Hay un escenario de aprovechamiento de esta desgracia de los pueblos. Líderes caciquiles y personas con aspiraciones políticas se insertan en las pláticas con los gobiernos, de modo descarado, aprovechándose de la desgracia que impera
La organización de los pueblos en Guerrero para salir adelante de la tragedia
Hay un escenario de aprovechamiento de esta desgracia de los pueblos. Líderes caciquiles y personas con aspiraciones políticas se insertan en las pláticas con los gobiernos, de modo descarado, aprovechándose de la desgracia que impera.
Edith Na Savi/ ñuu savi de la Montaña de Guerrero
Desinformémonos
Tlapa, Guerrero. A más de dos semanas de la emergencia nacional provocada no sólo por los días intensos de lluvias en todo el estado, sino por la falta de medidas preventivas de todos los niveles de gobierno, la nula atención en varias comunidades de la Montaña continúa. El saldo son cientos de pérdidas humanas, desaparecidos, deslaves de cerros, inundaciones, miles de hectáreas de cultivo perdidas, puentes caídos, carreteras destruidas y un sinfín de pueblos incomunicados, viviendas deshechas y personas desplazadas viviendo en albergues temporales, en campamentos al aire libre o en los cerros.
En el contexto de la tragedia, las autoridades municipales se aprovechan claramente de los recursos que están llegando como fondos de desastre a las zonas afectadas de la Montaña. En algunos pueblos, como Tlacoapa y Acatepec, los ciudadanos denuncian que los víveres se encuentran embodegados, y en otros lugares se venden en un “vil negocio”.
La necesidad de organizarnos
Desde la segunda semana de septiembre la noticia nacional son las inundaciones, principalmente en Acapulco y Chilpancingo, y los turistas varados en el puerto. Por más de una semana, la Montaña pareció olvidada, nuevamente, en este estado de emergencia estatal y nacional. Una vez que el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, emitió un comunicado sobre la grave situación de desatención e invisibilidad a los indígenas, apenas empezó a movilizarse el gobierno para dar “supuesta” atención inmediata en la región.
Hasta la fecha, lo que se ha visto es que el gobierno no tiene una estrategia para atender a los pueblos de la Montaña que fueron afectados. Ingenuamente, quisieron impulsar el proceso de atención desde la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios (CDI), las instancias del Desarrollo Integral para la Familia (DIF) municipales y los órganos de los municipios, espacios con prácticas corruptas que no están distribuyendo la ayuda que llega a los pueblos.
Debido a la corrupción y a que los presidentes municipales -a más de una semana de los desastres- no se aparecieron por las comunidades afectadas, se generó el reclamo de los indígenas ñuu savi, nahuas y mephaa, quienes tuvieron que buscar solos a sus muertos y desaparecidos, y huir de las comunidades para salvar sus vidas. En esos momentos se preguntaban dónde está el gobierno que sólo se acuerda de los pueblos cuando necesita nuestros votos.
Ante la ineficiencia de los aparatos de gobierno y con la idea de hacer oír su voz y organización, en la comunidad de La Ciénega, municipio de Malinaltepec, se constituyó el Consejo de Comunidades Afectadas de la Montaña, que pretende ser el vínculo directo entre las dependencias de gobierno y los pueblos. Se trata de que “no haya oportunistas que pretendan negociar beneficios a nombre de los pueblos, y que todos los municipios que lleguen a las mesas de trabajo del consejo refuercen este planteamiento de los pueblos ñuu savi, me phaa y nahuas”.
A pesar de estar constituido el Consejo, las instancias distribuyen recursos a través de la figura de los presidentes municipales, pues al parecer no les es suficiente la voz de los pueblos, quienes conocen su zona, su región y su propia casa.
En este contexto, los presidentes municipales hicieron su aparición, incluso aquellos que estaban inaccesibles –o, mejor dicho, escondidos-, porque ahora se habla de grandes presupuestos para la reconstrucción de los planos carreteros, electrificación, agua potable, vivienda y cultivo. Ahora estos funcionarios están en primera fila, esperando el recurso que quién sabe cómo será condicionado a los pueblos.
Metlatónoc y Cochoapa, nuevamente los más abandonados
No existe un dato concreto -ni de las mismas autoridades estatales, federales o municipales- sobre los pueblos y comunidades afectados en los lugares más alejados de Metlatónoc y Cochoapa, pueblos ñuu savi históricamente relegados, cuya creación como municipios no representó ningún avance ni reconocimiento para los pueblos.
Los víveres llegan, sí, pero a los lugares donde llega el camino en automóvil. De lo demás, que se encarguen los pueblos. El gobierno no entiende que hay zonas donde ni siquiera caminando es viable pasar y la gente no se arriesgará. Las mujeres, los niños, los abuelos, no saldrán porque se ponen en riesgo.
Los pueblos ñuu savi no tienen confianza de los pseudo representantes del municipio, porque de sobra los conocen. Lo único que han hecho en este tiempo es verse rebasados por el panorama de desastre que aqueja la región de la Montaña, pero no lo reconocen.
Muchos presidentes municipales -como los de Cochoapa el Grande y Metlatónoc- usan los apoyos que llegan a estos municipios ñuu savi para posicionarse en los pueblos, repartiendo los víveres a manera de despensas y “apoyos” de su parte.
Hay un escenario de aprovechamiento de esta desgracia de los pueblos. Líderes caciquiles y personas con aspiraciones políticas se insertan en las pláticas con los gobiernos, de modo descarado, aprovechándose de la desgracia que impera.
Hay situaciones de urgencia en pueblos ñuu savi de Metlatónoc, en las comunidades San Marcos, Santa Cruz Cafetal, Itia Ndichi koo (ejido de Zitlaltepec), Tepehuaje, e Itia suti. En Cochoapa se tiene conocimiento de pueblos como San Miguel Amoltepec el Viejo, San Rafael y Cahuañaña, que no han podido denunciar lo que pasó en sus comunidades porque están totalmente aislados, sin poder salir para solicitar ayuda. La Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) en la Montaña reconoce que no ha llegado “porque las condiciones del clima no lo permiten”.
A más de dos semanas de la catástrofe, hay pueblos aislados, sin víveres, viviendo en campamentos, durmiendo en el cerro, abandonados a su suerte por un Estado que no garantiza los mínimos derechos a la salud, la alimentación y la vivienda, sin una clara estrategia para entrar a las zonas más alejadas. Tampoco hay suficiente maquinaria para abrir los caminos. Los pocos helicópteros que llegan sólo pueden llevar de 40 a 60 despensas, que durarán cuando mucho una semana por familia.
Ni los mismos presidentes municipales conocen lo que pasa en la región. Son los pueblos quienes salen como pueden, arriesgando su integridad, para solicitar la ayuda. Se les contempla para el conteo, sin datos precisos ni concretos, para demandar presupuesto como zonas afectadas, pero que los gobiernos que no han sido capaces de ir a ver las condiciones en las que están viviendo los indígenas de esta zona.
Fuerza, esperanza y organización comunitaria, es lo que se necesita
Son tiempos de dificultad, angustia y preocupación por lo que viene para la Montaña de Guerrero. Estos momentos deben permitirla reorganización, recomponer nuestras vidas, los caminos que han sido viciados, dañados, afectados por los programas asistenciales de estos gobiernos excluyentes y por los partidos políticos que han roto el tejido comunitario, dividiendo el trabajo de los pueblos.
Los gobiernos ajenos a los pueblos, indiferentes a la realidad comunitaria, deben dejar de negociar con lo que está pasando, pues ahora más que nunca la Montaña necesita de gente realmente comprometida. Se requiere que estos gobiernos realicen su trabajo, al menos para lo que los han nombrado, representar y velar por el bienestar de los pueblos y personas que integran su municipio, no para seguir reproduciendo círculos de corrupción, cacicazgos y proselitismo partidista con miras a las elecciones que se avecinan el siguiente año, donde se estarán jugando diputaciones y presidencias municipales.
Debemos estar unidos como pueblos, como regiones, como indígenas, como compañeros, como montañeros; unidos y organizados para hacerle frente a esta catástrofe en la región: La solidaridad viene de fuera, de gente solidaria que seguro está hermanada con nosotros, pero lo más importante es pensar en lo colectivo, donde todos tengan la misma voz y la misma palabra, única manera de enfrentar el reto de reconstruir la Montaña.
Es momento de reivindicar el origen ñuu savi, nauas y mephaa. Con la rabia, indignación y el coraje por el abandono y desconocimiento del Estado, se puede levantar la frente dignidad para volver a ser comunidades originarias de esta región montañera, organizadas para sacar adelante la lucha por el reconocimiento y ejercicio de los derechos indígenas, y para enfrentar la embestida histórica del estado.