues, nadie sabe en esa zona quien te pide el aventón, y, mucho menos, qué te puede costar el negarte.
Eso es lo que le pasó al hermano barí Saúl Abobaikanaquien, sin poderse negar a trasladar a un grupo de hombres en la zona éstos le llevaron a un lugar del río Catatumbo donde estaban siendo esperados por un grupo de tarea antidrogas que le apresaron como narcotraficante, mientras que a aquellos a quienes Saúl pensó favorecía con el transporte en su embarcación terminaron libres, pues, se trataba de funcionarios de las Fuerzas Armadas Bolivarianas y par de colombianos que, se presume, pertenecían a alguno de los grupos irregulares de Colombia. El hecho es que Saúl Abobaikana inmediatamente es sometido a un juicio casi sumario y es condenado a 15 años de Cárcel, la Guardia Nacional Bolivariana lo expone como un caso de “su éxito contra el narcotráfico” pero la comunidad de Bogshi sabe que su hermano nada tiene que ver con tales tratos.
Yo me atrevo a decir que se trata de eso que llaman “falsos positivos”, pues, fui profesor del esposo de su hermana del hoy condenado y conozco a su familia, pero sobre todo, conozco a los barí y conozco a los militares. Sobre todo, porque este tipo de acciones de “falsos positivos” fue regularmente ejecutada (caso El Amparo) por actuales importantes militares Chavistas que han llegado a ocupar posiciones ministeriales y de gobernaciones de Estado.
Pero el hecho es que tal conflicto revienta en medio del proceso electoral del 7 de Octubre de 2012 donde Chávez disputa la presidencia con Capriles Radomski. La comunidad barí de Bogshi cierra la importante carretera Machiques-Colón y, de inmediato, los funcionarios llegan para convencerles de que abandonen la protesta pues, la misma puede ser “usada” por la derecha golpista y apátrida para dañar la imagen del Presidente-candidato, que tengan paciencia, que esperen, que una vez concluida la re-elección del líder para un nuevo mandato el barí quedaría libre.
En efecto, la gente de Bogshi abandonó la protesta, Chávez ganó la elección y posteriormente murió, pero el barí ya ha sido condenado a 15 años de prisión por delito de narcotráfico que los planificadores del falso positivo le crearon al indio que poco habla español; el General Aponte Aponte, acusado de pertenecer al Cartel de los Soles pero que tantos buenos servicios prestó a la “revolución bolivariana” en su condición de Presidente de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia en su “lucha anti-imperialista”, hoy está libre como testigo protegido de la DEA y el FBI. Para esto, la verdad, no encuentro otra palabra que fraude.
2.3. Tercera historia: el asesinato del yukpa-karibe Sabino Romero.
Sabino Romero fue el más actual digno representante de eso que los europeos del siglo XVI nos reseñaron como aguerridos indios Karibes. Jamás cedió en su empeño por recuperar los territorios que, en su memoria, sembrara su asesinado padre José Romero.
A José Romero, de más de cien años de edad, lo mataron a golpes. A Sabino, antes de matarlo, lo criminalizaron, le enviaron a la cárcel, le mataron a casi toda su gente, y, finalmente, le dieron muerte cuando había logrado hacer entender a sus hermanos que la sustitución de las formas tradicionales de organización política del pueblo yukpa impulsadas por el gobierno de la “revolución bolivariana” les habían dividido y, por tanto, debilitado en su lucha por la recuperación territorial y por tanto, había que volver a la organización tradicional, recuperar su autonomía política por lo que el Consejo de Ancianos de acuerdo al consenso debía nombrar al personero de todas las comunidades. Sin embargo, el gobierno les obligó a realizar una elección del tipo fraudulento de la sociedad criolla occidentalizada. A pesar de ello, Sabino, sin miedo, accedió.
El gobierno “revolucionario” lanzó su candidato, impulsado y apoyado con todos los recursos del llamado Ministerio del Poder Popular de los Pueblos Indígenas. Se trataba de un mestizo entre colombiano y yukpa. Por su parte, Sabino y sus aliados decidieron lanzar como candidato a uno de los Anane, familia harto conocida en la lucha yukpa en la Sierra de Perijá. El proceso electoral se cumple y, como era de esperar, el candidato de Sabino y sus aliados derrotan abiertamente al candidato del gobierno. Pero, conocidos los resultados, tanto el candidato del gobierno como el gobierno mismo a través del pomposo Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas decide que el proceso no fue “legalmente ejecutado” y, por lo tanto, debe repetirse. Sabino y su gente dicen que a pesar de haber ganado limpiamente la votación, no importa, “vamos a repetirla, ahora le vamos a ganar con más votos”. Y el acto electoral se repite, sólo que, ese es el día que luego de haber ejercido su voto, Sabino es emboscado por dos elementos en una motocicleta y es asesinado con varios disparos. La voz de su asesinato vuela como el viento. Su gente abandona el proceso electoral y se lanza a perseguir a los asesinos.
Todos salen en la persecución, esperan darle alcance en sus propias motocicletas. Pero, el candidato del gobierno y funcionario del pomposo Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas está siendo custodiado por un grupo de efectivos militares al mando de un oficial que en un costado del camino detienen a la avanzada que persigue a los asesinos, les detienen, les golpean, les torturan y, cuando la muchedumbre enardecida se aproxima, toman dos de ellos, les cubren el rostro con sus propias playeras y dicen a la gente: ¡Aquí están los asesinos de Sabino!, la muchedumbre va a cobrar venganza con sus machetes pero uno de ellos logra gritar y hace ver que él es uno de los Anane, perseguidor de los asesinos de Sabino. La gente se percata de la treta de los militares, quienes, buscaron que ellos asesinaran a los propios compañeros de Sabino, entonces, se enfilan contra los soldados del Ejército Bolivariano que, de inmediato subieron a su camión y huyeron despavoridos del lugar.
Este breve recuento es parte de las declaraciones que Sabinito, hijo de Sabino y uno de los torturados por los militares, interpuso en la Fiscalía General de la República. Sin embargo, tales militares y su comandante, permanecen libres. Por supuesto, los asesinos de Sabino lograron huir y las elecciones, a pesar de que nadie de la gente de Sabino y sus aliados dadas las circunstancias pudieron votar, ahora sí, fueron reconocidas como legales y el candidato del gobierno logró hacerse de la personería que para Sabino era un paso político fundamental para derrotar la estructura de los Consejos Comunales impuestos por el gobierno de la “revolución bolivariana” como forma de organización que sustituye la tradicional estructura de relación política interna de los yukpa y de todos los pueblos indígenas de Venezuela.
Luego del vil asesinato de Sabino, el gobierno de la “revolución bolivariana” se reunió con la familia de Sabino y, les ofrecieron, unas tierras por la vida del líder, eso sí, eso sólo sería posible luego de las nuevas elecciones presidenciales donde el candidato del gobierno era Maduro pues, el presidente Chávez ya había muerto. Dicho de otra manera: Sabino fue asesinado. En el suceso, la actuación del Ejército bolivariano fue, por decir lo menos, sospechosa, pero a cambio se le ofrece a la familia unas tierras, eso sí, luego de las elecciones. Vale decir, no solo no hay disposición al cumplimiento de la demarcación de todos los territorios yukpa-karibe sino que además se pone, tácitamente como condición, la obligatoriedad de que los yukpa voten por el candidato del gobierno para que pueda así cumplir su palabra. Díganme, por favor, cómo llamamos esto, pues, yo pienso que se trata de un gran fraude.
2.4. Cuarta historia: para el gobierno de la “revolución” todo wayuu es sospechoso.
Una semana antes del proceso electoral del 14 de abril, en uno de los ahora asiduos operativos militares en La Guajira, territorio de los wayuu entre Venezuela y Colombia, donde tanto el Ejército como la Guardia Nacional comparten el “combate” al negocio del contrabando de gasolina, fue asesinado por las balas de las nuevas AK del Ejercito del Estado-gobierno, un joven wayuu de 30 años de edad. Es, el número 12 de los caídos en esta guerra no declarada pero que está en pleno desarrollo en la Guajira.
Los wayuu, antes de la llegada de los blancos europeos eran agricultores, sembradores de yuca, maíz y auyama (calabaza). Pero, una vez llegados los europeos y en la defensa de sus territorios, lograron permanentemente espantar a los blancos que en wayuunaiki denominan como: aliijuna (muela montada), porque se referían a la figura del conquistador montando sus caballos y que para los wayuu, en ese primer momento, constituían una misma bestia. Entonces, del asalto a las rancherías que los blancos europeos pretendían establecer en su territorio, los wayuu obtenían precisamente, caballos, mulas y cabras. Fue así como sin ser nunca doblegados en su territorio, los wayuu pasaron de agricultores a pastores, criadores de cabras, vacas y caballos. Los animales de cría se convirtieron en fundamentales a la economía de intercambio.
Para no hacer más largo el asunto, al igual que los añú, la imposición de la economía del Estado destruyó las bases económicas autónomas de los wayuu basada en la combinación de una pequeña agricultura de escala familiar y la cría de caprinos y bovinos (generalmente usados como pagamentos en sus relaciones sociales y políticas internas). Así, la economía basada en la moneda se tradujo en un nuevo cambio en la estructura económica del wayuu y a partir de ese momento el comercio de mercancías de un lado a otro de la frontera colombo-venezolana se constituyó en sustento fundamental de su economía.
Sólo que las reglas del Estado y de la economía capitalista no entiende de comercios fuera de su control, y, por eso, los wayuu siempre han sido criminalizados con el mote de contrabandistas ilegales que atentan contra la economía nacional. Allí la idea de “libre mercado” toma el significado de que sólo tiene derecho a esa “libertad” el comercio de los otros, los verdaderos dueños del mercado, a quienes además, el Estado-gobierno protege con sus fuerzas armadas especialmente en territorio de los wayuu. Dicho de otra manera, el contrabando de los otros no es contrabando, es “libre mercado”.
Lo cierto es que los wayuu saben que ejercen su comercio libre porque son libres en su territorio y es eso lo que defienden. Sin embargo, están siendo atacados con una fuerza militar que nunca antes se había visto ni ejercido por parte del Estado-gobierno. La Guajira está totalmente militarizada, el Ejército o la Guardia Nacional permanentemente ejecuta allanamientos de las casas de los wayuu para lo que no requiere orden judicial alguna pues, toda familia wayuu es sospechosa de ser contrabandista. Todo wayuu que posea un camión es sospechoso de transportar ilegalmente gasolina y, por tanto, su camión no sólo está sujeto a decomiso, sino que ahora las fuerzas militares pueden quemarlo en el mismo lugar del allanamiento. Tal fue la causa para el último asesinato del joven wayuu al que antes hicimos referencia.
En fin, la militarización de La Guajira ha llevado a los clanes wayuu a comenzar a entender que la lucha no es sólo por la defensa de una economía propia sino que ella no será posible sin una lucha por la defensa de su territorio, es por lo que hoy están exigiendo la salida de las fuerzas militares y para ello recuerdan la guerra en la que, en los años 40, todos los clanes se unieron para enfrentar las tropelías de un oficial de la Guardia Nacional que terminó en la muerte del mismo y en la destrucción del fuerte.
III. Donde el zahorí lector podrá encontrar por sí mismo, un nombre a esto que está sucediendo en Venezuela.
No hemos querido hacer referencia a la lucha de los pemones en el estado Bolívar al oriente del país, tampoco a la nunca verificada información acerca de la muerte de yanomamis en la región amazónica de Venezuela, supuestamente, a manos de garimpeiros provenientes del Brasil, que sumados al centenar de dirigentes obreros y otro centenar de dirigentes campesinos asesinados vía sicariato durante los últimos 10 años y para los que no existe, que sepamos, ni siquiera una investigación abierta, nos llevan a concluir que, efectivamente, en algo ha fracasado esto que se ha dado en llamar “revolución bolivariana” o “socialismo del siglo XXI”.
La demarcación de los territorios indígenas, establecido constitucionalmente y a la que estaba obligado el Estado-gobierno a ejecutar en un máximo de dos años luego de aprobada la Constitución bolivariana, es hoy, trece años después, sólo una promesa, siempre señalada ante los pueblos indígenas en días de campaña electoral, pero jamás realizada en los términos que corresponde: justicia y dignidad para los pueblos, y, en cambio, lo hasta ahora demarcado no ha sido sino la entrega de parcelas en las que, además, las comunidades y pueblos indígenas están obligados a convivir con los llamados terceros. En fin, se trata de una farsa que ha llevado a muchos de los pueblos que han recibido esas parcelas de su territorio a demandar ante los tribunales y a rechazar tan fraudulenta demarcación.
Si nos vamos al campo fundamental de la economía, no es posible dejar de señalar que la llamada recuperación vía nacionalización de la industria petrolera que, según, estaba siendo privatizada por los gobiernos de la cuarta república, ha terminado en la misma privatización disfrazada mediante lo que llaman las empresas mixtas que dan entre el 40 y el 49 % de propiedad sobre nuestro principal recurso a las corporaciones y transnacionales petroleras, norteamericanas, rusas, chinas, bielorusas, entre otras.
Asimismo, la llamada “recuperación zamorana” de las tierras para los campesinos en función de la llamada “soberanía alimentaria” ha terminado en una mayor dependencia de la importación agroalimentaria para el sustento de productos y alimentos anteriormente producidos, casi en su totalidad, nacionalmente. Rubros como café, azúcar, frijoles, arroz y maíz, anteriormente producidos total o casi totalmente para la demanda nacional, han sido sustituidos, algunos de ellos, por la importación casi total de los mismos, algunos a cambio de petróleo; por lo que, hoy por hoy, el consumo nacional depende casi en un 80% de las importaciones. El gobierno llama a eso “soberanía alimentaria” pero, definitivamente, se trata de todo lo contrario. A mi parecer, no puede ser catalogado sino como un espectacular fracaso, un verdadero fraude, especialmente, porque en este mismo periodo el Estado-gobierno ha contado con grandes recursos económicos y un dominio político total que, ciertamente, todo un pueblo esperanzado le otorgó siempre al Presidente Chávez.
Sin embargo, todo ese caudal de recursos económicos y ese poder político casi absoluto, fue despilfarrado en políticas que impedían la organización autónoma de las comunidades, y, por el contrario, éstas eran sustituidas o doblegadas por aparatos creados por los que se drenaban tales recursos económicos que terminaron casi en la totalidad de los casos; por un lado, en una enorme corrupción en la que no sólo están involucrados altos dirigentes y cuadros medios del gobierno, sino que también ese comportamiento antiético llegó hasta el corazón de los sectores de abajo, pues, por el otro lado, el drenaje de recursos se hacía precisamente, como política de contrainsurgencia que llevó a liquidar organizaciones sociales propias de las comunidades que se vieron diluidas y convertidas, las más de las veces, en funcionarios públicos o, transformadas en su esencia autonómica que habían logrado alcanzar antes de esta “revolución”.
Al hablar a mis alumnos indígenas acerca de la importancia de la organización autónoma, siempre les cuento un hecho histórico sucedido en el Brasil que me parece demuestra con terrible claridad, la necesidad de pensar desde el nosotros y para el nosotros. Es cuando les hablo de la experiencia de las organizaciones sociales populares en el Brasil durante el gobierno progresista de Joao Goulart y se las cuento a ustedes (Miguel y Zaide) para ver si logran ver exactamente a lo que enfrentamos.
En efecto, durante el gobierno del progresista Joao Goulart muchas fueron las organizaciones sindicales, cooperativas y comunales que el gobierno impulsaba y que de alguna manera sustituían a las organizaciones propias, autónomas de las comunidades indígenas, campesinas y obreras. Sin embargo, un grupo de ellas, especialmente aquellas vinculadas al programa de educación popular generado por el Maestro Paulo Freire, se resistieron a ser cooptadas por el gobierno progresista de Joao Goulart que, por supuesto, les llegó a acusar de “reaccionarios”, “usados por la derecha conservadora del Brasil”, etc., etc. El hecho es que el gobierno de Joao Goulart es violenta y criminalmente derrocado y se establece en el Brasil una feroz dictadura militar. Pues bien, en ese momento, ninguna de las organizaciones creadas desde el Estado-gobierno de Goulart permaneció para la lucha, sólo aquellas creadas desde abajo, por las mismas comunidades desde su autonomía y repeliendo las “lisonjas” del Estado-gobierno, insistiendo en la Pedagogía de los oprimidos, fueron no sólo las únicas sobrevivientes, sino que se convirtieron en el corazón de la resistencia y la lucha anti-dictatorial que, posteriormente, dieron lugar a su derrocamiento.
Es esta una entre muchas experiencias del pensar y actuar desde el nosotros para lo cual, acallamos el ruido que los otros (los que se disputan la colonialidad el poder) y encontramos en nuestro propio corazón la palabra y la acción para construir nuestro propio camino. No golpeamos la roca que estos mismos otros nos atraviesan para detener nuestra marcha (tal como hermosamente me lo ha contado Norma Giarraca), sino que nos decidimos a construir otro camino con otro rumbo y otro horizonte: el de nuestra justicia, nuestra dignidad y nuestra democracia.
Entiendo que se preocupen por cómo mis palabras puedan ser usadas por la “derecha” en contra de la “izquierda” del gobierno. Eso, sin duda, puede ser posible. Pero les digo, no necesito ponerme una playera con el Che impreso en el pecho para demostrarle a nadie mi compromiso, pues, no es por lo que haya dicho o hecho el Che el que haya comprometido mi vida por las comunidades a las que pertenezco, pues, mi compromiso está arraigado al corazón de mis abuelas (una wayuu y la otra añú). De hecho, puedo decir que no soy guevarista, pero creo que lo que él dijo en una carta de despedida a sus hijos me une él, pues, con ello, el Che se une de alguna manera a los pueblos indígenas y su filosofía ya que se refirió a un principio fundamental del pensamiento de las comunidades: “sentir en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”.
De última cuenta, no sé si la “derecha” y la “izquierda” realmente están confrontadas en Venezuela, pues, a mi parecer, ambas están en el gobierno y ambas están fuera del gobierno. Jamás Capriles ha cuestionado los proyectos extractivistas de Chávez, tampoco las empresas mixtas, mucho menos la violación de los derechos indígenas. Creo que se trate de que a fin de cuentas, él aplicará la misma política aunque no la llame: “Plan Patria”. En ese caso, su silencio pareciera estar demostrando el uso del discurso de la “revolución bolivariana” en su beneficio político. Por ello, y con esto culmino, no sé si mis palabras puedan ser usadas por la “derecha”, tal es mi riesgo, pero lo que sí jamás podrán usar es el espíritu que hay en ellas y es por ese espíritu por lo que no las puedo callar en mí.
Agradecido por sus comentarios, vaya un fuerte abrazo a todos.
Otra PD. Hermano Carlos Walter, gracias por tu comentario acerca de mi escrito elaborado junto a mi maestro Carlos Lenkersdorf y que en Venezuela no puede ser publicado por ser considerado “ideología antichavista” (eso me dijeron los editores oficiales), lo mismo vivo en la Universidad, soy invitado a dar clases por posgrados en antropología de México, Guatemala y Argentina, pero en la Universidad del Zulia no, pues, soy para ellos algo así como un pez que los añu llaman en criollo “machetico”, pues es cortante por todos lados, debes saber agarrarlo.