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Colombia: Comunicado de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca

Acin :: 14.06.13

La autoridad máxima es la comunidad, de allí que la autoridad, como en el territorio zapatista, pero desde siempre en el pueblo Nasa, “manda obedeciendo”.

Colombia. Necesitamos sabiduría colectiva para revitalizar nuestros planes de vida Destacado
por Tejido de Comunicación ACIN

Comunicado
Desde hace mucho tiempo, tanto, que podemos decir siempre, los Nasa hemos tenido que enfrentar la arremetida del conflicto armado, de la usurpación de nuestros territorios tanto por la fuerza pública y lo paramilitares, como por la guerrilla. Sabemos que el conflicto no está sólo en el cruce de balas donde caen nuestros comuneros.

Sabemos que nuestros territorios y el proceso de resistencia y transformación que hemos ido creando son estratégicos para quienes penetran nuestras comunidades y todos nuestros espacios para sus negocios e intereses, desde el narcotráfico y sus corredores controlados por los actores armados, hasta los terrenos amplios y despejados que necesitan las empresas extractivas que el Estado escolta con la fuerza pública. Pero donde también coinciden insurgencia armada y ejércitos privados, de uno y otro lado del espectro ideológico mientras siembran terror, y todas sus acciones violentas nos desplazan, permitiendo el paso a la industria macro de explotación de minerales, la imposición de monocultivos y proyectos de mega infraestructura que facilite la salida y la comercialización de “recursos” naturales que para nosotros son bienes comunes: son la vida, son nuestra Mama Kiwe.

Esta situación de excepción, infiltración y ocupación física, mental y cultural permanente, afecta notoriamente nuestros Planes de Vida de la Cxhab Wala kiwe ACIN en el norte del Cauca, pues se están viviendo muchas problemáticas en cada una de las comunidades. Una es el incremento del conflicto armado que cada día se agudiza y somete a la comunidad inocente en medio de los combates entre los actores armados. Así, la comunidad que ha reclamado constantemente no ser involucrada en la guerra, termina siendo víctima de ambos bandos, no sólo con decenas de comuneros heridos, sino con muchos asesinados, desplazados, constantemente amedrentados.

Precisamente en estos últimos días, se han presentado fuertes enfrentamientos armados en resguardos indígenas como Cerro Tijeras, Huellas Caloto, Toribío y Jambaló, provocando muerte, zozobra y alteraciones sicológicas en la comunidad. Conflicto armado que llega con bombas, disparos, amenazas y demás desarmonización que obliga a las comunidades a suspender sus actividades cotidianas, como la recolecta de café, el trabajo agrícola y las clases de niñas y niños en la zona.

Sumado a esto, el flagelo de la minería se sigue adentrando a los territorios indígenas. Desde el Estado con la entrega de concesiones a las transnacionales y estas accediendo a los minerales de su interés a través de pequeños y medianos emprendimientos mineros. Unas iniciativas extractivas transnacionales denominadas legales y otras señaladas como ilegales en la nueva guerra por los territorios que viene a sumarse o a suplantar la guerra al narcotráfico y al terrorismo, pero todas estas iniciativas extractivas, a pequeña y gran escala le hacen daño a nuestro territorio, para finalmente entregar el oro a manos de las mismas transnacionales que terminan mercantilizando y acumulando multimillonarias ganancias a costa de la destrucción progresiva de nuestro territorio y proceso.

En los resguardos, vemos también comuneros y comuneras que ya se metieron a los ríos a lavar oro y a escarbar al pie de los cerros sagrados en busca del metal, justamente donde nacen las fuentes de agua. Unos porque de verdad no tienen nada, viven en la miseria y lo hacen para mitigar las necesidades básicas de su familia. Otros, porque ven la oportunidad de obtener recursos económicos para acumular riqueza. Estos en su mayoría, terminan explotando a otros comuneros necesitados y fomentando la desintegración social y cultural a través de la violencia y el consumo de alcohol, principalmente en los jóvenes de las comunidades.

La minería también causa divisiones y apatía a la orientación desde la organización y los Planes de Vida, que siempre han ratificado el respeto y cuidado por nuestra Madre Tierra. Situación que aprovechan los interesados en destruir nuestro proceso político organizativo, para profundizar esas divisiones, con el propósito de romper la unidad del movimiento en su resistencia al modelo extractivista de despojo.

Así, conflicto armado y minería van de mano en contra de nuestras comunidades, mientras continúan los Diálogos de Paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Todo este contexto nos preocupa, más aun cuando desde La Habana dan una esperanza de paz al país, mientras la realidad de nuestro territorio es otra y poco la abordan los medios masivos. Porque pese a la guerra, nuestras comunidades indígenas desde las bases vienen construyendo propuestas autónomas de paz en el marco de los Planes de Vida, como alternativa al Proyecto de Muerte que convierte a nuestra Madre Tierra en mercancía a través de los mal llamados tratados de libre comercio y un sinnúmero de estrategias de dominación.

En este contexto, las autoridades indígenas de la Cxhab Wala Kiwe-ACIN, realizaron una Gran Minga de Pensamiento del 3 al 5 de junio de 2013, en el resguardo indígena de Canoas, donde convocaron a “revisar los avances, las dificultades y el cumplimiento de los mandatos de los congresos zonales” y también a “analizar las debilidades internas y buscar posibles salidas para continuar caminado en la búsqueda de un territorio autónomo con un gobierno propio”.

La expresión de la comunidad en la Minga de Pensamiento

En esta Minga la comunidad participante expresó sus opiniones frente a temas como el Plan Cultural Territorial, los Territorios Ancestrales Autónomos, la propuesta electoral de “País Común”, la Minga Social y Comunitaria, los Tejidos de Vida de la ACIN, entre otros temas. Cabe resaltar, que desde el inicio de la Minga, la comunidad manifestó grandes preocupaciones y la urgente necesidad de dar una mirada autocrítica hacia la comunidad y hacia la organización. De esta forma, en las once tulpas de trabajo, comuneros y comuneras del norte del Cauca evidenciaron, como ha sido costumbre, fuertes debilidades del proceso organizativo, pero al mismo tiempo, plantearon propuestas para superarlas en comunidad.

La comunidad manifestó que frente a la agresión integral, hace poco creíamos tener nuestra unidad, coherencia y sabiduría para enfrentarla. Pero al parecer, la grave amenaza actual es la fractura de nuestra unidad, la falta de participación activa de la comunidad, el debilitamiento de la organización y el cierre hasta la casi pérdida de los espacios de diálogo, debate y reflexión colectivos.

Vale la pena citar brevemente algunos de los muchos planteamientos hechos: “Los pueblos indígenas hablamos de Territorios Ancestrales y Autónomos, pero analizando a fondo, la autonomía nos la han ido arrebatando. Nos crean dependencia y hasta los alimentos que consumimos en su mayoría vienen de afuera”; “El Plan Cultural Territorial debe ir despacio, al ritmo del proceso, porque es la comunidad la más indicada para reestructurar y reorientar la organización”. “Internamente no se consultó la candidatura presidencial ni se conoce del nuevo partido País Común”. Voces que reflejan algunas de las principales preocupaciones y críticas planteadas por comuneras y comuneros respecto del proceso y de la organización. Pero también hubo propuestas para superar estas debilidades: retomar las visitas territoriales, participar en los trabajos comunitarios, abrir la discusión y el debate necesario para abordar todas estas temáticas con las bases. Es decir, fortalecer el camino de la palabra digna con y desde la comunidad. Volver a escuchar a las comunidades para que las decisiones vengan desde abajo en coherencia con el mandato fundamental de nuestro proceso: la autoridad máxima es la comunidad, de allí que la autoridad, como en el territorio zapatista, pero desde siempre en el pueblo Nasa, “manda obedeciendo”.

Cabe resaltar que para las comunidades indígenas es muy importante trabajar en Minga, pensar, decidir y actuar colectivamente, pese a que el modelo nos imponga sus diversas estrategias para dividirnos. No debemos caer en ese error, pero si algunas y algunos de nosotros ya estamos pensando como lo impone el modelo, debemos armonizarnos y concientizarnos para seguir acompañando el camino de la defensa de la vida y del territorio. Esta es una tarea colectiva, de las comunidades, pero requiere de la armonía entre autoridades y bases, para que la palabra que se camina sea debatida y comunitaria desde diversos pensamientos, perspectivas, ideas. Palabra que tenemos que defender porque es la que nos permite pervivir y revitalizar nuestros procesos.

Con relación a la Minga Social y Comunitaria expresaron comuneras y comuneros que fue un buen espacio y que se le debe hacer seguimiento, porque es de suma importancia la articulación con los procesos sociales y populares. Además es urgente organizar primero la casa para armonizar y tejer con lo externo. Frente a la gobernabilidad propia se ha avanzado significativamente, aunque aun hay mucha debilidad interna por superar. Con los sistemas de salud y de educación, aunque se ha avanzado, es necesario empezar por recuperar lo propio desde el territorio, responder a las necesidades reales en el contexto de las comunidades y evitar la dependencia que nos impone el gobierno. Hay que ser conscientes de que la educación y la salud del modelo no nos sirven, que nos están enfermando. Debemos fortalecer la medicina propia, la sabiduría del médico tradicional y pensar en una verdadera educación desde la Madre Tierra.

Del control territorial, se afirmó que la Guardia Indígena es el eje fundamental de este ejercicio comunitario. Que es una de las fortalezas que hay en la organización para defender la vida y el territorio, y que por eso, tenemos que apoyar y acompañar en todos los ámbitos para que el control territorial se fortalezca también con los sitios de asamblea permanente, donde la comunidad se ubica para evitar ser desplazada por el conflicto armado.

Acerca de la economía ambiental, la prioridad más sentida, es recuperar la soberanía alimentaria, el trueque (intercambio de alimentos), cuidar la Madre Tierra como lo han enseñado nuestros mayores y continuar legislando desde el derecho propio para vivir en equilibrio y armonía con ella.

Sobre la comunicación propusieron que las autoridades y los diversos tejidos se apropien de este espacio para llegar más a las comunidades; usar más el Nasayuwe (lengua Nasa) para comunicarse mejor; ampliar la cobertura de las radios comunitarias; visibilizar más el proceso organizativo en la página web; y construir una estrategia comunicativa para contrarrestar la desinformación, el engaño y la propaganda de las emisoras del ejército. El mandato en comunicación es la defensa de la palabra colectiva.

Lo dicho, resume muy brevemente y recoge la esencia de la palabra que la comunidad llevó a sembrar a la Minga de Pensamiento, espacio de análisis y reflexión que abrió la ACIN para escuchar a sus bases comunitarias y que continuará este 14 de junio en el resguardo indígena de Huellas Caloto. Pese a que la participación no fue masiva como en años anteriores, reflejando seguramente la pérdida de convocatoria e interés que vale la pena examinar, las y los representantes de la comunidad que llegaron, dejaron sembrada la palabra para que desde todos los espacios organizativos, la alimentemos y la protejamos desde el compromiso comunitario.

“Visitar familia a familia, que todas las personas vinculadas a la ACIN hicieran ese acompañamiento para conversar con la gente y saber lo que piensan de la organización. Que yendo a la casa se siente más confianza y a la comunidad le gusta que la visiten”. Estos espacios son los llamados a recuperar para que la palabra expresada desde la preocupación y la esperanza, germine y se convierta en la sabiduría colectiva que todas y todos necesitamos para asumir nuestras debilidades y construir alternativas que permitan superarlas en comunidad. Esa palabra debe ser escuchada, respetada, protegida y debatida en amplios ámbitos comunitarios. Es nuestra palabra, de los pueblos sin dueños y apenas retoma el camino de nuestra larga resistencia. Hacemos un llamado urgente y respetuoso a retomar a partir de esta Minga de Pensamiento, la palabra de la comunidad para caminarla, y con ella, revitalizar nuestros Planes de Vida desde la sabiduría colectiva.


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