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Desuniversidad - Boletín No. 18.- Salud comunitaria natural y transgénicos

Desuniversidad :: 07.05.13

Mucha denuncia y crítica a los transgénicos y poca acción eficaz. Estados e instituciones favorecen la expansión transgénica junto a la ampliación del extractivismo minero, forestal y otros. Es hora de tomar el asunto en nuestras propias manos, en los barrios y localidades

Desuniversidad - Boletín No. 18.- Salud comunitaria natural y transgénicos

En el barrio en que estamos desarrollando el plan piloto de interacción de las disciplinas en el proceso de indisciplinamiento para traerlas al ritmo de la madre tierra, el Barrio Yungay, el tema de la salud es tan grave como en el resto de los territorios controlados por el estado chileno, de modo que en vez de hacer una lucha abstracta, teórica o distante contra los transgénicos, tóxicos, química-farmaceutica y demás armas del capital contra la vida, podemos dar la batalla cuerpo a cuerpo, pues la lucha global no existe si no se materializan las luchas locales. Esas luchas locales, ademas de criticar y protestar contra los transgénicos o de exigir a papa-estado que cumpla «con su deber» de cautelar los intereses de la ciudadanía pasando por encima de los intereses propios de la burocracia, de los lobbies empresariales y de la lluvia de dineros por bajo cuerda, además que permiten la autonomía del sujeto local que se desprende de los vendedores de ilusiones que pregonan los cambios venideros a condición de que los pongan a ellos en los puestos del poder, permiten construir la alternativa. O sea, pasar de la protesta y la propuesta al «manos a la obra». La población constata en sus cuerpos el empeoramiento de la situación, dejando en ridículo los discursos y los artículos que informan que vamos de mal en peor. Los recursos oficiales esconden la realidad mintiendo groseramente respecto de las cifras económicas, sanitarias, etc. Los que disputan el poder a los oficialistas, llamados pomposamente de «oposición», muestran solamente algunas de las llagas sangrantes del sistema y de los cuerpos de la población, para generar rechazo a los que mandan y promoverse como alternancia. «Con nosotros todo cambiará», era la frase de Piñera y es la actual bandera de la blanca paloma Bachelet.

Esa maraña es la que envuelve cada barrio de las ciudades y se abre un poquito para dejar pasar a los chicos y chicas hacia el centro de lavado cerebral de las escuelas, donde aprenden a ser oficialistas u opositores, con barricadas incluidas, y luego a la salida de clases son invitados a fumarse un pito o beberse una cerveza en las plazas circundantes y quien no lo hace es rechazado por sus pares. Al sistema no le importa, mientras no rompan las señaléticas ni los vidrios de los bancos.

De esa manera la lucha por la salud incluye también modificaciones en el entorno inmediato donde los vecinos pueden ejercer su potencia y sus capacidades, tanto organizativas como de construir soluciones a los problemas que les aquejan. El Comité de Salud Natural es subversivo, ya que se manifiesta expresamente contra los transgénicos y los remedios químico-farmaceuticos, importante red comercial que colabora generosamente con la mantención del status quo. Hay que subvertir el orden económico, que se rige por el llamado «libre mercado” ya que el orden político esta enmarcado por la telaraña legalista del conjunto de las leyes y normas jurídicas en la estructura llamada de legalidad, por lo que quien se mueve contra ella comete lo que llaman «delito» actuando en la ilegalidad. Eso nos lleva entonces a actuar en la alegalidad, o sea, sin la ley, fuera de la ley, sin depender de ella, autónomos, pero no «contra» ella, evitando poner el pie en el terreno de lo que el sistema que defiende el libre mercado denomina «delito».

Por ejemplo, en vez de «combatir» los remedios químico-farmaceuticos, en un primer paso podemos entregar para cada medicina de laboratorio, como el diclofenaco, una hoja con las plantas medicinales, combinaciones y tratamientos naturales que pueden sustituirlo con los mismos efectos. O sea, la alternativa natural al alcance de la mano para hacer una opción, sin presionar ni dividir a los vecinos en «bandos» como los partidos (políticos y de fútbol) o las iglesias. La razón sugiere que al mismo tiempo podamos contar de hecho con esas plantas, lo que lleva a su estudio de características y efectos. Esa es una de las funciones de las huertas, producirlas junto a los alimentos sanos, por lo que el comité de huerta se imbrica con el de salud y ambos con la escuela, el comité jurídico, el de arte y el de comunicaciones, entre otros.

Un barrio es productor de toneladas de alimento para las lombrices del humus y todo ese proceso es gratuito, voluntario, lejos del funcionamiento del mercado. El humus es el mejor abono, muy superior al compostaje. La lombriz se nutre de verduras no cocinadas y guano de animales, especialmente de caballo, que en los clubes hípicos regalan por toneladas y que, obviamente, van a intentar cortar desde las altas esferas para evitar la expansión de la producción social de humus. Posterior a eso solamente quedará la producción en ferias, restaurantes, tiendas y domiciliar. En las ferias hay buena disposición de los feriantes para llevar todo lo que no se va a vender ni a reciclar por grupos alternativos. En los restaurantes que estamos conversando ya hay acuerdo. La red domiciliar es aun el talón de Aquiles por la ridícula propaganda institucional de recoger la basura orgánica por separado y las múltiples experiencias fracasadas, todo lo que ha llevado al vecino a distanciarse aun mas de esa practica.

En una región del País Vasco el municipio no pudo dilucidar si la recolección se haría por domicilio o se pondría un contenedor, por lo que optaron por una solución salomónica, es decir, implementaron ambas formas: los que quieren que se recoja en su casa se anotaron y los que no, ahora cuentan con un contenedor. La experiencia y las estadísticas dirán cual manera es mas razonable y por cuales motivos. En nuestro caso no podemos hacerlo con el municipio, pues se perdería la autonomía y caeríamos en la dependencia a la legalidad, ademas que el municipio no puede hacer humus, ya que con el se combate a los transgénicos y tóxicos. Veamos, vamos por parte. Para hacer el humus se requieren galpones y ya contamos con dos terrenos, pero fuera del barrio, lo que no es grave, aunque poco práctico, ya que requiere medios de transporte que aun no contamos, pues la camioneta a disposición es de tamaño regular. Tal vez alguno de los lectores de este boletín cuenta con un transporte mayor y podemos discutir gastos. El humus producido debe ir a sectores campesinos de las periferias de las ciudades, en este caso al sur y al norte, pero también hacia Curacaví, MaríaPinto y alrededores. También pueden ser chacreros y huerteros dentro de los límites urbanos. Podemos cambiarlo por productos alimenticios, aunque inicialmente sea en bajas proporciones para ir instalando la modalidad, hacer hábito, demostrar las ventajas y ganar en conciencia. Las amistades y quienes tengan vínculos con campesinos o residan en sus proximidades, pueden colaborar en este tejido charlando con los productores acerca de las ventajas de poner humus en las tierras, para lo cual pueden solicitar el manual que estamos elaborando.

El humus, a diferencia de las variantes de compostaje, contiene todos los nutrientes y formas de vida microscópica para recuperar la salud de la tierra con toda su potencia. Los campesinos y huerteros necesitan abonos, fertilizantes e insecticidas para cuidar y cultivar su plantación y deben gastar mucho adquiriendo esos productos químicos en el mercado, por lo que podemos «competir» sin esfuerzos, ya que muy luego el agricultor podrá ver con sus propios ojos que su producto es grande, bonito, de color fuerte y sano y prácticamente sin costos, mediante un trueque razonable a combinar con alimento y semillas o tal vez sea el mismo quien provee el transporte para llevar el humus. No sera difícil mostrar y demostrar que esa tierra degradada y podrida de tóxicos se recupera casi de inmediato. Podemos aprender e intercambiar semillas y experiencias con los productores mapuche de los alrededores de Temuco, que son muy cuidadosos en la selección de semillas, tratamiento de la tierra y aseguramiento de los alimentos de carácter orgánico. Para evitar el deterioro, pues los productos naturales tienen una vida más corta que los transgénicos, se puede aplicar el ciclo corto, es decir,los intercambios hacerlos en distancias reducidas.

Saneando la tierra vamos saneando el alimento, arrinconando los transgénicos y dando la batalla por la salud. Veamos eso:

Los medios de información, en especial los escritos, que tienen mucho menos alcance e influencia que la caja de TV, han noticiado que mas de la mitad de los niños chilenos (imagine usted los niños y niñas que habitan en los territorios ocupados) ya no pueden consumir leche, productos lácteos en general ni gluten, pues producen alergias, esto es, reacciones adversas del organismo, por lo que dentro de poco sólo podremos consumir los productos elaborados en las empresas químicas que se autodenominan «de alimentos», como Nestlé y similares. De forma muy oportuna para el mercado, el cuerpo humano se ha ido modificando por acción de los transgénicos, que al ingresar al organismo, éste reacciona produciendo anticuerpos y adaptando el cuerpo mediante modificaciones que traen consecuencias negativas como esas reacciones adversas a la leche y al gluten, justamente dos de los alimentos maá nutritivos y de fortalecimiento del organismo.

La semilla transgénica o modificada, que llaman elegantemente de híbridas, como si fuesen esas antiguas experiencias de cruzamiento que podían o no dar un nuevo fruto y que no recibían transfusiones de cambio en el ADN del vegetal, por lo que su resultado sería solamente una aceptación o rechazo de la propia naturaleza, se trata justamente del cambio de esencia del vegetal, y va a dar otra cosa que es artificial con el mismo sabor, pero sin las nutrientes y componentes originales, ademas que viene sin pepas, sin semillas, de manera que el productor deberá volver a comprarlas al laboratorio. Ese fruto proveniente de semilla modificada, no puede producir su propia semilla, lo que ha sido una verdadera forma de resistencia de la naturaleza y una fortuna para las empresas, que pueden así vender una y otra vez controlando el precio a su necesidad de aumentar constantemente las ganancias. O sea, nos matan para ganar.

Los productores orgánicos han sabido sacar provecho de esta situación elevando los precios de los productos, que están destinados entonces a un sector reducido de la población, auxiliando con ello a la legitimación del alimento transgénico para los feriantes y los consumidores pobres. Algunos de ellos solamente «combaten» a los transgénicos en la opinión crítica, en la denuncia, ya que necesitan hacer «conciencia” del daño de los transgénicos para que la gente pudiente adquiera sus productos orgánicos, pero no apoyan, por ejemplo, a los productores mapuche de Temuco que están siendo perseguidos por las autoridades de turno y que producen alimentos sanos masivamente, ya que son un ejemplo para todos los demás y las instituciones no van a defender el aniquilamiento de las semillas modificadas. Es sintomático verificar que en las principales asociaciones de productores orgánicos no hay el interés de cambiar la situación, sino solamente de poner paños tibios en reflexiones que no van mas allá de un intercambio «respetuoso». También es interesante destacar que esos productores orgánicos mapuche de Temuco son apoyados por la Alianza Territorial Mapuche, que se basa en las tradiciones, las autoridades tradicionales, la cosmovisión, la recuperación territorial y los principios de la autodeterminación sin mezclarse con la política contingente chilena o corrientes ideológicas como hace buena parte de las demás agrupaciones o medios informativos de ese pueblo nación.

Seguiremos profundizando el tema y por ahora les invitamos a participar en el Taller de Huerta y Lombricultura los días miércoles a las 17:00h. en el Centro Cultural TallerSol, Portales 2615, esquina Cueto, Barrio Yungay. Si usted tiene huerta y no trabaja la lombricultura, podemos hacer un trueque en que le pasamos lombrices y cuando se reproduzcan las devuelve y sigue usted con las crías. Diga si tiene terreno disponible para levantar galpones de tratamiento y almacenamiento de humus. También si tiene vehículo disponible para acarrear guano desde el Club Hípico hasta los terrenos disponibles y el humus hacia las siembras y tierras alrededor de Santiago. Comuníquese con nosotros en prodhumus@gmail.com

También le invitamos a nuestro Taller de Salud Comunitaria y Natural, donde tratamos estos temas en profundidad los días miércoles de 15:00 a 17:00h. en el TallerSol.

Les esperamos.


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