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Chile: La pugna Neoinstitucionalismo Vs. Neoliberalismo

Profesor J :: 30.05.13

La persistencia del modelo está llevando a la crisis a España, Grecia, Italia y Portugal

Chile: La pugna Neoinstitucionalismo Vs. Neoliberalismo

Por el Profesor J

Un muchacho lanzó un escupitajo a la candidata presidencial del bloque de partidos neoliberales de la Concertación y del Partido Comunista, la impoluta, es decir, la sin mancha o inmaculada, sin pecado, Michele Bachelet, que juega a la mala memoria, ya que su gobierno fue para beneficio del empresariado y de represión a diferentes sectores sociales, entre ellos el pueblo nación mapuche que no olvida la persecución y sangre derramada por esta señora, una verdadera Margareth Tatcher a la chilena, línea dura, inflexible, aunque con la sonrisa a flor de piel como un payaso, con todo el debido respeto a los payasos. Así se cumple la máxima de la sociedad del espectáculo, pues sus partidos venden con ella la sonrisa y el género, que esconden la podredumbre a que ha llegado la política chilena, en especial de esa vieja izquierda UP que administró el gobierno popular de Salvador Allende.

Esa izquierda institucional, de la reforma anti-cambio, de la cosmética y el travestismo político-ideológico, en aquellos tiempos apostó al programa europeo sustentado por el Vaticano de Moscú de los frentes populares adecuados a la política económica de Keyness, es decir, el welfare state, el estado de bienestar, de irradiación de ciertos beneficios de la acumulación capitalista a sectores cupulares de la sociedad, en especial a la denominada aristocracia obrera. El integrismo, el abrazo interclasista, el sometimiento de los sectores populares orientados por los partidos que asumen altos cargos administrativos del poder y manipulan a sus bases y a sus electores como carne de cañón, un día todos a la calle a «manifestar» para mostrar a los otros que tienen fuerza detrás y deben ser considerados en las mesas de negociaciones para el reparto de la torta. Así sentados en la mesa dicen: «hablo en nombre de aquellos que ustedes vieron en la calle». En ese caso todos apoyan que ese que habla o el líder, sea candidato al parlamento para atraparlo en la maraña legalista de las negociatas y acuerdos por arriba,. además de los lobbies, que reparten «beneficios» a destajo.

Sólo que el capital ya había decretado el fin del welfare state keynesiano y puso en acción a sus estructuras, entre otras la ITT en USA y la CIA, uno de los aparatos de control y subversión capitalista a nivel mundial, ya que el nuevo modelo requería otro tipo de políticas. No fue un golpe de gorilas conservadores, sino la planificación de las necesidades del capital en la nueva fase en que se encontraba: la expansión del mercado. Ya hemos escrito innumerables veces sobre como y por qué Milton Friedman y la escuela de Chicago desarrollan el nuevo modelito del libre mercado, del consumismo a todo vapor, que expresa con dedicación en Chile el llamado grupo de los Chicago Boys, los chicos formados en la escuela de negocios de Friedman, el mentor del nuevo sistema para la continuidad y el aumento de la ganancia en la época de inicio de la gran caída de la tasa de ganancia debido a la tecnología que impide la incorporación de nuevo valor a las mercancías, por tanto la plusvalía, la parte no pagada del escaso nuevo valor agregado, se reducía a pasos de gigante requiriendo más y más mercancías que permitiesen acrecentar la masa de ganancia. Si cada mercancía produce cada vez menos ganancia, para obtener mayor ganancia había que multiplicar N veces la cantidad de mercancías vendidas, es decir, más propaganda, más consumismo y más leyes de defensa del consumidor para que realice bien su «derecho» a comprar. Paralelo a ello había que disminuir los costos de producción, así la tecnología que disminuye la presencia de nuevo valor expulsando a los trabajadores, genera una segunda necesidad de expulsar aún más, por lo que nacen mayores incentivos de impulso a otras tecnologías aún más nuevas. La producción y circulación de tecnologías se transformó en
un nuevo rubro de producción de ganancias, así como los nuevos sistemas de aprendizaje y capacitación en torno a la administración de la mano de obra y su interacción con las nuevas tecnologías, por eso surgen diabólicamente por todos lados, como lluvia constante, nuevos métodos como los famosos coaching, programación neuro-lingüística, inteligencia emocional o similares y los más pillos corren a asimilar las nuevas formas de articulación con el trabajo mientras millones son expulsados del empleo. Se fusionan muchos bancos y nacen otros para atender las grandes sumas requeridas por las empresas para lanzar billones de nuevas mercancías al mercado. Más máquinas, tecnologías y mercancías requieren multiplicar de manera exorbitante el extractivismo y la destrucción de tierras. La carrera desenfrenada para invertir y ampliar la exploración y explotación de hidrocarburos y minerales, así como de represas y faraónicas obras de plantas productoras de energía, se sale de madre en todas partes, pero esa fase los militares chilenos se la dejaron a los partidos de la Concertación.

El agua es consumida por esta oleada o tsunami extractivista y lo que queda es intomable y no sirve para la agricultura, lo que hace que la sequía se multiplique y haya llevado en Chile a que el subsecretario Ubilla declare que en el norte los agricultores y ganaderos es mejor que abandones sus actividades y vayan a trabajar a la minería. A ese nivel hemos llegado.

Sin embargo el modelo neoliberal tocó fondo y hubo de ser un ex asesor del Banco Mundial y de la Reserva Federal de Estados Unidos, Joseph Stiglitz, uno de los principales asesores económicos de Jimmy Carter, quien no sólo diera la clarinada de alerta, sino que propuso un nuevo modelo político económico para superar la impasse y mejorar el rendimiento de la producción creciente de ganancia, el poco difundido, pero muy eficaz modelo del neoinstitucionalismo, que llevó a Stiglitz a la cima del Premio Nóbel de Economía y que aún pugna paso a paso, golpe a golpe, con el neoliberalismo, en especial en Europa, donde la persistencia del modelo está llevando a la crisis a España, Grecia, Italia y Portugal. Los alemanes aliados a los ingleses, poseedores en conjunto de uno de los mayores potenciales tecnológicos del mundo, aunque asentados en la intervención en la química y la biología (notadamente la producción de químico-farmacéuticos y semillas transgénicas, sin olvidarse de la clonación y la vaca loca inglesa), por lo que se les hace difícil aceptar las connotaciones populistas del programa Stiglitz, pues ya están teniendo problemas para la producción y circulación de los alimentos transgénicos, que en otros países venden como locos y en Europa se han visto restriungidos.

Veamos el modelo Stiglitz y sus repercusiones en el proceso chileno:

El neoliberalismo sólo funciona con el aumento constante del consumo, de otro modo se avanza hacia el estancamiento y la recesión, lo que hizo caer las empresas de papel sobre papel en Estados Unidos, bancos, aseguradoras, financieras, etc. en una de las peores jornadas económicas estadounidenses de los últimos años, se dice que desde la recesión del 29, y que esta vez hoy día sólo consiguió ser neutralizada por una fuertísima inyección estatal que sorprendió al mundo y fue silenciada rápidamente por las autoridades, las mismas empresas y los medios de comunicación. El estado pasaba por encima de una de las principales reglas del neoliberalismo, que basa la economía en el libre mercado sin intervención estatal, de ahí la incongruencia. Hoy día China, la potencia económica emergente, está sufriendo un brote recesivo que ha obligado a tomar medidas drásticas, en tanto España va de mal en peor y el gobierno PP, seguidores de la política neoliberal línea dura alemana e inglesa, no encuentra solución ante el crecimiento desenfrenado de la recesión y el desempleo.

Ya esas intervenciones estatales nos están dando una pista respecto del neoinstitucionalismo stiglitziano (de Joseph Stiglitz) que ha propuesto una nueva relación interactiva entre ambas instituciones, el estado y el mercado, una suerte de intermediación o bonapartismo entre ambos, una seguidilla de juegos malabares de articulación entre ambos sin que uno se sobreponga al otro, ni estado determinante como en el estado de bienestar, ni desaparecido como en el neoliberalismo, ni un mercado subordinado al estado ni un mercado tan libre así.

De esa manera nace teóricamente lo que podemos llamar el rescate del populismo de Perón a través del neopopulismo y del neoinstitucionalismo de los Kirchner, el rescate del populismo de Getulio Vargas en Brasil a través del petismo (del PT, Partido dos Trabalhadores de Lula, la figura más admirada de Stiglitz), del populismo de Juan José Torres por parte de Evo Morales en Bolivia, del populismo del Apra en Perú a través del neopopulismo etno-cacerista de Humala, así como los ejemplos de Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, Funés en El Salvador, Zelaya en Honduras, Lugo en Paraguay, Chávez en Venezuela y Mujica en Uruguay, todos ellos aplicando el mismo modelo del capitalismo extractivista con fuerte apoyo del estado, por lo que se les denomina modelos de nacional-populismo o populismo nacionalista, lo que permite que dentro del neoinstitucionalismo, la institución ejército se mantenga asociada bajo ciertos principios: la unidad del estado, el centralismo y fuertes beneficios estatales (salarios, adquisiciones, etc). En Venezuela es vox populis que el hombre clave es Diosdado Cabello, presidente del Parlamento y quien tiene en sus manos las riendas del ejército, que se ha negado a identificarse con el socialismo como Maduro, prefiriendo la mantención del modelo nacional-populista, esto es, superexplotación de la mano de obra y de la naturaleza, libre circulación del capital y papel subordinado de los trabajadores y el pueblo. Las fuerzas armadas en todos estos países no están dispuestas a aceptar una asonada de los de abajo, sólo cambios desde arriba y decisiones superestructurales que no afecten la continuidad del modelo. Quien crea que las fuerzas armadas de esos países son izquierdistas o progresistas, no ha entendido nada como y por que apoyan a los gobiernos que tienen. Tanto es así que los golpes de estado en Honduras y Paraguay han sido de carácter parlamentario, esto es, dirigidos por los representantes político-partidarios del neoliberalismo duro que se niega a ceder terreno al neopopulismo, más por defensa de sus intereses de casta en el poder que del empresariado, siempre dispuesto a arrimarse a donde calienta el sol, lo que explica que varios de ellos habían estado al lado de Zelaya. Los militares han sido más inteligentes y apoyan al que está en la dirección de los mecanismos institucionales y gozan del apoyo del capital. No hay que olvidar al ex comandante en Jefe del Ejército chileno, general Cheyre, modernizado, hablando de los derechos humanos del punto de vista políticamente correcto y hoy día a cargo del sistema electoral, todo un símbolo.

La Alianza por Chile representa al empresariado neoliberal duro, siendo ellos mismos grandes empresarios y ejecutivos o ex militantes fascistas que viven en recuerdos con micro-gobiernos locales (como Labbé, al que sacaron solamente dejando a los partidos de lado y levantando una candidatura vecinal, lo que debería ser una lección a ser estudiada), pero van a perder terreno, ya que el modelo Stiglitz asegura mayores ganancias al capital, aunque dentro de la Concertación el derechista Partido Demócrata Cristiano, autodenominado de «centro», aún se debate entre ambos modelos y se notan los avances hacia el modelo nacional-populista con el candidato fascista de Orrego con un discurso populista y su jefe máximo el Papa en el Vaticano, otro fascista llamando a preocuparse de los pobres con un discurso que deja chiquitos a los izquierdistas. Los zorros dándole vueltas a las gallinas o la serpiente hipnotizando al conejo.

Los demás partidos de la Concertación han visto ya la importancia de Stiglitz y el desafío es hacer un gobierno creíble, que efectivamente consiga mantener la mansedumbre social que requiere el empresariado, ya que hoy día la mano dura militar-fascista no resulta prudente para nadie, de allí los matices diferenciales entre Piñera y la UDI, entre Allamand y Longueira, uno para la paz social y el otro para tensar la cuerda, uno para la modernización del empresariado y el otro para manten er la paz social entre los fascistas y sanguinarios que pululan por todos lados. Renovación Nacional como partido, están locos por romper con la UDI, de triste historia fascista y acompañan con buenos ojos la trayectoria de Orrego, el sucesor de Bachelet, el próximo candidato de la Concertación o de la alianza DC-RN, que tiene pocas probabilidades debido a la enorme polarización que ello acarrearía y que podría atraer a las urnas el potencial disgregado de la izquierda que no se puede identificar con la parodia comunista del PC y la socialdemocracia PS o la bolsa de gatos del PPD, menos con la enorme cantidad de candidatos alternativos que intentan capitalizar la protesta ciudadana que se expresa en la gran abstención.

Así la derecha conservadora no va a poder derrotar a la derecha neoliberal en tránsito al neoinstitucionalismo, ya que el empresariado ha visto que la Alianza poco consigue manejar al movimiento social, lo que la Concertación asegura con la incorporación del PC y en menor medida del MAS: un sector popular junto al gobierno, lo que permite aislar, cuestionar y reprimir con mayor razón y legitimidad a quienes se movilicen por sus derechos.

De esa manera ningún candidato presidencial aparece en condiciones de prestar un servicio público y social que se respete, salvo Marco Enríquez, que se perfila cada vez más como único que puede derrotar desde el progresismo, desde la juventud y la honestidad, al siniestro conciliábulo de la Concertación, para lo cual tendría que disputar el segundo lugar al candidato oficialista de la Alianza en la primera vuelta, lo que es una tarea realmente difícil, pero no imposible.

Cualquiera que sea el ganador, Allamand, Bachelet o Enríquez, la población seguirá enfrentando el desafío de la nueva exclusión que representa el modelo neoinstitucional, que sólo podrá atender a una parte de la ciudadanía, en tanto el resto tendrá que subordinarse o luchar por sus derechos con muy pocas posibilidades de que el estado abra la mano, lo que sólo podrá revertirse si la gente en los barrios, comunas y localidades se organiza para resolver los problemas y necesidades con sus propias manos y los partidos populares hagan conciencia de que están solamente sembrando ilusiones y pasen abiertamente a defender la autogestión, las formas de vida comunitaria en los barrios y periferias de las ciudades, la autonomía, el empoderamiento y el autogobierno local.

Abrazos
Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)
profesor_j@yahoo.com


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