Clajadep :: Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular

Imprimir

Bolivia: residuos tóxicos del “proceso de cambio”

Cidob :: 25.10.13

Atrás quedaron los gobiernos que llegaron como socialistas, progresistas o los que se pintaron de indigenistas. Aquí y ahora mandan las corporaciones. Las comunidades indígenas se han convertido en el talón de Aquiles de estas corporaciones,

RESIDUOS TÓXICOS DEL “PROCESO DE CAMBIO”
Escrito por Administrador
Jueves, 24 de Octubre de 2013 09:47
Cidob

Escribo estas líneas con la dificultad que tienen los no iluminados en el arte de las letras. Evidentemente no será una obra periodística ni el mejor de los relatos.

Hace algunas horas llegamos a Cochabamba desde tierras altas, donde habíamos compartido un abrazo con las y los involucrados en el tema de la resistencia indígena en Bolivia.

Al llegar escuchamos las experiencias que llegaron desde Colombia, Argentina, Ecuador, Brasil y los hermanos de Bolivia. Nos alegró el corazón volver a encontrarnos con hermanos dirigentes del CONAMAQ, CNAMIB, CIRABO, CPIB y líderes indígenas de diferentes regiones del país.

En el marco del Seminario Extractivismo: “nuevos contextos de dominación y resistencias”, nos resultó sorprendente (aunque no mucho) los procedimientos comunes que despliegan la empresas extractoras de recursos naturales en nuestra América Latina y el mundo. Han dejado a nuestros pueblos entre la espada y el puñal. La explotación de minerales e hidrocarburos han sido y son un negocio redondo para las grandes corporaciones transnacionales. Atrás quedaron los gobiernos que llegaron como socialistas, progresistas o los que se pintaron de indigenistas. Aquí y ahora mandan las corporaciones. Atrás también quedaron esos conceptos despectivos de la lucha por una “florcita”. Los datos nos indican de que esta es una lucha profundamente socio ambiental, en un contexto de vida o muerte entre el ser humano y su medio ambiente.

Sin yo personalmente considerarme de “derecha o izquierda” concepto afortunadamente inexistente en comunidades indígenas, vi no con disimulado asombro que la palabra socialismo, por la experiencia interna y externa, no fue la palabra favorita en las exposiciones y participaciones, en todo caso, esta palabra fue utilizada para remarcar los errores en las actuales políticas de estado en diferentes países.

Empresas “estratégicas”, empresas de contratación directa, empresas terciarizadas y otras de servicios se han convertido en las propietarias de los países; países en los cuales dichos capitales ya tienen solicitados más espacios de extracción de recursos. Los gobiernos dicen que estamos mejor que nunca y que las empresas en su mayoría extranjeras, dejan mayores recursos que antes a los estados, pero nunca hablan de los descuentos impositivos y los estímulos económicos que ahora reciben por parte de los gobiernos de turno. Consorcios internacionales de abogados se encargan de que estas corporaciones “nunca pierdan dinero”. Estos, por cierto tienen estrecha relación con altos funcionarios de los aparatos estatales.

Una vez que se extraen las materias primas, los recursos naturales y salen exportados fuera de nuestras fronteras, los saldos y residuos tóxicos en los países, causan indignación y tristeza. Los estados, con sus propios recursos económicos tardarían decenas de años (y quizá nunca lo logren) en limpiar el desastre que actualmente dejan los emprendimientos extractivos.

Esto pasa actualmente en minería, hidrocarburos y otras materias extractivas. Yo siempre pensé en un ejemplo que pueda dar una imagen a esta problemática y lo tengo: imagínense a un ser humano aislado de alimento y agua. El problema se da cuando a este ser humano se le ocurre la idea genial de empezar a comerse los dedos de las manos, como alimento y líquido, para posteriormente proseguir con el brazo y así pretender seguir avanzando, “no va a funcionar”. Pues bien, viendo los datos tibios, que además son proporcionados por las mismas empresas (el problema oculto es mayor) podría afirmar que actualmente comenzamos a comernos los brazos, y la hemorragia es ya incontrolable.

Relatos nos llegaron de comunarias por ejemplo en tierras altas, donde denunciaron ante vice ministerios de medio ambiente o secretarias de medio ambiente en las gobernaciones: nuestros animalitos se están muriendo y nosotros nos enfermando no sabemos de que qué, pero el agua está de otro color. Las respuestas de estas instancias públicas son en extremo anecdóticas: “las empresas pueden explotar hasta tres años y “después” pueden tramitar sus licencias ambientales; además seguro ustedes quieren dinero, pues les decimos que aunque ganen un juicio, lo único que van a recibir es de quinientos a mil bolivianos”. Y claro, posterior a eso, las empresas aparecen con sus bufetes de abogados, exigiendo hablar con “el bufete de las comunidades indígenas”.

Una persona de la ciudad podrá decir: ah, qué pena de los indigenitas. Yo quisiera preguntar: cuántas personas en las ciudades cultivan sus propios alimentos, o cuántas personas almacenan el agua de las lluvias (que por cierto, ahora ni la lluvia se salva de la contaminación). Lo que yo veo con más frecuencia son problemas de salud inexplicables científica o medicamente, o casos donde los amigos y amigas dicen “no sé lo que me hizo daño, si sólo comí verduritas”.

No quiero sonar alarmista ni mucho menos, todavía podemos hacer mucho por nosotros mismos, pero en las actuales circunstancias, parece que al planeta le estamos dando las condiciones necesarias para librarse de la humanidad; y créanme, en ese entonces parecerá que ni siquiera habitamos en algún momento la tierra.

Investigadores de todos los países coincidieron en señalar de manera categórica: “Las comunidades indígenas se han convertido en el talón de Aquiles de estas corporaciones, a nadie más parece importarle. Al mismo tiempo se han convertido en el cuello de botella de gobiernos que se pintan de progresistas, socialistas, demócratas, y hasta indigenistas. Resultando poco comprensible que el sector de la población con menos recursos económicos en este mundo globalizado, sea el que a pesar sus muertos en las movilizaciones, sigue ofreciendo resistencia. Con sus debilidades e indescriptibles fortalezas, están ganando el afecto y respeto de personas que viven a miles de kilómetros de sus territorios”.

Se me vienen a la cabeza los recuerdos de las marchas y resistencia. Lo puedo ver a Adolfo Chávez, Presidente de la CIDOB, recibiendo terapia en la marcha, le habían sacado los fierros del brazo y su articulación no le respondía; la puedo ver a Doña Bertha Bejarano, Presidenta de la CPEMB atendiendo a su hijo de días, enfermo; puedo recordar a los hermanos armando la fogata en las noches, sus relatos de las comunidades; a Doña Judith Rivero CNAMIB impartiendo fortaleza a las mujeres indígenas; a Nazareth Flores, inconsolable ante la pérdida de su hijo en el vientre, después de la intervención policial a la Octava Marcha; a Don Marcial Fabricano, líder indígena, ofreciéndome un vaso de chivé cuando yo estaba a punto de caer en la marcha con el agobiante calor en tierras orientales; puedo volver a recordar y escuchar el chapoteo de los peces en mi carpa a orillas del Río Isiboro; a los hermanos despidiéndonos con alegre tristeza en las playas del Río Sécure; a Pedro Nuny, líder indígena, preocupado de su familia y alejado forzosamente de la misma; puedo recordar casi todo lo que dolorosamente quedó en mi cabeza y corazón; al Jilliri CONAMAQ, Felix Becerra, llevando orgulloso su bandera a la cabeza de la Marcha; al Tata Rafael Quispe viendo con dolor disimulado las cicatrices que dejaron los policías en el rostro de su propia hija; puedo recordar a los voluntarios y activistas, preocupados en atender las necesidades físicas y de corazón en los indígenas movilizados; a Don Emilio Noza, Presidente de la Subcentral Sécure, con su esposa enferma en la distancia y él con la mirada perdida, pendiente de su teléfono; el duro recuerdo de los hermanos fallecidos en el camino, y puedo recordar hace sólo semanas atrás, a Don Fernando Vargas, Presidente de la Subcentral TIPNIS, violentado duramente en la Octava Marcha, en su oficina, sentado a mi lado, mirando al frente y diciéndome en voz baja: estoy enfermo, no he dormido en días, estoy cansado y enfermo, pero no puedo dormir, afuera de la oficina toda su familia intentando levantar la moral de todas y todos lo que allí estaban”.

Todas y todos los líderes con diferencias de criterio, acción pensamiento, pero con el mismo corazón. El corazón que unió a todas y todos los bolivianos.

Puedo recordar muchas cosas; pero esta mi inhabilidad de escribir hace que sólo pueda compartir estas líneas que para mí ya son demasiado extensas.

Se pudieron cometer errores, pero los mismos fueron propios del camino. Esos errores del Movimiento Indígena boliviano, al igual que en el resto de nuestra América Latina y el mundo, no fueron cometidos con la malicia que muy bien conocemos en las ciudades. Y el mejor ejemplo de esto, es que ante el intento de soborno, compra, violencia, amenaza, y pese a todo…..los comunarios y comunarias indígenas siguen en pie de lucha y resistencia; por todos nosotros y los que vendrán.

Las nuevas generaciones de líderes indígenas, con el conocimiento y fortaleza de sus antecesores…..están llegando.

En esta hora de más muertos en Bolivia, solidaridad con los que alguna vez golpearon, secuestraron y violentaron a indígenas en nuestro país; ellos también son nuestros hermanos.


https://clajadep.lahaine.org