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Como el parlamento (Asamblea) ecuatoriano cocina la invasión y destrucción del Yasuní

Agencias  :: 15.09.13

Un ejército de abogados brillante asesoran a los parlamentarios gobiernistas para pasar por encima de toda ley que impida avanzar con la caravana de la muerte hacia la selva

Publicado el 15/Septiembre/2013 | 00:08

Yasuní­: la Asamblea cubre sus espaldas

La crónica
Diario Hoy

Por: Roberto Aguilar

Editor de Contenidos

Semana de definiciones en la Comisión de Biodiversidad de la Asamblea Nacional. Hasta acá llegaron todos los informes de los ministerios, las empresas estatales y las otras comisiones parlamentarias sobre la petición del presidente de la República de convertir al parque nacional Yasuní en un territorio petrolero. De esta Comisión saldrá el documento final que debatirá el pleno de la Asamblea, y sus 11 miembros (es un decir: la plantilla nunca está completa; en ocasiones, el quórum se cumple con las justas) se reúnen día tras día, tarde y mañana en maratónicas sesiones para escuchar opiniones sobre el tema. En su sala de sesiones del séptimo piso de la sede legislativa, entre los pasillos y las oficinas principales, pulula un ejército de asesores, nuevos rostros reclutados para la ocasión, jóvenes y brillantes abogados que cumplen un papel insustituible en este proceso. Porque así como la Comisión de Desarrollo Económico se ocupó de los aspectos financieros del problema y la Comisión de Justicia trató los

temas Jurídicos, la Comisión de Biodiversidad se preocupa, sobre todo, de las cuestiones financieras y jurídicas. A cada quien lo suyo.

“Es el asesor que trajo la vicepresidenta de la Asamblea para que redacte el informe final para el Pleno”: así identifican los asistentes de la Comisión de Biodiversidad a Xavier Flores Aguirre, abogado guayaquileño, rutilante estrella en ascenso del medio digital GKill City, que reclama para sí la distinción de practicar un “periodismo contracultural y no huevadas”. A un costado de la sala, a espaldas de los asambleístas, hunde su cabeza en la tableta electrónica que lo acompaña a todas partes y se pierde en la contemplación del ciberespacio mientras se desarrollan las comparecencias de las autoridades petroleras del país y de la ministra del Ambiente. Junto a la cabecera de la mesa, a la izquierda de Carlos Viteri, el presidente de la Comisión que esta vez no lleva plumas en la cabeza, está la jefa inmediata de Flores y exministra del Ambiente, Marcela Aguiñaga. Pide la palabra porque le interesa dejar sentado un punto, que revela los alcances de sus convicciones ecologistas: la licencia ambiental para

explotar el bloque 31, al interior de la reserva Yasuní –dice con los gestos terminantes que la caracterizan– fue concedida por la ministra Ana Albán antes del año 2008, es decir, antes de que la nueva Constitución lo prohibiera. O sea que no hay problema.

A cuatro puestos de distancia sobre el costado izquierdo de la mesa de sesiones, su sucesora en el cargo de ministra no opone reparos. Después de todo, ella también es abogada. El asambleísta de oposición Pepe Acacho le ha preguntado por qué se no aplica el artículo 57 de la Constitución, donde se enumeran los derechos de los pueblos indígenas, para defender a las comunidades huaoranis que, según los propios informes de su Ministerio, habitan al interior de la reserva. La respuesta es una leguleyada ejemplar: “el artículo 57 solo cabe en materia de pueblos en aislamiento voluntario”, dice la ministra. O sea que tampoco hay problema.

Así se desarrollan los debates. Mientras se cuente con los informes de rigor de las autoridades competentes y con el visto bueno correspondiente de las asesorías jurídicas que sean del caso, los asambleístas del correísmo parecen dispuestos a firmar lo que les pongan por delante. Los mapas de la zona, por ejemplo. Basta con saber que el confuso croquis que se proyecta en la pantalla cuenta con la aprobación del Ministerio de Justicia. Nadie hace preguntas.

Ahora la ministra Tapia pone a consideración de los presentes su propio mapa, donde aparecen trazados los límites del parque, la zona intangible y el área de amortiguamiento. No constan los bloques petroleros ni han sido ubicados los pozos de los que se extraerá el crudo, pero no importa porque está hablando de otra cosa. A su derecha, el gerente de Petroamazonas, Oswaldo Madrid, acaba de proyectar su propio mapa, donde sí aparecen con colores rutilantes los pozos y los campos, pero no la zona de amortiguamiento. No importa porque está hablando de otra cosa. Bastaría con superponer un mapa sobre el otro, como en esas láminas con transparencias, para darse cuenta de que los pozos están ubicados ahí donde no deben. Pero nadie en esta Comisión lo hace. Los mapas son oficiales, han sido aprobados por las autoridades competentes y eso es lo que cuenta. Nadie hace preguntas.

Entre los representantes de los grupos ecologistas que han pedido ser recibidos por la Comisión para exponer sus propios datos sobre el Yasuní figura Natalia Green, de la Coordinadora Ecuatoriana para la Defensa de la Naturaleza y el Ambiente (Cedenma). Ella trae un documento que podría levantar polvareda si tan solo se dejara caer en otro lugar que no sea este. Es una foto publicada en la revista National Geographic, precisamente en la famosa edición de enero, que tanto fascinó a Ivonne Baki porque demostraba, según ella, el interés que tenía la humanidad en apoyar el proyecto de dejar el petróleo bajo tierra. En esa foto se ve claramente que las vías construidas al interior del bloque 31 no son senderos ecológicos, como aseguró ante esta misma mesa el ministro de Sectores Estratégicos, Rafael Poveda, sino amplias carreteras a cielo abierto. Nadie se inmuta. La teoría de los senderos ecológicos figura en el informe oficial del Ministerio, con todas las firmas y todos los sellos que amerita el caso. Así que, una vez más, no hay preguntas.

La ministra del Ambiente habla con velocidad y soltura y se mueve como una fiera entre las láminas del Power Point. Ha traído un conjunto de cuadros que tranquilizan a todos, tan claro se ve en ellos lo mucho que las autoridades del Ejecutivo han pensado en los problemas y lo eficientes que son para encontrarles soluciones. En la columna de la izquierda figuran, cabalmente, los problemas; en la de la derecha, las soluciones. Así: “Problema: deforestación. Solución: reforestación”. “Problema: desechos. Solución: reciclaje”. “Problema: biodiversidad. Solución: investigación, evaluación, conservación”. O este otro: “Problema: derrames (de crudo, se entiende). Solución: mantenimiento programado, plan de acción muy exigente”. El Power Point lo arregla todo.

Entre los comparecientes figuran también algunos representantes de la industria petrolera que superan en sinceridad a las autoridades del Ejecutivo. “Para un petrolero no sacar el petróleo que existe bajo tierra es como para un médico no atender a un paciente”, dice uno de ellos. “La sísmica ya se hizo en un buen porcentaje pero, obviamente, para asegurarnos más reservas, deberíamos hacer más sísmica”, apunta otro. Durante dos días los asambleístas de oposición y los ecologistas comparecientes venían preguntando a quien pudiera o quisiera responderles si la actividad sísmica (que incluye explosiones calculadas y una ocupación invasora del terreno) está o no contemplada en el cálculo de daños según el cual solo se afectará el uno por mil de la reserva. Ministros y asambleístas habían guardado silencio sobre este particular. Finalmente, aquí estaba la respuesta. Lástima: no consta en los informes oficiales.

Nadie toma la palabra para pedir que ese dato, o el mapa de la National Geographic, sea incluido en el informe final para el Pleno. Ocurre lo contrario cuando llegan las delegaciones de los pueblos montubios (sombreros Montecristi sobre la cabeza, pañuelo campesino al cuello), portando un manifiesto de apoyo irrestricto a la revolución ciudadana y sus proyectos de desarrollo, cualesquiera que estos sean. El asambleísta Holguer Chávez, una de las voces más altisonantes del correísmo, rápido y furioso, que nunca desaprovecha la oportunidad de hablar para la galería, toma la palabra para solicitar que el manifiesto de los compañeros, prueba ejemplar de la participación ciudadana en los procesos revolucionarios, conste en el informe. Y les ofrece que, con los fondos obtenidos de la venta del petróleo del Yasuní, la revolución agrícola será cumplida en menos de lo que parpadea un perico. La emoción cívica recorre el grupo de montubios que se agolpan junto a la mesa de sesiones de los asambleístas y posan para la

foto tras la silla del presidente Viteri. Un Eloy Alfaro de espada de madera, botones dorados y charreteras de cartón, seguramente considera bien lograda su visita a la capital.

Cae la noche. Terminan las comparecencias. Los ecologistas abandonan el recinto legislativo arrastrando los pies, anticipando su derrota. En el pasillo, Xavier Flores Aguirre instruye a Holguer Chávez sobre los recovecos jurídicos del caso. Esto es política contracultural y no huevadas.


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