Al menos 12 heridos, negocios dañados y miles de capitalinos afectados, directa o indirectamente, es el resultado de la manifestación convocada ayer en protesta por la discusión de algunas leyes.
La marcha que hasta las 3.50 de la tarde se condujo pacífica, se degeneró cuando unos seis miembros de la Policía Preventiva fueron agredidos en las gradas de la sala de sesiones del Congreso Nacional, por unos 15 encapuchados vestidos de rojo y negro armados de palos y piedras.
Estos manifestantes rompieron con una almádana el candado de la baranda y rompieron parte de los vidrio que adornaba la escalinata principal.
Los “cobras” eran la única presencia policial en ese sector, por lo que se requirió destacar a los miembros que se encontraban en el sótano del Congreso, quienes repelieron la acción con bombas lacrimógenas, escudos y en última instancia con garrotes.
Los manifestantes lanzaron palos, piedras y bombas molotov en contra de la autoridad Incluso, algunos de los manifestantes pretendieron incendiar el edificio del Congreso.
“Que se vaya, que se vaya” y “Fuera Maduro y fuera Pepe Lobo”, fueron las consignas que acompañaban las piedras en contra de la policía que trataba de replegarse por la lluvia de objetos.
A diferencia de otras manifestaciones, en esta oportunidad se quebraron las puertas de vidrio del cajero automático de Fihcosa, los cristales de las ventanas de MacDonald, Unilimited y Sogerin, entre otros negocios.
Las acciones de presión comenzaron desde las primeras horas de la mañana cuando miembros de sindicatos, organizaciones populares y gremiales se tomaron las salidas hacia las carreteras del Norte, Sur, Oriente y hacia Olancho, con lo que incomunicaron la ciudad.
Los plantones afincados en estas carreteras simbolizaron los dedos de una mano que de manera sincronizada a la una de la tarde se cerró como un puño y afectó a su paso a centenares de conductores que estacionaron sus carros a los extremos de la calle o simplemente buscaron vías alternas para “escapar” del trayecto de la marcha.
El temor al saqueo y el robo se apoderó de varios propietarios de negocios, ventas de comidas rápidas y gasolineras que corrían a introducir sus productos o simplemente cerrar las puertas de sus negocios.
Se protestaba en contra de la aprobación de las leyes de agua y saneamiento básico, la de servicio civil y la normativa de titulación de tierras y propiedades.
El pueblo hondureño está despertando frente a esta serie de políticas y leyes que se aprueban para afectar a la clase media y a los sectores populares. Lamentamos que no se consensuen estas normativas y por el contrario se use el poder para golpearnos
Elementos policiales advirtieron a los dueños de establecimientos comerciales aledaños al seno del Poder Legislativo, que se acercaban más de doce mil personas armadas con piedras y palos, por lo que lo recomendable era cerrar los negocios. Con altavoces, ciertos dirigentes, informaba en la planta baja los sitios por los que se aproximaban los cuatro frentes.
Como las aguas de un río violento, resultó la convergencia de la marcha que circulaba desde la carretera del Norte hacia el centro de la ciudad a través del bulevar Fuerzas Armadas, con la que se desplazó de la carretera de Olancho, por el bulevar del Norte.
Los gritos de “Maduro fuera, fuera y fuera” y “Qué renuncie”, se hicieron más prolongados y nutridos al ser coreados por unas doce mil personas que continuaron su tránsito de manera pacífica hasta llegar a la calle Real de Comayagüela donde se les unió la manifestación que venía de la zona Sur de la ciudad.
Minutos después de las 3.00 de la tarde se apersonó en los bajos del Congreso el primer contingente de médicos, enfermeras y docentes, así como sindicalistas que marcharon desde la salida de Oriente y que también mantenían la calma.
Un grupo de estas personas despojó de la cámara a un civil por considerar que no era periodista, sino de inteligencia policial.
La acumulación de personas acaloradas y sedientas, así como molestas por las medidas que se aprobaron o se aprobarán, fue el detonante de las acciones de violencia, manifestó un dirigente magisterial que no quiso ser identificado.
El presidente del sindicato de Trabajadores de la Bebida y Similares, Stibys, Carlos H. Reyes, manifestó que fueron infiltrados los que protagonizaron estos acontecimientos porque el objetivo de la marcha era protestar de manera pacífica en contra de las referidas medidas.
“Sin embargo, creemos que todo el pueblo hondureño debe estar indignado por la forma como se aprobó la ley de aguas y que en la misma forma nos quieren dar un golpe a la libertad de sindicalización y contratación colectiva”, indicó.
También que condenan la ley de servicio civil y de inserción en el mercado de trabajo, así como la de titulación de tierras porque es “grosero”, contra el pueblo hondureño, por lo cual el presidente de la República, Ricardo Maduro y el del Congreso, Porfirio Lobo, deben meditar al respecto.
“Con este movimiento deslegitimamos lo que llaman diálogo nacional, porque no se discuten los verdaderos problemas de Honduras”, dijo.
Sostuvo que esta acción terminará “con un triunfo del pueblo hondureño, porque este estado de cosas no puede continuar”.
Así como llegaron los manifestantes, se retiraron uno a uno a sus lugares de origen con la promesa que reactivarán las hostilidades si no se cumplen sus pretensiones.
“Esto es el inicio”: presidenta de enfermeras:
Tegucigalpa. Amparo Alvarado, presidenta de la Asociación Nacional de Enfermeras Auxiliares de Honduras, declaró que la protesta de ayer es el inicio de la respuesta popular.
Desde las 5.00 de la mañana empezaron a llegar a la colonia Villanueva, sobre la salida a Danlí, en donde estuvieron hasta a eso de la 1.00 de la tarde, hora en que partieron con rumbo al Congreso Nacional, en el centro de la capital.
Dijo que su gremio no se detendrá, las protestas serán hasta que el gobierno desista de aprobar la nueva ley, “lo que pase de aquí en adelante depende del gobierno para que no continúe”. “Esto es el inicio de una respuesta porque no estamos satisfechos con lo que hace el gobierno”, dijo la enfermera