Arabia Saudí, que ve a Egipto como su potencial rival histórico del mundo suní, blindará, directamente y a través de sus satrapías vasallas, con más de 12.000 millones de dólares al Gobierno golpista
GOLPE DE ESTADO EN EGIPTO
Las satrapías del Golfo apuntalan económicamente a los golpistas
Arabia Saudí, que ve a Egipto como su potencial rival histórico del mundo suní, blindará, directamente y a través de sus satrapías vasallas, con más de 12.000 millones de dólares al Gobierno golpista. Tras haber logrado neutralizar las veleidades diplomáticas de Qatar, Ryad recuerda quién manda. Y lo hace, como siempre, en coalición con su aliado, EEUU. El objetivo, que Egipto siga postrado pese a estar llamado, por población y relevancia, a liderar el mundo árabe.
Dabid LAZKANOITURBURU
Gara
El régimen de Kuwait anunció ayer una ayuda por valor de 4.000 millones de dólares al poder golpista en Egipto, sumándose así a Arabia Saudí y a los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Las ayudas, cuyo monto se elevará a 12.000 millones de dólares, se dividen en donaciones (1.000 millones por cada una de las tres capitales), préstamos sin interés alguno (en forma de depósitos por valor de 6.000 millones en el Banco Central Egipcio) y 3.000 millones de dólares en suministro energético gratis.
A ello hay que sumar que EAU ha enviado estos días 30.000 toneladas de gasoil a Egipto a través del Canal de Suez.
El régimen saudí fue el primero en saludar el golpe de Estado y su rey Abdallah se ha comprometido a sostener la economía de Egipto ante los desafíos que afronta».
Resulta paradójico que a Arabia Saudí le preocupe el futuro de un país, Egipto, que es su principal rival regional y que le podría disputar su primacía, forjada por la alianza histórica de los Saud con EEUU.
El emir kuwaití jeque Sabah al-Ahmad Al-Sabah y su homólogo de los Emiratos Árabes Unidos no son más que corifeos de la mayor teocracia mundial.
El espaldarazo de las satrapías del Golfo al golpe deja en evidencia a los que, con trazo grueso o cegados por visiones interesadas, confunden en una suerte de totum revolutum todo lo que tenga que ver con el islam.
Los Saud siempre han recelado de la Cofradía de los Hermanos Musulmanes y, en general, del islam político. Estos, en Egipto y en el resto de países árabes, mantienen una política nacionalista y no dudan en abrazar el republicanismo, frente a unas dinastías, como la saudí, que abogan por sistemas teocráticos en los que sean ellas las que mandan.
Si Ryad tiene preferidos en Egipto, aparte de los militares, eso son los salafistas de Al-Nur, que desde el principio abandonaron al presidente Mohamed Morsi a su suerte.
El salafismo, que aboga por visiones políticas holísticas como la del Califato musulmán y es mucho más rigorista que los HM, es mucho más maleable para los intereses de Arabia Saudí, que no son otros que los de mantener su primacía y conjurar riesgos de contagio de las revueltas en la Península Arábiga.
Los Hermanos Musulmanes sí han contado hasta hace poco con el apoyo expreso del régimen de Qatar, que prometió hace tres meses una ayuda al Gobierno de Morsi por valor de 8.000 millones de dólares en compra de deuda y préstamos.
Todo apunta a que Qatar, que ha conjugado una diplomacia muy agresiva con la difusión del canal Al Jazeera en distintos escenarios de revueltas árabes (desde Libia hasta Siria, pasando por Egipto), está en retirada. Ya lo anticipó en junio la abidación del emir jeque Hamad Ben Jalifa añ-Thani en su hijo y la destitución del ministro de Exteriores, jeque Hamad Ben Jabr al-Thani.
Ryad ha frenado sus ínfulas y no solo le ha vencido en Egipto. Los Saud han conseguido poner a sus peones al frente de la oposición siria en el exilio, postergando a los HM sirios.
La Casa Blanca, «animada»
Si a Arabia Saudí le interesa un Egipto postrado en el que posiciones retrógradas como el salafismo sirvan de vía de escape para el malestar de las capas más desfavorecidas, a Occidente le interesa esa misma postración para garantizar la seguridad de su gendarme en el área, Israel.
De ahí que mantenga su ayuda anual de 1.300 millones de dólares al Ejército egipcio, animándole así a que mantenga su tutelaje tanto sobre la política egipcia como sobre su economía. El golpe de Estado militar es inconcebible sin el apoyo tácito o expreso de Washington.
El mapa se completa con los intereses de unas castas privilegiadas radicadas en El Cairo y que desprecian a los egipcios de las provincias. Un desprecio que muchas veces se disfraza de laicismo. Con el que oculta su abierto clasismo y, en su caso, su hermano gemelo, el racismo.
Los dirigentes HM, en busca y captura
Poder fáctico del viejo régimen, la «justicia» egipcia ordenó ayer la detención del guía supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, y de sus dirigentes, a los que acusa de «incitar a la violencia» en regerencia a la matanza de medio centenar de sus seguidores el pasado lunes. El fiscal general cifró en 200 los islamistas inculpados. Los Hermanos Musulmanes han sido objeto, antes, durante y después del golpe de Estado, de ataques a sus sedes, atentados y tiroteos que se han saldado con la muerte de más de un centenar de personas. Culpables por ser atacados. GARA
El Ejército ata en corto a los liberales y guiña a los salafistas para apuntalar su transición
El nuevo primer ministro, Hazem Beblawi, inició ayer una ronda de consultas para formar un gobierno de transición en un clima de desconfianza de la oposición laica que abrió las puertas al golpe de Estado y de hostilidad de los que defienden la legitimidad del derrocado presidente Morsi, de los Hermanos Musulmanes.
La agenda de Al Beblaui incluye reuniones con Mohamed ElBaradei, designado la víspera vicepresidente para Relaciones Exteriores, y con el político socialdemócrata Ziad Bahaa el Din, cuya candidatura como primer ministro fue rechazada por los salafistas del partido al-Nour alineados tácticamente con el golpe.
El asesor de medios de la Presidencia Ahmed el Moslimani destacó en la noche del martes que Beblawi barajaría la posibilidad de ofrecer carteras ministeriales menores no solo a al-Nour sino incluso a los Hermanos Musulmanes. Este guiño envenenado fue tajantemente rechazado por la Cofradía. «Nosotros no pactamos con golpistas y rechazamos todo lo que emane de la asonada militar», declaró el islamista Tarek al-Morsi. Los HM han denunciado el plan-calendario de transición presentado por el presidente nombrado por los militares, Adli Mansur.
Por lo que toca a los salafistas, el vicepresidente del grupo Dawa Salafiya (Predicación Salafista), Yaser Borhami, también rechazó la declaración, entre otros motivos, porque permite al presidente interino «controlar todos los medios para reformar la Constitución, hasta incluso anularla totalmente». Borhami recordó que el presidente títere tiene la potestad de elegir a todo el comité encargado de reformar la Carta Magna sin consultarlo a un órgano elegido por el pueblo.
«La reforma de la Constitución viola los acuerdos anteriores con las Fuerzas Armadas y la voluntad de la Umma (nación), que aceptó el texto en un referéndum popular» en 2012, señaló el líder salafista, en referencia a la Carta Magna que aprobaron los HM y los salafistas en solitario por la decisión de las fuerzas opositoras de boicotear los debates.
Predicación Salafista es el germen del partido Al-Nour, el segundo más votado (25%) en las elecciones legislativas tras los Hermanos Musulmanes, con más de un 40%.
En el otro extremo del mapa político, aunque el golpe ha hecho que los extremos se toquen, el Frente de Salvación Nacional, con ElBaradei como cabeza de cartel, rebajó el tono de sus críticas y señaló que propondrá sus propias enmiendas a algunos artículos del decreto de poderes presidenciales. ElBaradei viajó a Ryad antes del golpe para consensuarlo con el ex primer ministro de Mubarak y rival de Morsi en 2012 Ahmed Shafiq. Su premio, la vicepresidencia.
El Movimiento Tamarrod mostró poco entusiasmo y los liberales del Partido de Egipcios Libres denuncian que los militares hayan cedido ante los salafistas para mantener en el artículo 1 de la declaración que la Sharia (ley islámica) es la principal fuente de legislación en Egipto. GARA