Ningún movimiento ha puesto el énfasis tan persistentemente en la lucha contra las desigualdades de género como éste, el de los zapatistas.
Saltan detalles no vistos antes, como los hombres haciendo el agua de limón, junto a la cazuela o moliendo el nixtamal: Olmo Manrique, cantante de reggae
Ningún movimiento ha puesto el énfasis tan persistentemente en la lucha contra las desigualdades de género como éste, el de los zapatistas.
Olmo Manrique
Desinformémonos
Los zapatistas tienen siempre la ventaja de saber impresionar y conmover a sus interlocutores, limpia y legítimamente, con la dignidad a flor de piel. A nuestra llegada al Caracol, en la oscuridad de la selva, se vislumbran los letreros que avisan que estamos en un territorio distinto, lo cual te pone en una sensibilidad de emoción.
Hacemos una fila y al comenzar a caminar, escuchas los aplausos a lo lejos. Conforme te acercas a ese sonido comprendes que los aplausos siguen a las vivas por un micrófono. Entonces te ves flanqueado a ambos costados por las filas de los encapuchados, ojos mayas, ojos morenos, y te das cuenta de cuántas cosas puede transmitir la mirada, aunque no se pueda estar seguro del sentimiento que se esconde detrás de los pasamontañas. Nuestros rostros, los de las caras descubiertas, denotan asombro y emoción, que arranca sonrisas inevitables. Vivas y vivas no paran. Todos las entonan.
Hemos visto distintas comunidades en distintos sitios, y siempre se encuentran lugares comunes, coincidencias, como el fogón y la cocina, rústicas y separada del resto de las habitaciones, y las tortillas hechas a mano por una mujer de la casa. Pero dentro de esa imagen del campo mexicano, saltan detalles no vistos antes, como el de los hombres haciendo el agua de limón, junto a la cazuela o moliendo el nixtamal. Pequeños pero valiosísimos detalles que representan cambios culturales profundos, tan difícil de conseguir si no es por esfuerzos calculados y previstos.
Cierto es que muchas de las compañeras de la sociedad civil no fueron llevadas a las milpas, sino sólo los hombres, pues a ellas les correspondió quedarse a aprender el arte de tortear. El camino hacia la equidad de género es sinuoso, muy complicado y con limitantes varias. Lo cierto es que ningún movimiento ha puesto el énfasis tan persistentemente en la lucha contra las desigualdades de género como éste, el de los zapatistas.