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Brasil: Las protestas y las elecciones presidenciales

Agencias :: 20.06.13

Actores y candidatos deben repsoicionarse y buscan como hacerlo en medio de las nuevas dinámicas de movilización de la multitud

Brasil, las protestas y las elecciones de 2014

Infolatam

El movimiento de protestas ya no se limita a temas puntuales sino que exige cambios políticos.

(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-.
Las masivas manifestaciones en Brasil han cogido muy desprevenidos tanto al gobierno de Dilma Rousseff, como a los aliados del ejecutivo (Eduardo Campos) y a la oposición (Aecio Neves). Sobre todo a tan solo quince meses de las elecciones presidenciales en las que el PT, liderado por Rousseff, enfrentará esos comicios en una coyuntura de claro deterioro económico y malestar social.

La pregunta es cómo repercutirán estas masivas manifestaciones en la campaña y en las elecciones presidenciales de 2014, cuando se celebra el Campeonato Mundial de Fútbol, coyuntura propicia, como la de la actual Copa Confederaciones, para hacer más visibles las protestas.

Por el momento, todo indica que el gobierno de Dilma Rousseff está a la defensiva y la oposición no tiene capacidad para articular o encauzar estos movimientos, que se muestran apolíticos en principio (reclamo contra el aumento del pasaje) pero que empiezan a tener ya un agenda política.

Un movimiento acéfalo con una agenda creciente

El movimiento crece al margen y en contra del sistema político y aspira a ir a más.

En primer lugar, rechazan a los partidos. “Ningún partido me representa”, decían las pancartas enarboladas por el Movimento Passe Livre (MPV), organización que lidera de forma muy laxa las protestas.

Y en segundo lugar, ahora son más ambiciosos.

“Ha sido una enorme victoria del pueblo en la calle”, indicó al diario El País, Luisa Mandetta, de 19 años, miembro del MPV: “Nuestro movimiento ha cumplido su primer objetivo. Y a partir de ahí vamos a seguir luchando por el acceso gratuito al transporte público, que siempre fue nuestro objetivo final”.

Además, es, por el momento, una movilización acéfala aunque su victoria (el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, y el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, anunciaron la cancelación del aumento de 20 centavos de real en las tarifas de autobús, metro y tren) los va a animar a ir a por más y a incluir temas políticos en sus reivindicaciones.

En seis manifestaciones el Movimiento Passe Livre (MPL) movilizó a unas 300.000 personas detrás de su reclamo en contra del aumento de las tarifas del transporte y, a pesar de la suspensión de éstos, anunció a través de las redes sociales que mantiene la convocatoria de mañana “para que el pueblo festeje”.

Leonardo Valdés, experto en procesos electorales que participa en unas jornadas académicas en el Instituto de Iberoamerica de la Universidad de Salamanca, comentó a Infolatam que “este tipo de protestas obligan al sistema político de cualquier país a encontrar vías para encauzar las demandas dentro del sistema. No lograrlo crea un fermento de malestar social que tarde o temprano acaba volviéndose no solo contra el sistema de partidos sino contra el propio sistema democrático”.

Una tormenta perfecta se abate sobre el gobierno

El gobierno de Dilma Rousseff es el que afronta en peores condiciones esta movilización masiva.

La Presidenta Dilma Rousseff

En primer lugar, porque Brasil es el centro de atención mundial dado que se está celebrando un acontecimiento deportivo como la Copa Confederaciones.

En segundo lugar, la coyuntura económica es delicada con tensiones inflacionistas y ralentización del crecimiento económico.

Y en tercer lugar, el ambiente político es claramente preelectoral pues en 2014 hay comicios presidenciales a los que con seguridad Dilma Rousseff concurrirá a la reelección.

Este tipo de acontecimientos hacen peligrar el triunfo en primera vuelta de Dilma y eso, como consecuencia, pone también en peligro su victoria en una hipotética segunda vuelta.

Duda Mendonça, quien dirigió la campaña de Lula da Silva en 2002, dijo a Folha de S.Paulo que Rousseff parte como favorita pero que corre el riesgo de si hay segunda vuelta, pues esto sería una situación “peligrosísima” para sus aspiraciones.

En esa coyuntura, el gobierno trata de acercarse a las demandas populares. “No conseguimos entender los motivos de las manifestaciones”, dijo el ministro Gilberto Carvalho, de la Secretaría General de la Presidencia.

Después, la presidenta Dilma Rousseff realizó sus primeras declaraciones sobre las multitudinarias revueltas: “Brasil, hoy, se despertó fortalecido. La grandeza de las manifestaciones de ayer comprueba la energía de nuestra democracia, la fuerza de la voz de la calle y el civismo de nuestra población”.

El gobierno está en un callejón sin salida del que es difícil escapar. Caer en la represión le restaría buena imagen internacional y respaldo interno. Ceder en exceso ante los reclamos, que con seguridad irán in crescendo, mermaría su fortaleza. Y todo con una elecciones que ya se avizoran en el horizonte.

La oposición lo ve desde la barrera

El gobierno ha perdido el manejo de la agenda pero la oposición ni siquiera atisba esa agenda.

Aécio Neves es el candidato del principal partido opositor, el PSDB que gobernó entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique Cardoso, el verdadero padre del modelo brasileño.

Neves solo ha solidarizarse con los reclamos contra la mala calidad de los servicios públicos “los desvíos éticos en la política” y “el aumento del costo de la vida”: “los brasileños que envían un recado a la sociedad, en especial, a los gobernantes y que precisan ser escuchados.

El líder del PSDB, que lleva meses lanzando el mensaje de que “es preciso tener coraje para hacer las cosas de forma diferente”, tiene claros problemas para enganchar con ese movimiento ya que no deja de ser un político tradicional de un partido, el PSDB, que construyó lo esencial del actual modelo.

El problema para Neves es cómo encauzar ese malestar, esa insatisfacción y ese deseo de cambio pues como dice Mauricio Santoro, asesor de Amnistía Internacional en Brasil, “los movimientos políticos no han logrado atender las demandas de la sociedad. Estamos ante la primera generación nacida y criada en la democracia, con menos miedo a la represión”.

Alguien que en principio podría tener más opciones de encauzar el movimiento es Marina Silva.

Su condición de ecologista y de haber sido capaz de romper con el gobierno de Lula la podria situar en una posición mejor. Pero carece de un fuerte partido político que la respalde, pues su Red de Sustentabilidad en una fuerza en gestación.

Por ahora, se limita a denunciar el modelo económico basado en “el estímulo del consumo” y la fuerte represión a las protestas: “es inconcebible que en una sociedad democrática las manifestaciones legítimas sean tratadas con ese grado de violencia”.

La ex ministra brasileña de Medio Ambiente Marina Silva

El publicista Marcelo Gordoitch, director de la agencia X-Tudo, asegura que “lo que les da más legitimidad que cualquier otro movimiento popular en la historia de Brasil es la inexistencia de un partido político por detrás y el hecho de no contar con el apoyo de ningún grupo grande de comunicación. Es eso lo que está dejando a los gobernantes de todas las esferas atónitos, sin saber exactamente qué y a quién combatir”.

Las protestas hieren de lleno a uno de los políticos de moda en Brasil, el Gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos quien se perfila como candidato para 2018 y que ha coqueteado con la posibilidad de ser rival de Dilma en 2014.

Campos, del Partido Socialista, se ha visto obligado a reducir el pasaje de autobús y a pedir a la Ordem de Advogados do Brasil (OAB) para que medie en las negociaciones con los manifestantes.

De como salga de esta oleada de protestas depende su futuro político, algo de lo que es muy consciente: “no se pueden negar los problemas de movilidad que hubo. Las personas tienen razón de reclamar. Tenemos que dar soluciones a todos estos puntos”.

Pero más que carreras políticas en particular lo que está en juego es el propio sistema, como alerta Leonardo Valdés a Infolatam: “esas protestas surgen debido a la consolidación de la democracia y las mejoras sociales. Pero son un problema para los partidos que se enfrentan al reto de incorporar esas demandas y llevarlas al terreno institucional para que no se desborden y acaben provocando el colapso del sistema democrático”.


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